En Medio Oriente y en el mundo
entero, el problema no es el Corán, ni la religión islámica ni las religiones: es
el socialismo, por naturaleza agresivo, violento, militarista, guerrerista y
expansionista. E imperialista, desde luego: el imperialismo no es “la última fase
del capitalismo” como mintió Lenin; es la última fase del estatismo, y de la
mentalidad anti-capitalista, como escribió Mises, un gran pisador de callos. “Sin
capitalismo no hay ni puede haber paz”, nos enseñó a los liberales clásicos.
El siglo XIX fue el siglo del
capitalismo; y por eso de relativa paz, en comparación con los horrores bélicos
del siglo XX, y lo que va del presente. En el XIX hubo guerras en ambas Américas,
civiles en su mayoría. Pero a nivel “ecuménico”, sólo tres guerras relevantes: (1)
Crimea, entre los Imperios ruso y otomano, 1853-56, con pretextos religiosos,
como casi siempre pasa; (2) la guerra franco-prusiana de 1870-71, del Sr.
Bismarck, representante de la variedad aristocrática de socialismo, que siempre
ha sido lo habitual, como la Sra. Thatcher nos enseñó; y (3) las del Imperio
inglés contra los colonos boers de Sudáfrica, de 1880 a 1902.
El siglo XX fue el siglo del
socialismo. Mucho socialismo, y por tanto mucha guerra, entre sus múltiples y
muy diversas facciones, tendencias, modalidades y expresiones: izquierda
fabiana y New Deal, nazismo, fascismo, peronismo, sovietismo, maoísmo,
castrismo y otras multiformes variedades de colectivismo estatista, en los
cinco continentes del orbe. El “hombre masa”, nos enseñó Ortega y Gasset, no
piensa ni se informa, opina sin entender; y no entiende la naturaleza
inequívocamente socialista y de izquierda de todos estos partidos y
movimientos, que llevan distintos nombres.
Y el socialismo ¿qué produce? Pobreza,
esclavitud, ignorancia y muerte. Guerras. Tres sangrientas guerras mundiales en
el siglo XX: la primera entre 1914 y 1918; la segunda, de 1939 a 1945; y la más
larga y terrible, de 1948 a 1988, que llamaron “fría” sólo porque no hubo
ataques nucleares. Pero las guerras locales, abundaron en todas partes, civiles
e internacionales, todas muy pero muy calientes. Mises tuvo razón: sin capitalismo
no hay ni habrá paz; por eso no hay paz en el siglo XXI; al contrario: las
guerras del siglo XXI no son nucleares ni “convencionales”; son todas
terroristas.
Hay incluso terrorismo
ideológico, que hacen los socialistas aristocráticos del Club Bilderberg,
proyecto que reúne a la realeza europea con los grandes banqueros del dinero de
papel, y todas las celebridades, tecnócratas y políticos del Establishment, por
el “Nuevo Orden Mundial”: socialismo neo-malthusiano de tipo planetario.
Pero los socialismos básicos del siglo
XXI son estos cuatro: (1) el sionismo, o sea el socialismo judío, y de los
sionistas cristianos; (2) el “progresismo”, que es el socialismo europeo y
estadounidense; (3) la Teología de la Liberación del Papa Bergoglio, el socialismo
católico, y de todo cristiano de izquierda; y (4) el jihadismo, que es el
socialismo religioso, violento y terrorista, que en el mundo árabe, e islámico
en general, sustituyó al fracasado socialismo laico y secularista típico del
anterior siglo XX.
Porque el socialismo siempre fracasa.
Pero ante cada fracaso, ¿qué hacen las izquierdas? Simple: echarle la culpa a
cualquier otro agente o factor, y producir otra nueva versión de socialismo, con
frecuencia harto peor que la anterior.
Ante el fracaso del socialismo no
religioso del siglo XX, ¿qué hacen hoy? (1) En Oriente, los jihadistas le echan
la culpa de todos sus males al Occidente; y producen este otro nuevo socialismo,
terrorista y religioso, supuestamente “islámico”. (2) ¿Y en el Occidente? Algo
similar, los grandes actores políticos les echan las culpas de todo a otros: a la
religión islámica, al Corán, a Mahoma, a sus camellos, a los inmigrantes
musulmanes, a la droga y al narcotráfico, a “la corrupción”, a la contaminación
ambiental, al machismo y a la “intolerancia”, al “exceso de población”, y desde
luego, al “capitalismo salvaje”.
O sea: a cualquier cosa, con tal
de no admitir la verdad: que no hay capitalismo, en parte alguna; lo prohiben,
restringen o condicionan, o lo deforman en sentido mercantilista, con muchos y
diversos pretextos. Y sin capitalismo, el liberal, el genuino, no hay paz. Pero
para no admitir la verdad, los relativistas de la “corrección política” quieren
suprimirla. Los posmodernistas nos dicen que el concepto mismo de “verdad” ya
es “intolerante”, y que genera “odio”; e
imponen por decreto el “mundo Posverdad”. Pero es mentira. He aquí algunas
verdades:
(1) El “Estado de Bienestar” socialista,
atrae a todo inmigrante que busca almuerzo gratis, y por otro lado, descuida la
primera y esencial función propia del Estado que es la seguridad: la policía es
incapaz de identificar a los terroristas, y por eso la gente asustada pretende
que se impida entrar a la gente por causa de su religión islámica, o por causa de
su nacionalidad “levantina” (de Medio Oriente), y/o “magrebí” (del norte de Africa),
¡lo cual es una barbaridad!
(2) La solución a los atentados
terroristas no es prohibir la inmigración, a nadie; es acabar con el “Estado de
Bienestar”, como bien explicó Milton Friedman, para que los inmigrantes trabajen.
Y que las policías y servicios de inteligencia estratégica hagan su trabajo:
identificar a los terroristas.
(3) Putin tiene claro esto: la
lucha es contra el terrorismo jihadista, no contra el Islam. Ni contra los
inmigrantes, aunque ellos deben respetar las leyes rusas, y no pretender
imponer unas leyes extrañas, supuestamente “islámicas”, que para colmo los
jihadistas interpretan de modo arbitrario. Y menos aún pretenderlo mediante la
violencia y el terror.
(4) La solución a los problemas
del Levante y el Magreb es uno de los rasgos del Gobierno Limitado: “no
imperialismo”; o sea: inmediata retirada de la región, de todas las potencias
hoy indebidamente involucradas, tanto las que apoyan a la parte sionista, como
las que apoyan a la parte palestina.
(5) Así, y sólo así, ambas partes
tendrán que hacer lo que por muchos siglos hicieron en Palestina, antes de
1947, bajo el Imperio Otomano hasta 1919, y después bajo el Imperio inglés:
convivir, más o menos en paz. Y en la España medieval, convivieron “las tres
culturas”, no sin dificultades, choques ni conflictos, pero sin bombas,
atentados suicidas, ni ataques de represalias; y eso por más de 700 años, de
711 a 1492. Por ej. en la ciudad de Toledo, donde nació el liberalismo clásico,
en la universidad que después llamaron “Escuela de Traductores”, en tiempos de
Alfonso X “el Sabio”.
Seguiré diciendo verdades, aunque
duelan callos, si Dios me sigue dando vida y salud, por lo cual le doy muchas
gracias todos los días. ¡Saludos a los buenos!
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