REMEMBRANZAS LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
“Pobre México, tan
lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos” afirmaba Porfirio Díaz, sin
embargo, siempre se le ha dado errónea interpretación a la frase pensando era
una queja en contra de los gringos abusones que, ya durante el siglo XIX nos
arrebataban la mitad de nuestro territorio. Pero en realidad el contenido era
muy diferente. El estar situados en esta incomoda geografía, nos hace lucir
como Cuasimodo en un tour nocturno acompañado por Brad Pitt puesto que, ese
atrevimiento asentaría su horripilante figura.
El ser vecinos del país mas rico y poderoso del mundo el
cual logró esa posición en menos de cien años, lejos de servirnos como
aliciente, lo identificamos como nuestra odiosa conciencia constantemente
señalando la forma en la cual, a diferencia de ellos, hemos construido un país
tercermundista, injusto, pobre, con ausencia del estado de derecho, un país en
el cual la apreciación de su salud, como lo afirma Tony Blair, se puede diagnosticar
contabilizando la gente que lo quiere abandonar.
Pero en lugar de admirar lo que Tocqueville descifró a
principios del siglo XIX pronosticando los EU se convertirían en la potencia
mundial, nos hemos dedicado a culparlo de todas nuestras desgracias y en
círculos amplios de nuestra sociedad, a odiarlos aun más que lo que los Aztecas
llegaron a despreciar a los españoles. Esa enfermiza ira nos ciega tanto que,
nos impide ver lo que en los libros de historia del futuro deba ser considerado
como el gran milagro de la era. Si algún atrevido señala el que la economía de México
es sólo el equivalente al 5% de la de EU, de inmediato salta otro ofendido afirmando:
“no solo de pan vive el hombre.”
Se han escrito miles de páginas tratando de explicar el
increíble contraste, pero la respuesta la encontramos en el excelente libro de
Harrison: “Subdesarrollo es un Estado Mental.” Es un hecho indiscutible lo
afirmado por Vargas Llosa: “El transformar nuestros países no será posible si
no se acompaña de cambios radicales en las costumbres, conocimientos, ideas, el
sistema de hábitos, imágenes y formas que llamamos cultura. Nuestras
instituciones y reflejos siguen siendo populistas, absolutistas, colectivistas,
dogmáticas, muy poco tolerantes para el adversario político, amantes de las
verdades absolutas, usuarios de la peor forma de monopolio, el de la verdad.”
Es tan sabia su afirmación que, recientemente en México se
ha despertado una nueva ola de pasión para el regreso del populismo que ha destrozado
toda América Latina. Pero el mexicano enano de Monroy insiste en ser redentor
social. Se enamora de las multitudes saturadas de conflicto humano. Se ofrece a
llevar en bandeja de plata las soluciones efectivas. El conoce el camino
florido por donde llevar ese ejército de miserables que por el misticismo de su
hambre, siguen la flauta mágica entonando la melodía de la demagogia. Pero el
enanismo espiritual que lo corroe, no le deja comprender el valor de la verdadera
dádiva, la de una mente independiente.
Perdimos el siglo XIX, el siglo XX y se han perdido sin
remedio generaciones, pero hay algo que podemos y debemos hacer; salvar las
nuevas. Uno de los verdugos clave que ha participado a esta inmolación de
mentes, es nuestro sistema educativo que además de consumir el 70% del raquítico
presupuesto disponible, esos dineros van para mantener su sindicato mafioso y
los sobrantes de la ordeña, se malgasta creando mas resentidos, mas mexicanos “adaptables
socialmente” exigiendo sus derechos y olvidando sus obligaciones cuando entonan
el himno: “que te mantenga el gobierno.”
El mundo se sumerge en la revolución del conocimiento, la
del capital intelectual. El galardonado premio Nobel, Gary Becker, ha
confeccionado un estado financiero de los EU cuyo activo sobre pasa los 120
trillones de dólares en el cual, integra el 80% de sus activos con el capital
intelectual del país lo que, le ha permitido el acumular el 50% de los premios
Nobel otorgados con 196 y, por lo mismo, Japón acumule más del 50% de las patentes
del mundo. Ese capital intelectual, que además ya se cultiva con los mismos
sistemas en otros países como China y la India, ha sido producto de sus
sistemas educativos, algo que en México nadie se atreve a tocar.
Sin embargo, de repente brilla algún rayo de esperanza.
Ricardo Salinas Pliego, Presidente de Televisión Azteca, organiza un evento que
debe de ser histórico: Una conferencia que se le ha llamado “México hacia una
mejor educación” en la cual, se espera la participación de expertos del calibre
del mismo Gary Becker. La audaz idea es poner sobre la mesa un proyecto para
darle tinte de mercado a la educación, mediante el exitoso sistema de vouchers
(recibos) que permitirían que cualquier estudiante por más humilde que sea,
tenga acceso a la mejor educación disponible, y de esa forma, escuelas y
Universidades compitan para hacerse realmente eficientes.
El costo de educar a un estudiante es ridículamente más alto
en escuelas públicas que en las privadas y su calidad es insultante. Mediante
este instrumento el alumno insatisfecho con la escuela a la que asiste, puede
transplantarse a otra publica o privada, y utilizando el voucher, la escuela
abandonada deja de recibir ese ingreso que se trasfiere a la seleccionada por
el estudiante. De esa forma instituciones operando como altares para la
destrucción de la juventud, tenderían a desaparecer. Es la acción más urgente
requerida para detener esa factoría de mentes y personajes que destruyen el
país, y lo más grave, de la clase de votantes que los pueden elegir a
posiciones de liderazgo.
La última exhibición protagonizada por ese mal producto de
nuestra educación, lo hemos atestiguado cuando los diputados perredistas del DF
una vez más, con una carga de Atila, irrumpen violentamente el recinto del Congreso,
precisamente para protestar el recorte de las irregulares “aportaciones
especiales” para educación que le hace el gobierno federal. Esos son los
mexicanos cultivados en las peluquerías. Allí encuentran el substituto de las
escuelas y universidades puesto que ahí pueden brillar cuando se atreven a
ostentar opiniones contra la tesis del maestro: el peluquero.
El país está esperando. Es un pájaro adormilado que necesita
sacudirse y levantar el vuelo.
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