REFLEXIONES
LIBERTARIAS
Ricardo
Valenzuela
“No se
puede ignorar que los ingleses han adquirido una inmensa preponderancia sobre
los demás europeos en el nuevo mundo. Son muy superiores en civilización, en
industria, en libertad y en poder. Mientras que tengan ante ellos más que
países desérticos o pocos habitados, mientras no encuentren en su camino
poblaciones aglomeradas, a través de las cuales no le sea posible abrirse paso,
los veremos extenderse sin cesar. No se detendrán ante las líneas trazadas en
los tratados, y se desbordará por todas partes, aun por encima de esos diques
imaginarios. Comenta ahora don Julián”. Para entender a Tocqueville, hay que
considerar que Inglaterra y Francia no eran precisamente los mejores amigos. Habían
estado prácticamente en una guerra permanente desde antes de la famosa guerra
de los cien años, y la cereza del pastel, fue cuando Francia ayudara a los
colonos americanos a derrotar a Inglaterra para ganar su independencia.
Sin
embargo, el mismo Tocqueville hacía predicciones interesantes del futuro de los
EU. Continuaba el francés. “Lo que facilita maravillosamente el desarrollo increíble
de los descendientes de los ingleses, es la posición geográfica que este nuevo
país ocupa. Cuando nos elevamos hacia el norte, más allá de sus fronteras septentrionales,
nos encontramos los hielos polares, y cuando descendemos unos cuantos grados más
debajo de sus límites meridionales, estamos en la mitad de los fuegos del
Ecuador. Los ingleses de América están colocados, en la zona más templada y en
la porción más habitable del continente. Se cree que el prodigioso crecimiento
de la población de EU, se disparó con la independencia y es un error. La
población crecía de forma agresiva en la era colonial; cuando se duplicó en
solo 20 años.
Los
ingleses en Canadá que obedecen a un rey, aumentan su población y se expanden
casi al mismo ritmo como los ingleses en los EU, que viven bajo un gobierno
republicano. Durante los ocho años que duró la guerra de independencia, la
población no dejó de crecer. Aunque entonces existían, en las fronteras del oeste, grandes naciones indias muy
ligadas con los ingleses, el movimiento de emigración hacia el occidente nunca
se hizo más lento. Mientras el enemigo asolaba las costas del atlántico,
Kentucky, los distritos occidentales de Pensilvania, Vermont y Maine se
abarrotaban de habitantes. El desorden de la guerra y el que le siguió al final
del conflicto, no les impidió que su población siguiera creciendo y su economía
desarrollándose agresivamente. Así, pues, la diferencia de leyes, el estado de
paz o de guerra, el orden o la anarquía, no han podido detener el desarrollo
sin paralelo de los ingleses americanos.
No hay que
creer pues, que sea posible detener el impulso de los ingleses americanos en el
nuevo mundo. Si se presentara la desmembración de la Unión, la guerra en el
continente, la abolición de la republica, la introducción de la tiranía, tal
vez pudiera retrasar su desarrollo, pero nunca podrán impedir alcanzar el
complemento necesario de su destino. No hay poder sobre la tierra que pueda
cerrar, ante los pasos de los inmigrantes, estos fértiles desiertos abiertos
por todas partes a la industria, y que representan un asilo para todas las
miserias. Los acontecimientos futuros, sean los que sea, no podrán arrebatar a
los americanos su clima, sus mares interiores, ni sus grandes ríos, ni la
fertilidad de su suelo. Las malas leyes, las revoluciones ni la anarquía podrán
destruir en ellos sus sueños de progreso, ni el espíritu de empresa que es el
carácter que los distingue, ni tampoco nadie podrá apagar las luces que los
iluminan.
El
americano lucha contra los obstáculos que le presenta la naturaleza; el europeo
combate contra los hombres. Uno combate el desierto y la barbarie, el otro la
civilización revestida con todas sus armas; si las conquistas del americano se
hacen con la azada del agricultor, las del europeo se hacen con la afilada espada
del soldado. Para alcanzar su sueño, uno se apoya en el interés personal, y
deja actuar, sin dirigirlas, a la fuerza de la razón de los individuos. El otro
concentra, en cierta manera, en un hombre, todo el poder de la sociedad. Uno
tiene como principal medio de acción a la libertad; el otro a la servidumbre. El
punto de partida de los americanos es diferente, sus caminos son diversos, sin
embargo, cada uno parece llamado, por un designio secreto de la Providencia, a
tener un día en sus manos los destinos del mundo”.
Mira mijo,
si analizamos con profundidad las palabras de Tocqueville, nos da un dramático panorama
de esa época, la del inicio de EU como nación. Hace luego la comparación con
Europa, y finalmente le da a los EU el triunfo para, en menos de cien años,
convertirse en el país más rico y poderoso del mundo. Un país de gente libre,
de emprendedores, que nunca han existido en Europa, un país con todos los
recursos naturales para usarlos en libertad y producir riqueza. Pero el mismo
nos advertía en contra del exceso de democracia que puede conducir hacia la tiranía.
El poder ha sido y es, el gran afrodisiaco del mundo, y este país no va ser la
excepción, y es cuando necesitamos estar alertas.
Cuando
Mexico perdió esta región y pasara a formar parte de los EU, me causó tal
tristeza que lloré durante muchos días, porque yo soy mexicano, nací aquí
cuando esto era Mexico, aun cuando mis ancestros fueran inmigrantes españoles,
yo soy mexicano. Sin embargo, tratando de consolarme y adoptar una actitud
positiva, traté de darle un significado a mi sufrimiento, y empecé a pensar que
Nuevo Mexico sería arropado con el sagrado manto de libertad, que en esos
momentos ya conducía a los EU a las glorias nunca imaginadas. Cuando los EU
tomaban posesión de sus nuevas adquisiciones, nunca tuve algún problema que
pudiera definir como acciones ilegales en mi contra. Todo lo contrario, se me
aseguró yo tendría todas las garantías para continuar operando mis negocios,
sin estar visualizando la espada de Damocles pendiendo sobre mi cabeza. Todo se
ha cumplido y en ese sentido no tengo queja alguna. Ahora soy americano y como tal
voy a defender la libertad en este país.
Desde hace
algunos años, yo he sentido una fuerza que ha iniciado un combate en contra de
lo establecido en los divinos documentos que le dieron vida a este nuevo país,
la declaración de independencia, la constitución, la declaración de derechos.
Tal vez mi actitud te suene exagerada y mis palabras repetitivas, pero yo tengo
pavor a emergencia del viejo estado que ha operado en todo el mundo. Ese estado
que durante siglos ha cubierto sus actividades criminales con su vibrante
retorica. Ese estado que durante siglos ha cometido asesinatos en masa en lo
que llama guerra, para después tratar de cubrir de nobleza las carnicerías que representan. Yo veo un
estado que tratará de esclavizar a los
ciudadanos en sus batallones armados, a través de la conscripción para el
“servicio nacional”. Veo un estado que muy pronto, ha bayoneta calada, se
dedique a robar a la sociedad con lo que llaman
tributación, para mantener y operar una
burocracia profesional. Y para mí,
un estado con esas características, no es más que un ente criminal.
Veo
también que el estado, para consumar sus diabólicos planes, entre muchas otras
cosas, se ha estado armando con intelectuales mercenarios. La función más
importante de estas mentes rentadas, es justificar la existencia de sus patrones.
Tuvieron que justificar las agresiones de Lincoln a los confederados para que
la guerra explotara. Justificaron las 700,000 vidas perdidas por la liberación
de los esclavos, que nada tuvo que ver con la esclavitud. Son los que salen en
sus largas peregrinaciones para justificar la permanencia de los impuestos,
supuestamente temporales, para financiar la guerra. Y esos mercenarios se están
acuartelando, como la mala hierba, en todas las universidades del país, como
porristas de gobiernos intrusos, obesos, y represores. Y algo más peligroso que
yo veo, es la pérdida del espíritu rebelde de los americanos ahora dispuestos a
obedecer. Y es que la obediencia se ha hecho un hábito. Un hábito que el estado
se ha dedicado a promover para no tener ciudadanos, sino simplemente siervos.
Bravo
jefe, pero no se me ponga nervioso y regresemos a la casa que ya es tarde.
Revira don Julián. Mijo, ¿no se te figura que ya es hora que me dejes el jefe
por un lado y me empieces a llamar tío? Está bien tío, nomas deme tiempo para
acostumbrarme, regresemos a la casa, le dice Vallian cuando le pasa el brazo
por el hombro e inician el regreso.
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