Por León Hernández
Similitudes saltan a la vista entre prácticas del Servicio Bolivariano de Inteligencia en Venezuela y los órganos de Seguridad del Estado en Cuba, en materia de presidio político. Protagonistas de estos carcelazos dieron a El Nuevo Herald detalles de la crueldad empleada por los esbirros de ambos regímenes, para los cuales había que criminalizar a la disidencia, disfrazar la reclusión de procedimiento apegado a la ley, humillar, pisotear al reo y a sus familias por la supuesta “traición a la Patria”, con inauditas condiciones de aislamiento y dilaciones a visitas, recortadas al límite de lo ridículo.
Hay quienes estiman que ni siquiera se trata de un método de tortura influenciando a otro. “El sistema de inteligencia venezolano es la propia seguridad cubana siguiendo los mismos métodos de la seguridad en Cuba”, aseveró el escritor y ex preso político Manuel Vázquez Portal.
La venezolana María del Pilar de Simonovis vivió un calvario luego de que el gobierno de Hugo Chávez implicara a su esposo, el comisario de la policía Iván Simonovis en las muertes ocurridas en abril de 2002, durante la ruptura constitucional de su mandato, que fue calificada como Golpe de Estado por el chavismo. Simonovis fue condenado a 30 años de prisión, pero su salud se deterioró a tal extremo, que le concedieron libertad condicional –“casa por cárcel”.
A uno de los más célebres policías de Venezuela y protagonista de importantes detenciones de delincuentes le arrebataron derechos humanos fundamentales. En un lapso de nueve años en los cuales lo mantuvieron en las celdas del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) contó los minutos en los cuales le permitieron ver el sol y en total sumaron 13 días. El bajo índice en más de 3,000 días es duro, si entendemos que la luz solar es la que estimula la absorción del calcio en los huesos, porque permite la asimilación de la vitamina D.
Eso explica por qué durante su encarcelamiento el funcionario enfermó prematuramente de osteopenia de fémur, sacroileítis, osteoartrosis degenerativa de la columna cervical, hernia discal, espondiloartrosis lumbar, radiculopatía en la columna lumbar; transtornos que vinieron acompañados de otros, tales como enterocolitis aguda, hidronefrosis derecha, gastropatía alcalina, reflujo biliogástrico, deshidratación severa y duodenitis. A la familia Simonovis le quedó claro que el gobierno de Chávez y luego Maduro tiene delicado cuido con el tema de Derechos Humanos, aparentando respetarlos en la forma, no el fondo. No fusila, no llega al límite de la pérdida humana directa, pero aplica el desgaste humano para quebrar al individio, disminuirlo, destruirlo.
Durante una de las visitas, la esposa de Simonovis permaneció cuatro horas bajo la lluvia con sus dos hijos pequeños. Tras el lapso, le indicaron que sólo podía pasar ella. Por supuesto, no accedió, no le pareció correcto dejar a sus dos niños en la entrada del reclusorio y abandonó el lugar, con la frustración de los niños y el aislamiento continuado de su padre. Iván Simonovis pudo sortear este régimen de prisión al ponerse una rutina diaria que emulaba la historia de “El Náufrago”. Su meta fue “sobrevivir”.
Vázquez Portal encuentra claras semejanzas entre una y otra “seguridad del Estado” en el trato a los presos políticos: “Al igual que la venezolana, la seguridad cubana encarcela a los opositores. Trata de asesinar el carácter, la personalidad. A algunos los acusan de delitos comunes, brutales, como es el caso de Leopoldo López. Tratan de hacer ver a la nación y al mundo de que no se trata de presos políticos. Fragmentan a la familia y le impiden tener una comunicación fluida. Los ponen en solitario, como era el caso de nosotros y como es el caso de Leopoldo. Le requisan sus documentos y para poder sacar alguno hay que hacerlo de manera furtiva.
No le permiten una correspondencia – aunque en todas las cárceles del mundo la correspondencia es revisada y filtrada. Tratan de incomunicarlo con su país y con el mundo. Les quitan el agua, hay insalubridad de las celdas y desatención médica. Nosotros no sabemos el estado real de Leopoldo López. Los expedientes médicos los manipulan. La familia nunca sabe realmente el estado de salud de un preso político”.
La tortura más refinada
Ex presos políticos del régimen cubano estiman que en el presente, el estilo de ambos regímenes emplea una tortura más refinada, de la mano con el modo de vida de la actualidad. “Las variantes de torturas psicológicas son infinitas. No se trata de las dictaturas golirezcas como la de Somoza. Son torturas sofisticadas, estudiadas”, indica Vázquez Portal.
Juan Carlos Nieto Quintero era capitán de la Guardia Nacional Bolivariana en Venezuela cuando le dieron la baja, según señala, después de documentar aspectos con los que no estaba de acuerdo, tales como hacer homenajes al jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Manuel Marulanda, guerrillero que había dado muerte a numerosos funcionarios castrenses venezolanos.
“En abril de 2014, fui detenido en un centro comercial de Caracas con mi esposa embarazada y mi hija de 2 años”, contó Nieto Quintero. “Me llama un vigilante y me pregunta si soy el capitán Nieto. Y me dicen que son de la DIM (Dirección de Inteligencia Militar) y que estoy detenido. Me indican que no tenían boleta de detención y les digo que así no los podré acompañar. Me apuntan en la cabeza delante de mi esposa embarazada y de mi hija y entonces decido acompañarlos. Me llevan a un sótano de la DIM. Estuve una hora custodiado. Me dejaron orinar. A la hora viene un jefe de comisión con cuatro muchachos y me dicen: Arrancó un secuestro”.
Otros testimonios de presos políticos también comienzan con un secuestro, según documentó el hoy diputado de la Asamblea Nacional de Venezuela por el partido Voluntad Popular, Rosmit Montilla, quien permaneció preso por año y medio, período en el cual documentó al menos 36 casos, algunos muy similares en sus inicios con el de Nieto.
“La mayoría de los casos los secuestraban y pasaban semanas antes de ser presentados a tribunales, cuestión que es ilegal en mi país, bajo tortura todo el tiempo, para obtener declaraciones en contra de dirigentes opositores. Hubo presos comunes que eran secuestrados y que los ponían a grabar videos y a firmar declaraciones de que recibían financiamiento de dirigentes políticos de oposición, esto era constante. Pasaban meses o semanas aislados, jugaban con sus mentes, les decían que iban a violar a sus hijas y luego los presentaban a tribunales”, remarca el parlamentario.
Es decir, de acuerdo con estos testimonios, el régimen venezolano emplearía métodos de secuestro fingido y tortura, a los fines de conseguir implicar a opositores políticos mediante versiones forzadas, sin proceso jurídico de por medio.
Juan Carlos Nieto, cuyo hermano –Javier Nieto– vive en el exilio en Estados Unidos también por razones políticas, aún se encuentra en manos del régimen, denuncia las irregularidades de su detención.
“Me sacan de ese sótano de la DIM y comenzó una ruleta por Caracas. Me aplican corriente en los testículos, me apagaron cigarros en piernas y brazos. Eso duró 48 horas”, recuerda. “Después me llevaron como a centros de tortura que tiene la DIM. Le pidieron dinero a mi familia. Me esposan de una litera desde las 10 p.m. a 5 a.m. Me logro soltar con las esposas puestas y salí. Me doy cuenta que estoy como en un comando. Me ve una señora y grita que me estoy escapando y salen oficiales armados. Llaman a los jefes de la comisión y me volvieron a caer a golpes. Me llevan a la Cota Mil (Corredor vial que se encuentra al norte de Caracas) y ellos simulan y lanzan tiros al aire. Y me montan en patrulla de la Guardia. Todo eso un simulacro entre la DIM y la Guardia Nacional. Me dicen que me rescataron del secuestro, pero no me dejan ir para mi casa. Me pusieron en un cuarto y al día siguiente me hacen exámenes forenses y luego llegan de nuevo los que me habían torturado, pero con boleta formal”.
Ocultar la tortura
Nieto sufrió traumatismo craneoncefálico severo, que funcionarios trataron de ocultar de cara al juicio, con uso de fármacos antiinflamatorios, según denunció. Este método de ocultar lesiones provocadas durante una primera fase no legal de captura también es conocido por Montilla, quien asegura que los funcionarios del SEBIN aplicarían métodos para ocultar las lesiones, aunque él no las sufrió en cuerpo propio.
También, hacían uso de almohadas para evitar que la piel sufriera laceraciones. “Los colgaban en puntillas y les daban por los costados y por el abdomen con tablas, hasta que dijeran lo que sabían. Tal es el caso de Gerardo Carrero, quien pasó una noche entera colgado recibiendo tortura física y psicológica. Le ponían enfrente a su mejor amigo, el dirigente Nixon Leal, le escupían la cara a Nixon y lo golpeaban y como él estaba colgado no podía hacer nada. Eso ocurrió durante toda una noche”, indicó Montilla, quien agrega que en ocasiones los esbirros esperaban meses antes de pasar las órdenes de captura, para que se borraran las señas de las torturas ante las instancias forenses y judiciales.
“Viví con las víctimas. Las prácticas eran macabras, les llenaban las muñecas de papel periódico y cinta pegante, para que no quedaran marcas de cuando les apretaban las esposas. Técnicas bien depuradas de tortura. Era la misma praxis para todos los reos: maniatarlos de pies y cabeza con cinta adhesiva, colocarles bolsas con excremento en la cara, amenazarlos con la familia. En varios casos hubo violaciones, les metían objetos por el ano a muchos de los reos, comunes y políticos. Tiene que saberse que la tortura es política de Estado para Nicolás Maduro”, declaró Mantilla.
“No tengo la más mínima duda de que el Gobierno cubano le ha dado entrenamiento represivo al venezolano, tanto para perseguir como para tratar a los presos. Ramiro Valdés fue ministro del interior de la dictadura cubana durante dos períodos. Fue el principal represor de Castro y era muy allegado a Chávez. En varias ocasiones fue a Venezuela para dar asesoría de comunicaciones, no era ingeniero. Entonces, seguro, dio asesoría de perseguir a la oposición”, señala el ex preso cubano y analista, Pedro Corzo.
“Compañeros siguen en el Helicoide [sede del SEBIN] bajo tortura. Les niegan el derecho a la salud, les persiguen las familias, les toman fotos cada vez que quieren en las celdas, les dicen consignas políticas, como que ‘si los yanquis atacan, nosotros contraatacamos’, manifiesta Mantilla. “Una vez inicié una huelga de hambre junto a dos muchachos y nos tuvieron horas aislados en una habitación y después entró un comisario del SEBIN con una Biblia en la mano. Leía el Apocalipsis, y entre versículo y versículo, nos decía que más nunca veríamos a nuestras familias, a nuestros abogados. Que si no abandonábamos la huelga nos iban a matar y luego nos decían cómo se morirían nuestros padres. En mi caso, mi hermana estaba embarazada y me decían qué médico la atendía y cada día que iba a control. La tortura psicológica era sistemática, día a día”.
“El aislamiento, la intimidación constante y permanente, los interrogatorios, el hecho de desnudar a las personas, someterlas a interrogatorios cuando están desnudas, de recluirlas en habitaciones herméticamente cerradas para que no tengan conocimiento del cambio del día a la noche, son prácticas habituales”, agregó Corzo, quien hoy vive en la Florida.
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