Aquelarre Económico
Al igual
que el juez de la Suprema Corte de EU Potter
Stewart cuando afirmó en una decisión emitida en 1964 que no podía definir
la pornografía pero que “la reconocería en cuanto la viera,” a mí me sucede lo
mismo con el populismo: me resulta difícil, categorizarlo, pero lo identifico
de inmediato al verlo.
Esta
laguna la intentan llenar varios textos de reciente hechura que emprenden la tarea
de definir el populismo, esfuerzo oportuno ahora que el director del FBI ha
revivido, por causas incomprensibles y justo en las vísperas de nuestro Día de
Muertos, la abominable candidatura de Donald
Trump.
What Is Populism de Jan Werner-Müller y The
Populist Explosion: How the Great Recession Transformed American and European
Politics de John Judis surgen al
mismo tiempo, mientras que la revista Foreign
Affairs (FA) le dedica al “poder del populismo” la portada y siete sugestivos
ensayos de su último número del año.
Los economistas
hemos estudiado el populismo en Latinoamérica de tiempo atrás porque su potente
y letal embrujo sedujo a nuestra región desde que nos liberamos de la tutela de
las potencias coloniales, culminando recientemente con los trabajos de Rudi Dornbush y Sebastián Edwards.
Las
aportaciones analíticas que aparecen
ahora, lo hacen desde una perspectiva conceptual política e histórica y con
un amplio espectro geográfico, incluyendo una entrevista con Marine Le-Pen, líder del Frente
Nacional francés que apoya la salida de su país de la UE siguiendo el ejemplo
de Brexit, y la candidatura de Trump
en EU.
Müller identifica tres características del populismo:
primero, su anti-elitismo y su tajante crítica a los liderazgos establecidos en
política, economía y cultura; segundo, su anti-pluralismo, al detentar
exclusividad en representar al “pueblo;” finalmente, es excluyente, pues el
“pueblo” es sólo quienes apoyan al líder, la orwelliana noción a la que
recurrió AMLO en su reciente alusión
a la Rebelión en la Granja.
Judis, como yo, se tropieza al especificar con precisión el
populismo, y afirma que “no hay un conjunto de características que defina
exclusivamente a los movimientos, partidos y personas a los que llamamos
populistas,” y agrega que el “populismo no es una ideología sino una lógica
política, una forma de pensar sobre la política.”
De esta
manera y como yo ilustré en una serie de artículos publicados en septiembre de
2010 sobre la larga historia del populismo en EU, empezando por su tercer
Presidente Thomas Jefferson
(1801-09), Müller concluye que hay
populismo de izquierda que enfrenta a “la gente” contra las élites.
Pero
también lo hay de derecha, en el que “la gente” acusa a las instituciones vigentes
de favorecer ilegítimamente a un tercer grupo, ya sea de extranjeros o de
minorías étnicas o económicas, como “Wall Street.” Este es el tipo de populismo
que Trump despliega desde el inicio
con sus diatribas contra los inmigrantes mexicanos.
Judis explica cómo el populismo surge originalmente en EU
al mero inicio de su vida como nación independiente y a diferencia de lo que
cree Trump, que su país ha sido objeto de abuso en su relación comercial con el
resto del mundo, fue una exitosa exportación, primero a América Latina y
eventualmente también a Europa.
La
tradición populista de EU renace de tiempo en tiempo pues nunca se extinguió, como lo muestran la aparición en los ’30s del
demagogo de Luisiana Huey P. Long –a
quien comparé con AMLO en una nota
publicada en el Washington Post[2]-,
el racista George Wallace en los
’60s, y Ross Perot y Patrick Buchanan en los ’90s.
Ambos
libros son lectura útil aunque pierda Trump
pues el corrosivo populismo que ha invocado no se evaporará con su derrota.
Pero en caso de que gane, son lectura obligada pues muestran cual sería la
partitura con la que gobernaría el obsceno y populista demagogo.
[1] El autor es consultor en
economía y finanzas en Washington DC, y ha sido catedrático en varias
universidades de México y Estados Unidos. Correo: aquelarre.economico@gmail.com
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