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Wednesday, September 14, 2016

Los bancos centrales pueden elegir dinero de helicóptero antes que tipos negativos

La Reserva Federal de EEUU (Fed) está considerando aumentar los tipos. ¿Está a punto de producirse la normalización de los tipos de interés que tanto han anhelado ahorradores e inversores? Lo más probable es que no. Los políticos simplemente se están dando cuenta de que la política de tipos cero de interés (o incluso tipos negativos, como en el área del euro o Suiza) no funciona como se pretendía. La gente en general está muy en contra de estos. Por ejemplo, los bancos tienen problemas porque sus beneficios se ven bajo una severa presión en un entorno de tipos cero de interés, por no hablar de tipos negativos. Los clientes bancarios empiezan a protestar, ya que sus depósitos no producen ya ningún retorno positivo. Incluso empiezan a retirar sus depósitos en efectivo, causando así problemas de refinanciación bancaria.



Tipos negativos bajo otro nombre

Sin embargo, es improbable que los bancos centrales abandonen la idea de llevar a los tipos de interés reales (es decir, ajustados a la inflación) a territorio negativo. Lo que podían tener en mente es permitir tipos nominales de interés “algo más altos”, acompañados por una inflación “algo más alta”, asegurándose de que los tipos reales de interés permanecen o entran en territorio negativo.
En esta línea, la reserva federal de San Francisco sugería en un artículo publicado el 15 de agosto de 2016 que debía revisar se la política monetaria y posiblemente permitir una inflación de más del 2%.[1] El debate sobre una mayor inflación (digamos el 4% en lugar del 8%) es en realidad antiguo: en círculos académicos va y viene en oleadas.
El argumento principal es que una inflación algo más alta “engrasaría los engranajes” de la economía, apoyando así la producción y el empleo. Otro argumento dice que una inflación más alta facilitaría a la Fed la salida de la recesión, especialmente siempre y cuando el “tipo neutral de interés” hubiera bajado considerablemente.
Sin embargo, la realidad es que la inflación (ya sea del 2%, el 4% o mayor) no mejora ninguna sociedad. Todo lo contrario. Por ejemplo, la inflación corrompe el cálculo económico, haciendo así que los empresarios tomen decisiones erróneas. El estímulo de la inflación inicialmente se debe a los errores que produce.
Es más, la inflación solo funciona siempre y cuando llegue inesperadamente, beneficiando así a algunos a costa de otros. Sin embargo, la “inflación sorpresa” no puede ser más que un incentivo temporal. Antes o después, la gente descubrirá que ha sido engañada y ajustará su comportamiento de acuerdo con ello.
Consideremos un caso en el que el banco central prometa una tasa de inflación del 2%. Después de que la gente haya firmado sus contratos, el banco central aumenta la inflación al 4%. La gente aprenderá y esperará que la inflación futura sea del 4% o incluso el 5%. El banco central, si quisiera estimular de nuevo la economía, tendría que aumentarán aún más la inflación.
Este tipo de política acabaría llevando a una inflación alta o incluso hiperinflación, lo que se ha observado en muchos países de todo el mundo. Sin embargo, si el banco central consigue (1) aumentar la infracción desde, digamos, el 2% hasta el 4% excepcionalmente y (2) controlar simultáneamente los rendimientos nominales, potencialmente desapalancaría la economía, rebajando la relación deuda-renta.
Por ejemplo, supongamos que la Fed fija los tipos de interés en el 2% e impulsa la inflación al 5% y los tipos reales de interés caen al -3%. Los tenedores de dinero se verían perjudicados. Lo mismo vale para los inversores en deuda emitida por estados, bancos y corporaciones. Los deudores, a su vez, posiblemente agradezcan una política de tipos negativos reales que venga con una inflación algo más alta.
Por tanto no es descabellado esperar que en particular los políticamente poderosos y los prestatarios con grandes deudas hagan todo lo posible para impulsar al banco central a aumentar la inflación y, al mismo tiempo, poner un tope a los tipos nominales de interés. Para presionar, se asegurarían de propagar al público en general una teoría económica en apoyo de la inflación y los tipos negativos de interés.

Cómo aumentar la inflación de precios

¿Pero puede un banco central realmente aumentar la inflación? Sin duda sí. La inflación (en el sentido de precios más altos) es en último término un fenómeno monetario. En términos técnicos, el banco central puede expandir la cantidad de dinero en cualquier momento y en cualquier monto que se desee políticamente, ya que el banco central tiene el monopolio de la producción del dinero.
Por ejemplo, el banco central puede comprar deuda en el mercado con dinero recién creado. O, in extremis, puede también emitir “dinero de helicóptero”. El banco central entrega dinero gratuitamente a gobiernos, consumidores y empresarios en la cantidad que se considere necesaria para impulsar la inflación al alza.
Los bancos centrales están muy politizados y actuarán de la manera que sea políticamente oportuna. Una vez la carga de la deuda se ha convertido en insostenible y el crecimiento es desalentador, se hace cada vez más difícil impedir una política de inflación. Fue Ludwig von Mises quien entendió claramente las dimensiones políticas de la inflación:
Hemos visto que si un gobierno no está en situación de negociar préstamos y no se atreve a fijar impuestos adicionales por miedo a que los efectos financieros y económicos en general aparezcan demasiado claramente y demasiado pronto, de forma que perdería apoyo para su programa, siempre considerará necesario adoptar medidas inflacionistas. Así que la inflación se convierte en una de las ayudas psicológicas más importantes para una política económica que trate de camuflar sus efectos. En este sentido puede describirse como una herramienta de política antidemocrática. Engañando a la opinión pública, permite continuar a un sistema de gobierno que no habría tenido ninguna esperanza de recibir la aprobación del pueblo si las condiciones se hubieran explicado francamente.[2]
Bajo este escenario, sería sorprendente que los gobiernos y sus bancos centrales no optaran en algún momento por una mayor inflación en un intento de evitar los problemas que han causado sus políticas y la emisión de papel moneda sin respaldo. Sin embargo, no sería la primera vez en la historia monetaria en que se devaluara deliberadamente el papel moneda sin respaldo.

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