La Reserva Federal de EEUU (Fed) está considerando aumentar los tipos .
¿Está a punto de producirse la normalización de los tipos de interés
que tanto han anhelado ahorradores e inversores? Lo más probable es que
no. Los políticos simplemente se están dando cuenta de que la política
de tipos cero de interés (o incluso tipos negativos, como en el área del
euro o Suiza) no funciona como se pretendía.
La gente en general está muy en contra de estos. Por ejemplo, los
bancos tienen problemas porque sus beneficios se ven bajo una severa
presión en un entorno de tipos cero de interés, por no hablar de tipos
negativos. Los clientes bancarios empiezan a protestar, ya que sus
depósitos no producen ya ningún retorno positivo. Incluso empiezan a
retirar sus depósitos en efectivo, causando así problemas de
refinanciación bancaria.
Tipos negativos bajo otro nombre
Sin embargo, es improbable que los bancos centrales abandonen la idea
de llevar a los tipos de interés reales (es decir, ajustados a la
inflación) a territorio negativo. Lo que podían tener en mente es
permitir tipos nominales de interés “algo más altos”, acompañados por
una inflación “algo más alta”, asegurándose de que los tipos reales de
interés permanecen o entran en territorio negativo.
En esta línea, la reserva federal de San Francisco sugería en un
artículo publicado el 15 de agosto de 2016 que debía revisar se la
política monetaria y posiblemente permitir una inflación de más del 2%.[1]
El debate sobre una mayor inflación (digamos el 4% en lugar del 8%) es
en realidad antiguo: en círculos académicos va y viene en oleadas.
El argumento principal es que una inflación algo más alta “engrasaría
los engranajes” de la economía, apoyando así la producción y el empleo.
Otro argumento dice que una inflación más alta facilitaría a la Fed la
salida de la recesión, especialmente siempre y cuando el “tipo neutral
de interés” hubiera bajado considerablemente.
Sin embargo, la realidad es que la inflación (ya sea del 2%, el 4% o
mayor) no mejora ninguna sociedad. Todo lo contrario. Por ejemplo, la
inflación corrompe el cálculo económico, haciendo así que los
empresarios tomen decisiones erróneas. El estímulo de la inflación
inicialmente se debe a los errores que produce.
Es más, la inflación solo funciona siempre y cuando llegue
inesperadamente, beneficiando así a algunos a costa de otros. Sin
embargo, la “inflación sorpresa” no puede ser más que un incentivo
temporal. Antes o después, la gente descubrirá que ha sido engañada y
ajustará su comportamiento de acuerdo con ello.
Consideremos un caso en el que el banco central prometa una tasa de
inflación del 2%. Después de que la gente haya firmado sus contratos, el
banco central aumenta la inflación al 4%. La gente aprenderá y esperará
que la inflación futura sea del 4% o incluso el 5%. El banco central,
si quisiera estimular de nuevo la economía, tendría que aumentarán aún
más la inflación.
Este tipo de política acabaría llevando a una inflación alta o
incluso hiperinflación, lo que se ha observado en muchos países de todo
el mundo. Sin embargo, si el banco central consigue (1) aumentar la
infracción desde, digamos, el 2% hasta el 4% excepcionalmente y (2)
controlar simultáneamente los rendimientos nominales, potencialmente
desapalancaría la economía, rebajando la relación deuda-renta.
Por ejemplo, supongamos que la Fed fija los tipos de interés en el 2%
e impulsa la inflación al 5% y los tipos reales de interés caen al -3%.
Los tenedores de dinero se verían perjudicados. Lo mismo vale para los
inversores en deuda emitida por estados, bancos y corporaciones. Los
deudores, a su vez, posiblemente agradezcan una política de tipos
negativos reales que venga con una inflación algo más alta.
Por tanto no es descabellado esperar que en particular los
políticamente poderosos y los prestatarios con grandes deudas hagan todo
lo posible para impulsar al banco central a aumentar la inflación y, al
mismo tiempo, poner un tope a los tipos nominales de interés. Para
presionar, se asegurarían de propagar al público en general una teoría
económica en apoyo de la inflación y los tipos negativos de interés.
Cómo aumentar la inflación de precios
¿Pero puede un banco central realmente aumentar la inflación? Sin
duda sí. La inflación (en el sentido de precios más altos) es en último
término un fenómeno monetario. En términos técnicos, el banco central
puede expandir la cantidad de dinero en cualquier momento y en cualquier
monto que se desee políticamente, ya que el banco central tiene el
monopolio de la producción del dinero.
Por ejemplo, el banco central puede comprar deuda en el mercado con dinero recién creado. O, in extremis ,
puede también emitir “dinero de helicóptero”. El banco central entrega
dinero gratuitamente a gobiernos, consumidores y empresarios en la
cantidad que se considere necesaria para impulsar la inflación al alza.
Los bancos centrales están muy politizados y actuarán de la manera
que sea políticamente oportuna. Una vez la carga de la deuda se ha
convertido en insostenible y el crecimiento es desalentador, se hace
cada vez más difícil impedir una política de inflación. Fue Ludwig von
Mises quien entendió claramente las dimensiones políticas de la
inflación:
Hemos visto que si un gobierno no está en situación de
negociar préstamos y no se atreve a fijar impuestos adicionales por
miedo a que los efectos financieros y económicos en general aparezcan
demasiado claramente y demasiado pronto, de forma que perdería apoyo
para su programa, siempre considerará necesario adoptar medidas
inflacionistas. Así que la inflación se convierte en una de las ayudas
psicológicas más importantes para una política económica que trate de
camuflar sus efectos. En este sentido puede describirse como una
herramienta de política antidemocrática. Engañando a la opinión pública,
permite continuar a un sistema de gobierno que no habría tenido ninguna
esperanza de recibir la aprobación del pueblo si las condiciones se
hubieran explicado francamente.[2]
Bajo este escenario, sería sorprendente que los gobiernos y sus
bancos centrales no optaran en algún momento por una mayor inflación en
un intento de evitar los problemas que han causado sus políticas y la
emisión de papel moneda sin respaldo. Sin embargo, no sería la primera
vez en la historia monetaria en que se devaluara deliberadamente el
papel moneda sin respaldo.
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