Los
inversores esperan que, tras buenos datos, los tipos de interés en
Estados Unidos suban, y por ello se anticipan vendiendo activos
Un profesor de econometría comentó una vez en clase: “Nunca he entendido por qué cuando sale un buen dato económico cae la bolsa”. Es cierto que esta paradoja genera perplejidad en mucha gente. El motivo no es otro que el que la concatenación de buenos datos reduce el exceso de capacidad productiva en una economía, lo que acerca el riesgo de inflación, y por lo tanto los bancos centrales anticipan dicho riesgo subiendo tipos de interés.
Los activos, ya sea un bono o una acción, se valoran descontando los flujos de caja que estos generan, con una tasa que tiene en cuenta los tipos de interés. Al subir los tipos, puede subir la tasa de descuento, por lo que el valor presente del precio del activo se reduce. Así, los inversores esperan que, tras unos buenos datos, los tipos de interés suban y, por ello, se anticipan vendiendo activos.
Si el profesor siguiera hoy vivo, este otoño volvería a sentir escalofríos con su paradoja.
Primero: el crecimiento económico se acelera. EEUU contempló cómo su economía creció tan solo un 1,1% el segundo trimestre, aunque en parte explicado por una fuerte reducción de inventarios; excluyendo ese efecto volátil, el crecimiento hubiera sido del 2,4%, con el consumo, principal componente del PIB, creciendo a un sólido 4,4%. Todo parece indicar que el tercer trimestre el crecimiento se dispara debido a la fortaleza del consumo, a su vez explicado por la creación de empleo, unos dos millones de nuevos puestos al año, y por la progresiva subida de salarios, cerca del 2,5%. Además, otros factores contribuyen a acelerar el crecimiento: a) la menor caída de la inversión, b) la aceleración del mercado inmobiliario, espoleado por la mejora de precios de casas (5,1%) y c) la subida de la construcción de nuevos hogares (que han alcanzado ya 650.000 unidades, el nivel máximo de los últimos nueve años). Como consecuencia de todos estos factores, la Fed de Atlanta estima que la economía puede crecer a un ritmo de un 3,5% el tercer trimestre.
EEUU acumula 80 meses seguidos de crecimiento... ¿le toca ya una recesión?
Tercero: ha mejorado la coyuntura internacional. En esta columna, pronostiqué en mayo una subida de tipos antes de verano y me equivoqué. El motivo fue el Brexit, ya que la Fed no solo tiene en cuenta la evolución de la economía doméstica, sino también el trasfondo internacional, ya que el dólar es la moneda de reserva mundial y cualquier decisión sobre tipos provoca profundas consecuencias en muchas economías. Con todo, la evolución internacional ha mejorado mucho desde julio. Por un lado, las consecuencias del Brexit en la economía británica y europea han sido, hasta la fecha, apenas insignificantes, algo relevante si se tienen en cuenta las apocalípticas previsiones que se difundían antes de verano. A su vez, la evolución veraniega de los mercados financieros emergentes ha sido bastante benigna.
En la reunión de julio, dos miembros de los nueve con derecho a voto en el comité que fija los tipos de interés de EEUU defendieron una subida. Desde entonces, los acontecimientos expuestos en esta columna han evolucionado en la dirección clara para proporcionar argumentos para que los más indecisos ahora defiendan una subida. Como era de esperar, influyentes miembros con voto en el comité que fija los tipos de interés han avisado de que el mercado laboral es más importante que el PIB para fijar tipos, que la economía está en pleno empleo y que habrá subida de tipos antes de lo que el mercado piensa, y en el caso de Fisher (número dos de Yellen), no ha descartado dos subidas seguidas en 2016.
Todo el mercado mira a Yellen mientras varios capos de la Fed piden subir tipos ya
Cuando suben los tipos después de muchos trimestres de expansión económica, los precios de los activos acaban bajando, como algún día aprendería el consabido profesor de econometría.
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