Un hospital de la Cruz Roja en Sudán del Sur registra a diario muertes, ante todo infantiles, que los médicos solo pueden atribuir a la escasez o interrupciones en el suministro de gasolina.
Conectar a un paciente al aparato de respiración artificial en un hospital local, situado cerca de la frontera con Etiopía, no le salva la vida en condiciones cuando la luz parpadea a cada momento, revela un reportaje de 'El Mundo'. El generador del hospital agota la gasolina y condena a muerte a todos que estén en condición crítica: así es la realidad cotidiana con la que no pueden conformarse los médicos.
Solo por motivos formales las víctimas indirectas de la guerra no se suman a su balance mortal. Los yacimientos de crudo que pisan los vecinos no pueden ser puestos a su servicio por la misma causa: los enfrentamientos del conflicto armado, que hace ineficaces todas las posibles inversiones.
Por problemas del suministro eléctrico la sede del Parlamento de Sudán del Sur se quedó sin luz cuando el presidente Salva Kiir subió al atril para pronunciar un discurso. El aeropuerto internacional de Yuba (la capital) dejó de acoger vuelos hace unas semanas porque se quedó 'ciega' su torre de control. "No hay gasolina para nadie", sintetiza el diario español.
Solo con los esfuerzos extraordinarios de los médicos, como el cubano Manuel López, se logra salvar vidas en las circunstancias dadas en el hospital de Maiwut. Pero en la mayoría de los casos la vida se juega entre los momentos cuando hay combustible y no lo hay.
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