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Monday, October 10, 2016

No a la ley antimonopolio

Ian Vásquez explica que los monopolios que prevalecen son aquellos que gozan de privilegios concedidos por el Estado, mientras que los que surgen en un mercado libre suelen acabarse gracias a la competencia.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
Con el propósito de proteger al consumidor y promover la competencia, ha resucitado en el Congreso una idea que, convertida en ley, lograría justo lo opuesto. El congresista Yonhy Lescano presentó un proyecto que establecería un control previo a la fusión de empresas. Sin embargo, la experiencia de leyes antimonopolio en los países avanzados —de donde se originan—, deja mucho que desear.
En EEUU., por ejemplo, se prohibió este año la fusión de dos empresas que venden materiales de oficina al menudeo (Staples y Office Depot). Es la segunda vez que el gobierno bloquea la unión. Las razones incluyen que la participación de las dos empresas en el mercado es dominante (75%) y que resultaría en precios elevados para los consumidores y clientes corporativos.



La negativa tiene un poco de sentido únicamente si aceptamos la definición de mercado ya citada que adoptó el gobierno al hacer valer su ley de fusiones. Pero de la definición oficial quedan afuera todo tipo proveedores que no se concentran únicamente en vender esos bienes y quedan afuera servicios en línea como Amazon, que vende alrededor de mil millones de dólares en materiales de oficina al año. Un cálculo previo (cuando intentaron fusionarse por primera vez) que incluyó a todos los proveedores del mercado encontró que las dos empresas representaban solo el 5% del mercado.
Las leyes antimonopolio se prestan para la manipulación de conceptos que no siempre son fáciles de definir. El propósito de una ley de fusiones es el de evitar la concentración de mercado y la creación de un monopolio. Pero bajo estas leyes alguien tiene que definir el mercado y alguien tiene que determinar si ciertas actitudes son monopólicas. Prácticas normales de negocio muchas veces terminan siendo sancionadas por las autoridades. La reducción de precios, ¿es competitiva o es evidencia de una actitud monopólica para ganar una mayor cuota de mercado? El éxito empresarial en el mercado, ¿es evidencia de mayor eficiencia o de algún abuso?
Bajo las leyes antimonopolio en EE.UU. a las empresas se las acusa de mantener precios muy altos o precios muy bajos. Se ha vuelto imposible predecir si una fusión se aprobará o una acusación de monopolio prevalecerá. Esto crea incertidumbre y un incentivo por parte de las empresas para hacer lobby en vez de enfocarse en su negocio. De hecho, las empresas menos exitosas y otros grupos de interés usan las leyes de fusión y antimonopolio para protegerse de la competencia. Quienes pierden en el mercado competitivo muchas veces ganan al apelar a la ley. El efecto es el de reducir la competencia y la innovación y prevenir que bajen los precios.
Los políticos también se aprovechan manipulando las leyes antimonopolio a su favor. Los estudios muestran, por ejemplo, que las empresas estadounidenses ubicadas en los distritos representados por políticos que tienen un papel de supervisión en temas antimonopólicos reciben un trato favorable. Sin duda, la arbitrariedad y politización que alientan las leyes antimonopolio han debilitado el Estado de derecho.
Detrás de estas leyes, desafortunadamente, existe el supuesto de que las decisiones de burócratas y políticos sobre la estructura y el comportamiento de industrias y compañías serán superiores y mejor informadas que las de millones de consumidores y empresas en el mercado. Bajo ese supuesto se han gastado enormes cantidades de recursos y tiempo intentando por ley lo que el mismo mercado logró. Así, hace cuatro décadas se gastó entre US$50 y US$100 millones al año durante siete años en el caso contra la supuesta empresa monopólica IBM, que el libre mercado terminó de derrotar. Lo mismo ocurrió en el caso contra Microsoft, que fue acusado de dominar el mercado de buscadores. Cuando finalmente terminó ese caso, ya otros buscadores dominaban el mercado.
Los monopolios que tienden a prevalecer son los que gozan de protecciones del Estado, mientras que no tienden a perdurar aquellos en un mercado libre. Si el gobierno quiere promover la competencia y la innovación en este país, sería mucho mejor reducir la burocracia y la sobrerregulación que imponen costos que solo las empresas relativamente más grandes pueden solventar. Y tampoco hay que implementar una ley contraproducente porque nos la pide la OCDE —que irónicamente es una organización que en gran parte se ha vuelto un cártel que refleja los deseos de grupos de interés en los países ricos—

No a la ley antimonopolio

Ian Vásquez explica que los monopolios que prevalecen son aquellos que gozan de privilegios concedidos por el Estado, mientras que los que surgen en un mercado libre suelen acabarse gracias a la competencia.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
Con el propósito de proteger al consumidor y promover la competencia, ha resucitado en el Congreso una idea que, convertida en ley, lograría justo lo opuesto. El congresista Yonhy Lescano presentó un proyecto que establecería un control previo a la fusión de empresas. Sin embargo, la experiencia de leyes antimonopolio en los países avanzados —de donde se originan—, deja mucho que desear.
En EEUU., por ejemplo, se prohibió este año la fusión de dos empresas que venden materiales de oficina al menudeo (Staples y Office Depot). Es la segunda vez que el gobierno bloquea la unión. Las razones incluyen que la participación de las dos empresas en el mercado es dominante (75%) y que resultaría en precios elevados para los consumidores y clientes corporativos.


Wednesday, July 13, 2016

El socialismo y su igualdad material venden; el liberalismo y la responsabilidad individual no

Libro de Tucker
Cuántas veces no hemos escuchado que el fundamento de determinadas medidas es en pro del bienestar social, interés común, igualdad material, solidaridad, justicia social, etc.
Sin un análisis profundo de lo que puede significar cada una de estas frases, cualquiera podría sentirse protegido por las medidas dictadas con este fundamento.
Pero si empezamos a desmontar cada una de esas frases veremos que las medidas que en apariencia estarían destinadas a protegernos, las mismas constituyen una autorización al Estado para una mayor actuación, que se traduce en menor posibilidad para los particulares de ejercer sus derechos y libertades.



Pero incluso haciendo este análisis y una labor de divulgación, el socialismo sigue vendiendo.
Frente a este panorama, el libro Milagros del sector privado y crímenes del sector público de Jeffery Tucker (publicado por Unión Editorial, Madrid, 2014) resulta un compendio de ideas nuevas e irreverentes para abonar al duro y largo camino de la difusión de las ideas de libertad.
Por ejemplo, de una forma divertida Tucker advierte del atraso al que nos lleva el sector público en contraposición con los avances que ofrece el sector privado al señalar que: «El mundo de Los Supersónicos es nuestro mundo: impactantes avances tecnológicos, una cultura burguesa firmemente arraigada, una cultura de la empresa que es el verdadero origen del bienestar (…) El gobierno sigue siendo Los Picapiedra, un anacronismo que rige como un colosal lastre en nuestras vidas. Con sus manipulaciones monetarias, regulaciones, políticas tributarias, guerras (a ciudadanos, productos y servicios), prisiones e injusticias…» (Milagros del sector privado y crímenes del sector público, p. 31).
Siguiendo las advertencias de Friedrich Hayek en Derecho, legislación y libertad, Tucker adaptándose a los tiempos actuales también nos advierte de los excesos generados por el legislador en contraposición con la libertad, esencia misma del mercado. Tucker es contundente al señalar que: «Cada producto que compramos, cada servicio que utilizamos, cada decisión que tomamos se filtra a través de este marasmo legal (…) Mientras observamos el mundo de la economía, ningún otro sector refleja de la mejor manera este ideal. No es una coincidencia que esta sea la parte de nuestras vidas menos regulada. El mundo digital es la frontera, un lugar libre donde las innovaciones son probadas con total libertad; el servicio al consumidor es la fuerza motriz, y la competición por saber quién es el mejor a la hora de proporcionar un servicio es la prueba del éxito o del fracaso» (Milagros del sector privado y crímenes del sector público, pp. 34-36).
Este libro, compendio de sus artículos y ensayos que se le ocurrieron de pequeñas cosas de la vida como cortar la grama; nos presenta de forma didáctica lo que hizo Ludwig von Mises con Socialismo, también de una forma didáctica, pero más exhaustivo y académico en el análisis. Por ejemplo Tucker no duda en afirmar que «El socialismo intentó acabar con la escasez a partir de decretos gubernamentales que solo trajeron miseria y muerte. El capitalismo buscó dar rienda suelta al espíritu cooperativo y a la competencia del ser humano y consiguió acabar con la escasez de las cosas más valiosas en nuestras vidas» (Milagros del sector privado y crímenes del sector público, p. 47).
Otro de los grandes aportes de este libro es destacar algo que damos por sentado (incluso en países como el nuestro) y son los milagros del sector privado a pesar del acecho del sector público. Tucker nos refiere que: «Así es como funciona el sector privado. El estado no lo planifica y no puede anticipar sus acciones y sus condiciones, pero una cosa es segura: es congruente con la elección humana. Somos nosotros quienes creamos o destruimos estos planes empresariales.» (Milagros del sector privado y crímenes del sector público, p. 92). Esta es la idea presente en una de las grandes obras de Mises, La acción humana.
Con esta forma particular forma de presentar las virtudes del sector privado, este periodista y miembro del Ludwig von Mises Institute, nos confirma que lleva como lema de vida el que llevara también en su vida personal Mises, a saber, Tu ne cede malis, sed contra audentior ito (Jamás cedas ante el mal, sino combátelo con mayor audacia).
¡Gracias por su audacia, Jeffrey Tucker!

El socialismo y su igualdad material venden; el liberalismo y la responsabilidad individual no

Libro de Tucker
Cuántas veces no hemos escuchado que el fundamento de determinadas medidas es en pro del bienestar social, interés común, igualdad material, solidaridad, justicia social, etc.
Sin un análisis profundo de lo que puede significar cada una de estas frases, cualquiera podría sentirse protegido por las medidas dictadas con este fundamento.
Pero si empezamos a desmontar cada una de esas frases veremos que las medidas que en apariencia estarían destinadas a protegernos, las mismas constituyen una autorización al Estado para una mayor actuación, que se traduce en menor posibilidad para los particulares de ejercer sus derechos y libertades.