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Friday, July 8, 2016

México necesita más maestros y menos rufianes posando como docentes

Dejemos de llamar “maestros” a quienes no lo son, no victimicemos a victimarios ni defendamos lo indefendible

(UCN) maestros
El problema que atraviesa nuestro sistema educativo en México es muy complejo y tiene muchas variables. (UCN)
Tristemente hoy en México hablar de maestros es hablar de conflictos, política, huelgas, manifestaciones, paros, violencia, sindicatos, luchas de poder y muchas cosas más que poco o nada tienen que ver con educación.
El problema que atraviesa nuestro sistema educativo es muy complejo y tiene muchas variables que han hecho que parezca un laberinto sin salida; cada posible solución termina por guiarnos a otro problema que no habíamos alcanzado a visualizar antes.
Todos los actores involucrados tenemos responsabilidad en el problema:



  • El gobierno por permitir corrupción en todas sus filas. Por desviar fondos de lo que es la herramienta más valiosa que tienen los individuos para mejorar sus condiciones de vida, la educación. Por solapar y mantener a líderes sindicales durante años, e incluso décadas, que solo veían por sus intereses personales. Por destinar el presupuesto educativo a infraestructura de mala calidad y a salarios de aviadores en vez de invertirlo en tecnología y mejoras sistémicas en los procesos de impartición de la educación. Por pretenderse dueños de la verdad y ser lo suficientemente soberbios para asegurar que solo ellos pueden saber y definir que es lo mejor para los niños y jóvenes mexicanos. Por acomodar los programas de estudio a sus intereses políticos a través de adoctrinamiento patriotero disfrazado de civismo. Por ser el mayor freno para esfuerzos educativos que buscan hacer las cosas de manera diferente e independiente sin intervención estatal.
  • Los “maestros” (así, entre comillas) por dedicarse a todo menos a dar clases y a mejorar como profesionales de la educación. Por enseñarles a los más jóvenes que cuando algo se quiere, se toman las armas y se bloquean calles en lugar de dialogar y conseguirlo por méritos propios; por confundir sus derechos con la obligación del resto de pagar por sus privilegios. Por olvidarse de que el ejemplo es el verdadero formador de ciudadanos cívicos y responsables y por olvidarse de que este país necesita maestros de verdad, porque luchadores sociales, políticos de quinta y vividores del Estado ya nos sobran. Por proponer la violencia como método de solución legítima a conflictos de carácter político llevándose entre las patas a los más necesitados, que son sus alumnos.
  • Nosotros (la sociedad, el ciudadano de a pie, usted que está leyendo esto y yo) por confiar las necesidades más básicas de un ser humano para progresar, como la salud y la educación, a un ente que consideramos ineficiente y corrupto. Por ser indiferentes a las situaciones de pobreza e injusticia que se viven en las zonas más marginadas y pretender que soluciones simplistas como “escoger a un buen gobernante” van a remediarlo todo. Por olvidarnos de fomentar la competitividad y productividad en nuestro entorno en lugar del conformismo y la dependencia hacia al gobierno. Por no abrir los ojos y darnos cuenta de que todos los problemas que enfrentamos como país comienzan en casa cuando nos vemos al espejo y no vemos más que a una víctima de sus circunstancias y no a una persona capaz de reescribir su destino con libertad y responsabilidad.
Seamos intelectualmente y moralmente honestos: no deberíamos tomar parte ni por el gobierno ni por el CNTE. Hacerlo sería como apoyar a una banda de criminales cuando se enfrenta a otra.
Por un lado, es necesario entender que el gobierno se está enfrentando a un monstruo que el mismo engendró y alimentó hasta que se convirtiera en lo que son hoy los mafiosos sindicatos “educativos”; por el otro, los supuestos “maestros” y líderes sindicales solo buscan posicionarse y mantener sus cuotas de poder en un sistema político que cada vez resulta más obsoleto.
Para nosotros como sociedad permanecer indiferentes no es una opción válida; nuestro silencio y nuestra indiferencia nos volverían cómplices.
Llego la hora de tomar partido por México. Busquemos la manera de apoyar y empoderar a aquellos que más lo necesitan: los alumnos y los maestros de verdad.
Tomemos partido por los alumnos que necesitan hacerse de herramientas para poder salir adelante y poder cumplir sus sueños sin necesidad de comprometer su identidad ni su integridad como personas y hoy no solo no tienen clases, sino que están recibiendo un ejemplo de que las cosas se consiguen más fácilmente a través de violentar los derechos de terceros. Indirectamente pueden llegar a creer que es más fácil y loable tomar las calles y las armas que los libros y los cuadernos para salir adelante.
Tomemos partido por los maestros que lo son de verdad y no solo de nombre, aquellos que creen en la educación como el medio para mantener viva la esperanza de un mundo mejor y lo reflejan en su vida y sus actos.
Negarse a ser evaluados, cerrar carreteras, aventar bombas molotov, adoctrinar alumnos con teorías estatistas y colectivistas, escribir con faltas de ortografía, pisotear arbitrariamente los derechos de libertad de tránsito de terceros, cerrar negocios, desestabilizar la situación económica del país, acusar de traidores de la patria a quienes no los apoyan y dejar a miles de niños sin clase mientras pretenden seguir cobrando y viviendo del erario público es de rufianes y bandidos, no de maestros.
Dejemos de llamar “maestros” a quienes no lo son, no victimicemos a victimarios ni defendamos lo indefendible. No nos confundamos ni permitamos que desvirtúen una de las vocaciones más valiosas en la historia de la humanidad; ser maestro debe ser un privilegio y un compromiso de vida, no una oportunidad para vivir a costa del dinero de los demás y en detrimento del destino y sueños de las nuevas generaciones.
Todos aquellos que hemos tenido la enorme oportunidad de estudiar recordamos con cariño a las personas que con paciencia y alegría nos enseñaron a leer, a escribir, a sumar y a restar; pero sobre todo a aquellas personas que nos enseñaron a creer que todo es posible con esfuerzo y dedicación, aquellas que nos demostraron que no hay sueños inalcanzables cuando se anteponen el trabajo y la voluntad. Esos son los verdaderos maestros, los que tanta falta hacen para poder construir un México próspero y en paz.

México necesita más maestros y menos rufianes posando como docentes

Dejemos de llamar “maestros” a quienes no lo son, no victimicemos a victimarios ni defendamos lo indefendible

(UCN) maestros
El problema que atraviesa nuestro sistema educativo en México es muy complejo y tiene muchas variables. (UCN)
Tristemente hoy en México hablar de maestros es hablar de conflictos, política, huelgas, manifestaciones, paros, violencia, sindicatos, luchas de poder y muchas cosas más que poco o nada tienen que ver con educación.
El problema que atraviesa nuestro sistema educativo es muy complejo y tiene muchas variables que han hecho que parezca un laberinto sin salida; cada posible solución termina por guiarnos a otro problema que no habíamos alcanzado a visualizar antes.
Todos los actores involucrados tenemos responsabilidad en el problema: