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Thursday, June 16, 2016

¿La globalización destruye las culturas locales?

¿La globalización destruye las culturas locales?

Por Juan Morillo Bentué
Una de las críticas a la globalización es que destruye las culturas locales. Los defensores de esta tesis arguyen que las distintas identidades locales quedarán destruidas por una cultura estándar global.
El principal problema de los defensores de esta tesis es que no comprenden que la cultura es una institución social viva, evolutiva e increíblemente dinámica. Todas las culturas son una mezcla continua de otras. No existe una cultura “pura”.
Tendemos a pensar que nuestra cultura actual es única, inamovible y perenne, pero si echamos la vista atrás tan solo 50 años veremos que ha cambiado profundamente... ¡y para bien! La cultura que ahora valoramos, que nos enriquece como personas y que pensamos que es ideal para nosotros, no existía hace poco tiempo. Ha evolucionado de la anterior. Y qué duda cabe que, cuando miramos la forma de pensar y estilos de vida de hace 50 años, tenemos la sensación de haber avanzado mucho en todos los sentidos.


La globalización multiplica la comunicación e interacción de los individuos, por lo que la cultura evoluciona más rápidamente. Y eso es magnífico, ya que significa que los individuos encuentran información que perciben como más útil para trazar sus planes de acción en aras de alcanzar sus objetivos. Las culturas no desaparecen, se transforman y evolucionan.
No solamente no desaparecen, sino que cada vez son más relevantes. Hemos pasado de pensar la globalización como un proceso de estandarización cultural a darnos cuenta que la identidad y cultura local es cada vez más importante.
Desde el punto de vista empresarial, las diferencias culturales son tan relevantes que las empresas se enfrentan a notables retos: adaptar sus productos a múltiples mercados con necesidades distintas debido a diferentes normas y valores sociales; proceso de adaptación de los expatriados al país de destino; correcto establecimiento de los precios de los productos en distintos países y mercados; canales de distribución diferentes según mercado; herramientas de comunicación desiguales dependiendo del mercado, etc. Si las diferencias culturales no fueran tan importantes, las empresas se ahorrarían una gran cantidad de inversiones extra y fracasos empresariales.
Pero es que, además, son precisamente los valores locales lo que el ser humano valora al percibirlos como diferentes y únicos.
Pongamos el caso del turismo, donde el viajero no busca simplemente desplazarse de un lugar a otro, sino que busca una experiencia. Una experiencia que vivir, que compartir y que contar a sus allegados. Ciertamente, algo que cobra realmente importancia para el viajero merecerá ser contado por éste. Esto es así porque el ser humano valora un ofrecimiento que satisfaga necesidades sociales e individuales.
Uno de los valores que consiguen colmar de contenido la experiencia son los valores locales de un determinado territorio, región o país. Éstos son considerados por el viajero como diferentes, únicos, valiosos, escasos y exclusivos. Pese a que mundo tiende a la globalización, los valores y culturas locales tienen cada vez más importancia. La promoción es global pero la experiencia siempre es local.
El aspecto local está íntimamente ligado al turismo. El turismo no deja de ser una búsqueda de experiencia cultural ajena a la propia de forma que contribuya al enriquecimiento personal.
Esa experiencia que el viajero busca la conforman el territorio, el patrimonio cultural, los habitantes, el clima, la tradición, la historia, el paisaje y la gastronomía, entre otros.
Es por tanto que comprobamos que la globalización, en lugar de destruir las culturas locales, las ensalza hasta hacerlas únicas, irrepetibles y merecedoras de ser conocidas.

¿La globalización destruye las culturas locales?

¿La globalización destruye las culturas locales?

Por Juan Morillo Bentué
Una de las críticas a la globalización es que destruye las culturas locales. Los defensores de esta tesis arguyen que las distintas identidades locales quedarán destruidas por una cultura estándar global.
El principal problema de los defensores de esta tesis es que no comprenden que la cultura es una institución social viva, evolutiva e increíblemente dinámica. Todas las culturas son una mezcla continua de otras. No existe una cultura “pura”.
Tendemos a pensar que nuestra cultura actual es única, inamovible y perenne, pero si echamos la vista atrás tan solo 50 años veremos que ha cambiado profundamente... ¡y para bien! La cultura que ahora valoramos, que nos enriquece como personas y que pensamos que es ideal para nosotros, no existía hace poco tiempo. Ha evolucionado de la anterior. Y qué duda cabe que, cuando miramos la forma de pensar y estilos de vida de hace 50 años, tenemos la sensación de haber avanzado mucho en todos los sentidos.