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Thursday, July 21, 2016

La amenaza de Trump acerca a Obama y Peña Nieto

La Casa Blanca recibe al presidente mexicano en un guiño a los electores hispanos. México busca convertirse en lobby en Estados Unidos y presionar a los actores políticos






Reunión entre Peña Nieto y Obama en noviembre de 2012 en la Casa Blanca.

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México pesa en la campaña electoral estadounidense. En pleno apogeo de Donald Trump, cuando el xenófobo millonario acaba de tomar las riendas de la maquinaria electoral republicana y se apresta al combate final, Barack Obama ha decidido jugar sus cartas y abrir este viernes las puertas de la Casa Blanca al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto. La reunión, de alto contenido simbólico, muestra el signo de la estrategia demócrata, volcada en capitalizar el voto antitrump, pero también la fuerza electoral que la población de origen mexicano ha ido cobrando y que Peña Nieto y su diplomacia pretenden transformar en un gigantesco grupo de presión.



Estados Unidos y México tienen una vida plena al margen de los improperios de Donald Trump. México es el segundo socio comercial de su vecino del norte y el primer destino de las exportaciones de California, Texas y Arizona, así como el segundo mercado para otros 20 estados. Cada minuto comercian por valor de un millón de dólares. Un flujo del que dependen seis millones de empleos estadounidenses.
La fortaleza de este vínculo difícilmente puede ser cambiada. Pero si hay un elemento que lo amenaza son los proyectos de Trump. Sus propuestas de construir un muro, cercenar las remesas y proceder a expulsiones masivas no hacen sino ocultar un peligro mucho mayor: la ruptura entre dos países que más allá de abrazar 3.185 kilómetros de frontera común, ya comparten en gran medida un mismo futuro. Sólo entre emigrantes, hijos y nietos el factor mexicano suma 35 millones de habitantes en Estados Unidos (11% de la población).
Frente a este hecho, el discurso de Trump ha tendido a jibarizar los lazos comunes y exacerbar las diferencias. Este uso de México como chivo expiatorio, su conversión en un vecino distante y maligno le ha dado frutos. Aupado por su explosiva verborrea, Trump ha arrasado en el campo republicano. Y aunque las encuestas todavía le son hostiles, ahora mismo es uno de los dos candidatos a presidir la nación más poderosa del planeta. El temor del Ejecutivo de Peña Nieto es que pueda vencer. Que el multimillonario xenófobo cumpla su sueño y hunda a México en la pesadilla del odio.
En este horizonte, la posibilidad de que un error táctico pueda encumbrar al republicano genera vértigo en la Administración mexicana. Sus altos cargos consideran que un enfrentamiento directo no sólo puede beneficiarle, sino abrir una brecha incontrolable en la campaña de la demócrata Hillary Clinton. Por ello, aunque sin callar, han evitado el cuerpo a cuerpo y han mantenido un perfil bajo frente a la magnitud de las diatribas de Trump. Una postura que ha dolido en su propio país.
"Ante Trump, el Gobierno decidió no hacer nada y su campaña de difundir lo importante que es México para Estados Unidos es pueril, eso ya se conoce. Lo que debe hacer es dirigirse al público neutral e indeciso y hacerles ver que las propuestas de Trump, como la del muro, son dañinas para ellos”, señala el intelectual y exsecretario de Relaciones Exteriores, Jorge G. Castañeda.
“Trump nos ha insultado, golpeado y utilizado. Nos ha transformado en el enemigo externo que le sirve para posicionarse. Ha hecho uso de un antimexicanismo muy antiguo, que hereda los estereotipos contra España, su leyenda negra. La respuesta ha sido el silencio y la timidez. El Gobierno debería haber contestado presentando los hechos, haciendo ver que los Estados Unidos son corresponsables. Pero la respuesta ha sido el silencio y la timidez”, afirma Sergio Aguayo, profesor-investigador del Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México.
Estas críticas no han pasado inadvertidas en el Ejecutivo mexicano. La secretaria de Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, ha admitido que la exacerbación de Trump puede devenir en hostilidades y que este escenario demanda una nueva estrategia. En busca de una plataforma más reactiva, se ha redibujado la estructura diplomática en Estados Unidos. El subsecretario para América del Norte, el embajador en Washington y la mitad de la red consular han sido cambiados.
El giro pretende transformar la comunidad mexicana en un grupo de presión. Para ello la canciller ha empezado a visitar casi semanalmente Estados Unidos y ha iniciado una intensa ronda contactos con actores políticos de primer nivel, desde legisladores, gobernadores y alcaldes, a los que recuerda el peso económico y social del factor mexicano. También se ha cerrado una alianza estratégica con el poderoso Comité Judío, y los cónsules mexicanos acuden a esta lobby para aprender sus pautas de actuación. “Se trata de crear una diáspora y luego convertirla en un grupo de presión”, indica una fuente diplomática. En este juego, el nuevo embajador tiene un papel clave. Hombre de larga experiencia en los consulados, se le ha encomendado la tarea de activar la voz de los líderes mexicanos en Estados Unidos, aglutinar las comunidades y crear una consciencia social. “Queremos hacer valer el peso de México en la economía y en la sociedad; algo que lamentablemente aún no se ve con claridad”, añaden en Exteriores.
El viaje de Peña Nieto a Washington, de apenas 24 horas, se inscribe en este esfuerzo. Aunque no se puede desligar del interés electoral del Partido Demócrata, a la Administración priísta le sirve para fortalecer su nueva política y diversificar su agenda bilateral con temas comerciales y sociales, dejando atrás la monocroma discusión sobre drogas. “Las relaciones entre México y Estados Unidos se habían deteriorado desde los años noventa, cuando entró en vigor el Tratado de Libre Comercio. Obama las retoma ahora y está dispuesto a profundizarlas. Es positivo que México regrese a la agenda estadounidense, aunque sea tarde y por motivos electorales. Ojala hubiese ocurrido antes”, señala el profesor Gabriel Cavazos, del Instituto Tecnológico de Monterrey.
Tarde o no, el vínculo entre ambos vecinos está viviendo una convulsión. El voto mexicano se ha vuelto un caudal cada vez más codiciado y en México ha despertado una consciencia nueva. La de un pueblo que, bajo la amenaza de la xenofobia, quiere hacer valer su peso. Trump ha logrado posiblemente lo que menos deseaba.

La amenaza de Trump acerca a Obama y Peña Nieto

La Casa Blanca recibe al presidente mexicano en un guiño a los electores hispanos. México busca convertirse en lobby en Estados Unidos y presionar a los actores políticos






Reunión entre Peña Nieto y Obama en noviembre de 2012 en la Casa Blanca.

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México pesa en la campaña electoral estadounidense. En pleno apogeo de Donald Trump, cuando el xenófobo millonario acaba de tomar las riendas de la maquinaria electoral republicana y se apresta al combate final, Barack Obama ha decidido jugar sus cartas y abrir este viernes las puertas de la Casa Blanca al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto. La reunión, de alto contenido simbólico, muestra el signo de la estrategia demócrata, volcada en capitalizar el voto antitrump, pero también la fuerza electoral que la población de origen mexicano ha ido cobrando y que Peña Nieto y su diplomacia pretenden transformar en un gigantesco grupo de presión.


Sunday, June 19, 2016

Trump y Hillary no saben cómo arreglar la economía

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Recientemente, Hillary Clinton fue grabada ridiculizando a Donald Trump por falta de un plan detallado para la economía estadounidense. El mensaje resulta ser que Trump no está preparado para la presidencia porque no tiene un plan sobre cómo cambiar la economía estadounidense.
¿Pero es realmente más peligroso elegir a un presidente que hace política económica sobre la marcha que a quien proclama tener un plan detallado para nosotros?
La respuesta  esto es que no, no es más peligroso elegir a alguien que crea política económica donde asienta sus pantalones (como tiende a hacer Donald Trump) que elegir a alguien que piensa que puede tener claramente mapeado el futuro de la economía. Sin embargo, esto no significa que el método del asiento de pantalones sea tampoco menos peligroso. El problema subyacente es que tenemos dos personas compitiendo que piensan que pueden dirigir toda la economía estadounidense.
El núcleo de por qué ambas filosofías son igualmente peligrosas se resume mejor por parte de F.A. Hayek y la pretensión de conocimiento. Hayek señalaba en su discurso de 1974:



Frente a la postura que existe en las ciencias físicas, en economía y otras disciplinas que tratan con fenómenos esencialmente complejos, los aspectos de los eventos a considerar sobre los que obtenemos datos cuantitativos están necesariamente limitados y pueden no incluir los importantes (…)en el estudio de fenómenos tan complejos como el mercado, que depende de las acciones de muchos individuos, todas las circunstancias que determinarán el resultado de un proceso (…) difícilmente serán completamente conocidas o medibles.
Somos incapaces de saber qué nos traerá el futuro. Ningún presidente puede venir con un plan detallado o hermético o puede acumular un establo suficiente de expertos para poder guiar el comportamiento, deseos y necesidades de 320 millones de personas.
Por ejemplo, si hubiéramos preguntado a George Bush y sus expertos económicos en 2002 que desarrollaran un plan a cinco años para los teléfonos celulares, habríamos creado una enorme capacidad de producción y estructura de I+D en torno a la miniaturización de teléfonos que entonces estaba de moda. Si alguien hubiera dicho en 2002 que la gente en el futuro renunciaría a los botones físicos y querría pantallas más grandes, se le hubiera considerado un loco. ¡La gente está comprando teléfonos cada vez más pequeños, no hay manera de que puedan tocar la pantalla y hacer que se haga algo! Pero llegó 2007, Apple presentó el iPhone y el teléfono de teclas al viejo estilo casi ha desaparecido del mercado. Si el gobierno hubiera decidido que necesitaba planear la economía en torno a teléfonos más pequeños, no estaríamos disfrutando de una revolución en la movilidad.
Esto se extiende mucho más allá de los teléfonos celulares y en todos los aspectos de nuestras vidas. No necesitamos planificación centralizada de cómo consumimos nuestra energía, qué coches podemos comprar, cuánto cobramos a la gente por tomar prestado dinero y así sucesivamente.
Todo comportamiento tiene un riesgo. Incluso si los planificadores centralizados pudieran de alguna manera sondear todos nuestros deseos y necesidades, deducir cuándo exactamente queremos satisfacer esas necesidades y determinar quién consigue qué en un mundo de escasez, los planificadores seguirían fracasando. Esto porque ni siquiera nosotros sabemos qué querremos en el futuro. Si pidiésemos a alguien que escribiera exactamente qué comprará el 4 de agosto de 2017 y lo pusiera en un sobre y luego lo abriéramos y comparáramos con lo que ha comprado ese día, no cabe duda de que los resultados serían enormemente distintos.
Al planificador no le iría mucho mejor. En lugar de una sola persona sin predecir sus propios hábitos en un ejercicio divertido, estaríamos invirtiendo mal cantidades sin cuento de dinero en industrias no deseadas e imponiendo normas contraproducentes y peligrosas a empresas (cuyos efectos son imposibles de predecir)- Además, la planificación centralizada elimina la innovación y el proceso emprendedor porque supone que sabe hoy lo que se querrá mañana. La mayoría de la innovación aparece cuando alguien produce un producto que nos sabíamos que queríamos y no podíamos imaginar que existiera.
¿El plan para la economía de Hillary Clinton hace de ella un presidente más cualificado que Donald Trump, que probablemente cree planes espontáneamente? No, les hace igualmente peligrosos, ya que ambos suponen que tienen la capacidad de hacer lo que incontables funcionarios a lo largo de siglos nunca han conseguido hacer: predecir el futuro.

Trump y Hillary no saben cómo arreglar la economía

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Recientemente, Hillary Clinton fue grabada ridiculizando a Donald Trump por falta de un plan detallado para la economía estadounidense. El mensaje resulta ser que Trump no está preparado para la presidencia porque no tiene un plan sobre cómo cambiar la economía estadounidense.
¿Pero es realmente más peligroso elegir a un presidente que hace política económica sobre la marcha que a quien proclama tener un plan detallado para nosotros?
La respuesta  esto es que no, no es más peligroso elegir a alguien que crea política económica donde asienta sus pantalones (como tiende a hacer Donald Trump) que elegir a alguien que piensa que puede tener claramente mapeado el futuro de la economía. Sin embargo, esto no significa que el método del asiento de pantalones sea tampoco menos peligroso. El problema subyacente es que tenemos dos personas compitiendo que piensan que pueden dirigir toda la economía estadounidense.
El núcleo de por qué ambas filosofías son igualmente peligrosas se resume mejor por parte de F.A. Hayek y la pretensión de conocimiento. Hayek señalaba en su discurso de 1974:


Thursday, June 16, 2016

Trump vs. Clinton: una contienda que será histórica

En la antigua Roma, los gladiadores mataban a los bárbaros para entretener al público. Sin embargo, en este caso, un bárbaro tiene muchas posibilidades de convertirse en el emperador.
Edward Luce Financial Times
 
Los debates van a ser muy vistos ante las personalidades que tienen ambos. (El Financiero)
En un momento en el que se han desacreditado la mayoría de los pronósticos sobre la política, hay uno que es totalmente seguro. Los debates presidenciales entre Hillary Clinton y Donald Trump van a romper el récord de porcentaje de audiencia hasta la fecha. Esto no va a suceder debido a los temas de los debates. Millones de personas van a verlos para observar cómo el “insultador” más compulsivo de nuestra época intenta denigrar a una de las mujeres más famosas del mundo.

En la antigua Roma, los gladiadores mataban a los bárbaros para entretener al público. Sin embargo, en este caso, un bárbaro tiene muchas posibilidades de convertirse en el emperador. A pesar del resultado final, la democracia estadounidense cambiará para siempre.

Lo que transcurra en los debates le ofrecerá a Trump su mejor oportunidad de ganar el premio. Si usamos medidas convencionales, la campaña de Clinton.

Clinton está a años luz de distancia de su rival. Su operación de recaudación de fondos ha recaudado casi cinco veces más que Trump. Sus equipos de empadronamiento electoral ya están trabajando en todos los importantes “swing states”, o estados indecisos. Trump no tiene una operación similar. La oficina central de la Sra. Clinton en Brooklyn parece una pequeña corporación y cuenta con cientos de empleados de tiempo completo. La organización de Trump en Manhattan consiste de un pequeño grupo de seguidores fieles con muy poca experiencia electoral.

Desde su punto de vista, Trump es David y la Sra. Clinton es Goliat. En lugar de una honda él tiene una cuenta de Twitter. Su arma principal es su habilidad para identificar los puntos débiles de sus rivales y explotarlos despiadadamente.

Algunos comentaristas han descrito a Trump como un “hostigador escolar” que lanza insultos para salirse con la suya. Es un apto resumen de su carácter moral. Pero también es una desestimación peligrosa de sus habilidades. Lo que hemos aprendido de la campaña 2016 es que los votantes no valoran los hechos, la lógica y la consistencia como esperábamos. La campaña de Trump está basada en esa percepción. La civilidad está sobrevalorada. Los insultos funcionan.
¿Podría llevarlo esta estrategia a la Casa Blanca? La regla estándar de las campañas presidenciales estadounidenses es que los propios candidatos deberían evitar atacar el carácter de su oponente; ese tipo de trabajo sucio lo deberían de realizar los sucedáneos.

Trump ha cambiado las reglas. No pasa un día sin que describa a la Sra. Clinton con frases sin precedentes en la política moderna estadounidense. Según Trump, Clinton es una facilitadora de su esposo violador y una criminal que merece estar en la cárcel. Su familia llegó al poder en la década de 1990 a través de sobornos y asesinatos. Si no puede satisfacer a su esposo, ¿cómo puede satisfacer a EU?

Clinton está siguiendo cautelosamente su ejemplo. La semana pasada lo describió como un fraude cuya campaña consiste en una “serie de desvaríos bizarros, disputas personales y mentiras”. Él está tratando de estafar a los votantes estadounidenses de la misma manera en que la Universidad Trump estafó a miles de sus clientes crédulos.

Clinton tiene mucha evidencia para respaldar sus acusaciones. Sin embargo ha cruzado una línea y no puede dar marcha atrás. Si te involucras en una batalla con un delincuente callejero, debes estar seguro de llegar bien armado. Si tú usas los puños, él le pegará con nudillos de bronce. Clinton ha comenzado a jugar según las reglas de Trump. Él siempre responderá a sus insultos con algo peor.

Todavía faltan cinco meses para que llegue el día de las elecciones y, sin embargo, la carrera 2016 ya se ha convertido en una contienda entre “la chueca Hillary” y “el fraude Trump”. Hay muchos insultos por venir.

¿Podrá Clinton manejar la inevitable intensificación? ¿Podrá sobrevivir la democracia a este rencor?

Clinton es una candidata débil con graves vulnerabilidades. Después de haber buscado en vano un tema positivo, ha decidido utilizar uno negativo. Según todas las medidas convencionales, Clinton debería ganar fácilmente. Pero pienso que no será tan sencillo. Además aunque ganara, podría percibirse como una victoria hueca. Gobernar un país dividido debido a odios personales va a ser muy difícil.

Trump vs. Clinton: una contienda que será histórica

En la antigua Roma, los gladiadores mataban a los bárbaros para entretener al público. Sin embargo, en este caso, un bárbaro tiene muchas posibilidades de convertirse en el emperador.
Edward Luce Financial Times
 
Los debates van a ser muy vistos ante las personalidades que tienen ambos. (El Financiero)
En un momento en el que se han desacreditado la mayoría de los pronósticos sobre la política, hay uno que es totalmente seguro. Los debates presidenciales entre Hillary Clinton y Donald Trump van a romper el récord de porcentaje de audiencia hasta la fecha. Esto no va a suceder debido a los temas de los debates. Millones de personas van a verlos para observar cómo el “insultador” más compulsivo de nuestra época intenta denigrar a una de las mujeres más famosas del mundo.