En la antigua Roma, los gladiadores mataban a los bárbaros para entretener al público. Sin embargo, en este caso, un bárbaro tiene muchas posibilidades de convertirse en el emperador.
Edward Luce Financial Times
En la antigua Roma, los gladiadores mataban a los bárbaros para entretener al público. Sin embargo, en este caso, un bárbaro tiene muchas posibilidades de convertirse en el emperador. A pesar del resultado final, la democracia estadounidense cambiará para siempre.
Lo que transcurra en los debates le ofrecerá a Trump su mejor oportunidad de ganar el premio. Si usamos medidas convencionales, la campaña de Clinton.
Clinton está a años luz de distancia de su rival. Su operación de recaudación de fondos ha recaudado casi cinco veces más que Trump. Sus equipos de empadronamiento electoral ya están trabajando en todos los importantes “swing states”, o estados indecisos. Trump no tiene una operación similar. La oficina central de la Sra. Clinton en Brooklyn parece una pequeña corporación y cuenta con cientos de empleados de tiempo completo. La organización de Trump en Manhattan consiste de un pequeño grupo de seguidores fieles con muy poca experiencia electoral.
Desde su punto de vista, Trump es David y la Sra. Clinton es Goliat. En lugar de una honda él tiene una cuenta de Twitter. Su arma principal es su habilidad para identificar los puntos débiles de sus rivales y explotarlos despiadadamente.
Algunos comentaristas han descrito a Trump como un “hostigador escolar” que lanza insultos para salirse con la suya. Es un apto resumen de su carácter moral. Pero también es una desestimación peligrosa de sus habilidades. Lo que hemos aprendido de la campaña 2016 es que los votantes no valoran los hechos, la lógica y la consistencia como esperábamos. La campaña de Trump está basada en esa percepción. La civilidad está sobrevalorada. Los insultos funcionan.
¿Podría llevarlo esta estrategia a la Casa Blanca? La regla estándar de las campañas presidenciales estadounidenses es que los propios candidatos deberían evitar atacar el carácter de su oponente; ese tipo de trabajo sucio lo deberían de realizar los sucedáneos.
Trump ha cambiado las reglas. No pasa un día sin que describa a la Sra. Clinton con frases sin precedentes en la política moderna estadounidense. Según Trump, Clinton es una facilitadora de su esposo violador y una criminal que merece estar en la cárcel. Su familia llegó al poder en la década de 1990 a través de sobornos y asesinatos. Si no puede satisfacer a su esposo, ¿cómo puede satisfacer a EU?
Clinton está siguiendo cautelosamente su ejemplo. La semana pasada lo describió como un fraude cuya campaña consiste en una “serie de desvaríos bizarros, disputas personales y mentiras”. Él está tratando de estafar a los votantes estadounidenses de la misma manera en que la Universidad Trump estafó a miles de sus clientes crédulos.
Clinton tiene mucha evidencia para respaldar sus acusaciones. Sin embargo ha cruzado una línea y no puede dar marcha atrás. Si te involucras en una batalla con un delincuente callejero, debes estar seguro de llegar bien armado. Si tú usas los puños, él le pegará con nudillos de bronce. Clinton ha comenzado a jugar según las reglas de Trump. Él siempre responderá a sus insultos con algo peor.
Todavía faltan cinco meses para que llegue el día de las elecciones y, sin embargo, la carrera 2016 ya se ha convertido en una contienda entre “la chueca Hillary” y “el fraude Trump”. Hay muchos insultos por venir.
¿Podrá Clinton manejar la inevitable intensificación? ¿Podrá sobrevivir la democracia a este rencor?
Clinton es una candidata débil con graves vulnerabilidades. Después de haber buscado en vano un tema positivo, ha decidido utilizar uno negativo. Según todas las medidas convencionales, Clinton debería ganar fácilmente. Pero pienso que no será tan sencillo. Además aunque ganara, podría percibirse como una victoria hueca. Gobernar un país dividido debido a odios personales va a ser muy difícil.