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Monday, July 25, 2016

Inflacionismo: alineados con la crisis global

Inflacionismo: alineados con la crisis global

Mauricio Ríos
Artículo y análisis original de Mauricio Ríos.

La economía global continúa deteriorándose. Solamente en esta semana, cuando ha vuelto a caer el Baltic Dry Index, lo han señalado Robert Shiller y Nouriel Roubini. Sin que todavía se hubieran recuperado con firmeza las primeras economías del globo, las economías emergentes que sostenían el crecimiento sufren serias turbulencias.

¿Y por la región? Pues lo mismo. Brasil permanece con una muy seria inestabilidad política, mientras la inflación sigue incrementándose limitando sus municiones para la guerra monetaria entre el dólar y el yen, y Venezuela permanece en el absurdo de sussoldados que roban cabras para poder comer.
Ante tal situación, Ken Rogoff ha sorprendido con su recomendación a los mercados emergentes de incrementar sus reservas en oro, y Stanley Druckenmiller, presidente y director de Duquesne Family Office, ha recomendado abandonar posiciones bursátiles y también comprar oro.


¿Y qué sucede con Bolivia en semejante entorno? La última noticia ha sido la emisión de un nuevo billete con la denominación de Bs. 500. El Banco Central de Bolivia ha manifestado que el crecimiento de la economía así lo exige, además de que asegura,junto a algunos analistas, que dicha emisión no generará inflación. Para variar, todo a contramano. Ya que la burbuja se desinfla, hay que meterle más fuelle.
Pero veamos: además de que esta emisión se encuentra en el marco del mayor programa de hiperestímulo del consumo, el gasto y el endeudamiento que jamás se haya conocido en el país, y no en la inversión privada rentable, si el billete de 500 no generará inflación, ¿cuál es el temor de emitir el de 700 que planeaban ya en agosto?
El problema es que añadir una nueva denominación es una consecuencia de la inflación presente e inmediatamente anterior: ¡los billetes de 200 ya sólo alcanzan para lo que hace pocos años alcanzaba el billete de 100! Y con seguridad que para cuando los de 700 sean emitidos será para lo que ya no alcancen los de 500. Tan sencillo como eso. Y no digan que no generará inflación, si hace tan sólo un par de semanas anunciaron la absurda decisión de incrementar la liquidez buscando apuntalar el crecimiento.
Este es un muy viejo argumento inflacionista, pues. Es como decir que el patrón oro no es posible porque la cantidad del metal alrededor del globo no sería suficiente para el número de transacciones en una economía. Burda fundamentación. Una de las virtudes del patrón oro, justamente, es que al ser escaso el metal preserva su valor y lo incrementa frente al papel moneda, a la vez que impide la voracidad fiscal de los gobiernos gastando más de lo que realmente se genera. Solamente aplique la ley de la utilidad marginal decreciente a la producción de dinero estatal, en este caso por parte del Banco Central de Bolivia. Siempre terminará valiendo menos aquello de lo que más abunda.
No es necesario esperar a ver volar todo por los aires para aceptar que la crisis ya está aquí.
Ahora, ¿por qué se insiste tanto el oro? Aquí viene lo interesante: estamos a exactamente cuatro meses de la presentación de un gran proyecto para la preservación patrimonial de nuestros clientes, una serie de estrategias para asumir el desafío del acoso contra su capital. Hemos organizado un road show que cubrirá algunas ciudades latinoamericanas, entre las que se encuentra nada menos que la capital de Santa Cruz de la Sierra, y para no sólo decirle por qué el metal amarillo, que tiene su mejor trimestre en 30 años, debe componer una parte de su portafolio de inversión, sino además cómo, cuándo y dónde. #StayTuned!
Mauricio Ríos García | Crusoe Research

Inflacionismo: alineados con la crisis global

Inflacionismo: alineados con la crisis global

Mauricio Ríos
Artículo y análisis original de Mauricio Ríos.

La economía global continúa deteriorándose. Solamente en esta semana, cuando ha vuelto a caer el Baltic Dry Index, lo han señalado Robert Shiller y Nouriel Roubini. Sin que todavía se hubieran recuperado con firmeza las primeras economías del globo, las economías emergentes que sostenían el crecimiento sufren serias turbulencias.

¿Y por la región? Pues lo mismo. Brasil permanece con una muy seria inestabilidad política, mientras la inflación sigue incrementándose limitando sus municiones para la guerra monetaria entre el dólar y el yen, y Venezuela permanece en el absurdo de sussoldados que roban cabras para poder comer.
Ante tal situación, Ken Rogoff ha sorprendido con su recomendación a los mercados emergentes de incrementar sus reservas en oro, y Stanley Druckenmiller, presidente y director de Duquesne Family Office, ha recomendado abandonar posiciones bursátiles y también comprar oro.

Wednesday, July 6, 2016

Rusia: la relación entre Keynes y el rublo

Steve Hanke
 
Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Johns Hopkins University en Baltimore. Hanke se desempeña como presidente del Toronto Trust Argentina en Buenos Aires, el fondo mutual con el mejor desempeño en el mundo en 1995. Ha sido asesor de varios gobiernos en un diverso conjunto de temas políticos. Actualmente es consejero estatal y asesor del presidente de Montenegro y asesor del ministro de economía y finanzas de Ecuador. En 1998. Hanke fue nombrado una de las 25 personas más influyentes en el mundo por la revista World Trade, y un Asociado Distinguido de la International Atlantic Economic Society.
El 3 de marzo de 2014 EE.UU. inició una guerra contra Rusia. Esto sucedió cuando EE.UU. impuso sanciones por primera vez. Y si, las sanciones no son nada más que guerra a través de medios no militares. Dicho esto, el 11 de noviembre Rusia cometió un gran error. Dejó que el rublo flote. Desde ese entonces, el rublo no ha flotado en un mar de tranquilidad. Ha caído marcadamente junto con el petróleo —en alrededor de 25% y su volatilidad se ha disparado a alrededor de 65%.
La caída del rublo significa que las importaciones rusas serán más caras y sus exportaciones más competitivas. Esta combinación ayudará a mantener positivo el saldo de la cuenta corriente de Rusia, lo cual compensará en algo la masiva fuga de capitales.



Es hora de que Putin aprenda una lección de Keynes y haga lo que ya hacen la mayoría de los grandes productores de petróleo: atar el rublo al dólar.
Además, las cuentas fiscales de Rusia están denominadas en rublos que se están depreciando y sus exportaciones se cobran en dólares que se están apreciando. Siendo así las cosas, el impacto fiscal debido a los precios más bajos del petróleo será amortiguado por un rublo débil.
Pero hay límites a cualquier beneficio temporal de una devaluación del rublo. Cuando una moneda se devalúa, el fantasma de la inflación siempre está a la vuelta de la esquina. ¿Cómo puede Rusia evitar un mayor daño y corregir su error del 11 de noviembre? Rusia debería abandonar su régimen de tipo de cambio flotante, que adoptó el 10 de noviembre. El petróleo y otras materias primas que Rusia exporta están denominadas en dólares. Al adoptar un régimen de tipo de cambio flotante, Rusia está invitando la inestabilidad. El tipo de cambio nominal del rublo fluctuará junto con el petróleo y otras materias primas. Cuando el precio del petróleo aumenta (cae) el rublo se apreciará (depreciará), y Rusia experimentará un paseo en montaña rusa distinguido por bajos deflacionarios y altos inflacionarios. Para evitar estos paseos salvajes, la mayoría de los grandes productores de petróleo —Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, y Emiratos Árabes Unidos— atan sus monedas al dólar. Rusia debería hacer lo mismo.
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Para hacer las cosas bien, Rusia debería aprender de la estrategia que John Maynard Keynes utilizó en Rusia y establecer una caja de convertibilidad.
Bajo una caja de convertibilidad el banco central emite billetes y monedas. Estos son convertibles a moneda extranjera de reserva a un tipo de cambio fijo y a libre demanda. Como reservas, la autoridad monetaria tiene títulos y valores de alta calidad denominados en la moneda de reserva. Sus reservas son iguales al 100 por ciento, o más, de sus notas y billetes en circulación, conforme lo determine la ley. Un banco central que opera bajo las normas de una caja de convertibilidad no acepta depósitos y genera ingresos por la diferencia entre el interés pagado por los títulos y valores y el gasto de mantener sus notas y billetes en circulación. No tiene política monetaria discrecional. En cambio, las fuerzas del mercado por sí solas determinan la oferta del dinero.
Hay un precedente histórico en Rusia de una caja de convertibilidad. Luego de la Revolución Bolchevique, cuando las tropas de Gran Bretaña y otras naciones aliadas invadieron el norte de Rusia, la moneda estaba en caos. La guerra civil de Rusia había empezado, y cada parte involucrada en el conflicto estaba emitiendo una moneda que valía casi nada. Hubo más de 2.000 emisores distintos de rublos fiduciarios.
Para facilitar el comercio, los británicos establecieron la Caja Nacional de Emisión para el norte de Rusia en 1918. La Caja emitía notas de “rublos británicos”. Estos estaban respaldados por libras esterlinas y eran convertibles a libras a un tipo de cambio fijo. Kurt Schuler y yo descubrimos documentos en los archivos de la Oficina Británica de Asuntos Exteriores que demuestran que el padre del rublo británico fue John Maynard Keynes, quien era en ese entonces funcionario de la Tesorería Británica.
A pesar de la guerra civil, el rublo británico fue un gran éxito. La moneda nunca se desvió de su tipo de cambio fijo en relación a la libra británica. A diferencia de otros rublos rusos, el rublo británico fue un depósito de valor confiable. Naturalmente, el rublo británico sacó de circulación a los demás rublos.
Desafortunadamente, la vida del rublo británico fue breve: la Caja Nacional de Emisión cesó sus operaciones en la década de 1920, luego de que las tropas de los aliados se retiraran de Rusia.
Siendo esto así, es hora de que Putin aprenda una lección de Keynes y haga lo que ya hacen la mayoría de los grandes productores de petróleo: atar el rublo al dólar.

Rusia: la relación entre Keynes y el rublo

Steve Hanke
 
Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Johns Hopkins University en Baltimore. Hanke se desempeña como presidente del Toronto Trust Argentina en Buenos Aires, el fondo mutual con el mejor desempeño en el mundo en 1995. Ha sido asesor de varios gobiernos en un diverso conjunto de temas políticos. Actualmente es consejero estatal y asesor del presidente de Montenegro y asesor del ministro de economía y finanzas de Ecuador. En 1998. Hanke fue nombrado una de las 25 personas más influyentes en el mundo por la revista World Trade, y un Asociado Distinguido de la International Atlantic Economic Society.
El 3 de marzo de 2014 EE.UU. inició una guerra contra Rusia. Esto sucedió cuando EE.UU. impuso sanciones por primera vez. Y si, las sanciones no son nada más que guerra a través de medios no militares. Dicho esto, el 11 de noviembre Rusia cometió un gran error. Dejó que el rublo flote. Desde ese entonces, el rublo no ha flotado en un mar de tranquilidad. Ha caído marcadamente junto con el petróleo —en alrededor de 25% y su volatilidad se ha disparado a alrededor de 65%.
La caída del rublo significa que las importaciones rusas serán más caras y sus exportaciones más competitivas. Esta combinación ayudará a mantener positivo el saldo de la cuenta corriente de Rusia, lo cual compensará en algo la masiva fuga de capitales.


Tuesday, July 5, 2016

Lecciones de Japón y Estados Unidos


Charlie Munger, vicepresidente de Berkshire Hathaway y mítico socio de Warren Buffett, no sólo es uno de los más exitosos inversores de las últimas décadas, sino que también destaca por su vasta sabiduría.

Uno de sus más acertados consejos es el de procurar siempre invertir los problemas. A menudo los problemas son difíciles de resolver de forma directa. Una buena forma de abordarlos, dice Munger, es pensar en qué puede ir mal, en posibles errores que podemos cometer, y tratar de evitarlos. Un buen caso para aplicar esta técnica puede ser el de la crisis de Japón. El estallido de la actual crisis económica en Estados Unidos y Europa guarda grandes paralelismos con los problemas que han vivido los japoneses desde los años noventa: brutal burbuja inmobiliaria, gran endeudamiento privado, estructura productiva insostenible, colapso financiero y la consecuente recesión deflacionaria.



Lamentablemente, un cuarto de siglo después, el país nipón no sólo no ha resuelto sus problemas sino que los ha agravado. Japón tal vez sea el más claro ejemplo de lo que no hay que hacer.
La receta japonesa contra la crisis no fue otra que la que prescribe el keynesianismo. Para evitar la dolorosa pero necesaria reestructuración del aparato productivo, el desapalancamiento y la liquidación de empresas e inversiones inviables, se implementó un programa que ahora nos suena bastante: política monetaria expansiva (el término quantitative easing no es un invento americano, sino que fue el Banco de Japón el primero en ponerlo en marcha), tipos de interés a cero, rescates de bancos y empresas e incremento del gasto público con cargo a un abultado déficit fiscal.
Los resultados a largo plazo de dicho programa dejan mucho que desear. En el año 2013, el PIB nominal de Japón fue el mismo que en 1991. Lo que no es igual es la deuda. Sólo la deuda pública se ha disparado de un 70% del PIB hasta el 240% en 2013. Si tomamos la deuda pública, más la de las familias y empresas no financieras, actualmente está en torno al 450% del PIB.
El actual primer ministro, Shinzo Abe, ganó las elecciones a finales de 2012 con un programa económico en el que proponía, básicamente, un all-in de las mismas políticas keynesianas que habían fracasado hasta la fecha.
Las famosas “tres flechas” que componen el Abenomics consisten en un masivo estímulo fiscal (la inversión pública ha aumentado en un 21%), una flexibilización monetaria masiva y unas supuestas reformas estructurales que en la práctica aún no se han hecho. En pocas palabras, un programa que recuerda a aquella cómica escena de los hermanos Marx en la que, al grito de ¡más madera!, terminan destrozando un tren para usarlo como combustible.
Se atribuye a Einstein, probablemente de forma incorrecta, la frase de que la locura es intentar una cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultadosEn esta ocasión no ha sido una excepción. Tras el típico repunte inmediato, la economía japonesa ha vuelto a las andadas.
El segundo trimestre de 2014 la economía nipona se contrajo espectacularmente, un 7,3% respecto al año anterior. Para el tercer trimestre, en el que se esperaba un cierto rebote, recientemente supimos que Japón siguió hundiéndose, cayendo un 1,6% respecto al año anterior y entrando oficialmente en recesión. Un decepcionado Shinzo Abe acaba de convocar elecciones anticipadas para poner en manos de los japoneses el rumbo que debe seguir el gobierno para salir de la crisis.
A menudo se dice que Estados Unidos ha logrado salir de la Gran Recesión gracias al quantitative easing y a los estímulos fiscales. Pero si es así, ¿cómo es que quien ha aplicado más intensamente estas mismas medidas, como Japón, no logra levantar cabeza tras un cuarto de siglo tropezando con la misma piedra?
El motivo es que el intento de simplificar la realidad lleva a muchos a caer en la falacia post hoc ergo propter hoc. O dicho de otro modo, no porque A suceda antes que B significa que sea su causa. Puede que B suceda pese a A.
Hay que decir que aunque Estados Unidos evoluciona positivamente, lo hace muy despacio y la recuperación está lejos de ser sólida. Pero si por algo no ha sido es por los estímulos fiscales ni por la expansión monetaria.
En primer lugar, porque pese a los lamentos de economistas como Paul Krugman, el gasto público lleva congelado en términos absolutos desde 2010 y ha caído desde el 41,9% de PIB hasta el 36,6% en 2013. Y en segundo lugar, porque como expliqué en un artículo anterior el quantitative easing en el mejor de los casos es inútil y en el peor retrasa la recuperación, posponiendo las necesarias reestructuraciones.
Afortunadamente Estados Unidos tiene características propias que agilizan la recuperación de las que otros países carecen o cuyos gobiernos se han negado a aplicar.
Si hay que destacar tres son, primero, la relativa mayor flexibilidad a la hora de liquidar inversiones y empresas inviables y trasladar los factores productivos de forma rápida a nuevas líneas de negocio rentables y sostenibles.
Segundo, la revolución energética que actualmente se vive en América del Norte, principalmente en el sector del gas.
Y tercero, una deuda que pese a que no podemos decir que sea baja, sí es comparativamente menor que la japonesa o la europea. La suma de la deuda pública, de las empresas no financieras y las familias en Estados Unidos es del entorno del 250%. Poco más de la mitad que la monstruosa deuda de Japón.
Si bien Estados Unidos parece haber salido de la trampa depresiva en la que Japón lleva décadas, existe hoy un paciente que camina con paso firme hacia la japonización: Europa.
No sólo ha imitado todas las recetas malas de Japón y Estados Unidos, sino que ha olvidado incluir las que sí son positivas de países como el norteamericano. No vendría mal a los dirigentes europeos hacer caso a Charlie Munger, invertir el problema y empezar por evitar los errores que otros han cometido.

Lecciones de Japón y Estados Unidos


Charlie Munger, vicepresidente de Berkshire Hathaway y mítico socio de Warren Buffett, no sólo es uno de los más exitosos inversores de las últimas décadas, sino que también destaca por su vasta sabiduría.

Uno de sus más acertados consejos es el de procurar siempre invertir los problemas. A menudo los problemas son difíciles de resolver de forma directa. Una buena forma de abordarlos, dice Munger, es pensar en qué puede ir mal, en posibles errores que podemos cometer, y tratar de evitarlos. Un buen caso para aplicar esta técnica puede ser el de la crisis de Japón. El estallido de la actual crisis económica en Estados Unidos y Europa guarda grandes paralelismos con los problemas que han vivido los japoneses desde los años noventa: brutal burbuja inmobiliaria, gran endeudamiento privado, estructura productiva insostenible, colapso financiero y la consecuente recesión deflacionaria.


Wednesday, June 22, 2016

Inflacionismo: alineados con la crisis global


Inflacionismo: alineados con la crisis global

Mauricio Ríos
Artículo y análisis original de Mauricio Ríos.

La economía global continúa deteriorándose. Solamente en esta semana, cuando ha vuelto a caer el Baltic Dry Index, lo han señalado Robert Shiller y Nouriel Roubini. Sin que todavía se hubieran recuperado con firmeza las primeras economías del globo, las economías emergentes que sostenían el crecimiento sufren serias turbulencias.

¿Y por la región? Pues lo mismo. Brasil permanece con una muy seria inestabilidad política, mientras la inflación sigue incrementándose limitando sus municiones para la guerra monetaria entre el dólar y el yen, y Venezuela permanece en el absurdo de sussoldados que roban cabras para poder comer.
Ante tal situación, Ken Rogoff ha sorprendido con su recomendación a los mercados emergentes de incrementar sus reservas en oro, y Stanley Druckenmiller, presidente y director de Duquesne Family Office, ha recomendado abandonar posiciones bursátiles y también comprar oro.


¿Y qué sucede con Bolivia en semejante entorno? La última noticia ha sido la emisión de un nuevo billete con la denominación de Bs. 500. El Banco Central de Bolivia ha manifestado que el crecimiento de la economía así lo exige, además de que asegura,junto a algunos analistas, que dicha emisión no generará inflación. Para variar, todo a contramano. Ya que la burbuja se desinfla, hay que meterle más fuelle.
Pero veamos: además de que esta emisión se encuentra en el marco del mayor programa de hiperestímulo del consumo, el gasto y el endeudamiento que jamás se haya conocido en el país, y no en la inversión privada rentable, si el billete de 500 no generará inflación, ¿cuál es el temor de emitir el de 700 que planeaban ya en agosto?
El problema es que añadir una nueva denominación es una consecuencia de la inflación presente e inmediatamente anterior: ¡los billetes de 200 ya sólo alcanzan para lo que hace pocos años alcanzaba el billete de 100! Y con seguridad que para cuando los de 700 sean emitidos será para lo que ya no alcancen los de 500. Tan sencillo como eso. Y no digan que no generará inflación, si hace tan sólo un par de semanas anunciaron la absurda decisión de incrementar la liquidez buscando apuntalar el crecimiento.
Este es un muy viejo argumento inflacionista, pues. Es como decir que el patrón oro no es posible porque la cantidad del metal alrededor del globo no sería suficiente para el número de transacciones en una economía. Burda fundamentación. Una de las virtudes del patrón oro, justamente, es que al ser escaso el metal preserva su valor y lo incrementa frente al papel moneda, a la vez que impide la voracidad fiscal de los gobiernos gastando más de lo que realmente se genera. Solamente aplique la ley de la utilidad marginal decreciente a la producción de dinero estatal, en este caso por parte del Banco Central de Bolivia. Siempre terminará valiendo menos aquello de lo que más abunda.
No es necesario esperar a ver volar todo por los aires para aceptar que la crisis ya está aquí.
Ahora, ¿por qué se insiste tanto el oro? Aquí viene lo interesante: estamos a exactamente cuatro meses de la presentación de un gran proyecto para la preservación patrimonial de nuestros clientes, una serie de estrategias para asumir el desafío del acoso contra su capital. Hemos organizado un road show que cubrirá algunas ciudades latinoamericanas, entre las que se encuentra nada menos que la capital de Santa Cruz de la Sierra, y para no sólo decirle por qué el metal amarillo, que tiene su mejor trimestre en 30 años, debe componer una parte de su portafolio de inversión, sino además cómo, cuándo y dónde. #StayTuned!

Inflacionismo: alineados con la crisis global


Inflacionismo: alineados con la crisis global

Mauricio Ríos
Artículo y análisis original de Mauricio Ríos.

La economía global continúa deteriorándose. Solamente en esta semana, cuando ha vuelto a caer el Baltic Dry Index, lo han señalado Robert Shiller y Nouriel Roubini. Sin que todavía se hubieran recuperado con firmeza las primeras economías del globo, las economías emergentes que sostenían el crecimiento sufren serias turbulencias.

¿Y por la región? Pues lo mismo. Brasil permanece con una muy seria inestabilidad política, mientras la inflación sigue incrementándose limitando sus municiones para la guerra monetaria entre el dólar y el yen, y Venezuela permanece en el absurdo de sussoldados que roban cabras para poder comer.
Ante tal situación, Ken Rogoff ha sorprendido con su recomendación a los mercados emergentes de incrementar sus reservas en oro, y Stanley Druckenmiller, presidente y director de Duquesne Family Office, ha recomendado abandonar posiciones bursátiles y también comprar oro.