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Wednesday, July 6, 2016

Rusia: la relación entre Keynes y el rublo

Steve Hanke
 
Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Johns Hopkins University en Baltimore. Hanke se desempeña como presidente del Toronto Trust Argentina en Buenos Aires, el fondo mutual con el mejor desempeño en el mundo en 1995. Ha sido asesor de varios gobiernos en un diverso conjunto de temas políticos. Actualmente es consejero estatal y asesor del presidente de Montenegro y asesor del ministro de economía y finanzas de Ecuador. En 1998. Hanke fue nombrado una de las 25 personas más influyentes en el mundo por la revista World Trade, y un Asociado Distinguido de la International Atlantic Economic Society.
El 3 de marzo de 2014 EE.UU. inició una guerra contra Rusia. Esto sucedió cuando EE.UU. impuso sanciones por primera vez. Y si, las sanciones no son nada más que guerra a través de medios no militares. Dicho esto, el 11 de noviembre Rusia cometió un gran error. Dejó que el rublo flote. Desde ese entonces, el rublo no ha flotado en un mar de tranquilidad. Ha caído marcadamente junto con el petróleo —en alrededor de 25% y su volatilidad se ha disparado a alrededor de 65%.
La caída del rublo significa que las importaciones rusas serán más caras y sus exportaciones más competitivas. Esta combinación ayudará a mantener positivo el saldo de la cuenta corriente de Rusia, lo cual compensará en algo la masiva fuga de capitales.



Es hora de que Putin aprenda una lección de Keynes y haga lo que ya hacen la mayoría de los grandes productores de petróleo: atar el rublo al dólar.
Además, las cuentas fiscales de Rusia están denominadas en rublos que se están depreciando y sus exportaciones se cobran en dólares que se están apreciando. Siendo así las cosas, el impacto fiscal debido a los precios más bajos del petróleo será amortiguado por un rublo débil.
Pero hay límites a cualquier beneficio temporal de una devaluación del rublo. Cuando una moneda se devalúa, el fantasma de la inflación siempre está a la vuelta de la esquina. ¿Cómo puede Rusia evitar un mayor daño y corregir su error del 11 de noviembre? Rusia debería abandonar su régimen de tipo de cambio flotante, que adoptó el 10 de noviembre. El petróleo y otras materias primas que Rusia exporta están denominadas en dólares. Al adoptar un régimen de tipo de cambio flotante, Rusia está invitando la inestabilidad. El tipo de cambio nominal del rublo fluctuará junto con el petróleo y otras materias primas. Cuando el precio del petróleo aumenta (cae) el rublo se apreciará (depreciará), y Rusia experimentará un paseo en montaña rusa distinguido por bajos deflacionarios y altos inflacionarios. Para evitar estos paseos salvajes, la mayoría de los grandes productores de petróleo —Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, y Emiratos Árabes Unidos— atan sus monedas al dólar. Rusia debería hacer lo mismo.
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Para hacer las cosas bien, Rusia debería aprender de la estrategia que John Maynard Keynes utilizó en Rusia y establecer una caja de convertibilidad.
Bajo una caja de convertibilidad el banco central emite billetes y monedas. Estos son convertibles a moneda extranjera de reserva a un tipo de cambio fijo y a libre demanda. Como reservas, la autoridad monetaria tiene títulos y valores de alta calidad denominados en la moneda de reserva. Sus reservas son iguales al 100 por ciento, o más, de sus notas y billetes en circulación, conforme lo determine la ley. Un banco central que opera bajo las normas de una caja de convertibilidad no acepta depósitos y genera ingresos por la diferencia entre el interés pagado por los títulos y valores y el gasto de mantener sus notas y billetes en circulación. No tiene política monetaria discrecional. En cambio, las fuerzas del mercado por sí solas determinan la oferta del dinero.
Hay un precedente histórico en Rusia de una caja de convertibilidad. Luego de la Revolución Bolchevique, cuando las tropas de Gran Bretaña y otras naciones aliadas invadieron el norte de Rusia, la moneda estaba en caos. La guerra civil de Rusia había empezado, y cada parte involucrada en el conflicto estaba emitiendo una moneda que valía casi nada. Hubo más de 2.000 emisores distintos de rublos fiduciarios.
Para facilitar el comercio, los británicos establecieron la Caja Nacional de Emisión para el norte de Rusia en 1918. La Caja emitía notas de “rublos británicos”. Estos estaban respaldados por libras esterlinas y eran convertibles a libras a un tipo de cambio fijo. Kurt Schuler y yo descubrimos documentos en los archivos de la Oficina Británica de Asuntos Exteriores que demuestran que el padre del rublo británico fue John Maynard Keynes, quien era en ese entonces funcionario de la Tesorería Británica.
A pesar de la guerra civil, el rublo británico fue un gran éxito. La moneda nunca se desvió de su tipo de cambio fijo en relación a la libra británica. A diferencia de otros rublos rusos, el rublo británico fue un depósito de valor confiable. Naturalmente, el rublo británico sacó de circulación a los demás rublos.
Desafortunadamente, la vida del rublo británico fue breve: la Caja Nacional de Emisión cesó sus operaciones en la década de 1920, luego de que las tropas de los aliados se retiraran de Rusia.
Siendo esto así, es hora de que Putin aprenda una lección de Keynes y haga lo que ya hacen la mayoría de los grandes productores de petróleo: atar el rublo al dólar.

Rusia: la relación entre Keynes y el rublo

Steve Hanke
 
Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Johns Hopkins University en Baltimore. Hanke se desempeña como presidente del Toronto Trust Argentina en Buenos Aires, el fondo mutual con el mejor desempeño en el mundo en 1995. Ha sido asesor de varios gobiernos en un diverso conjunto de temas políticos. Actualmente es consejero estatal y asesor del presidente de Montenegro y asesor del ministro de economía y finanzas de Ecuador. En 1998. Hanke fue nombrado una de las 25 personas más influyentes en el mundo por la revista World Trade, y un Asociado Distinguido de la International Atlantic Economic Society.
El 3 de marzo de 2014 EE.UU. inició una guerra contra Rusia. Esto sucedió cuando EE.UU. impuso sanciones por primera vez. Y si, las sanciones no son nada más que guerra a través de medios no militares. Dicho esto, el 11 de noviembre Rusia cometió un gran error. Dejó que el rublo flote. Desde ese entonces, el rublo no ha flotado en un mar de tranquilidad. Ha caído marcadamente junto con el petróleo —en alrededor de 25% y su volatilidad se ha disparado a alrededor de 65%.
La caída del rublo significa que las importaciones rusas serán más caras y sus exportaciones más competitivas. Esta combinación ayudará a mantener positivo el saldo de la cuenta corriente de Rusia, lo cual compensará en algo la masiva fuga de capitales.


Thursday, June 23, 2016

El Keynesianismo generó una década perdida para los Estados Unidos

Artículo de Ron Paul.
La semana pasada, los estadounidenses celebraron el final de lo que la mayoría de personas estaban de acuerdo en que fue la década del olvido. El columnista del The New York Times y prominente economista keynesiano Paul Krugman lo llamó en una reciente columna como la década del Gran Cero. Él escribió que “en las medidas de progreso o éxito económico, habían muchas naderías”, lo cual es cierto. Sin embargo, Krugman sigue aturdido al culpar al libre mercado y a la supuesta falta de regulación por el caos económico de EE.UU. Fue alentador verle admitir que inflar las burbujas económicas es un error, sobre todo si tenemos en cuenta que abogó por la creación de una burbuja inmobiliaria a principios de la década, como un medio para aliviar la resaca de la explosión de empresas de la burbuja de Internet. Sin embargo, ya no podemos darnos el lujo de dar a destacados economistas como Krugman, un pase libre cuando se sabe que ignoran por completo toda la carga que impone la fiscalidad, la política monetaria y la excesiva regulación.



Después de todo, Krugman se sigue rascando la cabeza tratando de entender por qué “ningún” economista predijo el colapso del sector inmobiliario. ¿Cómo no lo vieron? Por supuesto, muchos economistas no sólo vieron la tragedia viene cuando todavía estaba muy lejos, sino también comprendieron perfectamente y explicaron en numerosas ocasiones. Las autoridades económicas habrían actuado con prudencia si hubieran hecho caso a las advertencias de los economistas austriacos, y deberían comenzar ahora mismo a escuchar sus enseñanzas, si quieren tener un progreso sólido en el futuro. Si no lo hacen, la corrección necesaria que necesitaría pasar la economía de EE.UU. durará un período de tiempo humanamente insoportable.
Los seguidores de los economistas de la Escuela austriaca utilizan sólo los principios del sentido común. No puedes salir de una recesión a través del gasto y el endeudamiento. No se puede reprimir una economía con regulaciones y esperar que funcione. No puedes asfixiar a la gente y las empresas a impuestos hasta el punto de casi esclavitud y esperar que continúen produciendo. No se puede crear desde cero una gran cantidad de dinero sin hacer que todo ese papel se convierta en inútil. El gobierno no puede compensar el aumento de desempleo contratando a todos los desempleados y convertirlos en burócratas o darles el seguro de desempleo para siempre. No se puede vivir más allá de sus medios indefinidamente. La economía -tan aburrida como suena- realmente necesita para producir cosas que otras personas están realmente dispuestas a comprar. Y el crecimiento del gobierno va en contra de todo eso.
Los burócratas odian tener que lidiar con esta realidad desagradable, pero evidente. Es mucho más atractivo girar la varita mágica de la ley y el gasto público y, por tanto echar la culpa a los que nada tienen que ver con el desorden. Ya es hora de que los estadounidenses se enfrenten con honestidad a sus problemas.
La trágica realidad es que esa escuela de pensamiento económico que fracasa estrepitosamente, aunque ampliamente aceptada, llamada keynesianismo ha llevado a los EE.UU. a ser un país más socialista que capitalista. Mientras que el sector privado en los últimos diez años ha experimentado una montaña rusa de expansiones y contracciones, terminando en 2009 nominalmente el mismo punto que había empezado el año 2000, el gobierno ha ido en constante aumento. Esto se debe a que los keynesianos dijeron a los políticos que podían salirse con la suya con una política de impuestos, gasto e inflacionismo. Toda la tragedia se vio estimulada. Y será imposible que los EE.UU. sobrevivan por mucho tiempo si el gobierno es la única industria en crecimiento.
En cuanto a la supuesta falta de regulación, en la última década se vio la adopción y promulgación de la Ley Sarbanes-Oxley, el mayor acto de legislar la regulación financiera en años. Esta ley fue incapaz de evitar abusos como los perpetrados por Bernie Madoff y ahora es ampliamente aceptado que la nueva normativa no sólo contribuyó en gran medida a la falta de crecimiento real, sino también que muchas empresas se irían del país y se establecerán en las ciudades más aptas para los negocios.
Los estadounidenses han trabajado duro, y Krugman afirma correctamente que no están yendo a ninguna parte. El gobierno está en constante expansión y dejando a los ciudadanos a una tasa de crecimiento menor que cero, si se tiene en cuenta la inflación. Krugman parece estar bastante decepcionado con el cero, pero si en la próxima década seguimos escuchando a los keynesianos en lugar de aquellos que nos dicen la verdad, el crecimiento cero empezará a parecer muy atractivo. El resultado final de la destrucción de la moneda es la aniquilación de la clase media. Impedir esto debería ser la máxima prioridad económica para los estadounidenses.

El Keynesianismo generó una década perdida para los Estados Unidos

Artículo de Ron Paul.
La semana pasada, los estadounidenses celebraron el final de lo que la mayoría de personas estaban de acuerdo en que fue la década del olvido. El columnista del The New York Times y prominente economista keynesiano Paul Krugman lo llamó en una reciente columna como la década del Gran Cero. Él escribió que “en las medidas de progreso o éxito económico, habían muchas naderías”, lo cual es cierto. Sin embargo, Krugman sigue aturdido al culpar al libre mercado y a la supuesta falta de regulación por el caos económico de EE.UU. Fue alentador verle admitir que inflar las burbujas económicas es un error, sobre todo si tenemos en cuenta que abogó por la creación de una burbuja inmobiliaria a principios de la década, como un medio para aliviar la resaca de la explosión de empresas de la burbuja de Internet. Sin embargo, ya no podemos darnos el lujo de dar a destacados economistas como Krugman, un pase libre cuando se sabe que ignoran por completo toda la carga que impone la fiscalidad, la política monetaria y la excesiva regulación.