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Wednesday, June 22, 2016

¡El socialismo no funciona!

Como podemos ver en la actualidad, es muy común ver en muchos países de américa donde quieren encontrar una igualdad social u económica de la cual esta muy mal planteada generalmente como un problema de la que no es posible resolver, debido a sus buenas intenciones, pero malos resultados. Tomando como ejemplo a un país como Venezuela donde se afronta una crisis bastante grande, una de las cosas que ha dicho el gobierno, es que de manera injusta a la clase productora en su gran mayoría se le quite lo poco que han tenido para solventar los problemas económicos del país, además de pagar impuestos excesivamente, solo por tener empresas que producen, le quitan grandes bienes y se los otorgan a la clase baja “pobres” para ayudarles “compasivamente”. Parece que se castigara solo por producir y se recompensará el no producir, la irresponsabilidad. 


Y  esto lo que hace es que poco a poco se vaya generando personas mediocres, de tal manera esperan siempre las ayudas del Estado para poder subsistir; y ese es el gran error del gobierno fascista venezolano.  A las empresas les quitan lo único que tienen: capital, que es lo que genera riqueza y si esto pasa, ninguna persona (s) van a querer invertir, fácilmente ellos suspenden sus empresas, se retiran y se van hacia otro país que si les permita generar el incentivo que están esperando. Por el dejar de producir la economía baja, y esto lo que está pasando en el vecino país y no solamente en este sino en todo los países que quieren seguir este modelo: socialismo del siglo XXI, que lo que hace es guiarnos hacia la hecatombe, el caos y la pesadumbre. También podemos mencionar a Cuba, Ecuador o Bolivia, es casi un hecho que:  “el socialismo estatista nunca funciona y ni va funcionar “.
Recordando una gran frase de Paul Craig Roberts, expresa:
“Todos deberíamos estar agradecidos a los soviéticos porque probaron de forma concluyente que el socialismo no funciona. Nadie puede decir que no tuvieron suficiente poder o suficiente burocracia o suficientes planificadores o que no llevaron las cosas hasta el grado suficiente”
Uno de los grandes errores de los gobiernos de américa es que el socialismo abunda. El socialismo lo que genera es crisis, mirando desde el otro charco potencias como Australia, Suiza o Liechtenstein que se destacan por su gran índice de libertad económica, se puede ver que los métodos económicos no son socialistas, manejan el capitalismo en gran medida libre, que para nuestro concepto es un valor importante como métodos eficientes para mejorar la economía. Esto nos termina de comprobar  nuevamente que “el socialismo nunca funciona”. Ahora, exponiendo unos argumentos más acertados… paradójicamente, la razón por la cual una economía socialista no puede haber viabilidad, no se debe específicamente a que sea socialista. El Socialismo es el sistema en el cual el Estado toma control a la fuerza de todos los medios de producción en la economía, la razón de la imposibilidad del cálculo económico en el socialismo es que un solo agente posee o dirige todos los recursos de la economía. Debe estar claro que no hay diferencia en esto si el agente es el Estado o un individuo o un cartel empresarial, el método socialista es una crisis económica segura por la degradación de las empresas productoras, contrario como lo es la forma de mejorar la economía con capitalismo laissez faire o de libre mercado, que si bien no es totalmente libre, se ha demostrado que entre más libre, más próspero se es, pero entonces: ¿cómo funciona este capitalismo laissez faire?
Sencillamente…
El capitalismo es el orden social que resulta de la libertad económica en la disposición y usufructo de la propiedad privada sobre el capital como herramienta de producción.

¡El socialismo no funciona!

Como podemos ver en la actualidad, es muy común ver en muchos países de américa donde quieren encontrar una igualdad social u económica de la cual esta muy mal planteada generalmente como un problema de la que no es posible resolver, debido a sus buenas intenciones, pero malos resultados. Tomando como ejemplo a un país como Venezuela donde se afronta una crisis bastante grande, una de las cosas que ha dicho el gobierno, es que de manera injusta a la clase productora en su gran mayoría se le quite lo poco que han tenido para solventar los problemas económicos del país, además de pagar impuestos excesivamente, solo por tener empresas que producen, le quitan grandes bienes y se los otorgan a la clase baja “pobres” para ayudarles “compasivamente”. Parece que se castigara solo por producir y se recompensará el no producir, la irresponsabilidad. 

Sunday, June 19, 2016

De cómo Wilson y la Fed prolongaron la Gran Guerra


Mientras el mundo reflexiona sobre el horror incomprensible de la Gran Guerra que estalló hace 100 años, hay una pregunta que no se plantea en la cobertura mediática. ¿Cómo no hubo un acuerdo de paz entre los beligerantes en 1915 o al menos en 1916 cuando quedó claro para todos (especialmente después de la Batalla del Somme) que el conflicto shaía llegado a una posición de tablas y era un holocausto de juventud?
Aunque había habido algunos primeras esperanzas de paz en 1916, se desvanecieron rápidamente a quedar claro que el gobierno británico no aceptaría un acuerdo de compromiso. El éxito político de quienes se oponían al compromiso se basaba en buena medida en el argumento de que EEUU entraría pronto en el conflicto en el lado de la Entente (Gran Bretaña y Francia).



Aunque EEUU había permitido a la Entente (pero no a las Potencias Centrales) acceder a Wall Street sin restricciones durante los primeros dos años de la guerra, la evidencia histórica demuestra que el presidente Wilson se había inclinado por amenazar a Gran Bretaña con el fin de su acceso a la vital financiación del mercado de EEUU para sus esfuerzo de guerra si no negociaba seriamente la paz. Pero Wilson fue disuadido de pedir la paz a los negociadores por su consejero político, el coronel House.
Una historia menos conocida es el papel de la Fed entonces recién creada (que abrió sus puertas en 1914) y sus aliados dentro de la administración Wilson para facilitar la financiación de la Entente. Dos importantes miembros de la Fed (Paul Warburg y Adolph Miller) habían librado una batalla en la retaguardia buscando impedir el descuento de letras comerciales o la compra de aceptaciones (en buena parte para financiar armamento) emitidas por los beligerantes (en la práctica, las potencias de la Entente). Pero habían sido derrotados por la persistencia del jefe de la Fed de Nueva York, Benjamin Strong (aliado cercano de J.P. Morgan y ortos que estaban obteniendo enormes ganancias dando préstamos a Francia y Gran Bretaña) y el secretario del Tesoro, McAdoo, yerno de Wilson. (McAdoo, cuya empresa ferroviaria había sido rescatada personalmente por J.P. Morgan, era también un miembro con derecho a voto del Consejo de la Reserva Federal).
Milton Friedman ha argumentado que la creación de la Reserva Federal no supuso ninguna diferencia para los resultados monetarios y económicos de EEUU durante el periodo de neutralidad (hasta marzo de 1917) o durante la participación de EEUU en la guerra (hasta noviembre de 1918). La diferencia, respondía Friedman, vino después, cuando la Fed permitió que continuara el rápido crecimiento monetario durante un año más. Bajo el régimen pre-Fed, argumenta Friedman, EEUU hibera experimentado también enormes entradas de oro durante el periodo de neutralidad y bajo los procedimiento entonces existentes (para compras oficiales de oro por EEUU) y estos habrían alimentado un rápido crecimiento de dinero de alta potencia y por tanto de inflación. En el periodo de participación bélica, el Tesoro habría impreso dinero sin o con la Fed (como ocurrió en realidad durante la Guerra Civil).
Hay dos grandes advertencias a considerar acerca de la defensa de Friedman de “la Fed no supone ninguna diferencia”. La primera es que la capacidad de la administración y de Wall Street para financiar el flujo de finanzas a la Entente se habría limitado en ausencia de un apoyo por la puerta trasera (mediante aceptaciones y letras comerciales) por parte de la nueva “criatura de Jekyll Island” (la Fed). La segunda es que ambos bandos dentro de la Fed (Benjamin Strong por un lado y Paul Warburg y Adolph Miller por el otro) estaban unidos en alabar la acumulación de oro en el balance de sus nuevas instituciones. Veían esto como un fortalecimiento de la base metálica de la divisa (ambos estaban preocupados de que la creación de la Fed no fuera el inicio de un viaje hacia el dinero fiduciario) y también como un factor clave en su objetivo de hacer de Nueva York el centro financiero número uno en el mundo, desplazando a Londres de ese papel.
Sin estos impedimentos, es posible que EEUU hubiera seguido el mismo camino que Suiza al ocuparse del aflujo de oro de los beligerantes y su potencial inflacionista. Ese camino fue la suspensión de las compras oficiales de oro y una flotación temporal del precio del oro en la práctica. Este último habrían caído hasta, digamos, 10-14$ la onza desde el nivel entonces oficial de 21$ y consecuentemente el dólar (como el franco suizo) se habría revalorizado, mientras que la libra esterlina y el franco francés habrían estado bajo una intensa presión a la baja. En la práctica, las potencias de la Entente no habrían podido financiar sus gastos de guerra mandando oro a EEUU y haciendo que se monetizara este por parte de la Fed y el Tesoro, un proceso que en la práctica gravaba a los ciudadanos de EEUU con un impuesto de inflación.
La suspensión de las compras de oro habría significado una mejor perspectiva de que hubiera un patrón oro mundial recuperado en la consiguiente paz. El agotamiento de las reservas de oro británicas durante la guerra impidió la resurrección de la libra esterlina como dinero en oro. Su supuesta vuelta al oro en 1925fue de hecho un tipo de cambio fijo con el dólar de EEUU. EEUU se habría librado de mucha de la inflación acumulada en tiempo de guerra. A Fed no habría tenido tanto oro como para tolerar la gran borrachera monetaria de 1919 antes de acabar viéndose obligada por un declive en su postura de oro libre para endurecer repentinamente su política e inducir la Gran Recesión de 1920-21- Ese episodio llevó a la Fed durante la década de 1920 a centrarse en la gestión monetaria moderna (cambios políticos contracíclicos y estabilización de precios). Las consecuencias de ese enfoque, finalmente fatal para el orden del oro, fueron el Gran Auge y la Gran Depresión.

De cómo Wilson y la Fed prolongaron la Gran Guerra


Mientras el mundo reflexiona sobre el horror incomprensible de la Gran Guerra que estalló hace 100 años, hay una pregunta que no se plantea en la cobertura mediática. ¿Cómo no hubo un acuerdo de paz entre los beligerantes en 1915 o al menos en 1916 cuando quedó claro para todos (especialmente después de la Batalla del Somme) que el conflicto shaía llegado a una posición de tablas y era un holocausto de juventud?
Aunque había habido algunos primeras esperanzas de paz en 1916, se desvanecieron rápidamente a quedar claro que el gobierno británico no aceptaría un acuerdo de compromiso. El éxito político de quienes se oponían al compromiso se basaba en buena medida en el argumento de que EEUU entraría pronto en el conflicto en el lado de la Entente (Gran Bretaña y Francia).


La bendición keynesiana: Los estadounidenses están quebrados

IOU
El escritor Neal Gabler “confesaba” recientemente su “vergüenza secreta” en un artículo del Atlantic Monthly sobre cómo un enorme porcentaje de estadounidenses de clase media están viviendo por encima de sus medios, manteniéndose nómina a nómina y atascados con su deuda personal. Escribe:
Nunca he hablado de mis tribulaciones financieras, ni siquiera con mis amigos más cercanos, esto es, hasta que me di cuenta de que lo que estaba pasándome, también les estaba pasando a millones de otros estadounidenses, y no sólo a los más pobres de entre nosotros, quienes, por definición, luchan por llegar a fin de mes. Esto le estaba pasando, de acuerdo con esa encuesta de la Fed y otras, a profesionales de clase media e incluso de clase alta. Le estaba pasando a gente cercana la jubilación, así como la gente que estaba a punto de empezar. Le estaba pasando los graduados universitarios y a los fracasados de los institutos. Estaba pasando en todo el país, incluyendo lugares en los que menos podrías esperar de esos problemas. Sabía que no tendría 400$ para una emergencia. Lo que no sabía, no podía concebir, era que tantos otros estadounidenses no tuvieran tampoco dinero disponible.


Merece la pena leer el artículo aunque sólo sea para ver los hábitos de gasto y estilos de vida de alguien que ha administrado bien sus rentas, pero ahora se ve atrapado en una enorme trampa financiera y las cosas solo pueden deteriorarse a partir de aquí. Gabler trata de encontrar y establecer un culpable y este va de los bancos a las personas a “estar a la altura de los vecinos”. Todo esto está bien, pero no apunta el papel del Sistema de la Reserva Federal y la venenosa ideología que sostienen todas las acciones de la Fed: el keynesianismo.

Sin fondos de emergencia: Un triunfo para los keynesianos

Hay una triste ironía en el artículo de Gabler y es que lo que este entiende como una crisis financiera real en las familias de clase media realmente es el estado ideal de cosas a través de las lentes keynesianas de pensamiento económico. En el mundo patas arriba del keynesianismo, el hecho de que la mayoría de los estadounidenses vivan ahora al día sin ningún ahorro apreciable es la clave de la prosperidad, al menos en el país de Keynes. Dejadme que me explique.
La década de 1950 empezó a desarrollarse la llamada revolución keynesiana a través de las facultades universitarias estadounidenses al convertirse “la nueva economía” en lo último. John Maynard Keynes, en su libro supuestamente “novedoso”, la Teoría general, había demostrado que lejos de bendecir una economía con los medios para la formación de capital, los ahorros familiares en realidad eran una maldición y cuando “demasiadas” familias ahorraban demasiado dinero, se producía la llamada paradoja del ahorro, que en realidad llevaría a la economía a la temida trampa de la liquidez.
Los estadounidenses en ese momento tampoco fueron conscientes de esta nueva doctrina sagrada y continuaron ahorrando. Por ejemplo, supe de una madre soltera que durante la mayor parte de su vida laboral ganó poco más que salario mínimo, pero después de jubilarse fue capaz de comprarse una casa de 100.000$ en efectivo y ha seguido viviendo bien con más de 90 años. Sus padres eran granjeros pobres, pero consiguieron ahorrar una cantidad asombrosa de dinero a pesar de sus muy bajas rentas.
Entonces no era raro. Los estadounidenses eran conocidos por sus costumbres ahorradoras y continuaron ahorrando incluso cuando los economistas keynesianos empezaron a regañarles por negar que la economía necesitara “gasto” para mantener el “pleno empleo”. Como todos los progresistas, los keynesianos creían que si los estadounidenses no estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario para mantener niveles de pleno empleo, entonces el gobierno federal tendría que “animarles” a hacerlo y los políticos estadounidenses estuvieron muy contentos de ganarse la alabanza del profesorado.
Y así, poco a poco, el gobierno de EEUU cambió el panorama económico de este país para adecuarlo a los “ideales” keynesianos. El cambio oficial más importante en la política estadounidense fue la promoción de la inflación. Es verdad que los responsables afirmaban que la inflación era algo malo y podía “repararse” aplicando controles de salarios y precios, pero en el Sistema de la Reserva Federal dominado por los keynesianos, los responsables ya estaban estableciendo “objetivos de inflación” para evitar que la economía cayera en la deflación.
Aunque la “teoría” keynesiana genera muchos mitos, uno de los principales es que la infracción (léase devaluación monetaria) ayuda a crear pleno empleo y que es necesaria porque, dejara a su propio aire, una economía de mercado libre se deterioraría rápidamente en una espiral deflacionista y acabaría en un “equilibrio” perverso en el que el desempleo sería alto y la actividad económica sería baja. Solo la inflación puede detener la espiral y si está no es lo “suficientemente grande”, según los keynesianos, entonces el sistema se desplomará en las profundidades de una depresión deflacionista.
Para los economistas austriacos, nada de esto tiene sentido, al menos si se habla de economía real, no de política. Si tienes tuviera razón, entonces la inacción pública durante la recesión de 1921 habría generado una gran depresión a lo largo de la década de 1920. En ese sentido, como el gobierno no había intervenido en depresiones y recesiones anteriores, la lógica keynesiana habría significado que la economía de EEUU habría estado en una depresión permanente.

Los beneficios del ahorro y la inversión

Los resultados históricos van paralelos a la teoría económica. Las economías no crecen porque los gobiernos inyecten dosis de “demanda agregada”: crecen porque los empresarios desarrollan mejores usos de factores de producción que permiten que se produzcan más bienes y también permiten que se apliquen más recursos en áreas en las que no se hayan usado, o al menos usado en menores cantidades.
Tomemos como ejemplo el desarrollo de la lavadora. Antes de que se desarrollaran las lavadoras y estuvieran disponibles para las familias, lavar la ropa era un enorme quehacer que podría tomar al menos un día y tal vez incluso más. En su mayor parte, los quehaceres de lavandería familiares eran realizados por mujeres que trabajaban durante horas para limpiar ropa y otros materiales.
Sin embargo las lavadoras permitían a las amas de casa hacer más colada en menos tiempo, permitiéndoles así aplicar algunas de sus otras habilidades a otras cosas. Multipliquemos este tipo de cosas a lo largo de toda la economía y podremos tener una idea de cómo el desarrollo de esos bienes posibilita el crecimiento económico.
Contra lo que dice Paul Krugman y otros keynesianos modernos, la formación de capital no existe como algo “dado”. Por el contrario, la formación de capital no sólo es una función (por aplicar liberalmente un término matemático) del ahorro, debe serlo porque las economías modernas implican una mezcla de capital y bienes de consumo. No se puede consumir toda la producción presente y simultáneamente abstenerse del consumo para crear bienes de capital que producirían más bienes de consumo en el futuro.
Por ejemplo, si la gente (como nuestros antepasados) está dispuesta a ahorrar grandes porciones de sus rentas, no es porque sean irracionales o estén “atesorando” dinero (como nos dirían Krugman), sino más bien porque quieren posponer parte de consumo actual para ser capaces de consumir más en el futuro. Los inversores toman esas existencias de ahorros y posteriormente invierten en los tipos de bienes de capital que permitirían la creación de todavía más bienes a ser consumidos en un momento futuro.
El indicador clave es si los inversores van a invertir o no en capital a largo plazo (lo que ocasiona menos bienes de consumo fabricados a corto plazo, pero produce mucho más consumo a largo plazo) es el tipo de interés. En una economía de libre mercado, tipos bajos de interés significan que los individuos están ahorrando grandes cantidades de sus rentas, haciendo disponible una existencia mayor de “capital líquido”, mientras que los tipos altos de interés indican que los consumidores prefieren consumir ahora y ahorrar menos, precisamente el estado de cosas de ahora mismo.
Los keynesianos, por el contrario, afirman que como el verdadero “multiplicador” económico es igual a 1 por encima de la tasa de ahorro, entonces cuanto menos aburre una sociedad, más crecimiento económico experimentará esa economía. (Por ejemplo, si todas las personas de una sociedad ahorran un 10% de renta, entonces esa economía tiene un multiplicador de 10. Si las personas ahorran un 5%, entonces el multiplicador es 20. Esto me recuerda la cancioncilla que usábamos cuando estaba en la escuela en la que “demostrábamos” que, cuanto menos estudiáramos, más sabríamos).

Tipos bajos de interés frente a realidad

Por supuesto, los tipos de interés no son altos e indudablemente no reflejan las preferencias temporales de la sociedad. Una sociedad que muestra una escasez de ahorro debería mostrar tipos altos, no bajos. El artículo de Gabler refleja una vida de gasto sin ahorro, ya sea pagando la boda de una hija de obteniendo grandes cantidades de dinero para pagar una educación universitaria cara de élite a los hijos. Con la Fed llevando a los tipos de interés por debajo del 1%, no hay casi ningún incentivo para que la gente ponga dinero en cuentas de ahorro, dado que no hay casi un rendimiento apreciable y pocos estamos preparados para entra en los mercados de valores sin cometer serios errores de inversión. Multipliquemos estado por toda la economía y descubriremos una escasez de ahorro y una preferencia por el consumo presente, exactamente lo que Keynes y sus seguidores modernos afirman que es la fórmula para la prosperidad: gastaremos para ser ricos.
Así que tenemos una enorme paradoja. Tenemos tipos bajos de interés, pero está claro que el tipo de inversión de capital a largo plazo no es común en la economía de EEUU en el momento actual. Empresas y empresarios están invirtiendo en capital a largo plazo en el extranjero, pero no aquí, dado que incluso políticos como Bernie Sanders, Donald Trump y Hillary Clinton censuran este hecho. Por supuesto, dada la hostilidad de la clase política estadounidense hacia la inversión privada y dado el hecho de que Sanders está haciendo una campaña basada en atacar y en último término destruir a la empresa privada en EEUU (con Clinton no muy lejos), los inversores están leyendo las hojas del té y llevando su dinero a otros lugares, algo que enfurece a la clase política.
(No es sorprendente que la clase política reclame leyes que en la práctica crearían un muro de Berlín en torno a la inversión estadounidense, haciendo ilegal para los estadounidenses invertir fuera de este país. No hace falta ser muy astuto para saber inmediatamente qué desastres produciría, pero dado que la clase política existe por el saqueo de otros, sus miembros estarían de alguna manera protegidos frente a la carnicería económica).
En caso de que alguien dude de que las actuales tasas de ahorro estadounidenses son bajas, el siguiente gráfico presenta un panorama ominoso. También demuestra más allá de cualquier duda que el mayor culpable de llevar a cabo políticas que desanimaban el ahorro no fue la administración Obama (por muy mala que sea esta), sino la administración Bush, con su burbuja y exposición inmobiliaria, a la que Peter Schiff ha llamado a menudo la “falsa economía”.
Personal saving rateEl propio gráfico explica mucho acerca de lo que ha sido dañino para la economía en los últimos 35 años. Sí, se ha producido el auge del sector tecnológico y las mejoras en transporte y telecomunicaciones, gracias a los esfuerzos desreguladores de la administración Carter (algo que nunca se atribuye Carter porque su ideología del Partido Demócrata le dice que la empresa privada y el beneficio son cosas malas).
La caída más acusada la tasa de ahorro se produjo con las administraciones de Clinton y George W. Bush y no creo que deba sorprendernos que durante esos años la Fed impulsar activamente la bajada de los tipos de interés y ayudar a crear dos burbujas financieras masivas, cada una de las cuales estalló y creó destrucción a su paso. Aparte de las propias estadísticas de la Fed, el ahorro se ha recuperado algo mente los años de Barack Obama, incluso a pesar de que su administración es extremadamente hostil hacia los ahorradores.
Pero aquí estamos. Después de décadas de lo que podría calificarse esencialmente como una nueva “revolución industrial” con la llegada de las computadoras y de Internet, el gobierno de EEUU ha conseguido, a través de sus autoridades monetarias y sus demás políticas, diezmar el ahorro y dejar a millones de estadounidenses financieramente vulnerables.
No ha sido una casualidad. La gente es capaz de resistir a la fuerza solo por un tiempo antes de rendirse, y dado que la guerra keynesiana contra los ahorros se ha desatado durante décadas y ha sido bendecida en los niveles más altos del gobierno y la universidad, por no mencionar su promoción de los medios de comunicación, no deberíamos sorprendernos de que la gente ahorre menos. Tampoco debería sorprendernos saber que todos nosotros pagaremos un precio elevado por esta forma derrochadora de vida, incluso aunque las clases políticas se escabullan para protegerse de las consecuencias de sus acciones.

La bendición keynesiana: Los estadounidenses están quebrados

IOU
El escritor Neal Gabler “confesaba” recientemente su “vergüenza secreta” en un artículo del Atlantic Monthly sobre cómo un enorme porcentaje de estadounidenses de clase media están viviendo por encima de sus medios, manteniéndose nómina a nómina y atascados con su deuda personal. Escribe:
Nunca he hablado de mis tribulaciones financieras, ni siquiera con mis amigos más cercanos, esto es, hasta que me di cuenta de que lo que estaba pasándome, también les estaba pasando a millones de otros estadounidenses, y no sólo a los más pobres de entre nosotros, quienes, por definición, luchan por llegar a fin de mes. Esto le estaba pasando, de acuerdo con esa encuesta de la Fed y otras, a profesionales de clase media e incluso de clase alta. Le estaba pasando a gente cercana la jubilación, así como la gente que estaba a punto de empezar. Le estaba pasando los graduados universitarios y a los fracasados de los institutos. Estaba pasando en todo el país, incluyendo lugares en los que menos podrías esperar de esos problemas. Sabía que no tendría 400$ para una emergencia. Lo que no sabía, no podía concebir, era que tantos otros estadounidenses no tuvieran tampoco dinero disponible.