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Thursday, December 15, 2016

¿Otra vez el IQ?



“¿Las diferencias en los ingresos nacionales de los países, tienen una relación directa con los diferentes promedios nacionales de coeficientes intelectuales de sus habitantes? De ser así, el IQ es un factor que determina la riqueza o pobreza de las naciones.”

RICARDO VALENZUELA
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Durante gran parte de mi vida profesional, como los conquistadores españoles en busca de la mítica ciudad de El Dorado, he buscado la ruta que las naciones transitan para arribar a su riqueza, o, a la vergonzosa pobreza que las abate. Esos caminos me ha llevado a tocar sensibles cuerdas de nuestro tejido social por lo que, tradicionalmente, mis exposiciones han provocado desde la emergencia de genuino interés, hasta sectores ofendidos que me etiquetan con múltiples calificativos y de gran retórica.

 
Navegando por esos mares, hace meses publiqué un escrito titulado Aztecas VS Griegos en el cual me daba a exponer el problema productor de una maquinara de lujo que se mantiene con el freno de mano activado, y no permite su avance: Seres humanos propietarios de coeficientes intelectuales muy superiores a los normal a quienes, lejos de ayudarlos para desarrollar su bendición, no solamente los desaprovechamos, los llegamos a empujar hasta convertirlos en verdaderos problemas sociales.

La publicación provocaba una ola de indignación entre grupos que, al analizar el contenido de forma superficial, se sintieran ofendidos. Ello promovió me sumergiera más profundamente en el tema siguiendo la pista del inspirador de mi escrito, quien años antes cimbraba al mundo con su libro, The Bell Curve. Mi nueva aventura me ha conducido a fuentes verdaderamente controversiales que considero no deben de ignorarse. Me transportó al descubrimiento de una actitud social interesante y sumamente delicada, inclusive para exponerla.

Los Profesores universitarios, Richard Lynn y Tatu Vanhanen, son autores de un libro argumentando las diferencias en los ingresos nacionales de los países, tienen una relación directa con los diferentes promedios nacionales de coeficientes intelectuales de sus habitantes por lo que, ellos consideran este factor como ingrediente neurálgico que produce La Riqueza o pobreza de las naciones. Afirman también, de manera controversial, la diferencia en los niveles de tales coeficientes se debe a dos tipos de factores; genéticos y ambientales y pasan luego a exponer lo más preocupante: Niveles bajos de crecimiento económico provocan bajos niveles intelectuales y viceversa.

En lo que considero parte medular de la obra, los autores esgrimen un concepto que han bautizado como Feedback positivo o negativo. Si una nación responde (por falta de raciocinio) ante una perturbación hacia la misma dirección que la provoca, produce un resultado ampliado y explosivo. Es decir, una pequeña perturbación llega a producir grandes cambios pero hacia la misma dirección alejando aun más al país de su punto original. EJ. El rico se hace cada vez más rico y el pobre más pobre. Se procede luego a responder apuntando hacia la misma dirección y, magia, la perturbación crece y se presentan fenómenos como los HugosChávez y lo que con gran sabiduría describen Montaner, Apuyelo y Vargas Llosa en su nuevo Manual del Idiota.

Este campo que incluye a la ciencia, moral, economía, antropología, etc., ha sido irresponsablemente ignorado por el gran temor a la corrección política que cubre al mundo cuando, ante afirmaciones fuera de la pauta establecida, de inmediato, con pasión incontrolable, se esgrime el factor racismo. Es por ello que, como el elefante en la sala de casa del alcohólico, el mundo finge no verlo cuando se prepara para invadir el resto de las habitaciones.

Afirmaciones de los autores:

La inteligencia de las naciones occidentales decrece debido a factores de paradoja económico—demográfica. La humanidad se desarrolló a base de competencia y lucha por satisfactores lo que no permitía invertir tiempo en la formación adecuada de los hijos. Anterior a 1850, al viejo estilo darwiniano, se produjo una agresiva selección produciendo las clases favorecidas (¿Meritocracia?). La mortalidad infantil era superior entre las clases bajas puesto que los favorecidos contaban con más recursos para salvar y educar a sus hijos. Y he aquí lo más explosivo de las afirmaciones: Ese proceso “natural del mercado,” desplazando el feudalismo monárquico, provocó una selección a favor de portadores con características superiores.

Continúan afirmando: Los últimos 150 años, los menos favorecidos se dedicaron a procrear hijos masivamente sin poder invertir en ellos provocando un fenómeno que científicos bautizaron como; Dzsgenics. En él describen la debilitadota evolución de ciertas poblaciones del mundo asentando las desigualdades. En matemáticas, desigualdad es afirmación acerca del tamaño y orden de dos objetos y solamente son iguales si su constitución es la misma en todos sentidos. Y ante un dilema de esa naturaleza, científica, social y políticamente es imposible igualarlos como se equivocaran los revolucionarios franceses.

En 1960, William Shockley, premio Nobel de Física, usaba el término para argumentar el futuro de la población apuntaba hacia una ruta peligrosa puesto que la población con IQ más limitados, estaban produciendo el doble de hijos que aquellos con coeficientes superiores. De inmediato se le acusó de racista, nazi, anticristo segregándolo del mundo científico para condenarlo al ostracismo.

Pero Shockley lejos de silenciarse continuó apuntando otros factores. Las guerras, asentaba el premio Nobel, han provocado la pérdida de hombres con las mejores características. Además, las revoluciones, iniciando con la francesa, han tenido el efecto Dysegnetico cuando los seres con más altos coeficientes fueran sacrificados por aquellos portadores de los más bajos. Salta luego uno de los modernos discípulos del Prof. Shockleypara informar un estudio de fertilidad hecho entre 2,600 mujeres en EU, muestra las de IQ más elevados tienen menos hijos y ello ha provocado una caída de 2 puntos en el IQ nacional.

Shockley afirmaba es imposible evitar los dotados progresen mucho mas que los no dotados. Sin embargo, con fuerza insistía era responsabilidad moral de los dotados dar ayuda a sus semejantes sin crear dependencia.

Conciente de ser este tema sumamente controversial, he querido ponerlo sobre la mesa para su consideración sin establecer posiciones puesto que, hasta hoy, realmente no las tengo. Sin embargo, insisto es un tema no sólo importante, sino en gran parte del mundo ignorado. Una gran preocupación mundial hoy día, son los programas que China ha implementado con el objetivo de evitar el nacimiento de seres de calidad inferior llegado a la aprobación de su Ley de Eugenics y Protección de la Salud Nacional, que alguien compara con las ideas Hitlerianas de raza superior.

Como tarea para mis dos lectores informo de “algunas calificaciones” del IQ mundial de parte de los controversiales autores:

País
IQ
Ingreso per capita
Hong Kong
107
$36,000
Corea del Sur
106
$27,000
Japón
105
$33,000
Taiwán
104
$31,000
Singapur
103
$30,000
Alemania
102
$33,000
Inglaterra
101
$31,000
Estados Unidos
101
$45,000
México
87
$9,000
Irlanda

$43,000

¿Otra vez el IQ?



“¿Las diferencias en los ingresos nacionales de los países, tienen una relación directa con los diferentes promedios nacionales de coeficientes intelectuales de sus habitantes? De ser así, el IQ es un factor que determina la riqueza o pobreza de las naciones.”

RICARDO VALENZUELA
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Durante gran parte de mi vida profesional, como los conquistadores españoles en busca de la mítica ciudad de El Dorado, he buscado la ruta que las naciones transitan para arribar a su riqueza, o, a la vergonzosa pobreza que las abate. Esos caminos me ha llevado a tocar sensibles cuerdas de nuestro tejido social por lo que, tradicionalmente, mis exposiciones han provocado desde la emergencia de genuino interés, hasta sectores ofendidos que me etiquetan con múltiples calificativos y de gran retórica.

Friday, November 18, 2016

Guerras de divisas, otra vez


Steve H. Hanke señala que "En el caso de China, la relación entre la fortaleza del yuan y la contribución de China al déficit comercial de EE.UU. contradice la hipótesis mercantilista. De hecho, el yuan chino se ha apreciado en términos nominales en relación al dólar a lo largo de los últimos veinte años, y también ha aumentado la contribución de China al déficit comercial de EE.UU."

Steve H. Hanke
 
es profesor de economía aplicada en la Universidad Johns Hopkins y Senior Fellow del Cato Institute.
El espectro de guerras de divisas surge como un ave fénix una vez más. Esta vez, muchos de los guerreros residen en Washington, DC. El dólar fuerte ha irritado a los guerreros de divisas (léase: mercantilistas) liderados por el Senador demócrata Chuck Schumer de Nueva York y Lindsey Graham, un Senador republicano de Carolina del Sur. Estos mercantilistas argumentan que las divisas extranjeras “baratas” le dan a los socios comerciales de EE.UU. una ventaja “injusta”, algo por lo que vale la pena combatir.


En casi la única cosa que los mercantilistas tienen la razón es en el hecho de que el dólar de EE.UU. se ha estado fortaleciendo. Como el gráfico adjunto lo muestra, las monedas de todos los principales socios comerciales de EE.UU. han perdido valor en relación al dólar a lo largo de los últimos seis meses. Esas pérdidas van desde 1,8% para el yuan chino hasta 21,6% para el real brasileño. Rusia, el quinceavo socio comercial más importante de EE.UU., ha visto el valor de su rublo caer 39,5% a lo largo de los últimos seis meses.
globe-asia-sm-1_0.jpg
Así que los guerreros de divisas quieren hacer lo que siempre quieren hacer: ir a la guerra. El detonante particular es el Acuerdo Estratégico Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), un acuerdo comercial entre países asiáticos y EE.UU. Con este acuerdo, que la administración de Obama está promoviendo, los guerreros de divisas han encontrado una oportunidad. Quieren insertar normas ejecutables en contra de la supuesta manipulación de divisas en el TPP.
Toda esta tensión suena al disco rallado del mercantilismo, particularmente respecto de los socios comerciales asiáticos más importantes para EE.UU. en Asia: Japón y China. De hecho, estos dos países constituyen la gran porción del déficit comercial de EE.UU. a lo largo de los últimos 20 años (ver gráfico adjunto).
globe-asia-sml-2.jpg
Desde principios de la década de 1970 hasta 1995, Japón era visto por los mercantilistas como un enemigo. Ellos afirmaban que las prácticas comerciales injustas de los japoneses causaban el déficit comercial de EE.UU., y que el déficit comercial bilateral de EE.UU. con Japón se podía reducir si el yen se apreciaba en relación al dólar —la “política del dólar débil”. Washington incluso trató de convencer a Tokyo de que un yen que se apreciaba cada vez más sería algo bueno para Japón. Desafortunadamente, los japoneses hicieron caso y el yen se fortaleció, pasando de 360 yenes por dólar en 1971 a 80 yenes por dólar en 1995.
En abril de 1995, el Secretario de la Tesorería Robert Rubin se dio cuenta (tarde) de que la gran apreciación del yen estaba causando que la economía japonesa se sumiese en un atolladero deflacionario. Como consecuencia de esto, EE.UU. dejó de presionar al gobierno japonés acerca del valor del yen y el Secretario Rubin empezó a evocar su ahora famoso mantra del dólar fuerte.
Pero mientras que este cambio de política fue bienvenido, ya era muy tarde. Incluso hoy, Japón continúa sufriendo del lío creado por la apreciación del yen.
Conforme la economía japonesa se estancó, su contribución al creciente déficit comercial de EE.UU. cayó, pasando de su pico en 1991 de 60% a 9,3% en la actualidad. Mientras que la contribución de Japón cayó, la de China surgió de poco más de 9% en 1990 a 47,2% hoy. Con estas tendencias, el yuan chino reemplazó al yen japonés como el chivo expiatorio de los mercantilistas.
Es interesante que la contribución combinada de los chinos y los japoneses al déficit comercial estadounidense de hecho ha caído de su pico en 1991 de más de 70% a 56,7%. Esto no ha detenido a los mercantilistas al momento de decir que el yuan chino está groseramente subvaluado, y que esto crea una competencia china injusta y un déficit comercial bilateral con EE.UU.
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Esto provoca una pregunta obvia: ¿acaso un yen o yuan débil en relación al dólar (en términos nominales) explica la contribución de Japón y China al déficit comercial de EE.UU.? Después de todo, este argumento de tipo de cambio (léase: ventaja competitiva) es lo que los mercantilistas utilizan para librar su guerra. En el caso de Japón, cuya contribución al déficit comercial ha estado cayendo a lo largo de los últimos veinte años, hay una relación muy débil entre la fortaleza del yen y la contribución de Japón al déficit comercial (ver el gráfico adjunto). Seguramente no es algo que amerite una guerra. En el caso de China, la relación entre la fortaleza del yuan y la contribución de China al déficit comercial de EE.UU. contradice la hipótesis mercantilista (ver el gráfico adjunto). De hecho, el yuan chino se ha apreciado en términos nominales en relación al dólar a lo largo de los últimos veinte años, y también ha aumentado la contribución de China al déficit comercial de EE.UU.
globe-asia-sm-4.jpg
Pero la evidencia no logra persuadir a los mercantilistas. Ellos todavía quieren unas severas provisiones contra la manipulación de divisas en el TPP. No se dan cuenta de que el término “manipulación de divisas” es difícil de definir y, por lo tanto, no es un concepto operacional que pueda ser utilizado para el análisis económico. Consecuentemente, las reglas de manipulación de divisas serían casi imposibles de implementar. El Tesoro de EE.UU. (UST, por sus siglas en inglés) ha reconocido este hecho en reportes al Congreso. De hecho, en 2007, el UST intentó de hacer que el Fondo Monetario Internacional (FMI) actúe como un policía de divisas y persiga a los manipuladores. Raghuram Rajan, que actualmente es el gobernador del banco central de la India y fue el economista titular del FMI en 2007, consideró este episodio como un “desastre absoluto”.
No están solos los políticos mercantilistas que no entienden que los tipos de cambios nominales no tienen mucho que ver con los déficits comerciales. Algunos economistas —más notablemente C. Fred Bergsten del Peterson Institute for International Economics y el gurú del enfoque en la oferta Arthur B. Laffer— no parecen entender las lecciones de economía detrás del déficit comercial de EE.UU., que ha estado con nosotros desde 1975. Esas lecciones de economía fueron completamente explicadas por uno de mis colaboradores recurrentes, el difunto Ronald I. McKinnon de la Universidad de Stanford. De hecho, él las explicó a profundidad en su último libro, El no querido estándar del dólar: Desde Bretton Woods hasta el auge de China (The Unloved Dollar Standard: From Bretton Woods to the Rise of China, 2013). En resumen, el déficit comercial de EE.UU. es el resultado de una deficiencia de ahorros en EE.UU., no de los tipos de cambio. Como resultado, el déficit comercial se puede reducir mediante alguna combinación de menor consumo por parte del gobierno, menor consumo por parte de privados y menor inversión doméstica por parte de privados. Esta verdad esencial no la conociera si solo escuchara la retórica que emana de Washington.

Guerras de divisas, otra vez


Steve H. Hanke señala que "En el caso de China, la relación entre la fortaleza del yuan y la contribución de China al déficit comercial de EE.UU. contradice la hipótesis mercantilista. De hecho, el yuan chino se ha apreciado en términos nominales en relación al dólar a lo largo de los últimos veinte años, y también ha aumentado la contribución de China al déficit comercial de EE.UU."

Steve H. Hanke
 
es profesor de economía aplicada en la Universidad Johns Hopkins y Senior Fellow del Cato Institute.
El espectro de guerras de divisas surge como un ave fénix una vez más. Esta vez, muchos de los guerreros residen en Washington, DC. El dólar fuerte ha irritado a los guerreros de divisas (léase: mercantilistas) liderados por el Senador demócrata Chuck Schumer de Nueva York y Lindsey Graham, un Senador republicano de Carolina del Sur. Estos mercantilistas argumentan que las divisas extranjeras “baratas” le dan a los socios comerciales de EE.UU. una ventaja “injusta”, algo por lo que vale la pena combatir.

Thursday, October 13, 2016

Otra vez el seguro de desempleo

Iván Alonso dice que el seguro de desempleo implica un subsidio cruzado masivo, mediante el cual los mayores pagan por los más jóvenes.

Iván Alonso obtuvo su PhD. en Economía de la Universidad de California en Los Ángeles y es miembro de la Mont Pelerin Society.
Está en evaluación, según anuncia el Gobierno, la creación del seguro de desempleo, que fue propuesta durante la campaña electoral y que desde esta columna hemos ya criticado. Aunque se dice que no necesariamente reemplazaría a la compensación por tiempo de servicios (CTS), nadie en su sano juicio quisiera tener (y pagar) ambas cosas. Hay que verlos como dos sistemas alternativos. ¿Cómo se comparan en costo y cobertura?



Hasta donde sabemos, el seguro de desempleo cubriría el 80% del último sueldo durante un periodo de tres a seis meses. Eso es prácticamente lo mismo que la CTS en el caso de una persona que haya acumulado el equivalente a cuatro remuneraciones, que alcanzan para reemplazar el 80% del último sueldo durante cinco meses. (Por encima de cuatro remuneraciones, la CTS se vuelve de libre disponibilidad.) En cualquiera de los dos casos, la mayoría de la gente estaría adecuadamente cubierta porque, en el Perú de hoy, una persona que pierde su trabajo encuentra uno nuevo en un lapso de tres a cuatro meses.
El que no estaría cubierto de la misma manera es aquel que no haya acumulado cuatro remuneraciones en su cuenta CTS. Pero eso, bien mirado, es una ventaja del sistema actual. Es un incentivo para que la gente cuide su trabajo; y un desincentivo para saltar de un trabajo a otro, esperando vivir en el ínterin del seguro. Los que pasan más tiempo entre un trabajo y otro tienen, a la larga, menor cobertura, que es como debe ser. Es lo que los americanos llaman experience rating. Un seguro de desempleo tendría también que limitar de alguna manera los beneficios para esas personas; pero probablemente nadie quiera asumir el costo político de introducir esa limitación.
Por otra parte, parecería que el seguro de desempleo solamente pagaría beneficios a los que son despedidos; no a los que renuncian. Una desventaja frente a la CTS porque el retiro de ésta no depende de quién haya puesto fin a la relación laboral. Volveríamos a la época en la que el trabajador, antes que renunciar, prefiere hacer todo lo posible y lo imposible para ser despedido. Algo que ciertamente no contribuye al buen funcionamiento del mercado laboral.
¿Qué hay del costo? El Gobierno estima que el seguro de desempleo costaría entre 2,2% y 3,5% de la remuneración del trabajador. Frente a esto, la CTS parece —sólo parece— ser más cara: un sueldo al año de los quince que recibe el trabajador (contando las dos gratificaciones y la propia CTS) equivale al 6,7% de la remuneración. Pero esa comparación es inválida porque el seguro de desempleo se pagaría a lo largo de toda la vida laboral, mientras que la CTS se paga solamente durante cuatro años —después de eso, los aportes son de libre disponibilidad— más lo que haya que reponer si es que se ha consumido parte de lo acumulado. Medidos los costos de ambos sistemas en proporción a los lifetime earnings, los ingresos de toda una vida, la CTS probablemente sea más barata.
Por lo demás, el seguro de desempleo esconde un subsidio cruzado masivo, en el que los mayores pagan por los jóvenes. En todas partes del mundo las tasas de desempleo juvenil son más altas que el promedio. Muchos no tienen presión para generar ingresos; viven en casa de los padres; no tienen una familia que mantener. Pueden experimentar con un trabajo, y si no les gusta, dejarlo y buscar otro con calma

Otra vez el seguro de desempleo

Iván Alonso dice que el seguro de desempleo implica un subsidio cruzado masivo, mediante el cual los mayores pagan por los más jóvenes.

Iván Alonso obtuvo su PhD. en Economía de la Universidad de California en Los Ángeles y es miembro de la Mont Pelerin Society.
Está en evaluación, según anuncia el Gobierno, la creación del seguro de desempleo, que fue propuesta durante la campaña electoral y que desde esta columna hemos ya criticado. Aunque se dice que no necesariamente reemplazaría a la compensación por tiempo de servicios (CTS), nadie en su sano juicio quisiera tener (y pagar) ambas cosas. Hay que verlos como dos sistemas alternativos. ¿Cómo se comparan en costo y cobertura?