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Wednesday, December 21, 2016

¿Qué premia el Comité Noruego que otorga el Nobel de la Paz?

Hana Fischer se pregunta qué premio el Comité del Nobel otorgándole el Premio Nobel de la Paz a Juan Manuel Santos si el acuerdo de paz es considerado por muchos como una forma de asegurarles impunidad a quienes perpetraron delitos de lesa humanidad.

El presidente colombiano Juan Manuel Santos acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz. El Comité Noruego se empecinó en otorgárselo a pesar de que los colombianos —los directamente interesados en terminar con el sangriento conflicto que asola a su país desde hace medio siglo— consideraron que el acuerdo Santos-Farc era inaceptable.
La actitud de los noruegos origina una interrogante: ¿Qué es lo que se premia?


Objetivamente, el “GPS” que debería guiar al jurado en sus decisiones, es el testamento de Alfred Nobel que señala: “La totalidad de lo que queda de mi fortuna quedará dispuesta del modo siguiente: el capital, invertido en valores seguros por mis testamentarios, constituirá un fondo cuyos intereses serán distribuidos cada año en forma de premio entre aquéllos que el año precedente hayan realizado el mayor beneficio a la humanidad”.
Subjetivamente, el Nobel de la Paz es el reconocimiento a aquellos que han cimentado sobre bases morales la convivencia pacífica, ya sea entre naciones o dentro de un pueblo. El premio sirve para poner el foco sobre ellos e implícitamente, designarlos como ejemplo a imitar.
Por consiguiente al honrar a alguien con esa distinción, simultáneamente, el jurado norego delata mucho acerca de su propia conducta moral.
El Comité Noruego del Nobel está compuesto por cinco miembros. Son nombrados por el parlamento, lo cual provoca que la configuración política sea muy similar entre ambas instituciones. En consecuencia, la ideología no es ajena a muchas de las decisiones tomadas por este comité que en teoría, es independiente.
Al justificar el premio de este año, se expresa que Santos llevó a cabo un "proceso histórico de reconciliación y hermanamiento nacional". Y que "pese al 'no' mayoritario en el referéndum, ha acercado de forma significativa hacia una solución pacífica el sangriento conflicto". Por tanto, la intención fue impulsar "a todos aquellos que tratan de lograr la paz, la reconciliación y la justicia en Colombia".
Lo que afirma este Comité no se sustenta en los hechos. Para empezar desde 1981 —presidencia de Julio Cesar Turbay— se vienen realizando esfuerzos por acordar con los guerrilleros una salida negociada al conflicto interno. E, invariablemente, las Farc han demostrado que no son de fiar.
Asimismo, ha quedado demostrado que cuanto más se les concede, más abusan del poder obtenido. Bajo la presidencia de Andrés Pastrana las Farc obtuvieron 42 mil kilómetros de zona desmilitarizada, con la excusa de instalar una mesa de diálogo. En esa región equivalente al tamaño de Suiza, “gobernaron” a su antojo sin rendirle cuentas a nadie. Convirtieron ese territorio en una especie de zona franca, donde se rearmaron y retuvieron a los secuestrados.
Mediante el acuerdo alcanzado con Santos, las Farc conseguían algo prodigioso: ir apoderándose del poder político de Colombia en forma paga y gozando de todas las comodidades. Les “regalaban” una cuota política sin necesidad de pasar por las urnas y una justicia particular que en gran medida, les aseguraría la impunidad a pesar de las atrocidades cometidas.
En consecuencia, ¿de qué reconciliación habla el Comité y cuál es su sentido de la Justicia y la democracia? ¿Cuál es el mensaje transmitido? ¿El premio concedido a Santos impulsará la paz en otras partes del mundo o por el contrario, les dará alas a otros asesinos, total  “no pasa nada” y encima te premian.
La “solución” encontrada por Santos equivale a decir que se “pacificó” una zona dominada por delincuentes, porque se dejó a la población indefensa a su merced. Actitud por cierto muy diferente a las asumidas por Nelson Mandela o Gandhi (a quien nunca le fue concedida esta distinción). Estos dos verdaderos amigos de la moral, lograron conjugar la paz con la reconciliación pero sin sacrificar a la Justicia.
Es obvio que este premio estaba decidido de antemano. El jurado estaba convencido que el resultado del plebiscito le sería favorable y de ese modo su elección quedaría “santificada”. Seguramente el triunfo del “No” los tomó por sorpresa pero eso no los hizo recapacitar. Recordemos que Noruega fue uno de los países garantes de este proceso de paz. En cierto modo, es como si se hubieran premiado a sí mismos.
Esa tesitura no es un hecho aislado; en la última década la independencia y objetividad de este Comité han quedado en entredicho en varias oportunidades:
En el 2007, le fue concedido este nobel a Al Gore por su documental “Una verdad incómoda” y al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPPC). Uno se pregunta, ¿qué tiene que ver el cambio climático con la lucha por la paz y la concordia? Para colmo, el film de Gore está lleno de falsedades y el trabajo de la IPPC es acusado de ser realizado bajo premisas corruptas, porque los datos son manipulados y se rechazan deliberadamente los informes científicos que los refutan. Ese escándalo es conocido como “Climategate".
Parecería que el Comité lo que en realidad premia, es su propia agenda política: ecologismo e intereses económicos de Noruega derivados de la actividad petrolera. Posiciones que van de la mano porque las restricciones medioambientales favorecen a los países más desarrollados.
Por otra parte, en 2015 fue destituido Thorbjørn Jagland, presidente del Comité. El jerarca afirmó que su cese se debía a que en 2010 le concedió el Premio de la Paz al disidente chino Liu Xiaobo. La reacción del gigante asiático fue congelar las relaciones diplomáticas con Noruega, lo que tuvo un efecto devastador, especialmente en la exportación de salmón. Se especula que China exigió la destitución de Jagland para restablecer las relaciones.
Y ahora ha saltado el “nobelgate”: los vínculos de Santos con la industria petrolera noruega, a quien el presidente colombiano le habría entregado una licencia para explotar hidrocarburos en el Caribe colombiano. El tema saltó al conocerse que Kaci Kullmann Five —actual presidenta del Comité— ocupó un alto cargo en Statoil, la petrolera estatal noruega, cuando se negociaba ese asunto con Colombia.
¿Qué es lo que realmente premia el Comité al otorgar el Nobel de la Paz?

¿Qué premia el Comité Noruego que otorga el Nobel de la Paz?

Hana Fischer se pregunta qué premio el Comité del Nobel otorgándole el Premio Nobel de la Paz a Juan Manuel Santos si el acuerdo de paz es considerado por muchos como una forma de asegurarles impunidad a quienes perpetraron delitos de lesa humanidad.

El presidente colombiano Juan Manuel Santos acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz. El Comité Noruego se empecinó en otorgárselo a pesar de que los colombianos —los directamente interesados en terminar con el sangriento conflicto que asola a su país desde hace medio siglo— consideraron que el acuerdo Santos-Farc era inaceptable.
La actitud de los noruegos origina una interrogante: ¿Qué es lo que se premia?

Friday, October 7, 2016

Juan Manuel Santos, Premio Nobel de la Paz 2016

Juan Manuel Santos, Premio Nobel de la Paz 2016



Firmar La Paz con la guerrilla de las FARC le hizo merecedor al presidente de Colombia de dicho premio.
"Esta honrosa distinción no es para mí, es para todas las víctimas del conflicto"

El gobierno colombiano firmó La Paz con las FARC

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, fue reconocido este viernes con el Premio Nobel de la Paz 2016 por su trabajo por acabar con el conflicto armado en el país sudamericano y firmar La Paz con las FARC.
El anuncio fue hecho en Oslo por el Comité Noruego del Nobel, que este año eligió al candidato ganador de entre un total de 376 nominaciones que incluyeron a 228 individuos y 148 organizaciones.
"Esta honrosa distinción no es para mí, es para todas las víctimas del conflicto. Juntos ganaremos el premio más importante de todos: LA PAZ", dijo el  mandatario colombiano por medio de su cuenta de Twitter.
Este reconocimiento se da pese a que el pueblo de Colombia rechazó el acuerdo de paz entre el gobierno y la guerrilla por medio de un plebiscito realizado el pasado domingo.

Juan Manuel Santos, Premio Nobel de la Paz 2016

Juan Manuel Santos, Premio Nobel de la Paz 2016



Firmar La Paz con la guerrilla de las FARC le hizo merecedor al presidente de Colombia de dicho premio.
"Esta honrosa distinción no es para mí, es para todas las víctimas del conflicto"

El gobierno colombiano firmó La Paz con las FARC

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, fue reconocido este viernes con el Premio Nobel de la Paz 2016 por su trabajo por acabar con el conflicto armado en el país sudamericano y firmar La Paz con las FARC.
El anuncio fue hecho en Oslo por el Comité Noruego del Nobel, que este año eligió al candidato ganador de entre un total de 376 nominaciones que incluyeron a 228 individuos y 148 organizaciones.
"Esta honrosa distinción no es para mí, es para todas las víctimas del conflicto. Juntos ganaremos el premio más importante de todos: LA PAZ", dijo el  mandatario colombiano por medio de su cuenta de Twitter.
Este reconocimiento se da pese a que el pueblo de Colombia rechazó el acuerdo de paz entre el gobierno y la guerrilla por medio de un plebiscito realizado el pasado domingo.

Saturday, October 1, 2016

Colombia y su atroz futuro

Colombia
El gobierno de Bogotá y los narcoguerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las tristemente célebres FARC, han llegado a un acuerdo de paz tras 52 años de violenta insurgencia por parte de este brazo armado del Partido Comunista.
Hay otras guerrillas igualmente comunistas, como el Ejército de Liberación Nacional o ELN, auspiciadas por Cuba en los años sesenta, pero las más fuertes y destructivas han sido las de las FARC.
Las FARC creían en el marxismo-leninismo y trataron denodadamente de construir en el país una sociedad semejante a la cubana o a la soviética, comenzando su labor de demolición de la democracia liberal en medio de la Guerra Fría.


Debo aclarar para los colombianos, y acaso para los que no lo son, que la expresión democracia liberal nada tiene que ver con el partido que lleva esa palabra en el nombre, sino con un modelo político que incluye el pluripartidismo, la alternancia en el gobierno, el respeto por las libertades y los derechos humanos, incluida la propiedad privada, la separación de poderes, la transparencia en los actos de gobierno y la existencia de un mercado abierto en el que las personas y las empresas realicen sus transacciones económicas. Es decir, el Estado que los comunistas califican de burgués y que las FARC se empeñaron en destruir.
Para lograr ese objetivo, y como una forma de aterrorizar a la población, las FARC asaltaron, secuestraron y vendieron rehenes, o los asesinaron, violaron muchachas campesinas, convirtieron por la fuerza a niños en guerrilleros, obligándolos a matar, colocaron bombas en lugares públicos y cometieron toda clase de crímenes atroces, incluyendo el cultivo, venta y exportación de cocaína, hasta convertirse en uno de los cárteles más poderosos del mundo. Exportaban la droga, fundamentalmente hacia territorio de Estados Unidos, el más odiado de los enemigos.
Obviamente, con ese sanguinario prontuario delictivo las FARC no podían evitar que la justicia persiguiera y castigara severamente a sus miembros de acuerdo con la Constitución, las leyes y el Código Penal colombianos. De manera que en las conversaciones de paz suspendieron el Estado de Derecho aprobado por el país anteriormente y se acogieron a una justicia provisional transitoria que garantizara a los insurgentes penas muy leves o impunidad, y hasta costosísimos recursos económicos, para incorporarse a otro género de vida.
En todo momento en las conversaciones estuvo presente un último chantaje: si no se pactaba lo que convenía a los delincuentes, estos seguirían matando, violando y traficando con drogas, como habían hecho hasta entonces.
El Estado, que representaba a 45 millones de colombianos, aceptó las humillantes condiciones de las FARC, apenas siete mil guerrilleros, y firmó un acuerdo con los cabecillas, liderados por un truculento señor que se hace llamar Timochenko.
Los pactos, como se sabe, deberán ser legitimados por los electores colombianos en un plebiscito que se puede ganar con sólo el 13% de los sufragios, una cantidad mínima de votos. Algo muy peligroso, dado que afectará a la nación por varias generaciones. Esto sucederá el 2 de octubre próximo.
¿Qué pasará a partir de ese momento? Esa es la pregunta que se debieron hacer el presidente Juan Manuel Santos y los miembros del gobierno que sirvieron como negociadores.
Esa es la pregunta que se hubiera hecho un verdadero estadista y no un político convencional preocupado por los efectos inmediatos de la maniobra.
Quizás la gran diferencia entre un estadista y un político convencional sea ésa: los estadistas se basan en principios y en una visión del Estado que los lleva a ponderar sus acciones a largo plazo. Saben que los actos que hoy parecen útiles y buenos en el futuro pueden convertirse en errores tremendos que afecten negativamente a la sociedad.
Tan importante como exigir a los narcoguerrilleros de las FARC que dejaran sus armas era que abandonaran expresamente su pretensión de destruir el modelo de Estado que los colombianos han escogido libremente para vivir.
¿Qué pasará a partir del momento en que la mayoría de los electores, ingenuamente, apoyen los acuerdos firmados en La Habana?
Pasará que las FARC comenzarán a utilizar la estrategia chavista.
Ocurrirá que las FARC se insertarán en la vida política del país y comenzarán a desmontar la democracia, como hicieron en Cuba y en Venezuela, porque han renunciado a la guerra armada, pero no a establecer un régimen comunista, sencillamente porque son el brazo armado de un partido marxista-leninista que cree en unas supersticiones que les llevó a cometer toda clase de crímenes durante más de medio sigo.
A Colombia le espera un futuro atroz, infinitamente peor y más negro que este presente incómodo y, a veces, sangriento que hoy padece. Será la consecuencia de no tener un verdadero estadista en el Palacio de Nariño.

Colombia y su atroz futuro

Colombia
El gobierno de Bogotá y los narcoguerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las tristemente célebres FARC, han llegado a un acuerdo de paz tras 52 años de violenta insurgencia por parte de este brazo armado del Partido Comunista.
Hay otras guerrillas igualmente comunistas, como el Ejército de Liberación Nacional o ELN, auspiciadas por Cuba en los años sesenta, pero las más fuertes y destructivas han sido las de las FARC.
Las FARC creían en el marxismo-leninismo y trataron denodadamente de construir en el país una sociedad semejante a la cubana o a la soviética, comenzando su labor de demolición de la democracia liberal en medio de la Guerra Fría.