Así llegó el comunismo a Venezuela
Por María Angélica Correa
El Tiempo, Bogotá
Para entender el laberinto por el que atraviesa Venezuela es preciso escudriñar las raíces del comunismo sembradas con éxito por Fidel Castro y sus acólitos con el triunfo de la Revolución cubana en 1959. Miles de jóvenes estudiantes corrieron tras los barbudos que bajaron de la Sierra Maestra ofreciéndoles una nueva Cuba. Pero los fusilamientos y cárceles a inocentes provocaron el despertar de muchos, entre ellos un joven de 17 años que pudo captar en pocos meses el horror al que había sometido su país.
Carlos Alberto Montaner fue puesto preso y condenado a 20 años de cárcel. Logró su libertad gracias a la intervención sin ambages de Rómulo Betancourt, presidente de Venezuela, en esos años en que se abría el comunismo para Cuba y Venezuela retomaba el camino la democracia. Escritor, periodista, columnista de decenas de diarios de América Latina, España y Estados Unidos, Montaner ha seguido desde entonces el quehacer de los Castro.
Con la caída de la Unión Soviética, se vislumbró la agonía del régimen cubano. Sin embargo, la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela en 1998 le daría un nuevo aire al castrismo.
¿Chávez fue una hechura de Fidel Castro?
Totalmente. Cuando él llega a Cuba en el año 94, Fidel lo cambia para el marxismo-leninismo y se apodera de él, que era intelectualmente muy débil.
Chávez llega en el 94 por primera vez a La Habana, y usted comentó que en 1991-1992, cuando colapsa la Unión Soviética, Fidel dijo: “Primero se hundirá la isla en el mar antes que abandonar el marxismo leninismo”.
Sí. Y tan seguro estaba Fidel que convenció a Chávez de que con los petrodólares venezolanos y con la capacidad política de Cuba, aprendida de la Unión Soviética y especialmente de la KGB, podían ellos continuar la batalla donde la abandonó la Unión Soviética.
Llegar al poder por la vía democrática…
Claro. Chávez, que había fracasado por la vía de las armas en el 92, sin embargo, triunfa después por la vía electoral.
Establece un nuevo procedimiento. Eso no fue tan sencillo, a Fidel Castro le costó convencerse de que el procedimiento de Chávez podía convertirse en algo universal.
Sustituir la lucha guerrillera…
Llegar al poder por la vía democrática y desde el poder desmontar el Estado liberal, la democracia liberal y crear un Estado comunista.
Uno de los primeros objetivos es apoderarse del Poder Judicial.
Lo primero que hacen es cambiar la Constitución.
La Constituyente…
Claro, aquí en Miami vive un exviceministro cubano que estuvo con Chávez. Luego de que él gana las elecciones en el 98, hay unas semanas hasta que él toma posesión. Esas semanas se las pasa en Cuba, y toma un curso especial que le organiza el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Cubanas –el exviceministro estaba ahí–, y practican el juramento de la Constitución, y Fidel Castro le dice a Chávez que introduzca el término ‘moribunda’. Que jure ante la moribunda Constitución, para que acostumbre a los venezolanos a que va a haber un cambio de régimen.
Lo primero que hacen es apoderarse de la estructura del Estado. Luego, el otro objetivo es la creación de la ‘boliburguesía’, porque la corrupción ellos no la ven como un delito, sino como la necesidad de apoderar a todos los simpatizantes de la nueva estructura que se está creando.
Pero esa Constitución no es comunista, es una Constitución que le permite al Gobierno cambiar los nombres de las distintas instancias judiciales, por ejemplo, para dejar al margen a los antiguos jueces y magistrados, y poder nombrar en los nuevos órganos de poder a su gente.
Pero esa Constitución no es comunista, es una Constitución que le permite al Gobierno cambiar los nombres de las distintas instancias judiciales, por ejemplo, para dejar al margen a los antiguos jueces y magistrados, y poder nombrar en los nuevos órganos de poder a su gente.
¿Y eso hacen con los militares?
Sí, con los militares, con Diosdado Cabello, con los civiles, con todas las personas cercanas al régimen que se hacen muy ricas para sustituir a la vieja burguesía venezolana. Simultáneamente, no les importa que se cierren miles de empresas, porque eso forma parte del proyecto, que incluye el empobrecimiento de esa antigua clase propietaria y de esa clase dirigente.
Usted decía que el hambre fue una política de Estado de Lenin, donde murieron casi unos 8 millones de personas.
Sí, básicamente en Ucrania, pero también en el campo ruso.
¿Entonces el hambre que está azotando a Venezuela es política de Estado?
Preferirían que no pasara, pero no les importa que ocurra. Es el precio para el logro de sus objetivos.
Usted también refirió que los comunistas convierten al 0,05 por ciento de la población en agentes de contrainteligencia.
Sí. La Stasi llega a la conclusión que con el 0,05 por ciento de la población es suficiente para manejar a cualquier sociedad, para mantenerla sujetada.
¿Cómo ve la posición del Vaticano en relación con Venezuela?
Yo creo que hay una discrepancia entre el Vaticano y la Iglesia local.
¿Hay similitud o hay divergencia entre el Vaticano y lo que está pasando en Venezuela y la posición que tuvo en relación con Cuba y Estados Unidos?
Yo creo que el Papa se siente feliz tratando de hacer cosas en conjunto con los Estados Unidos. Pero creo que hay discrepancia entre nombrar a Porras como el cardenal en Venezuela (Baltazar Porras fue ascendido a cardenal por el santo padre el pasado 19 de noviembre), que tiene una actitud muy militante en contra del chavismo, y al mismo tiempo buscar fórmulas de supervivencias del régimen.
¿El Gobierno de los Estados Unidos ha hecho algo por Venezuela?
No, ni va a hacer nada, porque sigue pensando que Venezuela puede ser una molestia, pero no es un peligro. Esa es una frase que los norteamericanos utilizan constantemente.
¿Cómo ve el triunfo de Donald Trump en lo que respecta a América Latina, especialmente para Caracas, La Habana y Bogotá?
Parece que Donald Trump no entiende demasiado, o casi nada, de política internacional, pero hay indicios de que comprende exactamente la peligrosidad regional del eje La Habana-Caracas. Por eso nombró a Mauricio Claver-Carone entre las personas que organizan su desembarco en la Casa Blanca. Mauricio es un joven y brillante abogado cubanoamericano que hasta hace poco dirigía en Washington un grupo de presión dedicado a demostrar lo que para algunos resultaba evidente: los Castro y Chávez-Maduro no son solo una molestia para la democracia. Son un peligro.
El socialismo del siglo XXI es la Guerra Fría librada por el tercer mundo.
Sobre el futuro en Venezuela, usted ha dicho: “Van a asesinar a los que tengan que asesinar para sostenerse en el poder”.
Sí, es lo que he visto en diversos países en donde esa ideología ha llegado al poder. Ojalá en este caso las fuerzas armadas se dividan, pero siempre habrá un grupo de personas dispuestas a matar para sostener el cuento de la revolución.
Lo que Venezuela vive es un comunismo, y al comunismo no lo saca solamente la voluntad popular…
El comunismo se ha caído en distintos lugares como consecuencia de una crisis en la cúpula del poder.
El comunismo se ha caído en distintos lugares como consecuencia de una crisis en la cúpula del poder.
¿No obstante la apertura de Cuba con Estados Unidos, querrán los Castro mantener a Venezuela como aliada?
Estados Unidos no les ha exigido nada en ese sentido. Y Cuba sigue recibiendo el petróleo de Venezuela.
¿En caso de salir Maduro, los Castro podrían seguir controlando a Venezuela?
Quienes se animen a cambiar el destino de Venezuela tienen que darse cuenta de que los cubanos son bastante impopulares en Venezuela, especialmente dentro de las fuerzas armadas, y que es fácil sacarlos de ahí.
Entonces, ¿lo que vaya a pasar en Venezuela será determinado por los militares?
Sí. Si no hay una división.
Todos los días hay estallidos sociales en todo el territorio nacional…
Puede haber un millón de personas en la calle y pueden estar seis, ocho horas. Yo no les veo a los latinoamericanos, en general, ni a los venezolanos, en especial, como no se la veía tampoco a los cubanos, la voluntad de resistencia que, por ejemplo, tenían los ucranianos, que se podían meter tres meses en una plaza y sufrir todo tipo de agresiones y resistir.
¿Qué importancia le ve a la aplicación de la Carta Interamericana?
Las presiones internacionales son importantes, porque desmantelan.
¿Qué necesita el secretario general, Luis Almagro?
Los dos tercios de la OEA. Aunque el Gobierno venezolano todavía emplea sus recursos para sostener los islotes que lo apoyan.
¿Todavía el Gobierno tiene dinero para seguir haciendo cabildeo internacional?
Para eso emplean parte de sus recursos. Sé de gobiernos que comprenden la gravedad de lo que pasa en Venezuela pero al mismo tiempo sobreponen sus propios intereses. Es el caso de República Dominicana. El Presidente sabe lo que nosotros sabemos, pero tiene intereses económicos muy importantes.
¿Cómo ha sido la posición de España con respecto a América Latina?
Ha cambiado. En época de José María Aznar era muy firme. En la de José Luis Rodríguez Zapatero hubo muchas veleidades, y hoy en día, con Mariano Rajoy, que rehúye los conflictos. Es que ahora el problema son los intereses económicos, que generan compromisos peligrosos.
¿Se debería sacar a Venezuela de los organismos internacionales?
Yo creo que ese aislamiento es bueno, porque es una manera de sancionar.
¿Es contradictorio que el acuerdo de paz en Colombia se haya firmado en La Habana y con el Gobierno venezolano como uno de los garantes?
Es ridículo que Venezuela sea uno de los garantes de la paz en Colombia cuando una parte sustancial de los guerrilleros están acampados en territorio venezolano. Que se haga en La Habana es como reunirse en el Vaticano a hablar de Lutero. No tiene sentido.
¿Podría Colombia caminar un sendero parecido al venezolano?
Yo creo que sí porque las Farc, con el dinero del narcotráfico que tienen, pueden generar un régimen parecido al de Venezuela.
El narcotráfico está en las cúpulas militares venezolanas. Con experiencias como las de Haití y Panamá, ¿habría que darles opciones de salida a los militares venezolanos?
Estoy de acuerdo en declarar una moratoria judicial de diez años. Llega un punto en que hay que tenderle el puente de plata al enemigo para que huya.
La autora es periodista de la Universidad Central de Venezuela. Ha colaborado con diversos medios locales e internacionales.
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