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Thursday, August 4, 2016

¿Por qué el liberalismo no es bien visto?

libertad1
‘Sonrían porque sí se puede’, fue el último mensaje con el que el líder populista de Podemos, cerró su intervención del debate a cuatro previo a las elecciones generales, ofrecido por AtresMedia. Nueve días después consiguió más de cinco millones de votos, algunos más que los 2.833 votos del único partido medianamente liberal de España, el Partido Libertario. En definitiva el colectivismo, otra vez, dio una paliza a la libertad individual.
En estas líneas vamos a intentar entre usted y yo, resolver las cuestiones por las cuales, la libertad tiene de apellido; fracaso, en todas las contiendas electorales, las sociedades, el sistema económico etc En primer lugar vamos a definir el liberalismo, el de verdad, no el subjetivo de cada persona. El liberalismo en resumen, se basa en la defensa de las libertades civiles (libre condición sexual, libre circulación de personas, libre decisión sobre tu cuerpo, libertad de culto, pensamiento etc), derechos inalienables (derecho a la vida, propiedad privada…), igualdad ante la justicia; así como el libre mercado sin intervención estatal.


¿Por qué algo tan atractivo, y a la vez, lo más justo para las personas, no tiene buen ver para la gran mayoría de los españoles? Según un estudio de la Fundación BBVA del año 2013, 3 de cada 4 españoles piensan y opinan que el Estado no sólo debe existir, sino que además, debe ser la solución de sus vidas así como aumentar su intervención en la economía. Datos preocupantes que confirman el desapego de la inmensa mayoría de los españoles a ser libres y no depender del poder estatal.
Hay que entender que esta realidad, en la que la libertad está en peligro de extinción, se debe a una serie de factores que hacen difícil el acercamiento de las personas a este valor.

El Estado y la persona

Cuando vinimos a este mundo, en la mayoría de los casos, nos sacó de ahí dentro un médico de la Sanidad Pública, así como íbamos recibiendo besos y halagos de los familiares, en la sala de espera de un hospital público. Este momento tan esencial del ser humano está copado por el Estado, y es simbólicamente, el hecho por el cual, la mayoría de las personas siguen embaucados en las manos del gestor de su vida y de sus decisiones, el Gobierno.
El Estado te hace creer que es un ser indispensable en tu vida, y lo más relevante, por la gracia divina. Proporcionándote una sanidad, educación, sistema de pensiones, ayudas sociales etc a cambio de que tu les pagues impuestos, todo mediante coacción y sin libre desvinculación. Pero la persona, ingenua, al ver que todas las personas aceptan este sistema, no se plantea otra alternativa de vida, está conforme con la esfera de libertad que le da el Estado.
Por último, el factor posiblemente más importante, es el educativo. El Estado, pone todo lo que está en su mano, con un éxito del 88%, para que el individuo que ha llegado al sistema educativo estatal, pasando por todas sus etapas educativas, acabe con una edad madura defendiendo el éxito de la socialdemocracia impuesta de hoy. Haciendo muy difícil que la persona en cuestión, reflexione acerca del modelo actual que el Estado obliga a aceptar.

La sociedad y la persona

La sociedad se mueve por la empatía, es decir, tiende a cooperar de manera voluntaria para lograr el bien individual de cada persona. Ese origen de la voluntariedad entre personas fue modificado por el Estado, con un objetivo muy claro, convertir la libre cooperación encolectivismo forzoso. Ha sido tal el éxito, que hoy día, defender la libre colaboración entre personas y no exigido por el Estado, te convierte en un individuo ‘egoísta e insolidario’ ante la sociedad.

Un paso hacia la libertad

Vamos observando que hay grandes bases asentadas en la socialdemocracia actual, y será complejo, abrir la mente de millones de personas, que están en su pompa de libertad siendo inconscientes de que aún pueden absorber más y más, de lo que les proporciona el Estado.
El hacerte creer que estás representado por alguien (siendo tú el mejor representante de ti mismo), más la solidaridad forzosa, el bien común, en definitiva, el bien del grupo por encima de la libertad del individuo, llega a ser consustancial para la gran mayoría.
Habría que hacer ver a las personas, que la libertad de poder elegir tu proyecto de vida sin meterte en la de otros, es la mejor forma de garantizar la ‘justicia social’.
‘Todos hablan de libertad, pero ven a alguien libre y se espantan’
Hugo Finkelstein

¿Por qué el liberalismo no es bien visto?

libertad1
‘Sonrían porque sí se puede’, fue el último mensaje con el que el líder populista de Podemos, cerró su intervención del debate a cuatro previo a las elecciones generales, ofrecido por AtresMedia. Nueve días después consiguió más de cinco millones de votos, algunos más que los 2.833 votos del único partido medianamente liberal de España, el Partido Libertario. En definitiva el colectivismo, otra vez, dio una paliza a la libertad individual.
En estas líneas vamos a intentar entre usted y yo, resolver las cuestiones por las cuales, la libertad tiene de apellido; fracaso, en todas las contiendas electorales, las sociedades, el sistema económico etc En primer lugar vamos a definir el liberalismo, el de verdad, no el subjetivo de cada persona. El liberalismo en resumen, se basa en la defensa de las libertades civiles (libre condición sexual, libre circulación de personas, libre decisión sobre tu cuerpo, libertad de culto, pensamiento etc), derechos inalienables (derecho a la vida, propiedad privada…), igualdad ante la justicia; así como el libre mercado sin intervención estatal.

Saturday, July 2, 2016

¡Orwell vive!

Ian Vásquez, recordando a Orwell en su cumpleaños, destaca ejemplos de países latinoamericanos con gobiernos que parecen sacados de una de sus novelas.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
La Organización de los Estados Americanos (OEA) finalmente se acercó esta semana a reconocer oficialmente lo que los latinoamericanos hemos sabido por muchos años: el régimen que manda en Venezuela es una dictadura. Por primera vez, la OEA permitió que se cuestionara la democracia venezolana al presentarse un informe sobre las múltiples violaciones políticas y de derechos humanos que azotan al país caribeño. Si estas discusiones llevan a activar la Carta Democrática Interamericana, la organización podría expulsar a Venezuela de su club.



Que los gobiernos democráticos hayan demorado tanto en empezar a admitir la realidad venezolana, sumado al hecho de que el régimen chavista insiste con que es una democracia, y que muchos políticos en la región usen retórica semejante a la de los chavistas, no habría sorprendido a George Orwell, el gran escritor del siglo veinte nacido este día en 1903.
Orwell fue un ensayista y autor de la distopía 1984, Rebelión en la granja y otras novelas. Se preocupó por las formas en que los regímenes totalitarios de derecha e izquierda tomaban y mantenían el poder y, especialmente, en el uso del lenguaje que usaban para lograrlo. Acuñó términos que se volvieron de uso común como la guerra fría, el gran hermano y el doble pensar.
La degradación del lenguaje sirve para fines políticos, según Orwell. En 1946 —mucho antes de que el socialismo del siglo XXI se proclamara una revolución democrática— Orwell escribió que todo tipo de régimen se denomina democrático sin definir bien esa palabra. La imprecisión es el gran amigo del lenguaje político que “está diseñado para lograr que las mentiras parezcan verdades y el asesinato respetable”. Por eso, según el escritor, los defensores de totalitarismos nunca dirán “Creo en el asesinato de los opositores cuando se pueden obtener así buenos resultados”.
Las ideas de Orwell siguen vigentes en Venezuela y en la región. Hugo Chávez destruyó la enferma democracia venezolana al criticar la supuesta oligarquía que gobernaba y a la que el chavismo actual sigue culpando de los males del país. En la práctica, la revolución bolivariana ha aumentado los niveles de corrupción —tal como lo documenta el informe de la OEA— y ha surgido una “boligarquía” que se ha enriquecido y que goza de privilegios extraordinarios. Lo ocurrido en Venezuela es muy parecido al totalitarismo que un personaje central de 1984 describió como “colectivismo oligárquico”.
El doble pensar de Orwell se usa ampliamente. Se trata de sostener dos ideas que son absolutamente contradictorias y aceptarlas como correctas. Hay muchos ejemplos. La hiperinflación ha desplomado el valor de la moneda venezolana que el régimen denomina el bolívar fuerte. Ante el hambre que está pasando el pueblo venezolano por la escasez de comida, el presidente Nicolás Maduro asegura que el gobierno “garantiza la distribución casa por casa de los productos alimenticios en todo el país”. Todos los ministerios venezolanos se hacen llamar de “poder popular” a pesar de que se reprime a la Asamblea Nacional y el pueblo no tiene vía política de expresarse si tienen ideas contrarias a las del régimen. Se creó un Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo a pesar de la plena crisis social que vive el país.
Otros países no se quedan muy atrás. Ecuador creó un ministerio de la felicidad. La Argentina de Cristina Kirchner creó la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional. Cuando el presidente ecuatoriano Rafael Correa anunció una ley de comunicaciones que restringe la libertad de prensa, se refirió a los periodistas como “sicarios de la tinta”. El gobierno ecuatoriano esta semana celebró dicha ley diciendo que lleva “tres años democratizando la palabra”. En Cuba, Raúl Casto asegura que no hay presos políticos. La cadena Telesur celebra al grupo guerrillero de las FARC por sus 52 años de lucha por la paz. Un asesor de la Asamblea Nacional de Ecuador se refiere a un secuestro político como “retención”. Procesos legítimos democráticos se llaman golpes blandos.
El problema se vuelve más grave cuando gente respetable brinda legitimidad a tales regímenes. Tal ha sido el caso del economista Joseph Stiglitz que ha alabado a las políticas chavistas, o el economista Paul Krugman quien hizo lo mismo en años recientes con Brasil y Argentina. Si la OEA logra sancionar a Venezuela, será un triunfo del lenguaje y, diría Orwell, del pensamiento más claro.

¡Orwell vive!

Ian Vásquez, recordando a Orwell en su cumpleaños, destaca ejemplos de países latinoamericanos con gobiernos que parecen sacados de una de sus novelas.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
La Organización de los Estados Americanos (OEA) finalmente se acercó esta semana a reconocer oficialmente lo que los latinoamericanos hemos sabido por muchos años: el régimen que manda en Venezuela es una dictadura. Por primera vez, la OEA permitió que se cuestionara la democracia venezolana al presentarse un informe sobre las múltiples violaciones políticas y de derechos humanos que azotan al país caribeño. Si estas discusiones llevan a activar la Carta Democrática Interamericana, la organización podría expulsar a Venezuela de su club.