Daniel Gros
Daniel Gros is Director of the Brussels-based Center for European Policy Studies. He has worked for the International Monetary Fund, and served as an economic adviser to the European Commission, the European Parliament, and the French prime minister and finance minister. He is the editor of Economie… read more
¿Salvará Trump al euro?
BRUSELAS – Europa acaba de atravesar otras dos difíciles pruebas. Los votantes austríacos rechazaron la posibilidad de que la Unión Europea tuviera su primer jefe de Estado ultraderechista, pero los italianos propinaron un rotundo no a su gobierno y abrieron el camino para la llegada al poder de fuerzas populistas. Si a eso le sumamos el Brexit, todavía por concretarse, y el aún deslucido desempeño económico de la eurozona, la supervivencia de la moneda común dista de estar garantizada.
La percepción de que el euro es culpable de los muchos padecimientos económicos de Europa (desde una recesión con recaída hasta una recuperación lenta y despareja) dio sustento al ascenso de movimientos políticos nacionalistas, euroescépticos y populistas. Austria consiguió frenar su avance, pero tal vez Italia no pueda.
La decisión del primer ministro Matteo Renzi de cumplir su promesa de renunciar si los votantes rechazaban las reformas constitucionales propuestas por su gobierno sumió la política italiana en el desconcierto; es probable que se llame a elección general anticipada. En un momento de importantes desafíos económicos (la producción italiana lleva estancada una década y el estado de sus finanzas públicas todavía es precario), el Movimiento Cinco Estrellas, una agrupación populista que prometió celebrar un referendo sobre la permanencia en la zona euro, tiene potencial de atraer votantes.
Para evitar una ruptura de la eurozona, Italia (en realidad, toda la unión monetaria) necesita con urgencia un empujón económico. Y tal vez se lo dé nadie menos que el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump.
Todavía faltan semanas para que Trump asuma el cargo y ya está generando repercusiones. Los tipos de interés a largo plazo en Estados Unidos subieron, y se espera que continúen haciéndolo. Esto contribuyó a un incremento de tasas (mucho menor) en Europa. El rendimiento de los bonos alemanes a diez años subió unos 50 puntos básicos desde la elección estadounidense y se mantiene en terreno positivo. Los populistas ya no pueden acusar al Banco Central Europeo de imponer una carga a los ahorristas alemanes.
El aumento fue más marcado en la periferia de la eurozona; en Italia, por ejemplo, el rendimiento de los bonos a diez años subió casi un punto porcentual. A primera vista parece problemático, pero es probable que el efecto negativo de la suba de tasas en la periferia sea limitado: buena parte de la deuda de los hogares y las empresas en esos países se indexa con los tipos de interés a corto plazo, que al ser fijados por el BCE (no por los mercados) se han mantenido bajos.
Además, los gobiernos de la periferia están en gran medida protegidos del aumento de la prima de riesgo de los bonos a largo plazo, porque sus bancos centrales siguen comprándoles títulos de deuda. Y la sustancial apreciación del dólar estadounidense tras la elección augura un aumento de competitividad para las exportaciones europeas.
De modo que el impacto neto inmediato de la victoria de Trump ha sido positivo para la eurozona, y no parece que los beneficios vayan a cortarse. Trump prometió implementar rebajas impositivas generales, que incluirán una reducción del impuesto corporativo de 35% a 15%. Si a eso se le suman los planes de subsidiar la inversión en infraestructura y aumentar el gasto militar, parece probable que Estados Unidos experimentará un veloz crecimiento del déficit fiscal y un enorme aumento de la demanda en el corto plazo. Como la economía estadounidense ya trabaja cerca de su plena capacidad (el desempleo es inferior al 5%), para cubrir esa demanda se necesitarán más importaciones (y un dólar más fuerte).
Todo esto será bueno para la eurozona, ya que Estados Unidos sigue siendo uno de los principales mercados de sus exportaciones. Pero es probable que la más beneficiada sea la periferia. Por ejemplo, una depreciación del euro incide unas tres veces más en Italia que en Alemania, porque la demanda de bienes de capital especializados como los que exporta Alemania no es muy elástica respecto del precio. De modo que un crecimiento veloz impulsado por la demanda en Estados Unidos, sumado al fortalecimiento del dólar, puede contribuir al muy necesario rebalanceo de la eurozona.
Otra posible ventaja para Europa será la política energética de Trump. Durante la campaña, Trump prometió asegurar la autosuficiencia energética, algo que probablemente implique nuevos subsidios a la producción local de petróleo, gas y tal vez carbón. Eso ayudaría a mantener deprimido el precio del petróleo, una bendición para los países de la eurozona importadores de energía.
La posibilidad de que la Trumponomics beneficie a Europa cuenta con un antecedente. Tras el derrumbe en los setenta del sistema de fijación cambiaria de Bretton Woods basado en el dólar, Europa instituyó el Sistema Monetario Europeo para crear una isla de estabilidad en un océano de tipos de cambio muy volátiles. Al principio las grandes diferencias entre países en materia de índices de inflación y prioridades de política económica hicieron difícil mantener la estabilidad cambiaria dentro del SME, pero luego la situación mejoró rápidamente gracias al presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan.
La “Reaganomics” produjo un gran déficit fiscal y un dólar superfuerte. Eso, más el abaratamiento del petróleo, dejó a Europa bien posicionada para superar sus difíciles disparidades y conseguir el crecimiento. Incluso fue la última vez que el PIB de Italia creció más rápido que el promedio del SME. La Trumponomics apunta a crear precisamente las mismas condiciones.
Cualquiera sea el potencial impacto negativo de las políticas de Trump, un beneficio está claro: impulsarán el crecimiento y el empleo en una eurozona políticamente convulsionada por la insatisfacción económica (y las mejoras serán más marcadas en los países que más las necesitan). No hace falta recalcar el valor de esto en momentos en que los italianos se enfrentan a la posibilidad de un referendo sobre la permanencia en la eurozona y los franceses se preparan para la elección presidencial del año entrante. Puede ser que Trump termine salvando al euro.
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