Con cada nuevo atentado del islamismo radical, el cuerpo de guardia de la corrección política nos dice con grandes aspavientos en los medios y las redes sociales que no podemos decir que se trata de un atentado del islamismo radical para no generar la “peligrosísima” islamofobia, ese fantasma que parece recorrer Europa pero que, si he de serles sincero, yo todavía no me he encontrado, excepto en situaciones muy particulares y minoritarias.
Pero la realidad es tozuda: un camión irrumpe en el lugar ocupado por una multitud y causa numerosos muertos y aún más heridos, podríamos tener dudas la primera vez aun a pesar de que los atropellos han sido una forma de terrorismo relativamente habitual en Israel desde hace tiempo, pero en la segunda ocasión las dudas son poco menos que ridículas.
En otras ocasiones, el miedo a la islamofobia parece obligarles a mentir o a ocultar la parte más relevante de la verdad: un asesino que grita “¡Alá es grande!” justo después de su crimen. Unas palabras que son lo único que la mayoría de nosotros podremos distinguir en un vídeo escalofriante, pero muchos medios europeos las esconden tras un discurso justificador sobre Alepo.
¿Generan los atentados islamofobia? Es obvio que no crean simpatía, pero no creo que cambien la percepción sobre los musulmanes de la mayor parte de la gente: sabemos distinguir entre la ideología fanática y enloquecida de unos pocos y un grupo mucho mayor de gente que, a pesar de las diferencias, es básicamente como nosotros.
¿Qué es lo que genera rechazo de verdad? Desde mi punto de vista, varias cosas: por ejemplo, las mentiras con las que todo el mundo –y especialmente los políticos- parece querer engañarnos de una forma tan grosera; por ejemplo, la falta de reacción de esa inmensa mayoría de musulmanes que no puede, no logra o no quiere marcar distancias con el terrorismo y la radicalidad; o, por poner un último ejemplo, los que en virtud de una malentendida tolerancia nos piden que renunciemos a lo que somos para adaptarnos nosotros a los que llegan, en lugar de los que llegan a nosotros.
Lo que más islamofobia genera es, en suma, que con la excusa del islam pretendan arrebatarnos nuestra libertad por uno u otro lado.
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