REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
Plutarco Elías Calles era elegido para ocupar la presidencia en el periodo
de 1924-1928 sustituyendo a Obregón. El Presidente Obregón entonces me envía un
comunicado informándome que Calles como presidente electo, llevaría a cabo una
gira por Europa y me pedía que lo acompañara. Días después recibo otro de
Calles pidiéndome lo esperara en Hamburgo para iniciar la jornada. Me llevé a
tu padre quien contaba con solo 13 años de edad y nunca se le olvidaría su
encuentro con Calles. Al presentárselo explicándole era mi hermanito y
estudiaba en Bruselas, el Gral. en un gesto inusual, le toca la cabeza y le
dice con voz fuerte; estudia mucho muchachito, Mexico necesita talento.
Al siguiente dia de que la gira arribaba a Paris, le fue ofrecida una cena de
gala al General por el Burgomaestre de Paris y el Prefecto del Sena. El
discurso del Burgomaestre fue vacío, superficial, general y protocolario; pero
la pieza oratoria preparada por el Prefecto del Sena cuya copia había recibido
el General solo una hora antes del evento, tocaba problemas delicados como los sociales,
económicos, filosóficos, históricos, de política internacional, y un tema tan
audaz y sensitivo en esos momentos como la intervención francesa en Mexico en
1862.
Con el antecedente de que Porfirio Diaz años antes había enfrentado una
situación similar, al momento de recibir el documento el General muy molesto me
llama para que lo auxilie en la respuesta ante tan delicada situación y,
preparamos esto. Me da en esos momentos un viejo documento que hoy debe ser histórico:
El discurso del Prefecto que en cierto momento de forma velada daba una
justificación del acto de Francia e inclusive, también de forma velada hacía
alusión al caos de los últimos años, se podía resumir con la frase positiva del
largo mensaje cuando afirma: “Si la historia ha querido que en alguna ocasión
se enfrentaran en los campos de batalla los ejércitos de Francia y Mexico, esto
solo ha sido una oportunidad que el destino quiso dar al gobierno y al pueblo
de Francia para que se formara conciencia plena de la hidalguía, de la nobleza
y el valor del pueblo mexicano.”
El General Calles se pone de pie e inicia:
“Con frase galana habéis hecho alusión a nuestras luchas pasadas. La
nobleza de vuestro gesto obliga el reconocimiento de mi patria. Mexico, por su
parte, se halla plenamente convencido de que no fue el pueblo de Francia, sino
la plutocracia imperialista de la época, quien le hizo la guerra. En ese
concepto como recuerdo de la lucha se levanta en Puebla, sobre las cenizas de
ambos combatientes, un sencillo monumento donde se ve un soldado de Francia y
un guerrero de la republica dándose la mano, en gesto solemne y magnifico bajo
la protección del Angel de la Paz.
“Ojalá que en todos los campos de batalla, y en la conciencia de todos los
pueblos que han luchado entre si, se levante, solemne, majestuoso y eterno, un
momento igual.”
Pienso que con este encuentro finalmente la herida que había sangrado por
tantos años, quedaba cicatrizada. En eso lo interrumpo para preguntarle: ¿Cómo
era Calles? Se queda pensativo buen rato e inicia. Era un hombre de su época,
rudo, muy inteligente, líder natural, era un hombre que con facilidad podía ser
brutal. Calles era el gran maestro de la nueva política mexicana del
maquiavelismo, del control absoluto y total. La historia lo define como el gran
estadista, pero acuérdate que la historia la escriben los ganadores. Era un
hombre totalmente diferente a Obregón que inclusive practicaba el espiritismo.
Calles era la negación total de la democracia y la representación más pura
de la autocracia. Su extracción no era como la de Obregón, el era producto de
una clase media baja y forjado en el sistema educativo de aquella época pues
durante años había sido maestro de primaria. La ideología de Calles era el
poder en toda su representación y a cualquier precio. Creo que Calles al igual
que muchos de nosotros, se daba cuenta de que la democracia le había hecho mas
daño que bien al país, y por ello, preparaba su propia dictadura que tejería
con gran habilidad y pocos escrúpulos, para luego controlarla con mano de
hierro.
El General regresaba a Mexico y en Enero de 1924 me manda llamar para
ofrecerme de nuevo la Secretaria de Gobernación. En ese momento lo interrumpo;
no entiendo tío, si tantos problemas habías tenido con Calles ¿como es que te
invita a ocupar la Secretaria más importante?, pero sobre todo, ¿como es que tú
la aceptas? Sonríe cuando se prepara a responder. Mi relación con el General
Calles fue siempre dramática. Creo que él de alguna forma me admiraba no tanto
por mis dotes políticas, mi mente jurídica o mi ya basta experiencia
diplomática e internacional, sino porque era uno de los pocos hombres que me le
había enfrentado y al darse cuenta de que yo a diferencia del resto de Mexico,
no le temía, eso le atraía.
Yo por mi parte, conociéndolo como ya te lo he descrito, había ángulos de
su personalidad y de su conducta que admiraba. En primer lugar admiraba su
desempeño como uno de los líderes de la revolución, y sobre todo, pieza clave
en el triunfo del Plan de Agua Prieta. Pensaba también que en esos momentos
Mexico necesitaba un hombre de ese perfil, rudo, terco, a veces intransigente,
mas que nada para de forma agresiva y de una vez por todas, implantar
finalmente el estado de derecho tan urgente para la convivencia de la sociedad,
y ese era el papel que yo me visualizaba desempeñando.
La hegemonía sonorense no era un mito, era una realidad pero luego yo me
daría cuenta de que, mi lectura y del General Obregón, era muy diferente a la
de Calles. Obregón pensaba que el país requería de cierta “rienda” como él lo
definía, pues don Porfirio no había logrado llevarlo a su edad madura. El país
requería de un periodo de por lo menos diez años para construir los puentes y
cruzar el pantano que nos aprisionaba. En ese periodo se debían construir las
instituciones, los mercados, avenidas para que la política dejara de ser
enfrentamientos armados, y algo que no alcanzamos a comentar con claridad pero
yo lo adivinaba en la mente del General Obregón; el afinado de la nueva
Constitución y un sistema judicial que la hiciera realidad.
Obregón había iniciado el proceso y ahora le tocaba a Calles el darle
continuidad y por ello, no solo aceptaba de nuevo la Secretaria de Gobernación,
lo hacia con un sentido de misión y de propósito para darle vida al proceso que
permitiera la emergencia del Mexico moderno. El Mexico de las instituciones, no
los caudillos, el plural, el democrático, pero con una sociedad civil ya lista
para esa responsabilidad. Un Mexico que ya hubiera abandonado la época del
feudalismo y el vasallaje, para crear una economía que ofreciera a todos los
hombres las mismas posibilidades de progreso, sin más diferencias que las
surgidas de forma natural de la virtud, el trabajo y el talento.
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