Thursday, December 22, 2016

CONVERSACIONES CON GILBERTO VALENZUELA IX

REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
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Plutarco Elías Calles era elegido para ocupar la presidencia en el periodo de 1924-1928 sustituyendo a Obregón. El Presidente Obregón entonces me envía un comunicado informándome que Calles como presidente electo, llevaría a cabo una gira por Europa y me pedía que lo acompañara. Días después recibo otro de Calles pidiéndome lo esperara en Hamburgo para iniciar la jornada. Me llevé a tu padre quien contaba con solo 13 años de edad y nunca se le olvidaría su encuentro con Calles. Al presentárselo explicándole era mi hermanito y estudiaba en Bruselas, el Gral. en un gesto inusual, le toca la cabeza y le dice con voz fuerte; estudia mucho muchachito, Mexico necesita talento.



Al siguiente dia de que la gira arribaba a Paris, le fue ofrecida una cena de gala al General por el Burgomaestre de Paris y el Prefecto del Sena. El discurso del Burgomaestre fue vacío, superficial, general y protocolario; pero la pieza oratoria preparada por el Prefecto del Sena cuya copia había recibido el General solo una hora antes del evento, tocaba problemas delicados como los sociales, económicos, filosóficos, históricos, de política internacional, y un tema tan audaz y sensitivo en esos momentos como la intervención francesa en Mexico en 1862.

Con el antecedente de que Porfirio Diaz años antes había enfrentado una situación similar, al momento de recibir el documento el General muy molesto me llama para que lo auxilie en la respuesta ante tan delicada situación y, preparamos esto. Me da en esos momentos un viejo documento que hoy debe ser histórico:

El discurso del Prefecto que en cierto momento de forma velada daba una justificación del acto de Francia e inclusive, también de forma velada hacía alusión al caos de los últimos años, se podía resumir con la frase positiva del largo mensaje cuando afirma: “Si la historia ha querido que en alguna ocasión se enfrentaran en los campos de batalla los ejércitos de Francia y Mexico, esto solo ha sido una oportunidad que el destino quiso dar al gobierno y al pueblo de Francia para que se formara conciencia plena de la hidalguía, de la nobleza y el valor del pueblo mexicano.”

El General Calles se pone de pie e inicia:

“Con frase galana habéis hecho alusión a nuestras luchas pasadas. La nobleza de vuestro gesto obliga el reconocimiento de mi patria. Mexico, por su parte, se halla plenamente convencido de que no fue el pueblo de Francia, sino la plutocracia imperialista de la época, quien le hizo la guerra. En ese concepto como recuerdo de la lucha se levanta en Puebla, sobre las cenizas de ambos combatientes, un sencillo monumento donde se ve un soldado de Francia y un guerrero de la republica dándose la mano, en gesto solemne y magnifico bajo la protección del Angel de la Paz.

“Ojalá que en todos los campos de batalla, y en la conciencia de todos los pueblos que han luchado entre si, se levante, solemne, majestuoso y eterno, un momento igual.” 

Pienso que con este encuentro finalmente la herida que había sangrado por tantos años, quedaba cicatrizada. En eso lo interrumpo para preguntarle: ¿Cómo era Calles? Se queda pensativo buen rato e inicia. Era un hombre de su época, rudo, muy inteligente, líder natural, era un hombre que con facilidad podía ser brutal. Calles era el gran maestro de la nueva política mexicana del maquiavelismo, del control absoluto y total. La historia lo define como el gran estadista, pero acuérdate que la historia la escriben los ganadores. Era un hombre totalmente diferente a Obregón que inclusive practicaba el espiritismo.

Calles era la negación total de la democracia y la representación más pura de la autocracia. Su extracción no era como la de Obregón, el era producto de una clase media baja y forjado en el sistema educativo de aquella época pues durante años había sido maestro de primaria. La ideología de Calles era el poder en toda su representación y a cualquier precio. Creo que Calles al igual que muchos de nosotros, se daba cuenta de que la democracia le había hecho mas daño que bien al país, y por ello, preparaba su propia dictadura que tejería con gran habilidad y pocos escrúpulos, para luego controlarla con mano de hierro.

El General regresaba a Mexico y en Enero de 1924 me manda llamar para ofrecerme de nuevo la Secretaria de Gobernación. En ese momento lo interrumpo; no entiendo tío, si tantos problemas habías tenido con Calles ¿como es que te invita a ocupar la Secretaria más importante?, pero sobre todo, ¿como es que tú la aceptas? Sonríe cuando se prepara a responder. Mi relación con el General Calles fue siempre dramática. Creo que él de alguna forma me admiraba no tanto por mis dotes políticas, mi mente jurídica o mi ya basta experiencia diplomática e internacional, sino porque era uno de los pocos hombres que me le había enfrentado y al darse cuenta de que yo a diferencia del resto de Mexico, no le temía, eso le atraía.

Yo por mi parte, conociéndolo como ya te lo he descrito, había ángulos de su personalidad y de su conducta que admiraba. En primer lugar admiraba su desempeño como uno de los líderes de la revolución, y sobre todo, pieza clave en el triunfo del Plan de Agua Prieta. Pensaba también que en esos momentos Mexico necesitaba un hombre de ese perfil, rudo, terco, a veces intransigente, mas que nada para de forma agresiva y de una vez por todas, implantar finalmente el estado de derecho tan urgente para la convivencia de la sociedad, y ese era el papel que yo me visualizaba desempeñando.

La hegemonía sonorense no era un mito, era una realidad pero luego yo me daría cuenta de que, mi lectura y del General Obregón, era muy diferente a la de Calles. Obregón pensaba que el país requería de cierta “rienda” como él lo definía, pues don Porfirio no había logrado llevarlo a su edad madura. El país requería de un periodo de por lo menos diez años para construir los puentes y cruzar el pantano que nos aprisionaba. En ese periodo se debían construir las instituciones, los mercados, avenidas para que la política dejara de ser enfrentamientos armados, y algo que no alcanzamos a comentar con claridad pero yo lo adivinaba en la mente del General Obregón; el afinado de la nueva Constitución y un sistema judicial que la hiciera realidad. 

Obregón había iniciado el proceso y ahora le tocaba a Calles el darle continuidad y por ello, no solo aceptaba de nuevo la Secretaria de Gobernación, lo hacia con un sentido de misión y de propósito para darle vida al proceso que permitiera la emergencia del Mexico moderno. El Mexico de las instituciones, no los caudillos, el plural, el democrático, pero con una sociedad civil ya lista para esa responsabilidad. Un Mexico que ya hubiera abandonado la época del feudalismo y el vasallaje, para crear una economía que ofreciera a todos los hombres las mismas posibilidades de progreso, sin más diferencias que las surgidas de forma natural de la virtud, el trabajo y el talento.


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