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Wednesday, November 16, 2016

Trump, el "outsider"

Trump, el "outsider"

Víctor Pavón explica que los "outsiders" como Donald Trump aparecen gracias a las acciones y omisiones de las elites políticas.
Víctor Pavón es Gerente Ejecutivo de la Asociación Paraguaya de Universidades Privadas- APUP y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado Cartas sobre el liberalismo.
La aparición de outsiders en la escena política no es más que una señal de hastío por parte de la gente hacia gran parte de los dirigentes; un hastío que no cesará hasta que los políticos profesionales —en cualquier parte del mundo— aprendan que son representantes con mandatos de la gente y no al revés.
En Paraguay los outsiders surgieron tan pronto se inició la transición hacia la democracia. Figuras como Wasmosy, Oviedo, Lugo y Cartes fueron una respuesta directa al deseo de la mayoría, en particular de ese hombre y mujer común de la calle que lo único que desea es vivir en libertad, seguridad y que sus anhelos de un mejor porvenir con sus familias no sean truncados ni por los delincuentes y tampoco por el mismo gobierno.


Y el problema en el fondo es precisamente el gobierno. La acción y omisión de los mismos gobernantes —porque muchos de los delincuentes están en el mismo Estado, esto es, en los tres poderes— incentivan la aparición de aquellas figuras fuera de la militancia política. La persistente inseguridad y la ausencia de un ambiente institucional en favor de garantizar la propiedad y el buen uso de los recursos tributarios no son apenas una circunstancia.
En efecto, cuando desde el poder de las camarillas reinantes se relegan las facultades constitucionales dictados por el pueblo para precautelar los derechos individuales, entonces, la gente prefiere y seguirá prefiriendo a los que no están tan metidos y manchados con el contubernio de los arreglos bajo la mesa, entre cuatro paredes, donde lo único que les importa es seguir disfrutando de las canonjías y privilegios del poder.
En la democracia más antigua del mundo moderno, el ahora presidente electo de EE.UU., Donald Trump, es una muestra concreta de lo que ocurre cuando la gente se percata que el establishment consolidado se va alejando cada vez más del sentimiento popular, como si la política fuera una actividad de la realidad diaria.
Para muchos una derrota de Hillary Clinton, representante de una dinastía iniciada por su esposo y que dominó durante toda una generación, primera dama, secretaria de Estado y senadora, era casi impensable. Durante su campaña, Hillary Clinton desechó lo que su esposo Bill había hecho bien para ser presidente. La candidata demócrata se olvidó de la suficiente prudencia política para lanzarse directamente a apoyar segmentos como el de los homosexuales y mostrarse dubitativa sobre subir o no los impuestos y sobre cómo terminar las regulaciones que estrangulan a las empresas.
Esta política pendular no fue poca cosa, creó más dudas que certeza. Muchos estadounidenses ante la ola de incertidumbre que de la inseguridad interna y externa emergen, empezaron a escuchar otro discurso, por cierto, demasiado directo y sin ese formalismo que los políticos tradicionales se adornan: Trump hablaba de la recuperación de la grandeza de EE.UU. y de los desafíos económicos con los que se enfrentaba aquel ciudadano común no tan instruido de la Norteamérica profunda, apelando a ese nacionalismo del cual —y a propósito— en ningún país del mundo ha dejado de ser relevante cuando de las masas se trata.
Por supuesto que Donald Trump no podía ser el presidente porque representaba lo contrario de los grupos de presión empotrados en el poder. “Los políticos son todos estúpidos” llegó a decir. Y fueron esos políticos su mejor propaganda. Su propio partido le negó el voto.
Más importante todavía (y esto tiene mucho que ver con nuestro país y el actual presidente Cartes) es que siendo Donald Trump un verdadero outsider (como lo fue Cartes) asumirá la presidencia sin esa presión de las lealtades partidarias (que Cartes volvió a crear para sí mismo y para mal) cuestión que durante su mandato se podrá comprobar si se mantiene o abdica ante el establishment de los políticos profesionales e intereses corporativos que no dudarán en impedir a que haga un buen gobierno.

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