REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
En diciembre de 1988, un hombre de baja estatura, inteligencia anormal y enorme resolución, asumía la presidencia de la república en medio de una de las crisis sexenales que, como penitencia, los mexicanos aceptábamos con esa resignación y docilidad exhibidas durante doscientos años. El ascenso del hombre pequeño, no sólo alimentaba el robusto escepticismo del vapuleado pueblo, sino infinidad de chistes acompañando nuestro auto flagelo y el popular “es el destino.” Sin embargo, unos días después estampaba claramente su firma cuando, en un acto sin precedentes y utilizando toda la fuerza del estado, arremetía contra uno de los cánceres del país; el sindicato de PEMEX, para enviar a su gansteril líder a prisión.
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