“¿Las diferencias en los ingresos nacionales de los países, tienen una relación directa con los diferentes promedios nacionales de coeficientes intelectuales de sus habitantes? De ser así, el IQ es un factor que determina la riqueza o pobreza de las naciones.”
Durante gran parte de mi vida profesional, como los
conquistadores españoles en busca de la mítica ciudad de El Dorado, he buscado
la ruta que las naciones transitan para arribar a su riqueza, o, a la
vergonzosa pobreza que las abate. Esos caminos me ha llevado a tocar sensibles
cuerdas de nuestro tejido social por lo que, tradicionalmente, mis exposiciones
han provocado desde la emergencia de genuino interés, hasta sectores ofendidos
que me etiquetan con múltiples calificativos y de gran retórica.
Navegando por esos mares, hace meses publiqué un
escrito titulado Aztecas
VS Griegos en el cual me daba a exponer el problema productor de una
maquinara de lujo que se mantiene con el freno de mano activado, y no permite
su avance: Seres humanos propietarios de coeficientes intelectuales muy
superiores a los normal a quienes, lejos de ayudarlos para desarrollar su
bendición, no solamente los desaprovechamos, los llegamos a empujar hasta
convertirlos en verdaderos problemas sociales.
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