“La defensa del mercado y la sociedad libre no sólo se justifica por razones de eficiencia económica. Porque aunque el mercado fuese un pésimo asignador de recursos, aún así debiésemos de defenderlo porque es el único sistema donde los derechos propios del hombre tienen cabida y respeto.”
RICARDO VALENZUELA
Con un gobierno nuevo ¿Qué puede hacerse? ¿Qué podríamos
recomendarle al presiente electo de México y a su grupo de colaboradores?
Primero: Que les quede clara la cuestión central en materia de
Ciencia Política. Es por demás necesario definir quién tomará las decisiones
dentro del contexto social, el Estado o el individuo. La respuesta es muy
sencilla. En una sociedad libre es el mismo individuo quien lleva acabo estas
decisiones. En una sociedad política, es el Gobierno quien posee la autoridad
para decidir en materia de opciones públicas. Los arquitectos sociales de hoy
deben de entender claramente que el poder de coerción gubernamental no tiene la
capacidad para organizar y diseñar el orden social. Lo seguro es esto, las
sociedades fundamentadas sobre la amenaza de coerción carecen de libertad y,
por lo mismo, son ineficientes.
Segundo: Habría que recalcarles que los arquitectos sociales y
políticos de la actualidad se jactan por el hecho de no estar comprometidos con
ninguna ideología o tendencia política, creyendo que esto les hace más
científicos o maduros, cuando la verdad es que no es posible presentar ningún
análisis que estudie al hombre como miembro de un orden social sin estar
influidos por alguna manera de pensamiento. En lo que concierne a la teoría
política, no existen posiciones neutrales. Siempre es necesario antes de
iniciar cualquier análisis político, definir cuales serán los principios de carácter
general que conforman el fundamento de nuestra manera de pensar, es decir, los
lineamientos intelectuales que nos ayudarán a explicar las relaciones de causa
y efecto del medio social en el que se desarrolla el hombre. Pocos entienden el
hecho de que las ideas tienen consecuencias. SE REQUIERE CLARIDAD.
“En el mundo de la realidad, de la vida y de la acción
humana, no hay tal cosa de interés independiente de las ideas. Lo que el hombre
considera su interés, es el producto de sus ideas.” Von
Mises.
Tercero: Hacerles entender de una vez por todas que la ayuda estatal
nunca ha podido ser capaz de generar riqueza y aumentar el nivel de vida de las
gentes. La única solución para promover el desarrollo ha sido, a lo largo de la
historia, el mercado libre, la visión empresarial y la responsabilidad
individual. Ese odiado concepto tanto por la iglesia como por el Estado; la
ambición individual que hace a millones de seres el trabajar, competir, sudar,
endeudarse, sufrir para producir utilidades y crear riqueza. Y lo seguirá
siendo.
Cuarto: Se habla de una nueva etapa para México, una etapa de
democracia y libertades políticas. Habría que preguntarse si las libertades
políticas ¿Son realmente libertades sin la posibilidad del libre intercambio de
bienes y servicios? ¿Qué bien me hace tener la posibilidad del voto, si aquél a
quien yo delego una responsabilidad no velará en favor de mi libertad, mi
propiedad, mi patrimonio y esfera privada? La libertad económica es un
excelente método para reducir el poder de un gobierno centralizado y poner la
capacidad de elección directamente en las manos del individuo. Mientras en
México no tengamos libertad económica absoluta, no tendremos libertad de
ninguna especie.
Pero, ¿Por qué debiera el gobierno del Felipe Calderón darle
un “voto de confianza a la libertad”?
Si algo debe de quedar en claro es que la defensa del
mercado y la sociedad libre no sólo se justifica por razones de eficiencia
económica. Porque aunque el mercado fuese un pésimo asignador
de recursos, aún así debiésemos de defenderlo porque es el único sistema donde
los derechos propios del hombre tienen cabida y respeto. Si los beneficios
obvios del mercado no son suficientes para convencer a la gente de la necesidad
de una sociedad libre ¿Cuál es entonces el argumento necesario? Reconocer que
las personas tienen vidas propias, y que es posible que ellas busquen
libremente su felicidad. Ese pequeño parrafito de la constitución Americana que
ha sido el secreto de su éxito.
¿Es muy tarde para cambiar?
Creo que no.
La verdadera utopía es algo que arrebata a los auténticos
liberales que visualizamos un mundo libre que esté en capacidad de proporcionar
a cada cual lo que más anhela: una vida relativamente tranquila y con
disponibilidad de los medios adecuados para realizarla. Nuestro siglo ya ha de ser
recordado, no obstante, como el siglo durante el cual un grupo de locos
obcecados (apoyados por la academia alrededor del mundo) sometieron a gran
parte de la humanidad a crueles situaciones subyugados por los cantos de sirena
que les decían que eran capaces de planear y producir el orden social con todas
sus maravillosas instituciones.
El grito de la humanidad a lo largo de los siglos ha sido el
grito por la libertad. Los valores que hoy tenemos los tenemos gracias a que
hubo quienes, en su momento, y a su manera, tuvieron la fuerza para ir contra
la corriente. Lo mismo esperamos ocurra en el futuro. El parto de aquello que
es nuevo y diferente siempre es doloroso. Y jamás complacerá a todos por igual,
aquello que surja de las pruebas y los ensayos. Pero aún así hemos de estar
dispuestos a defender la libertad pues de ella depende (y no de ningún
sabelotodo) que encontremos respuestas y alternativas a lo que hoy nos aflige y
preocupa.
Todo conservadurismo es mera nostalgia por el pasado. El
liberal no es un nostálgico sino alguien que confía en la sabiduría de las
generaciones pasadas sin descuidar el hecho de que pudieron estar equivocadas,
ni está dispuesto a empeñar el futuro en aras de un cadáver.
Así es: la historia es la maestra de la vida; constituida,
sobre todo, por historias personales de millones de individuos anónimos que
sufrieron y sufrirán, que se apartaron de la costumbre y se apartarán, que
nadaron contra corriente y nadarán, todo en pos de lo nuevo, lo diferente, lo
distinto. La rueda de la
Historia los muele y a cambio nos deja la esencia misma de la
libertad: el progreso, el cambio, lo espontáneo, lo jamás planificado. Eso es
lo que México aspira y puede lograr en este nuevo orden. Los mexicanos tenemos
la palabra.
No comments:
Post a Comment