Alberto
Mansueti
Para una empresa, hay dos vías que llevan a la cima
del éxito: una es la buena relación precio-calidad de lo que ofrece, y leal
competencia, en mercados abiertos. La otra es la buena relación de “amistad” con
los Gobiernos, para obtener favores “especiales”.
La primera es la vía del capitalismo liberal; la
otra es la del capitalismo mercantilista o simplemente “mercantilismo”. El
economista Luigi Zingales trata el tema en su libro A Capitalism for the
People: Recapturing the Lost Genius of American Prosperity, de 2012. El título se
traduce al español como “Capitalismo para el pueblo”. Pero la expresión
“Capitalismo popular” ha sido muy desvirtuada por los politiqueros
(mercachifles de la política) de la “derecha mala”; por eso es mejor
“capitalismo para todos”, opuesto al “mercantilismo” que es “capitalismo para
los amigotes”.
Un buen empresario puede llegar a la cima por la
vía ética; pero una vez que su empresa se hizo grande, si se hace amigote de
los politiqueros estatistas, puede “patear la escalera”, para que nadie más
pueda elevarse y desplazarle. Así se convierte en mercantilista, anota
Zingales.
A los liberales clásicos, partidarios de la libre
competencia y los mercados abiertos, Zingales nos tiene un importante mensaje:
el libre mercado es un “bien público”. No es un “bien privado”, como p. ej. una
bebida gaseosa. (1) En los bienes privados hay “rivalidad” en el consumo: esa lata
de refresco que yo me tomo, no la puede tomar otro. Y es “posible la
exclusión”: el vendedor no le vende refrescos a quien no paga por ellos. (2) En
los bienes públicos en cambio, p. ej. una patrulla policial que haga la ronda
por un vecindario, la seguridad que gana el vecino A, no disminuye la de su vecino
B. Y si B no paga, no hay forma de “excluirlo” de la seguridad que brinda la
patrulla.
Los bienes públicos no tienen dolientes entre los
empresarios; de allí que lo normal es que no se paguen con precios sino con
impuestos, no siendo las empresas sino los Gobiernos encargados de proveerlos:
seguridad, justicia y obras de infraestructura.
¿Y los mercados? ¿Quién se encarga de mantenerlos
abiertos, cuidando que los mercantilistas no saquen ventajas indebidas,
contrarias a la competencia ética? Hay dos posturas: (1) los estatistas dicen
“el Estado”, con leyes antimonopolios y comisiones pro-competencia; (2) los
liberales clásicos decimos que no: para combatir los monopolios y evitar las
ventajas monopolísticas, simplemente los Gobiernos deben abstenerse de
concederlas a sus amigotes. Y esas leyes son malas, y las comisiones
arbitrarias son siempre capturadas por los mercantilistas, en su provecho.
No es “el Estado” quien ha de defender al
capitalismo liberal, sino los partidos políticos de derecha liberal. No existen
aún en América latina, pero sí en otras latitudes, como p. ej. el Sudeste
asiático. Gracias a Dios, la realidad nos da unos ejemplos muy buenos en “los
cuatro tigres”:
En Taiwan (Formosa), China insular capitalista, el
viejo y glorioso Kuomintang o KMT (Partido Nacionalista Chino) fundado por el
Dr. Sun Yat-sen en la Revolución de 1911, quien fue el líder hasta su
fallecimiento en 1926. Le sucedió el general Chiang Kai-shek. El Partido creó
bancos y empresas, además de emisoras de radio y TV. Como buen partido pro
capitalismo, se financia con sus empresas privadas; y de modo legal y
transparente, no por “bajo la mesa” y con sus testaferros, como algunos
partidos hacen aquí en la República Popular de Banania. A la muerte de Chiang Kai-shek
en 1975, su hijo Chiang Ching-kuo asumió el liderazgo del partido, y de sus
empresas, hasta que falleció en 1988. Su sucesor, Lee Teng-hui fue el primer
taiwanés nativo que lideró el partido.
En Singapur tenemos al Partido Acción Popular PAP,
fundado por Lee Kuan Yew, Premier desde 1959 hasta 1990. Su actual Secretario General
y Primer Ministro es su hijo Lee Hsien Loong, que en 2004 sucedió a Goh Chok
Tong, segundo Premier de Singapur. En Corea del Sur tenemos varios partidos pro
capitalismo; p. ej. el conservador Saenuri, fundado en 1963 por Park Chung Hee
como P. Democrático Republicano PDR, y recreado en 1997, como una alianza con
el P. de la Justicia Democrática, de Roh Tae-Woo, y el P. Democrático Liberal,
de Kim Young-Sam.
En Hong Kong hay un “Consejo Legislativo”, donde hay
varios partidos pro capitalismo: Alianza Democrática (DAB) y el Partido Liberal
(LP). Gremios empresariales, sindicatos y otras entidades también están
representados en este Parlamento. A esta democracia le llaman “corporativa”, lo
cual no se opone a “representativa”; y lo bueno es que lo hacen de manera legal
y transparente, no por “debajo de la mesa” al modo lobista.
Los auto-llamados “tanques de pensamiento”
liberales sienten un olímpico desprecio por la política y los partidos; ni
mencionan esos temas. Ellos libran “la batalla de las ideas”, dicen, no de la
política. Por eso hablan sólo de Mises y Hayek, nunca de Chiang Kai-shek o de Park
Chung Hee.
Pero a ver, (1) “la batalla de las ideas”, de los
argumentos, en el campo académico, fue librada y ganada hace muchas décadas,
entre otros por los economistas vieneses de las dos generaciones primeras: Carl
Menger, Böhm-Bawerk y Wieser; y luego Mises y Hayek.
¿Cómo es que ahora los “tanques” pelean una batalla
ya peleada y ganada hace tanto tiempo, como lo admitieron algunos perdedores,
p. ej. el marxista Oskar Lange? Es como si los rusos hoy nos dijeran “estamos
peleando la batalla de Kursk”, ganada contra los alemanes, hace harto tiempo,
en 1943.
(2) La batalla que se libra hasta hoy día, es “la
batalla de la opinión pública”. En esta lucha no se esgrimen argumentos
académicos, sino breves consignas, y discursos simples pero de gran alcance e
impacto popular. No es una batalla para “tanques de pensamiento” sino para
partidos políticos, como estos que nombramos como ejemplo, en los “Cuatro
Tigres”.
Por otra parte, ¿cómo suponen los “tanques”, tan
sesudos, que las ideas de la Escuela Austríaca se han llevado a la práctica en
estos países orientales, si no es con partidos políticos? ¡Por favor!
Claro, quizá los tanques son un poco remilgosos
porque a estas democracias de Asia, las izquierdas les reprochan sus rasgos
“autoritarios”. ¿Eso es cierto? ¿Hay rasgos “autoritarios”?
Por supuesto que sí. ¿Cómo se supone que hay crecimiento
económico y prosperidad, sin evitar que los socialistas (que además de
autoritarios son “totalitarios” y violentos), se hagan con el poder y hundan a
la gente y a países enteros en la pobreza y la miseria, como en Cuba bajo los
Castro, en Chile bajo Allende, y ahora en Venezuela? ¡Por favor!
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