Alex Nowrasteh indica que "en 2009 los inmigrantes pagaron $13.800 millones a Medicare Parte A por encima de los beneficios que recibieron. Los no-ciudadanos fueron responsables de $10.100 millones de ese superávit de $13.800 millones. En cambio, los estadounidenses nacidos en territorio estadounidense sacaron del sistema $30.900 por encima de lo que contribuyeron".
Hay un argumento popular: Muchos inmigrantes son pobres, y algunas personas pobres abusan de las prestaciones sociales. Por lo tanto, no deberíamos permitir que ingresen más inmigrantes legales, algunos de los cuales podrían abusar de y eventualmente quebrar al sistema estatal de bienestar.
Espere que ese continúe siendo el argumento principal de los escépticos de la inmigración conforme el debate de ese asunto crítico avanza. Pero una creciente cantidad de datos refuta esa noción y de hecho sugiere que lo opuesto es cierto: sin la inmigración, el Estado de Bienestar de EE.UU. se iría a la bancarrota más rápido.
Un estudio reciente en la publicación académica Health Affairs muestra que en 2009 los inmigrantes pagaron $13.800 millones a Medicare Parte A por encima de los beneficios que recibieron. Los no-ciudadanos fueron responsables de $10.100 millones de ese superávit de $13.800 millones. En cambio, los estadounidenses nacidos en territorio estadounidense sacaron del sistema $30.900 por encima de lo que contribuyeron.
Entre 2002 y 2009, los inmigrantes contribuyeron un superávit total de $115.200 millones al fondo fiduciario de Medicare.
Los inmigrantes, especialmente los que no son ciudadanos, contribuyen con un superávit principalmente por dos razones.
La primera es que son más jóvenes. Solamente 6,4 por ciento de los no-ciudadanos tienen 65 años de edad o más comparado con 13,4 por ciento de los nativos. 85 por ciento de los no-ciudadanos también están en edad de trabajar, comparado con solo 60 por ciento de las personas nacidas en EE.UU. Simplemente es más probable que los inmigrantes, especialmente los que no son ciudadanos, estén en la fuerza laboral pagando impuestos y menos probable que estén recibiendo beneficios actualmente.
La segunda razón es que los inmigrantes inscritos en Medicare reciben, como promedio anual, alrededor de $1.465 menos en beneficios individuales que los estadounidenses nacidos en EE.UU.
Los críticos de la inmigración dicen que una vez que los inmigrantes envejezcan, entonces ellos recibirán muchos más beneficios de Medicare de lo que contribuyeron. Eso probablemente es cierto, pero también se puede decir lo mismo de gran parte de los estadounidenses. El principal problema con Medicare es su insostenibilidad financiera —que, como describí anteriormente, la inmigración de hecho ayuda a aliviar a corto plazo.
Según las proyecciones actuales, el fondo fiduciario de Medicare se acabará en 2024, mucho antes de que los no-ciudadanos e inmigrantes califiquen para ser beneficiarios del programa. Una mayor inmigración de trabajadores jóvenes podría retardar la bancarrota, dándole al gobierno más tiempo para reformar el sistema antes de que este colapse. Lejos de arruinar a Medicare, los inmigrantes le podrían dar un alivio financiero a un sistema que está en la bancarrota. Medicare y la Seguridad Social están diseñados para los ciudadanos de tercera edad. Los profesores Leighton Ku y Brian Bruen de George Washington University recientemente descubrieron que los inmigrantes pobres generalmente utilizan programas que consideran los ingresos de los beneficiarios a una tasa más baja que los ciudadanos pobres nacidos en EE.UU.
Los pobres que no son ciudadanos tienen 25 por ciento menos probabilidad de estar inscritos en Medicaid que los ciudadanos pobres nacidos en EE.UU. Cuando están inscritos, también utilizan alrededor de $941 menos en beneficios anuales que los estadounidenses pobres nacidos en EE.UU. En promedio, un pobre que no es ciudadano le costará a Medicaid 42 por ciento menos que los nativos pobres.
La historia es similar respecto de los bonos para alimentos y la Seguridad de Ingreso Suplementario. Muchos inmigrantes no califican legalmente para estar inscritos en estos programas, pero cuando lo son, aún así los aprovechan menos que los estadounidenses pobres.
A los estadounidenses les preocupa, justamente, que sus dólares de impuestos estén siendo desperdiciados. Las encuestas frecuentemente muestran que el uso por parte de inmigrantes de servicios públicos y prestaciones sociales son importantes preocupaciones para los estadounidenses, a pesar de la evidencia de que los inmigrantes no abusan del sistema.
El miedo de que los inmigrantes sobrecarguen el Estado de Bienestar es tan grande que algunos miembros del congreso están haciendo un llamado a que se requiera que los inmigrantes tengan un seguro de salud para que no utilicen los beneficios estatales de salud. El acceso a los subsidios de Obamacare para los inmigrantes legalizados está negado en la reforma migratoria propuesta por el senado, pero las preocupaciones de que ellos podrían recibir esos beneficios ha conducido a muchos votantes y políticos a oponerse a una reforma que en gran medida es beneficiosa.
El Estado de Bienestar hace que los votantes vean a los inmigrantes como costos en lugar de verlos como capital humano que ayuda a enriquecer a EE.UU. de numerosas formas. Una solución muy superior, sin llegar a eliminar el Estado de Bienestar totalmente, es encontrar formas de negarle las prestaciones sociales a los inmigrantes mientras que se permite que más inmigrantes vengan legalmente.
Lejos de arruinar el Estado de Bienestar llevándolo a su bancarrota, los inmigrantes actualmente están ayudando a sostenerlo financieramente durante suficiente tiempo como para que se apruebe una verdadera reforma a las subvenciones estatales. El Estado de Bienestar hace que los votantes estén en contra de la inmigración de una forma que pocas otras instituciones lo pueden lograr. Superar el obstáculo del Estado de Bienestar es esencial para producir una reforma migratoria positiva.
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