Por qué llamaron tantas veces socialista a Milton Friedman
Por Juan Ramón Rallo
Ideas - Libertad Digital, Madrid
(Publicado originalmente el 20/11/2007)
Acaba de cumplirse un año de la muerte de Milton Friedman,
para muchos el liberal más importante del siglo XX. No voy a ser yo
quien niegue que ayudó a promover la libertad en múltiples ámbitos, pero
tampoco voy a ser quien oculte sus errores más flagrantes y perniciosos
para el capitalismo. De hecho, reputados liberales no dudaron en
calificarle de "socialista" por sus controvertidas opiniones.
Las mayores meteduras de pata de Friedman se produjeron en el
ámbito monetario. No es casualidad, pues, que recibiera sus primeros
reproches en esta materia. (En este punto, yo tampoco dudaría en
tildarle de socialista). Como recoge en sus memorias, Two Lucky People,
Friedman y su mujer acudieron una vez a un seminario sobre cuestiones
monetarias organizado por Frank Knight y en el que también tomó parte
Melchior Palyi, uno de los mayores genios en teoría monetaria que dio el
siglo pasado. Cuando Friedman terminó de defender el dinero fiduciario y
los tipos de cambio flexibles, Palyi, muy enojado, lo tachó de
"comunista".
Y es que la propuesta de Friedman concedía a los Gobiernos la
facultad para envilecer tanto como quisieran la moneda, al no estar ésta
ligada a estándar de valor alguno. Debido a la contaminación
friedmanita, se ha extendido la muy errónea idea de que los tipos de
cambio flexibles son una medida más propia del libre mercado que los
fijos, más parecidos a los intervencionistas controles de precios. Pero,
como explica Richard Salsman, "eso es como afirmar que un sistema de
pesos y medidas fijos (100 centímetros = 1 metro) es estatista y uno de
pesos y medidas variables (ahora, 100 centímetros = 1 metro; dentro de
un minuto, 100 centímetros = 2 metros), propio del libre mercado".
Los errores en teoría monetaria de Friedman no terminan aquí. A juicio de otro gran economista, Antal Fekete,
Friedman fue, junto con Keynes, el mayor enemigo del patrón oro en el
siglo XX. Keynes contribuyó a que Roosevelt expropiara, en 1933, el oro a
los estadounidenses; Friedman, a que Nixon se lo quitara a los
extranjeros en 1973, con el abandono de Bretton Woods.
En lugar de por el dinero respaldado, Friedman abogaba por un
monopolio que emitiera papel incovertible a una tasa fija. Desde el
abandono de Bretton Woods, que Friedman apoyó de manera entusiasta, el
dólar ha perdido más del 95% de su valor con respecto al oro. El
economista de Chicago es uno de los principales responsables del robo
monumental que han padecido los acreedores estadounidenses en forma de
inflación. Como denuncia Fekete: "Si la potestad para incrementar la
oferta monetaria se delega a una agencia con pretensiones científicas,
entonces esta agencia se convierte en un medio por el que obtener el
poder absoluto. No importa cómo se mire, el poder para emitir moneda es
un poder absoluto. Y el poder absoluto conduce a la corrupción
absoluta".
Friedman abogó por ese poder absoluto. El desastre actual del dólar es un homenaje a sus ideas.
Política fiscal
También en política fiscal fueron nefastas las teorías de Friedman.
En 1947, durante la primera reunión de la sociedad Mont Pèlerin,
Friedman y el resto de los asistentes comenzaron a discutir sobre los
métodos más eficientes para acometer una política redistributiva. Ludwig
von Mises, que se contaba entre los asistentes, no pudo aguantar tamaña
pérdida de tiempo antiliberal, por lo que se marchó indignado y dando
un portazo, no sin antes exclamar: "¡Sois todos un puñado de
socialistas!".
En sus memorias, Friedman cree que ninguno de los asistentes
merecía tal calificativo. Pero lo cierto es que, repasando algunas
de sus propuestas fiscales, cabe dudarlo.
El economista de Chicago fue uno de los artífices de las
restricciones fiscales aplicadas durante la II Guerra Mundial. Hasta ese
momento, los estadounidenses pagaban íntegramente sus impuestos cada 15
de marzo. Tras la reforma de Friedman, el Estado podía ir extrayendo
los tributos mensualmente de sus nóminas, con lo que se quedaban antes
sin parte de su renta. (Esto impedía, entre otras cosas, invertir y
rentabilizar el dinero extraído por el Estado).
Rothbard llegó a escribir
que tal medida permitía al Gobierno "utilizar a cada empresario como un
recudador de impuestos no retribuido, con lo que se extraen
los tributos de manera silenciosa y casi imperceptible". "Hay que
agradecer a Milton Friedman su contribución a la creación del
Estado-Leviatán en los Estados Unidos", remachó.
Curiosamente, el propio Friedman suscribió esta contundente crítica de Rothbard:
Nunca se me ocurrió que estuviera ayudando a construir una maquinaria que haría viable un Gobierno como el que tantas veces he criticado: demasiado grande, demasiado intrusivo, demasiado destructivo de la libertad. Pero eso era precisamente lo que estaba haciendo.
Sigamos con sus errores en política fiscal. En su famoso Capitalismo y libertad
defenderá la creación de un impuesto negativo que garantizase "un
mínimo por debajo del cual no pueda caer la renta de nadie". En esta
propuesta muchos ven uno de los primeros antecedentes de la renta vital que defienden hoy los socialistas y los comunistas de todo el mundo.
Por último, en su también célebre artículo "Roofs or Ceilings?" defendió
que la "imposición masiva" era un arma adecuada para combatir la
inflación. Hablamos de un robo por partida doble: primero mediante la
inflación y luego mediante los impuestos. Como si al Estado le faltara
munición ideológica...
Colectivismo e igualitarismo
"Roofs or Ceilings?", publicado por la Foundation for Economic
Education (FEE), fue el detonante de unas agrias críticas de Ayn Rand.
Si bien muchos consideran que este artículo, que Friedman escribió al
alimón con George Stigler, es un alegato liberal, porque ataca los
controles sobre los alquileres impuestos por las Administraciones de
Roosevelt y Truman, Rand montó en cólera cuando lo leyó.
En una carta a Leonard Read, presidente de la FEE, Rand tachó el
artículo de Friedman y Stigler de "propaganda colectivista" escrita por
un "par de rojos" que abogaban por la "nacionalización de las viviendas
privadas". De hecho, llegó a afirmar que la publicación del artículo por
parte de la FEE "era la decisión más perniciosa contra la libertad que
había tomado jamás una organización conservadora". "Los economistas
critican los controles de precios por motivos prácticos y humanitarios,
pero no por violar el derecho inalienable de los arrendadores y
propietarios", añadía Rand.
Lo cierto es que, al margen de que "Roofs or Ceilings?" sólo
utilizara argumentos utilitaristas, el modo de presentar el problema
estaba plagado de colectivismo e igualitarismo. Por ejemplo, el problema
económico se planteaba sobre "cómo dividir o racionar una cantidad fija
de viviendas entre la gente que las quiere". Friedman abogaba por
eliminar los controles de precios porque no promovían la construcción de
nuevas viviendas; pero como sin ellos los ricos tendrían un acceso más
sencillo a la vivienda, añadía: "Para aquellos, como nosotros, que
querríamos una mayor igualdad a la actual, no sólo en la vivienda sino
en todos los productos, creemos mejor atacar directamente en su origen
las desigualdades en la renta y la riqueza". De hecho, en las
conclusiones dejaba claro que su objetivo no era respetar la propiedad
privada, sino "la distribución más equitativa posible de las existencias
actuales de viviendas y establecer los mejores estímulos a la
construcción".
A la luz de estas manifestaciones, una de las más famosas frases
del propio Friedman adquiere un nuevo significado: "Aquellas sociedades
que antepongan la igualdad a la libertad terminarán sin libertad y sin
igualdad". Al parecer, la libertad sólo debe ser respetada porque es el
único camino hacia la igualdad.
A partir de este momento, Ayn Rand desarrolló un especial y en
parte injustificado odio hacia las ideas de Friedman. Por ejemplo,
cuando le preguntaron si había visto los documentales de Libertad de elegir, contestó sarcásticamente:
Los he visto sólo cinco minutos. Es suficiente para mí, porque ya conozco las ideas de Friedman. No está a favor del capitalismo; es un ecléctico miserable. Es contrario al objetivismo, y me critica porque intento introducir la moral en la economía, que según su opinión debería ser amoral. No me gusta siempre lo que pone la televisión pública, pero hay mejores programas que el de Friedman: por ejemplo, el circo.
Conclusión
Unas semanas antes de muriera Friedman, Edward Stringham le
preguntó quiénes eran, aparte de él, los economistas que más habían
ayudado a promover la libertad en el siglo XX. Su respuesta fue: "Hayek,
Mises, David Friedman y Stigler, por este orden".
Ya hemos visto que Mises tachó a Friedman de socialista durante una
reunión de la Mont Pèlerin. Hayek, por su parte, escribió en su
autobiografía que The Methodology of Positive Economics, de Friedman, era "tan peligroso como la Teoría General" de Keynes. En cuanto a David Friedman,
no ha dudado en definir a su padre como "bastante socialista". Así
pues, tres de los cuatro economistas más liberales según Friedam
consideraban socialistas algunas de las contribuciones de éste.
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