REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
El día 1 Diciembre de 1976, con singular aplomo, José López Portillo arribaba a su cita para ser jurado como Presidente de México. La elegante sala casi reventaba con la presencia de la flor y nata de todas las actividades del país. Sin embargo, en sus rostros se apreciaba el fragor del año que fenecía, uno de los más desastrosos de nuestra historia cuando, entre otras cosas, nos abrazara una devaluación que cubría el país con toda clase de calamidades.
Mexico penetraba a un oscuro laberinto sazonado con la devaluación, la expropiación total del Valle del Yaqui, fugas masivas de capital, retiros bancarios también masivos. Unas semanas antes, nos enterábamos cómo Echeverría había estado a punto de establecer el control de cambios, y seriamente consideró la expropiación de la banca, de lo que fue disuadido por Ernesto Fernández Hurtado, Director del Banco de México, y Rubén Aguilar, Director de Banamex.
El mensaje del presidente debutante, ante un auditorio sediento de esperanza en un país que la perdía ante tan dramáticos eventos, levantaba una euforia similar a la de un náufrago que encontraba un salvavidas en medio de aquel mar embravecido. Pero hubo algo que realmente perforó profundamente mi conciencia cuando, al cierre de su apología, con histeria gritaba: “México vive y por siempre vivirá México.” Pues ahora entiendo cómo este hombre, de forma profética dibujaba nuestro futuro.
Cuarenta años después de tal evento, podemos afirmar que Mexico, efectivamente sigue viviendo, aunque conectado a la maquinaria que de forma artificial lo mantiene en ese estado vegetativo, presentando ya un cuadro comatoso que, con 40 años de tratamientos equivocados, lo sentenciado aquel mes de Diciembre por López Portillo, se queda muy corto y el paciente ya requiere de un milagro, para seguir viviendo así; jodido.
Después del ocaso de la dictadura perfecta, del fallecimiento de la mayoría de los revolucionarios de esa era. Después de haber atestiguado la muerte y el arribo de varios Papas, un presidente negro en EU, el relevo del liderazgo en Cuba, el fracaso de Venezuela, el milagro chileno, una nueva generación tomando el poder, un PIB mundial que se ha triplicado, México todavía vive y por siempre vivirá así; jodido.
Han transcurrido 40 años de aquel grito que fuera complementado con otro de igual trascendencia: “Nos saquearon, pero ya no nos volverán a saquear.” De esa forma, aquel hombre inundado por su soberbia, en su despedida activaba algo que Echeverría no se había atrevido; control de cambios y la expropiación de la banca, para tirar los despojos del país a de la Madrid, con una declaratoria de quiebra, una deuda impagable, inflación fuera de control, desprestigio total del país, y México continuaba viviendo igual; jodido.
La Unión Soviética se ha desmembrado, ha caído el muro de Berlín, China se ha convertido al capitalismo, Europa se ha unificado al igual que las dos Alemanias, nació una nueva España liberal lejos de la sagrada inquisición. Se han hecho y deshecho países, nacieron las Microsoft, los Googles, los Apples, las redes sociales, la computadora personal, teléfonos inteligentes, se rompieron los records de Babe Ruth, pero México vive y continúa viviendo igual; jodido.
Durante el siglo XIX el debate en América Latina era; Imitar el modelo del nuevo país del norte, o, continuar el modelo autócrata herencia de la Corona de España. Los evangelios de Bolívar y Sarmiento eran escuchados y emergía el liberalismo latino hasta que, a finales del siglo, el francés Paul Groussac con su libro, “De la Plata Hasta el Niágara,” provocara el rudo enfrentamiento final entre la América anglosajona comercial, y la hispana cargando el peso ético de la espiritualidad latina. La suerte estaba definida, nos anclábamos a la era medieval y seguíamos jodidos.
Durante años México soñó con ilusión de adolescente en su ansiada democracia, acompañada por ese galante caballero visualizado como el Martin Corona de Pedro Infante, cantando y portando dos pistolas, para ir al rescate de los mexicanos. Las elecciones del 2000 convertían el sueño en realidad cuando, haciendo uso de la desempacada democracia, emergía el McArthur mexicano ajeno a las filas de la dictadura perfecta, ronco, alto y con botas vaqueras. ¿Seguiríamos jodidos?
Pero la actuación del esperado Mesías, fue como si MacArthur a su arribo al devastado Japón, lejos de activar su histórico plan de reconstrucción para el país en ruinas después de dos detonaciones atómicas, hubiera procedido a barrer la banqueta del palacio Imperial y reportara: “Con la novedad de una banqueta limpia, pero un país todavía bien jodido.” Así México sufre aun la maldición de López Portillo y la del coyote cojo, para continuar viviendo por siempre; jodido.
Octavio Paz en su obra, El Laberinto de la Soledad, nos advertía caminábamos la ruta equivocada: “La tradición de abuso del poder, violencia, indiferencia social y cinismo, se practica en todas las clases. Estamos atrapados en una visión en la cual solo hay dos posibilidades: chingar a otros o ser chingado por ellos, y el que más chinga, es un chingón. Usamos la mentira por placer, también para escondernos, para protegernos de intrusos. La mentira juega un importante papel en nuestra vida diaria, en nuestra política, nuestras relaciones, y para engañar a todo mundo, nuestras mentiras son creativas y fértiles”.
El grito de Paz fue en 1950 pero no cambiamos y así, México vive y seguirá viviendo igual, jodido.
Alan Riding también nos hizo señalamientos precautorios en 1985. “Los hombres de negocios hacen apuestas temerarias por ganancias presentes, en lugar de expansiones en largo plazo; pero rechazan el riesgo natural, para acudir al rentismo con el gobierno. La corrupción refleja el concepto de aprovechar la oportunidad ahora, y enfrentar las consecuencias después. La sociedad opera a través de relaciones, no leyes, los derechos individuales son determinados por los niveles de influencia. Ven el mundo como un valle de lágrimas donde se viene a sufrir”. Y así, Mexico vive, y por siempre vivirá así; jodido.
Los mexicanos hemos arribado a la encrucijada en la cual debemos decidir si abrazar o no, el consejo de Bernard Shaw: “Consigue lo que quieres, o te verás forzado a conformarte con lo que tienes. Donde no hay ventilación el aire fresco es declarado insalubre. Donde no existen los valores, hipocresía es una virtud. Donde no hay sabiduría, ignorancia es la ciencia.”
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