El populismo pierde terreno en América Latina
La victoria presidencial del dirigente
de centroderecha Mauricio Macri en Argentina marca un giro en la llamada
“marea rosa” de los movimientos políticos populistas que han llevado
hacia la izquierda buena parte de América del Sur en los últimos 15
años.
Mientras que algunos gobernantes
populistas, como el boliviano Evo Morales, siguen siendo populares y
permanecen firmemente arraigados al poder, otros se están desvaneciendo
gracias al derrumbe de los precios de las materias primas que alimentó
las exportaciones de estos países, una serie de escándalos de
corrupción, la mala gestión macroeconómica y el deseo de cambio de los
votantes.
El triunfo de Macri en Buenos Aires
termina con 12 años del llamado kirchnerismo, la marca populista de la
política de izquierda consagrada por la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner y su difunto esposo Néstor Kirchner. Ambos nacionalizaron
empresas, despojaron al banco central de su independencia e
intensificaron el gasto y los subsidios en políticas que elevaron
temporalmente los ingresos, pero que perjudicaron las inversiones y
avivaron la inflación.
En Brasil, la izquierdista Dilma
Rousseff, ex guerrillera que pertenece al Partido de los Trabajadores,
lucha contra un índice de aprobación de 10% en medio de la mayor crisis
económica del país en 25 años y un escándalo de corrupción que involucra
a la petrolera estatal Petrobras.
Y se espera que el 6 de diciembre los
venezolanos asesten un golpe en las urnas al presidente Nicolás Maduro,
el heredero del líder populista Hugo Chávez, en las elecciones
legislativas de mitad de período. Las encuestas muestran que la
oposición ganaría por al menos 20 puntos porcentuales, con lo que
probablemente obtendrá el control de la Asamblea Nacional.
“Lo que pasó en Argentina ayer fue el
primer cambio en América Latina”, dijo Maílson da Nóbrega, ex ministro
de Hacienda de Brasil y socio de Tendências Consultoria en São Paulo.
“Puede ser el comienzo de una caída en los gobiernos populistas. Creo
que el próximo debe ser Venezuela .... Y creo que Brasil hará lo mismo
en 2018”.
La recesión económica explica en parte
la voluntad de cambio de los votantes. Venezuela atraviesa por su peor
contracción económica. Después de caer 4% el año pasado, se espera que
la economía retroceda 10% este año y otro 6% en 2016, según el Fondo
Monetario Internacional.
El FMI prevé una contracción de 3% para
Brasil este año, seguido por otro descenso de 1% en 2016. En Argentina,
la economía creció apenas 0,5% el año pasado y se espera una expansión
de apenas 0,4% este año, seguida por una recesión de 0,7% en 2016.
“Cuando no hay dinero, no hay
populismo”, dijo Marta Lagos, directora de la firma encuestadora
Latinobarómetro, con sede en Santiago. Lagos dijo que el fin del auge de
las materias primas perjudicará a todos los gobiernos de América del
Sur, de izquierda y de derecha, pero que la izquierda populista pagará
un precio más alto, ya que fueron los que peor gestionaron sus
economías.
El cambio hacia el centro podría tener
profundas consecuencias para la región, abriendo la puerta a un estilo
más pragmático de hacer política, pero también aumentando los riesgos de
inestabilidad si los pobres no ven beneficios. Los países que luchan
por pagar sus cuentas con la crisis de las materias primas pueden
abrirse más a la inversión y el comercio internacional. Las relaciones
con Washington probablemente mejorarán.
Macri ya ha señalado su intención de
adoptar una línea mucho más dura frente a Venezuela. En los últimos
años, el gobierno venezolano ha dado marcha atrás en cuanto a las
libertades democráticas, congestionando los juzgados y encarcelando
opositores como Leopoldo López, el líder antichavista más popular del
país.
Hasta ahora, Argentina ha sido el aliado
incondicional más influyente de Venezuela en América del Sur. Pero la
semana pasada, Macri dijo que, como miembro del Mercosur, la unión
aduanera sudamericana, Argentina pediría la suspensión de Venezuela de
la organización por violar la llamada cláusula democrática debido a “los
abusos en la persecución de opositores y la libertad de expresión”.
Presionados por la desaceleración de
China y la caída de los precios de los commodities, algunos países,
entre ellos Argentina, podrían abrirse más al comercio y la inversión
extranjera. Hace poco, la Cámara de Comercio de Estados Unidos organizó
su primera visita formal a Argentina en al menos una década.
Representantes de empresas estadounidenses de diversos sectores como la
agricultura y la banca se reunieron con el equipo de Macri para tratar
temas como la resolución de la disputa del país con los acreedores y el
fin de los controles de capital.
Por ese entonces, el presidente de
Bolivia, Evo Morales, viajó a Nueva York para tratar de atraer
inversiones. Incluso Cuba, el único régimen comunista del hemisferio, se
está abriendo al restablecer sus relaciones diplomáticas con EE.UU. y
buscar con cautela inversiones extranjeras.
La marea rosa comenzó a fines de 1998
con la elección de Chávez. Desde ese año hasta 2008, siete líderes más
de centro izquierda asumieron el poder en Sudamérica. A fines de la
década de 2000, casi 300 millones de los 365 millones de habitantes del
subcontinente estaban viviendo en países gobernados por líderes de
izquierda.
No todos los izquierdistas fueron
populares. Los de Chile y Uruguay, por ejemplo, han adoptado políticas
de libre mercado al tiempo que han expandido los programas de bienestar
social. Argentina y Venezuela, en cambio, recurrieron a la
nacionalización de empresas foráneas y la impresión de dinero para
financiar la transferencia de efectivo a los pobres, lo que agravó la
inflación pero les aseguró la lealtad de millones de votantes.
Los populistas tomaron el poder al
inicio de un auge de los commodities que duró una década. Venezuela, que
posee las mayores reservas petroleras del mundo, obtuvo miles de
millones de dólares en ganancias de la venta de crudo durante los años
de Chávez. Brasil se convirtió en un líder mundial en productos como el
pollo, el mineral de hierro y el jugo de naranja.
Pero la mayoría de los gobierno no
ahorró para la época de vacas flacas. Brasil acumuló reservas de
US$371.000 millones, pero Argentina y Venezuela tienen menos de
US$30.000 millones y US$20.000 millones, respectivamente.
La producción del Mercosur, integrado
por Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela, cayó 0,4% el año
pasado y se espera que caiga 2,3% este año. En cambio, la de los países
de la Alianza del Pacífico, un bloque mucho más orientado hacia el
comercio y compuesto por México, Perú, Colombia y Chile, creció 2,6% en
2014 y se prevé que se expanda 2,3% este año, según estimaciones de BBVA.
Conforme el dinero ingresó a raudales
durante el auge de los commodities, aumentaron los escándalos de
corrupción. Brasil ha estado envuelto en un escándalo de sobornos de
Petrobras, en el que ha sido implicado el partido de gobierno. En
Argentina, el ex vicepresidente de Kirchner, Amado Boudou, ha sido
imputado en dos casos de corrupción. Asimismo, la presidenta y su hijo
son investigados por acusaciones de lavado de dinero. Ellos niegan que
hayan cometido delitos y afirman que los tribunales tienen motivaciones
políticas.
Venezuela, en tanto, es considerado el
país más corrupto de América, según un ránking de 174 naciones de
Transparencia Internacional. El país se encuentra incluso por debajo de
Siria, Guinea-Bisáu o Zimbabue.
“Estos nuevos líderes fueron íconos de
movimientos sociales. Se suponía que serían diferentes a los políticos
tradicionales, pero demostraron que se comportaron exactamente como
políticos tradicionales, si no es que peor”, afirma Lagos, de
Latinobarómetro.
Thiago de Aragão, un analista político
de Brasília, dice que es probable que América Latina finalmente vaya
dejando atrás las divisiones ideológicas entre la izquierda y la derecha
y se enfoque en lo que funciona. “La ideología es sólo el envoltorio.
El contenido es lo que importa”, asegura.
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