“La
reforma propuesta al congreso mexicano, en su versión Chupar-Side
economics, sólo busca un pedazo más grande del mismo pastel. Pero
además, a los miembros de la oposición lo único que les preocupa es
quien se comerá el nuevo y masivo trozo. No creo uno solo de ellos haya
dedicado unos minutos a pensar ¿de donde vienen esos 300,000 millones de
pesos? ¿Estamos estimulando la oferta (producción)? ”
Desde el inicio de los años 70, cuando Art Laffer dibujara su curva en
la servilleta de un restaurante, se iniciaba el derrumbe de la iglesia
propiedad de John Maynard Keynes edificada para rehabilitar un mundo agredido por La Gran Depresión.
Durante casi todo el siglo pasado, el planeta entero se entregaba a las ideas
del economista cincelando la estructura del New Deal y, de esa forma, la toma por asalto de las economías
ante nuevos y fornidos gobiernos.
Las herramientas en el arsenal de Keynes eran numerosas, sin embargo, las podríamos resumir
en su recomendación para encadenar los mercados y darle al estado la palanca de
"afinación" de las conductas económicas. Pero el sello más claro
identificando el nuevo producto, era la receta para estimular las economías vía
masivo gasto gubernamental para lo cual, era necesario se allegaran los
recursos mediante aumentos impositivos astronómicos. Keynes
aseguraba que, inundando el estadio con dinero, se provocaba una poderosa
recuperación de la atrofiada demanda y, magia, la economía explota en
prosperidad.
Cuando Keynes se viera
acorralado por el gran Hayek en un debate en el cual,
el austriaco cuestionaba las consecuencias de sus políticas en el largo plazo, Keynes respondía; "en el largo plazo todos estaremos
muertos."
Sin embargo, Keynes nunca
recomendó se exprimiera a la sociedad para convertir gobiernos en banqueros,
curanderos, electricistas, petroleros cuando emanaba ese nebuloso ser, el
Estado, cuyo mensaje era "te garantizo la felicidad desde la cuna a la
tumba, solamente acepta esta celestial oferta." Pero cuando a los
gobiernos se les cede más control, jamás renunciaran a él y, por el contrario,
como afirmara Jefferson, "Al ritmo que los
poderes del estado crecen, las libertades se encogen."
Consecuencia de la segunda guerra mundial, nacían el
FMI, el Banco Mundial, la OMC
y, lo más impactante, la entrega total a los gobiernos del sistema monetario
internacional. Todo ello bajo la cobija de los acuerdos de Bretton
Woods paridos en 1945 por el intelecto de Keynes. Es importante señalar no toda la gloria de tal
madeja pertenece al economista inglés puesto que, el socio intelectual y su
principal apoyo fuera un economista americano, Harry Dexter White, cuyo extenso curriculum lo identificaba como ex miembro del partido
comunista.
El Keynesianismo cubría con su manto al mundo entero
y, al arribo de la década de los años 70, se llegaba a extremos tales como el
impuesto marginal en Inglaterra escalando el 90% del ingreso, y en los EU Nixon estableciendo control
de precios y salarios. Pero la parranda Keynesiana terminaba dando paso a la
horripilante cruda bautizada como Stagflación cuando,
el desconocido fenómeno de inflación y recesión se presentaran en el mismo
doloroso paquete.
Era la época de Echeverría en
nuestro acosado país quien, inspirado por Raul Prebish,
padre de la teoría de la dependencia, y muy asesorado por Enrique Cardoso y Enzo Faletto, buscaba una vía celestial hacia el socialismo la
que continuaría Lopez Portillo quien, presumiendo del
infinito petróleo, rociaba la hoguera con dinamita.
La servilleta portadora de la curva de Laffer, sería la inspiración de una singular pareja; Ronald Reagan y Margaret Thatcher quienes,
utilizando una herramienta totalmente opuesta al Keynesianismo, se dieran a la
tarea de combatir la Stagflación ejecutando agresivas
reducciones de draconianos impuestos oprimiendo al mundo. El nacimiento del
bautizado como Supply-Side economics (estimulación de la oferta), produjo el que los
EU, en los últimos 25 años hayan triplicado su PIB cuando se dirige a los 15
trillones de dólares, y la economía mundial viajara de 20 trillones a su arribo
a los 60 trillones.
Hay grandes lecciones en la historia económica de
este cuarto de siglo, sin embargo, México no las ha entendido y el país
continúa en su encrucijada. El paquete de la Reforma Fiscal
enviado al Congreso lo confirma. Exhibiendo clara miopía, se define su vago
objetivo el maximizar la recaudación del estado. Es decir, supongamos tenemos
un pastel de 50 y el pedazo del estado representa 10, entonces, el estado
solicita un serrucho para cortar uno que represente 15.
Laffer y Mundel, laureado con el
premio Nobel, nos dicen algo diferente: El Estado
sólo puede lograr ingresos saludables y sostenibles, en la medida que las
economías crezcan agresivamente durante largos periodos y, de esa forma, los
números se modifiquen reduciendo, "porcentualmente,"
el pedazo del estado pero de un pastel mucho más grande. Es decir, si el pastel
viaja de 50 a
100 y el trozo estatal de 10 a
7, no se requiere ser sabio para entender un 7% de 100 es mayor que el 10% de
50. Solamente de esa forma se puede dar lo que México necesita con urgencia, y
no es mayor recaudación para el estado, sino "la formación de
capital."
Laffer demostraba cómo los gobiernos, al dar un paso mas
en sus cargas impositivas, producen el efecto contrario cuando, al asfixiar a
los actores económicos, desalientan el empleo, la inversión, la producción, el
consumo, bloqueando el crecimiento de la economía y, obviamente, se provoca el
derrumbe de sus ingresos. Es por ello que la curva "invertida" de Laffer, para los políticos representa un jeroglífico.
Esta Reforma Fiscal pretende servir caldo de pollo
en el menú nacional. Sin embargo, nadie parece entender que, para proceder a su
cocinado, el primer ingrediente requerido es un inexistente pollo. El odiado George W. Bush, con la reducción
de impuestos implementada en su primer periodo, ha producido más de 500,000
millones de dólares de ingresos adicionales. Reduciendo impuestos, cocinaron un
pastel más grande y el pedazo estatal es ahora mayor ¿Como los han gastado? Ese
es otro tema.
La
Reforma propuesta
al congreso mexicano, en su versión Chupar-Side economics, sólo busca un pedazo más grande del mismo
pastel. Pero además, a los miembros de la oposición lo único que les preocupa
es quien se comerá el nuevo y masivo trozo. No creo uno solo de ellos haya
dedicado unos minutos a pensar ¿de donde vienen esos 300,000 millones de pesos?
¿Estamos estimulando la oferta (producción)?
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