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Sunday, July 17, 2016

No Molestes a los Narcos

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Del libro “¡Prohibido Pedir Permiso!” de Santos Mercado
 
Felipe Calderón Hinojosa,ex-presidente de México, ha perdido una guerra insensata. Creyó que ganaría reconocimiento y respetabilidad si declaraba la guerra “sin descanso ni cuartel” al narcotráfico y todo pasó: gastó una cantidad enorme del erario, perdieron la vida muchos policías y funcionarios, creció el consumo nacional de drogas y ahora los cárteles de la droga dan muestras de poder casi imbatibles. Un verdadero fracaso. No terminó con el narcotráfico y perdió prestigio como presidente. ¿Qué ocurrió?
La intención era buena, pues nadie se siente más desgraciado que tener hijos o vecinos drogadictos, pero el método fue malo. Calderón se olvidó de las siguientes consideraciones:


Libertad de drogarse.

Se tiene que comprender que cada persona debe ser responsable de su vida. Eso incluye el derecho y la responsabilidad de inyectarse en las venas droga, veneno, pulque o aguas negras. Que tengas el derecho de meterte droga en el brazo no implica que el Estado deba proporcionártela, es decir, los ciudadanos no tenemos la obligación de mantener tus vicios. Tampoco te da el derecho de salir a la calle a robar para satisfacer tus vicios, robar es un delito que merece castigo. En tal caso, trabaja duro para satisfacer tus caprichos o vende la casa que te heredó el abuelo para que compres la droga que quieres. Pero nadie tiene la obligación de obsequiarte nada, y nadie tiene el derecho de obligarte a consumir enervantes ni prohibirte que los uses. Tú eres el único responsable quien debe decidir si construyes o destruyes tu vida, y debe ser una decisión respetable.

La demanda de droga.

Mientras haya gente dispuesta a comprar cocaína, habrá quien la ofrezca. Los oferentes ven la oportunidad de negocios y si alguien, con dinero en la mano, busca droga, zapatos, computadoras o maíz, habrá alguien que tratará de satisfacer esa demanda pues es una oportunidad de negocios que producirá la ganancia deseada, es la dinámica del mercado.
Si usted, como agente privado, considera que se debe reducir el consumo de droga, use sus propios recursos y explique usted a los consumidores, publique en los diarios y revistas el daño que causan, ponga escuelas o convenza a los directivos para que eduquen a los niños y jóvenes. Es decir, se tiene que dejar que la misma sociedad se eduque a sí misma: Los científicos explicarán los estragos que hacen las drogas; los periódicos, TV y radio privada explicarán a los ciudadanos los efectos irreversibles; las escuelas privadas educarán desde el kínder y todo debe hacerse sin gastar un centavo del erario, es decir, todo debe ser producto de un proceso privado. De ninguna manera debe aceptarse que se desvíen fondos públicos, ni se generen instituciones gubernamentales “para prevenir contra las drogas” pues esas mismas instituciones percibirán incentivos para que el problema crezca, pues así obtendrán más recursos del Estado y chamba de por vida.

La oferta de droga.

Mientras haya demanda, habrá oferta, es una ley de la economía. Pero si el gobierno persigue a los oferentes, lo único que hace es presionar hacia el incremento del precio. Con precios más altos, el negocio se hace más atractivo y más gente se arriesga pues las ganancias crecen conforme al riesgo. Los oferentes tienden a confabularse y comprar a la policía, a los funcionarios, a los jueces, gobernadores y ejército, después de todo, con los buenos precios elevados artificialmente por la acción gubernamental se puede pagar todo. Las ganancias del narco son inimaginables.
En resumen, el gobierno ha tomado el peor método para enfrentar ese flagelo. ¿Qué puede hacer?
Aquí van algunas recomendaciones:
  1.  No gastar ni medio centavo en la lucha contra las drogas. Utilizar dinero del erario para perseguir a los narcos es un dinero de los contribuyentes mal usado.
  2. Dejar que el comercio de droga sea libre, no perseguido. Si acaso, decretar que deben estar registrados y pagar impuestos. Principalmente para que el cliente sepa a quien reclamar por daños y perjuicios.
  3. Castigar la coacción. Significa tipificar como crimen que alguien obligue a otro a consumir drogas. Pero el crimen es la coacción, no el consumo.
  4. Castigar si alguien roba o mata por conseguir dinero para drogas. Igual, el delito es el robo, o el asesinato, no el consumo.
  5. Dejar que la iniciativa privada establezca, como negocio lucrativo, granjas para la rehabilitación de los que cayeron en esa desgracia o asociaciones civiles tipo Alcohólicos Anónimos. El Estado no debe tener granjas, ni hospitales para curar a los viciosos. En tal caso, es la familia quien debe pagar, por haber descuidado al hijo o pariente.
  6. Dejar que los narcos usen sus ganancias como mejor deseen. Ni siquiera se les debe investigar sobre el origen de sus fortunas. Generalmente los narcos construyen grandes palacios para vivir, hoteles de lujo, centros vacacionales, casinos u otros negocios más formales y nada de ello debe considerarse delito. Al final, es posible que dejen sus negocios de drogas por otros menos conflictivos.
Si el gobierno aplica esta medidas, no por ello desaparecerá el narcotráfico pero al menos no se seguirán sacrificando recursos y vidas inocentes, se reducirá la corrupción pues el narcotraficante no verá la necesidad de pagar cuotas a funcionarios del gobierno y tomará su nivel natural de narco consumo mexicano. Recuérdese la insensata guerra contra el consumo de alcohol que se dio a principios del siglo pasado. Igual va a ocurrir con las drogas. El problema se reduce a su nivel normal al dejarse de considerar como un delito la producción, la distribución y el consumo.
De esta manera, todos los recursos del contribuyente que se usaban para esa guerra insensata, podrán dirigirse a temas más constructivos.

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