Por José Raúl González Merlo
Prensa Libre
Los fans de izquierda ce lebran lo que algunos llaman el “fracaso del mercado”, luego de observar los desenvolvimientos de la crisis financiera en EUA.
Titulares, eslóganes y adjetivos pintorescos dominan el “análisis” de lo que está ocurriendo. En medio de ese “análisis” se ignora la realidad de ¿cómo y por qué pasó lo que pasó? Las respuestas son tan incómodas como inconvenientes (para los celebrantes), porque apuntan a la intervención del Gobierno como el gran culpable de esta situación.
Los fans de izquierda ce lebran lo que algunos llaman el “fracaso del mercado”, luego de observar los desenvolvimientos de la crisis financiera en EUA.
Titulares, eslóganes y adjetivos pintorescos dominan el “análisis” de lo que está ocurriendo. En medio de ese “análisis” se ignora la realidad de ¿cómo y por qué pasó lo que pasó? Las respuestas son tan incómodas como inconvenientes (para los celebrantes), porque apuntan a la intervención del Gobierno como el gran culpable de esta situación.
¿Quién manipuló la tasa de interés para que ésta llegara a
los niveles más bajos de los últimos 30 años, causando un boom
crediticio? ¿Quién incrementó el gasto de tal manera que la deuda
pública estadounidense alcanzó los nueve mil millardos de dólares?
Fueron el Banco Central y el Gobierno de los EUA, respectivamente.
Así que la “tormenta perfecta” fue concebida, creada y engendrada dentro de aquellas instituciones públicas que primero lanzan la piedra y luego esconden la mano. Imagínese, ¿quién sale ahora al “rescate”? ¡El Gobierno! ¿Y a quién le echa la culpa? A los bancos, adonde fue a parar toda esa liquidez y quienes la invirtieron en lo que, ahora se sabe, fueron malos instrumentos. ¿Y qué solución se propone? Regulación. Imagínese la ironía: el ciego guiando al supuesto otro ciego.
Yo estoy de acuerdo con más regulación. Pero la regulación que hace falta es la que se le debe aplicar a las instituciones públicas, para que se les prohíba, por ejemplo, manipular la tasa de interés e incrementar el gasto público de manera, literalmente, irresponsable. La memoria es corta, porque ya se olvidaron de las mil instituciones de ahorro y préstamo (con activos por más de 500 millardos de dólares) que quebraron a mediados de los 1980, en circunstancias similares a las actuales. Ahora pasó lo que tenía que pasar, cuando se vuelven a manipular los precios del crédito para dar la impresión de que una casa es más accesible de lo que en realidad era. ¿Y qué pasa cuando el banco central levanta de nuevo la tasa de interés? Que la gente ya no puede pagar y la hipoteca se vuelve “tóxica”.
Revise la historia de las llamadas “crisis financieras”: las mexicanas y argentinas, las de EUA, la rusa, la japonesa, etc. En todas ellas no encontrará “la mano invisible”, sino la “mano peluda” de gobiernos y bancos centrales. Mientras uno gasta, el otro manipula el crédito. Explosiva combinación que usualmente termina en quiebras bancarias y crisis cambiarias. El problema es que no nos gusta ver hechos de forma objetiva, sino, de preferencia, culpar a la “avaricia del mercado”.
Además, es lo chic entre los intelectuales. No nos engañemos, el común denominador histórico es y ha sido la acción deliberada de funcionarios públicos que inician un ciclo y luego lo revierten solo para que la ciudadanía pague los platos rotos. De verdad que quien no conoce la historia está condenado a repetirla.
Así que la “tormenta perfecta” fue concebida, creada y engendrada dentro de aquellas instituciones públicas que primero lanzan la piedra y luego esconden la mano. Imagínese, ¿quién sale ahora al “rescate”? ¡El Gobierno! ¿Y a quién le echa la culpa? A los bancos, adonde fue a parar toda esa liquidez y quienes la invirtieron en lo que, ahora se sabe, fueron malos instrumentos. ¿Y qué solución se propone? Regulación. Imagínese la ironía: el ciego guiando al supuesto otro ciego.
Yo estoy de acuerdo con más regulación. Pero la regulación que hace falta es la que se le debe aplicar a las instituciones públicas, para que se les prohíba, por ejemplo, manipular la tasa de interés e incrementar el gasto público de manera, literalmente, irresponsable. La memoria es corta, porque ya se olvidaron de las mil instituciones de ahorro y préstamo (con activos por más de 500 millardos de dólares) que quebraron a mediados de los 1980, en circunstancias similares a las actuales. Ahora pasó lo que tenía que pasar, cuando se vuelven a manipular los precios del crédito para dar la impresión de que una casa es más accesible de lo que en realidad era. ¿Y qué pasa cuando el banco central levanta de nuevo la tasa de interés? Que la gente ya no puede pagar y la hipoteca se vuelve “tóxica”.
Revise la historia de las llamadas “crisis financieras”: las mexicanas y argentinas, las de EUA, la rusa, la japonesa, etc. En todas ellas no encontrará “la mano invisible”, sino la “mano peluda” de gobiernos y bancos centrales. Mientras uno gasta, el otro manipula el crédito. Explosiva combinación que usualmente termina en quiebras bancarias y crisis cambiarias. El problema es que no nos gusta ver hechos de forma objetiva, sino, de preferencia, culpar a la “avaricia del mercado”.
Además, es lo chic entre los intelectuales. No nos engañemos, el común denominador histórico es y ha sido la acción deliberada de funcionarios públicos que inician un ciclo y luego lo revierten solo para que la ciudadanía pague los platos rotos. De verdad que quien no conoce la historia está condenado a repetirla.
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