Ryan McMaken
Steven Pinker es famoso por su teoría de que la violencia (en términos globales) está ahora en los niveles más bajos que haya habido nunca y de que esto se debe al triunfo de las ideas ilustradas. Aunque no creo que esté completamente equivocado, creo que a veces Pinker sobrevalora su alegato. Por ejemplo, el hecho de que el mundo no haya sido destruido en un holocausto nuclear no se debe al hecho de que los grandes regímenes del mundo sean particularmente ilustrados. De hecho, los políticos de EEUU discutieron habitualmente el uso de armas nucleares en plena Guerra de Vietnam. El miedo (a la reacción soviética) fue lo que les detuvo, no la ilustración. Robert McNamara ha dicho que el mundo evitó la destrucción nuclear debido a la “suerte”.
Sin embargo, los estados industriales modernos sí reconocen que los costes de las grandes guerras son muy altos y que no siempre parece haber sido así.
Una de las razones para el alto coste de la guerra hoy es el hecho de que el comercio con otros estados es muy rentable. Incluso los políticos más obtusamente nacionalistas se ven a menudo obligados a admitir que probablemente sea una mala idea matar a grandes cantidades de personas en tus mercados exteriores. En una reciente entrevista en Vox, Pinker desarrollaba esto un poco más:
Zack Beauchamp: Una explicación que oímos a científicos políticos de por qué ha habido menos guerras recientemente es que simplemente es menos rentable: los países ya no ganan mucho, ni económica ni políticamente, apropiándose de nuevas tierras. ¿Le parece esto correcto?Aunque los datos empíricos que apoyan esta teoría son interesantes y útiles, la propia teoría es una vieja noticia para los austriacos, por supuesto, ya que tanto Bastiat como Mises hicieron mucho antes este alegato de que más comercio lleva a menos conflictos militares. Y esta ha sido desde hace mucho tiempo la postura los liberales de laissez-faire, incluyendo a Richard Cobden, el liberal inglés librecambista del siglo XIX y llamado Hombre Internacional, que era conocido por su insistencia antinacionalista en el comercio en lugar de la guerra.
Steven Pinker: Sí, es una de las causas. Es la teoría de la paz capitalista: cuando es más barato comprar cosas que robarlas, la gente no las roba. Asimismo, si otra gente te es más valiosa viva que muerta, es menos probable que la mates. No matas a tus clientes ni a tus prestamistas, así que la llegada de infraestructuras de comercio reduce algunos de los incentivos más explotadores de la conquista.
Esta es una idea que se remonta a la Ilustración. La elogiaron Adam Smith y Montesquieu; estaban las mentes de los fundadores cuando incluyeron incentivos para el libre comercio en la Constitución.
No creo que sea la explicación completa del declive de la guerra. Pero sí pienso que es parte de la explicación. Hay un estudio muy conocido de Bruce Russett y John Oneal que demuestra estadísticamente que los países que realizan más comercio es menos probable que entren en disputas militares y que los países que están más integrados en la economía mundial es menos probable que tengan problemas con sus vecinos.
Y luego está ese fenómeno por el que, gracias al mercado, las personas te son más sutiles vivas que muertas. Para más sobre esto, ver el análisis de Mark Tovey de cómo funciona esto en una situación postapocalíptica.
Pinker continúa:
Los países que comercian entre sí es menos probable que peleen entre ellos. Independientemente, los países individuales que se integren más en la economía global es menos probable que creen problemas.Lo que sugiere aquí Pinker es que cuando existen ciertas barreras legales e institucionales, menos probable es la guerra. Esto es indudablemente cierto cuando las economías están integradas internacionalmente a través de varias instituciones del mercado. Pinker también menciona las “contribuciones de la democracia” y si estamos familiarizados con la literatura de las relaciones internacionales, podemos adivinar que Pinker se está refiriendo a la “paz democrática”.
Pero una de las razones por las que digo que esto solo es parte de la respuesta es porque en el análisis de Oneal y Russett, suponía cierto porcentaje de la varianza en la disputa militarizada, pero solo bocado. Encontraron contribuciones independientes de la democracia y la membresía en la colonia internacional (en concreto, el número de raíz acciones y tratados internacionales que ha firmado un país).
Como ha señalado J. Patrick Rhamey en su ensayo en The Next Generation of Austrian Economics, la teoría la paz democrática ha sido injustamente rechazada por algunos, considerándola una teoría que dice que la guerra puede eliminarse creando una democracia en todos los países. Lo que sugiere realmente la teoría es que cuando los políticos afrontan reveses políticos de una población que cree al menos parcialmente en “valores normativos libertarios” (por usar la expresión de Rhamey), es menos probable que estos inicien guerras. También son importantes los obstáculos institucionales de inspiración libertaria, como la descentralización política.
Se podría extrapolar de esto que cuando intereses económicos poderosos se oponen también a las guerras, los jefes de estado se ven más limitados. Hubo un momento en el que podría haber tenido sentido que un estado se apropiara de tierras, matara a todos los habitantes y recolonizara el territorio con su propia gente. Sin embargo, en un mundo industrializado donde la tierra no es de por sí tan productiva y por tanto conquistar territorios es menos rentable que apelar a mercados extranjeros existentes, sí parece haber una “paz capitalista” funcionando en muchos casos. Sin embargo, en aquellas áreas que permanecen relativamente subdesarrolladas, como Afganistán, los estados se sienten mucho menos limitados en su belicismo.
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