Wikipedia

Search results

Showing posts with label ruina economica. Show all posts
Showing posts with label ruina economica. Show all posts

Thursday, July 14, 2016

Nicolás Maduro pone a los militares a cargo del suministro de alimentos de Venezuela

Nicolás Maduro pone a los militares a cargo del suministro de alimentos de Venezuela

Crisis en Venezuela. (Foto: Getty Images.)
Por Anatoly Kurmanaev
CARACAS — El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, puso a las fuerzas armadas a cargo de un nuevo sistema de suministro de alimentos que busca aliviar la escasez de productos básicos, cediendo aún más poder a un aparato militar que ya está involucrado en todo desde la banca hasta las importaciones.
El líder de las fuerzas armadas, el ministro de Defensa Vladimir Padrino, estará a cargo del transporte y distribución de los productos básicos, el control de precios y la estimulación de la producción, según un decreto publicado el martes en la gaceta oficial.


“Todos los ministerios, todos los ministros y ministras, todas las instituciones del Estado quedan bajo el orden y la subordinación absoluta” a la llamada Gran Misión Abastecimiento Seguro, en cabeza de Padrino, dijo Maduro en una alocución televisiva el lunes por la noche.
El ascenso de Padrino lo ubica entre los hombres más poderosos en el gobierno socialista, a expensas del vicepresidente Aristóbulo Istúriz, el ministro de Industria Miguel Pérez Abad y otros ministros que tenían diferentes roles económicos.
Desde que asumió el poder hace tres años, Maduro ha dependido cada vez más de las fuerzas armadas a medida que una profunda crisis económica ha llevado sus niveles de popularidad al suelo y la escasez de alimentos ha desatado saqueos. Los generales ya están a cargo de las compañías estatales que importan la mayor cantidad de la comida venezolana, dirigen el mayor banco del país, una estación de TV y una minera estatal.
Las fuerzas armadas han reprimido rápidamente todas las manifestaciones de la oposición, así como los disturbios por alimentos que se desatan todos los días a lo largo del país.
“Maduro le está dando las llaves de Miraflores a un jefe militar quien no puede con la crisis económica”, dijo el diputado de la oposición Julio Borges. “Esto significa más alcabala, más corrupción, y menos producción.”
Un ex general de alto rango dijo que las nuevas medidas terminarían desacreditando a las fuerzas armadas “debido a que ahora serán responsables de sostener un modelo que no tiene viabilidad”. Agregó que la decisión también abrirá más puertas a la corrupción en un país al que Transparencia Internacional ubica entre los más corruptos del mundo.
A medida que Maduro le ha dado mayores poderes económicos a los militares, ha suprimido al sector privado, dicen los economistas.
El lunes, Maduro ordenó la toma de la planta local de Kimberly-Clark, luego que el fabricante de papel higiénico y pañales dijera que tuvo que detener la producción debido a la escasez de materias primas.
El colapso de los ingresos petroleros ha recortado las importaciones venezolanas en un 70% este año respecto a sus máximos de 2012, algo sin precedentes, lo cual ha dejado a las empresas sin la capacidad de obtener materiales bajo los estrictos controles de divisas del país, según la firma de consultoría con sede en Caracas Síntesis Financiera.
“Si todas las fábricas tienen que pasar todo por los militares esto no va hacer aparecer a la materia prima.”, dijo Juan Pablo Olalquiaga, presidente de la cámara industrial de Venezuela, Conindustria. “El ejecutivo nacional está mostrando que no entiende el manejo de la economía”.

Nicolás Maduro pone a los militares a cargo del suministro de alimentos de Venezuela

Nicolás Maduro pone a los militares a cargo del suministro de alimentos de Venezuela

Crisis en Venezuela. (Foto: Getty Images.)
Por Anatoly Kurmanaev
CARACAS — El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, puso a las fuerzas armadas a cargo de un nuevo sistema de suministro de alimentos que busca aliviar la escasez de productos básicos, cediendo aún más poder a un aparato militar que ya está involucrado en todo desde la banca hasta las importaciones.
El líder de las fuerzas armadas, el ministro de Defensa Vladimir Padrino, estará a cargo del transporte y distribución de los productos básicos, el control de precios y la estimulación de la producción, según un decreto publicado el martes en la gaceta oficial.

Wednesday, June 22, 2016

¿Cómo conquistó Cuba a Venezuela?

Por Moisés Naím
El País, Madrid
La enorme influencia que Cuba ha logrado ejercer en Venezuela es uno de los acontecimientos geopolíticos más sorprendentes y menos comprendidos del siglo XXI. Venezuela es nueve veces más grande que Cuba, tiene el triple de población y su economía es cuatro veces mayor. El país alberga las principales reservas de petróleo del mundo. Sin embargo, algunas funciones cruciales del Estado venezolano o han sido delegadas a funcionarios cubanos o son directamente controladas por La Habana. Y esto, el régimen cubano lo conquistó sin un solo disparo.
Los motivos de Cuba son obvios. La ayuda venezolana es indispensable para evitar que su economía colapse. Tener un gobierno en Caracas que mantenga dicha ayuda es un objetivo vital del Estado cubano. Y Cuba lleva décadas acumulando experiencia, conocimientos y contactos que le permiten operar internacionalmente con gran eficacia y, cuando es necesario, de manera casi invisible. 


Desde su inicio en 1959, una prioridad de la política exterior del régimen cubano ha sido la creación de vastas redes de apoyo a su causa. Sus servicios de espionaje, su diplomacia, propaganda, ayuda humanitaria, intercambios juveniles, académicos y culturales, y el apoyo en otros países a ONG, intelectuales, periodistas, medios de comunicación y grupos políticos afines han sido pilares básicos de su estrategia internacional. Esto lo hacen todos los países, pero pocos han tenido la necesidad de darle tanta prioridad y durante tanto tiempo como Cuba. La supervivencia económica y política del régimen ha dependido de su éxito en tener aliados en otros países que, a su vez, puedan influir sobre sus gobiernos en apoyo a la isla. En Venezuela esto no fue necesario, ya que logró penetrar directamente en el Gobierno. El hecho indiscutible es que Cuba tiene tanto la necesidad vital como la experiencia y las instituciones para moldear las decisiones de su rico vecino petrolero.
Es bien conocida la enorme ayuda petrolera que recibe la isla desde Venezuela. También las inversiones y el apoyo financiero. Parte creciente de las importaciones de Venezuela se canalizan a través de empresas cubanas. Hace poco se reveló la existencia de un enorme depósito de medicamentos caducados recientemente, que habían sido importados por una empresa cubana: medicinas supuestamente adquiridas en el mercado internacional a precio de saldo, y revendidas a precio regular al Gobierno de Caracas.
La relación va más allá de subsidios y ventajosas oportunidades de negocios para la élite cubana. Como ha documentado Cristina Marcano, una periodista que ha investigado ampliamente este tema, funcionarios cubanos controlan las notarías públicas y los registros civiles de Venezuela. También supervisan los sistemas informáticos de la presidencia, ministerios, programas sociales, policía y servicios de seguridad, así como la petrolera estatal PDVSA.
Y luego está la cooperación militar. El ministro de Defensa de un país latinoamericano me contó lo siguiente: “En una reunión con oficiales de alto rango de Venezuela, llegamos a varios acuerdos de cooperación y otros asuntos. Entonces tres asesores, con inconfundible acento cubano, se incorporaron a la reunión y se dedicaron a cambiar todo lo que habíamos acordado. Los generales venezolanos estaban avergonzados, pero no dijeron una palabra. Estaba claro que los cubanos llevaban la batuta”.
Cuba paga todo esto con personal y “servicios”. Venezuela recibe de Cuba médicos y enfermeras, entrenadores deportivos, burócratas, personal de seguridad, milicias y grupos paramilitares. “Tenemos más de 30.000 cederristas en Venezuela”, se jactaba en 2007 Juan José Rabilero, en esa época coordinador de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) de Cuba.
¿Por qué el Gobierno venezolano permitió esta intervención extranjera tan abusiva? La respuesta es Hugo Chávez. Durante sus 14 años en la presidencia, disfrutó de un poder absoluto gracias al control que ejercía sobre cada una de las instituciones que podrían haberle impuesto límites o exigido transparencia, ya fueran los tribunales o la asamblea legislativa. También dispuso a su antojo de los ingresos petroleros de Venezuela.
Dejar entrar a los cubanos fue una de las expresiones más contundentes de ese poder absoluto.
Chávez tenía muchas razones para arrojarse a los brazos de Fidel Castro. Lo admiraba, y sentía por él un profundo afecto y confianza. Fidel se convirtió en su asesor personal, mentor político y guía geoestratégico. Castro alimentó además la convicción de Chávez de que sus muchos enemigos —sobre todo Estados Unidos y las élites locales— querían liquidarlo, y que no podía esperar de sus fuerzas de seguridad la protección que necesitaba. En cambio, los cubanos sí eran confiables. Cuba también proporcionó toda una engrasada red de activistas, ONG y propagandistas que apoyaron la revolución bolivariana en el extranjero. Chávez también se quejaba públicamente de la ineptitud de sus altos funcionarios. En esto, también Cuba le ayudó, dotándolo de funcionarios con experiencia en el manejo de un Estado cada vez más centralizado.
El alcance de la entrega de Chávez a La Habana lo ilustra dramáticamente la forma en la que manejó el cáncer que acabaría con su vida: confió solo en los médicos que Castro le recomendó, y se trató la mayor parte del tiempo en La Habana, bajo un manto de secretismo.
El sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, ha profundizado aún más la dependencia venezolana de La Habana. Ante las protestas estudiantiles contra un régimen cada vez más autoritario, el Gobierno ha respondido con una represión brutal, que cuenta con los instrumentos y las tácticas perfeccionadas por el Estado policial que controla Cuba desde hace demasiado tiempo.

¿Cómo conquistó Cuba a Venezuela?

Por Moisés Naím
El País, Madrid
La enorme influencia que Cuba ha logrado ejercer en Venezuela es uno de los acontecimientos geopolíticos más sorprendentes y menos comprendidos del siglo XXI. Venezuela es nueve veces más grande que Cuba, tiene el triple de población y su economía es cuatro veces mayor. El país alberga las principales reservas de petróleo del mundo. Sin embargo, algunas funciones cruciales del Estado venezolano o han sido delegadas a funcionarios cubanos o son directamente controladas por La Habana. Y esto, el régimen cubano lo conquistó sin un solo disparo.
Los motivos de Cuba son obvios. La ayuda venezolana es indispensable para evitar que su economía colapse. Tener un gobierno en Caracas que mantenga dicha ayuda es un objetivo vital del Estado cubano. Y Cuba lleva décadas acumulando experiencia, conocimientos y contactos que le permiten operar internacionalmente con gran eficacia y, cuando es necesario, de manera casi invisible. 

Tuesday, June 21, 2016

Brexit en contexto

Michael Spence, a Nobel laureate in economics, is Professor of Economics at NYU’s Stern School of Business, Distinguished Visiting Fellow at the Council on Foreign Relations, Senior Fellow at the Hoover Institution at Stanford University, Academic Board Chairman of the Asia Global Institute in Hong … read more
 
MILÁN – No creo que los extranjeros hagan un aporte positivo cuando pronuncian opiniones fuertes sobre cómo los ciudadanos de un país, o los de una unidad mayor como la Unión Europea, deberían decidir frente a una opción política importante. Nuestras percepciones, basadas en la experiencia internacional, a veces pueden resultar útiles; pero no debería existir ninguna confusión respecto de la asimetría de los roles.
Esto es particularmente válido en lo que concierne al referendo británico sobre si seguir formando parte de la UE o no. A escasos días de la votación, el resultado es demasiado reñido, y parece haber suficientes votantes indecisos como para inclinar la balanza hacia un lado o hacia el otro. Pero en un momento en el que la fragmentación política y social se extiende mucho más allá de Europa, los extranjeros tal vez puedan sumar cierta perspectiva sobre lo que realmente está en juego. 


En primer lugar, no debería sorprender que, en términos de la distribución del ingreso, la riqueza y los costos y beneficios de un cambio estructural forzado, los patrones de crecimiento en la mayor parte del mundo desarrollado hayan sido problemáticos en los últimos 20 años. Sabemos que la globalización y algunos aspectos de la tecnología digital (particularmente aquellos relacionados con la automatización y la desintermediación) han contribuido a la polarización del empleo y el ingreso, ejerciendo una presión sostenida sobre la clase media en todos los países.
En segundo lugar, la crisis en curso en Europa (más parecida a una enfermedad crónica) ha mantenido el crecimiento en niveles demasiado bajos y el desempleo -especialmente el desempleo juvenil- en niveles inaceptablemente altos. Y Europa no es la única. En Estados Unidos, si bien la tasa formal de desempleo ha caído, los fracasos de gran escala en términos de inclusión han alimentado el desencanto -tanto de la izquierda como de la derecha- con los patrones y las políticas de crecimiento que parecen beneficiar desproporcionadamente a los ciudadanos de mayores ingresos.
Dada la magnitud de las recientes sacudidas económicas, los ciudadanos de los países desarrollados podrían estar más felices si hubiera pruebas de un esfuerzo concertado -basado en una repartición genuina de la carga- para hacer frente a estas cuestiones. En el contexto de Europa, eso implicaría un esfuerzo multinacional.
Pero, en general -y, nuevamente, en todo el mundo desarrollado- han faltado respuestas efectivas. Los bancos centrales se quedaron prácticamente solos con objetivos que exceden la capacidad de sus herramientas e instrumentos, mientras que elementos de la elite esperan la oportunidad de culpar a los responsables de las políticas económicas por el mal desempeño económico.  
Frente a respuestas de políticas no monetarias que son entre deficientes e inexistentes en relación a la magnitud de los desafíos que enfrentamos, la respuesta natural en una democracia es reemplazar a los que toman las decisiones e intentar algo diferente. Después de todo, la democracia es un sistema para la experimentación, así como para la expresión de la voluntad de los ciudadanos. Por supuesto, los "nuevos" tal vez no sean mejores y hasta podrían ser peores -quizá significativamente peores.
En tercer lugar, la UE enfrenta, de una manera más severa, un problema que afecta a gran parte del mundo desarrollado: fuerzas poderosas que operan más allá del control de las autoridades electas están forjando las vidas de los ciudadanos, haciéndolos sentirse impotentes. Pero si bien todos los países deben lidiar con los desafíos de la globalización y el cambio tecnológico, elementos importantes de la gobernancia en la UE están más allá del alcance de las instituciones democráticas, al menos aquellas que la gente entiende y con las que se relaciona.
Esto no quiere decir que la gobernancia local esté libre de problemas. No lo está. La corrupción, los intereses especiales y la simple incompetencia son problemas comunes. Pero la gobernancia democrática es en principio reparable, y las defensas y contramedidas institucionales en verdad existen.
La situación en la eurozona es particularmente inestable, debido al creciente alejamiento de los ciudadanos de una elite distante y tecnócrata; la ausencia de mecanismos de ajuste económico convencionales (tipos de cambio, inflación, inversión pública y demás); y las restricciones ajustadas para las transferencias fiscales, que envían señales poderosas respecto de los límites reales de la cohesión.
El Brexit es una parte de este drama mayor. Tiene que ver esencialmente con la gobernancia, no con la economía. Desde un punto de vista estrictamente económico, los riesgos tanto para el Reino Unido como para el resto de la UE están casi absolutamente a la baja. Pero si eso fuera lo único que contara, el resultado sería una conclusión inevitable a favor de quedarse. 
La verdadera cuestión -la autogobernancia efectiva e inclusiva- no es fácil de enfrentar en ninguna parte, porque las fuerzas como la disrupción tecnológica no respetan fronteras nacionales. En parte, los británicos votan sobre si su capacidad para navegar en estas aguas turbulentas mejora o se ve reducida si siguen siendo miembros de la UE. Pero también está en juego una cuestión más fundamental de identidad política -como sucedió en el referendo por la independencia de Escocia en 2014.
Algunos británicos (quizás inclusive una mayoría), y muchos otros ciudadanos de la UE, siguen queriendo que las generaciones futuras se piensen a sí mismas como europeas (aunque con un orgulloso origen británico, alemán o español) y estén preparadas para intentar nuevamente una reforma de las estructuras de gobernancia de Europa. Y hacen bien en pensar que el mundo sería un lugar mucho mejor con una Europa unida y democrática como una fuerza importante tanto para la estabilidad como para el cambio.
Esa es mi esperanza, aunque puede parecer una expresión de deseo. Más allá del resultado del referendo del Brexit (como muchos extranjeros, espero que Gran Bretaña vote para quedarse y abogue por una reforma generada desde adentro), el voto británico, junto con tendencias políticas centrífugas fuertes y similares en otras partes, debería generar una reconsideración importante de las estructuras de gobernancia y acuerdos institucionales europeos. El objetivo debería ser restablecer una sensación de control y responsabilidad ante los electorados.
Ese sería un buen desenlace en el largo plazo. Exigiría un liderazgo inspirado en todos los rincones de Europa -incluido el gobierno, las empresas, la mano de obra organizada y la sociedad civil así como un compromiso renovado con la integridad, la inclusión, la responsabilidad y la generosidad-. Es un reto monumental; pero no un desafío imposible de cumplir.

Brexit en contexto

Michael Spence, a Nobel laureate in economics, is Professor of Economics at NYU’s Stern School of Business, Distinguished Visiting Fellow at the Council on Foreign Relations, Senior Fellow at the Hoover Institution at Stanford University, Academic Board Chairman of the Asia Global Institute in Hong … read more
 
MILÁN – No creo que los extranjeros hagan un aporte positivo cuando pronuncian opiniones fuertes sobre cómo los ciudadanos de un país, o los de una unidad mayor como la Unión Europea, deberían decidir frente a una opción política importante. Nuestras percepciones, basadas en la experiencia internacional, a veces pueden resultar útiles; pero no debería existir ninguna confusión respecto de la asimetría de los roles.
Esto es particularmente válido en lo que concierne al referendo británico sobre si seguir formando parte de la UE o no. A escasos días de la votación, el resultado es demasiado reñido, y parece haber suficientes votantes indecisos como para inclinar la balanza hacia un lado o hacia el otro. Pero en un momento en el que la fragmentación política y social se extiende mucho más allá de Europa, los extranjeros tal vez puedan sumar cierta perspectiva sobre lo que realmente está en juego. 

El antídoto contra el populismo


La irrupción de Podemos en la escena política española ha pillado a PP y PSOE ideológicamente desarmados. Los partidos tradicionales llevan décadas sin plantear un debate de ideas de fondo. Han acostumbrado a la población a estériles discusiones en las que se tiran los trastos a la cabeza empleando la retórica partidista y el ataque personal. Pero detrás de la verborrea del típico político español no hay más respaldo filosófico que la pura sed de poder y el amor por el dinero ajeno.



De la eclosión de Podemos y otras coaliciones de izquierda radical pueden decirse muchas cosas. Lo que no puede decirse es que no pongan ideas, equivocadas o no, sobre la mesa. Iglesias, Monedero o Errejón llevan muchos años inmersos en el debate de las ideas, desarrollando argumentos y trabajando la comunicación política. Justo al contrario que las tradicionales formaciones que llevan décadas repartiéndose el poder en España: ni ideas, ni argumentos ni comunicación política. No hay más que fijarse en el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para encontrar al ejemplo paradigmático de político profesional que rehuye de cualquier debate de ideas de fondo y que descuida al máximo su comunicación política. Es por esto que, sin pólvora argumental, PP y PSOE se ven incapaces de dar la batalla de las ideas contra formaciones como Podemos.
El problema es que el proyecto de toma del poder de Podemos se basa en la clásica estrategia populista. El populismo, sea de izquierdas o derechas, detecta problemas y sufrimiento reales, realiza un diagnóstico erróneo y propone las soluciones equivocadas. Los remedios que plantean los populistas no tienen que funcionar, sino que han de ser fáciles de vender. Son falsas soluciones mágicas, atajos efectistas, intuitivos y en apariencia poco dolorosos que jamás tienen en cuenta las consecuencias de llevarlas a cabo. La finalidad no es solucionar los problemas, cosa que de hecho puede ir contra sus intereses, sino enfrentar a los ciudadanos en un falaz falso dilema: estás con nosotros o contra el pueblo.
El populismo apela al colectivo (pueblo, patria) como si fuera un ente homogéneo con idénticos intereses, objetivos y proyectos vitales. Y contra el pueblo, los populistas ponen en la diana enemigos comunes a los que culpar de todos los problemas, sean estos externos (los mercados, los alemanes, los yanquis, los inmigrantes) o internos (la casta, los ricos, la oligarquía, ciertas minorías religiosas). Las ideas de los populistas, habitualmente de un alto componente estatista, son así identificadas como las ‘ideas del pueblo’. Si no estás de acuerdo con ellas, por disparatadas que sean, entonces formas parte de la casta, sirves a la oligarquía o no eres un buen ciudadano. No importa que la mayoría vote a otras formaciones políticas: sólo los populistas representan al pueblo. Estás con ellos o contra ellos; estás con el pueblo o contra el pueblo.
El populismo envenena el debate político. Sobre todo cuando se inyecta en un escenario como el español, en el que las principales fuerzas políticas han renunciado al debate de las ideas. A partidos como PP y PSOE sólo les quedan dos alternativas. La primera es la campaña del miedo: “O nosotros o el caos”. Sí, les puede llegar a funcionar, pero también es fácil que sea interpretado como una señal de desesperación o debilidad argumental, y se vuelva contra ellos mismos. La segunda es, simplemente, copiar al populista, adoptar progresivamente sus ideas y tomar elementos de su retórica. Así, como un virus, el populismo se va propagando por la población y va infectando a otros grupos políticos. Como resultado, un país que ya antes tenía muchos problemas, pasa a tener los mismos más uno adicional: el populismo en todos los partidos.
¿Qué antídoto cabe contra la deriva populista? El discurso del miedo no sólo es probablemente inútil, sino que tampoco soluciona los problemas de fondo. La única manera de combatir el populismo de forma útil y constructiva, aunque ni mucho menos de éxito garantizado, es remangarse y dar la batalla de las ideas de forma rigurosa y honesta. Y, a mi entender, quien mejor puede hacer esto es el liberalismo. No sólo porque, aunque desde reductos minoritarios, los liberales no han abandonado el debate de las ideas y han seguido trabajando en ellas desde plataformas como el Instituto Juan de Mariana. Sino también porque, en mi opinión, el liberalismo es superior a sus alternativas: identifica mejor la causa de los problemas, plantea soluciones funcionales y, sobre todo, propone un modelo de cooperación pacífica y en libertad que es superior tanto desde el punto de vista económico como desde el ético. Sólo así, dando la batalla de las ideas con rigor y honestidad en nuestro día a día y desde los altavoces de los que dispongamos, podremos contribuir a despertar a muchas personas de la falsa ilusión de las soluciones mágicas y frenar el populismo de todos los partidos.

El antídoto contra el populismo


La irrupción de Podemos en la escena política española ha pillado a PP y PSOE ideológicamente desarmados. Los partidos tradicionales llevan décadas sin plantear un debate de ideas de fondo. Han acostumbrado a la población a estériles discusiones en las que se tiran los trastos a la cabeza empleando la retórica partidista y el ataque personal. Pero detrás de la verborrea del típico político español no hay más respaldo filosófico que la pura sed de poder y el amor por el dinero ajeno.