Wikipedia

Search results

Showing posts with label liberalismo. Show all posts
Showing posts with label liberalismo. Show all posts

Saturday, December 24, 2016

Definiendo libertad ‘socialdemócrata’ y libertad ‘liberal’

Lady LibertyNo hay partido político que no incluya a la democracia como uno de sus valores fundamentales. Esa unanimidad, sin embargo, es posible porque no todos se refieren a lo mismo. Según quien hable, se puede hacer referencia a la democracia “representativa” o “parlamentaria”, a la democracia “plebiscitaria” o “asamblearia”, incluso a la democracia “popular” y en casos extremos a la democracia “revolucionaria”. La palabra “democracia” está tan manoseada que se la aplica tanto a un régimen como el de Corea del Norte como al sistema parlamentario británico.

El ala prolibertad de Donald Trump

Related image

Pero los votantes republicanos, e incluso los independientes y afiliados al Partido Demócrata que votaron en algunas de las primarias abiertas, dijeron otra cosa: Votaron en forma abrumadora por Trump. En segundo lugar, votaron por Ted Cruz, un candidato también considerado anti statu quo y rebelde.
Es entendible que los defensores de intereses políticos, comerciales y medios de difusión, constantemente atacados por Trump, traten de mostrar solamente su lado y sus posiciones más negativas. Lo mismo sucede con la difusión de los pormenores de los equipos de asesores que ha estado armando.

Del socialismo al liberalismo

Image result for cowgirls and cattle ranches

Es frecuente escuchar anécdotas de personas que en su juventud militaron en algún movimiento comunista o socialista o simpatizaron con tales ideas pero que con el pasar de los años cambiaron radicalmente de pensamiento hasta encontrarse más cerca de los idearios liberales. Entre las personas que han transitado este camino podemos citar a los premio Nobel de Literatura Octavio Paz y Mario Vargas Llosa, el campeón mundial de ajedrez Gary Kasparov, el presidente de la Unión Soviética y Nobel de la Paz Mijail Gorvachov o escritores como Antonio Escohotado, Carlos Sabino y un sinnúmero de personajes destacados, así como también personas normales y corrientes.

Sunday, December 4, 2016

Liberalismo, no neo, para México




“A PESAR DE QUE EL SIGLO XX SERÁ RECORDADO POR EL ESTATISMO Y LOS TOTALITARISMOS, DURANTE LOS ÚLTIMOS VEINTICINCO AÑOS EN MUCHAS PARTES DEL MUNDO SE OBSERVÓ UN RESURGIR DEL IDEARIO LIBERAL DEBIDO A VARIAS RAZONES. ”


RICARDO VALENZUELA
Image result for ranches in colorado
Ante el ágil correr de los días que nos conducen por el pasillo de la confusión hacia el destino de la incertidumbre, los candidatos a la presidencia de la republica continúan enviando señales que ni el gran Maury Wills—quien estableciera record de bases robadas en 1962—fuera capaz de descifrar, siendo que su fama para ello era legendaria. ¿Qué es lo que proponen? La misma cantaleta sin fondo: lucha contra la pobreza, acabar con la corrupción, seguridad para todos, justicia revolucionaria, empleos.



Y mientras listan los interminables carruseles de sus nebulosas promesas, unos consultan la Biblia del Santa Ana venezolano producto de la deformada mente del uruguayo Eduardo Galeano: “Las venas abiertas de América Latina.” Otros “El Hombre Unidimensional” de Herbert Marcuse, o, los múltiples escritos del Papa León XIII.

A pesar de que el siglo XX será recordado por el Estatismo y los totalitarismos, de todos signos, que tanto sufrimiento han causado a la humanidad, durante los últimos veinticinco años en muchas partes del mundo se observó un resurgir del ideario liberal debido a varias razones. Primero, al rearme liberal protagonizado por un puñado de pensadores que, en su gran mayoría, pertenecieron a la Escuela Austriaca fundada en Viena cuando Carl Menger retomó, en 1871, la vieja tradición liberal subjetivista de los Escolásticos Españoles.

Entre ellos, destacan Mises y Hayek, quienes predijeron la avenida de la Gran Depresión de 1929, como resultado del intervencionismo monetario y fiscal de parte de los gobiernos durante los "efervescentes" años veinte. Después, al descubrir y exhibir la falacia del socialismo, entre otras cosas, por falta de información para establecer precios y, sobre todo, su confuso concepto de valor. Finalmente, el fracaso del keynesianismo que se hizo evidente con el surgimiento de la grave recesión inflacionaria (Stagflación) de los años setenta, hasta entonces desconocida.

Estos pensadores elaboraron un cuerpo perfeccionado de doctrina liberal, en el que han participado otras escuelas como la de Chicago encabezada por el legendario Milton Friedman, la de "economía social de mercado" alemana invento de Erhart, y la llamada "Escuela del Public Choice” de Buchanan. En segundo lugar, el triunfo de la revolución protagonizada por Ronald Reagan y Margaret Thatcher en Estados Unidos e Inglaterra en los años ochenta, para liberar casi el 50% de la economía mundial entrampada durante más de 50 años.

Reagan llevó a cabo una ambiciosa reforma fiscal para reducir agresivamente la carga impositiva de los estadounidenses, y pasaba luego a desmantelar la odiosas regulaciones de la economía, lo que generara un impresionante auge conocido como “Los siete años de vacas gordas,” traducido en la creación de 20 millones de empleos, y sobre todo, abría la puerta a la economía tecnológica que hoy priva en ese país, para llevarlo a un PIB de casi 13 trillones de dólares.

Margaret Thatcher impulsó el programa de privatizaciones de empresas públicas más ambicioso que, hasta hoy, se ha conocido en el mundo. Redujo un 40 por ciento el impuesto sobre la renta, acabó con los abusos de los sindicatos e inició un programa de regeneración moral que impulsó vigorosamente la economía inglesa la que, hasta hoy día, los gobiernos laboristas mantienen intacto y lo expanden bajo el mando de ese nuevo liberal, Tony Blair.

En tercer lugar, el hecho histórico más importante ha sido la caída del Muro de Berlín, el desmoronamiento del socialismo en Rusia y en los países del Este de Europa, los que hoy se esfuerzan por construir sus economías de mercado edificadas sobre un Estado de Derecho. A ellos se han sumado China y la India con resultados hasta hace sólo unos años impensables, lo que las lleva a situarse como las economías número 2 y 3 del mundo para desplazar a Japón y Alemania.

Estos hechos han demostrado que el liberalismo es el sistema político y económico más eficiente, moral y compatible con la naturaleza del ser humano. Así, Juan Pablo II, ante la pregunta si el capitalismo popular era la vía para el justo progreso de la humanidad, respondía: "Si por "capitalismo" se entiende un sistema que reconoce el papel fundamental de la empresa, en especial el mercado (la gente), el del respeto a la propiedad privada, y la responsabilidad para con medios de producción, la respuesta es ciertamente positiva aunque quizá sería más apropiado simplemente hablar de economía libre".

A pesar de nuestra triste historia, el pensamiento mexicano no ha permanecido ajeno a este resurgir mundial del liberalismo. Hombres como Luís Montes de Oca, Octavio Paz, Daniel Cosío Villegas supieron mantener viva la llama liberal durante los largos años del autoritarismo priísta. Ellos promovieron fructificara un importante esfuerzo de estudio y popularización del ideario liberal por parte de los profesores, intelectuales y empresarios, algunos de ellos, en estos momentos, heroicamente luchando desde sus solitarias trincheras de la libertad.

Dada la trágica avenida del socialismo a lo largo del pasado siglo, el liberalismo se identifica como el ideario económico—político con más mas armas para lograr ese bienestar social y justo. Y aun cuando el liberalismo en su pureza, es un concepto desconocido para la mayoría de la gente. Entendiendo la necesidad de asumir y aplicar el ideario liberal en base a consideraciones predominantemente éticas más que de simple eficacia, se establece y define como la doctrina más lógica y humanista.

Este pensamiento liberal puro, nada tiene que ver ni conjuga con la derecha o el conservatismo recalcitrante de otros tiempos. Su ideario es la libertad como base de la prosperidad al alcance de todos, igualdad, pero ante la ley. Un gran esfuerzo para que el Estado ceda a la sociedad civil los espacios arbitrariamente confiscados como responsable de la producción de bienes y servicios, para que el estado pase a cumplir su función como el protector de esa sociedad.

Si México es capaz de asumir como propio este humanismo liberal que fue la bandera de nuestra independencia, y de llevarlo a la práctica de forma firme, coherente y participativa, es seguro que experimentará, en el cercano futuro, un notable resurgir como sociedad dinámica y abierta que sin duda podrá ser calificado, ahora si con verdaderas bases, como "El nuevo milagro mexicano" que durante tanto tiempo hemos esperado.

Sres. Candidatos, ustedes tienen la palabra. Sociedad civil, nosotros tenemos la decisión.

Liberalismo, no neo, para México




“A PESAR DE QUE EL SIGLO XX SERÁ RECORDADO POR EL ESTATISMO Y LOS TOTALITARISMOS, DURANTE LOS ÚLTIMOS VEINTICINCO AÑOS EN MUCHAS PARTES DEL MUNDO SE OBSERVÓ UN RESURGIR DEL IDEARIO LIBERAL DEBIDO A VARIAS RAZONES. ”


RICARDO VALENZUELA
Image result for ranches in colorado
Ante el ágil correr de los días que nos conducen por el pasillo de la confusión hacia el destino de la incertidumbre, los candidatos a la presidencia de la republica continúan enviando señales que ni el gran Maury Wills—quien estableciera record de bases robadas en 1962—fuera capaz de descifrar, siendo que su fama para ello era legendaria. ¿Qué es lo que proponen? La misma cantaleta sin fondo: lucha contra la pobreza, acabar con la corrupción, seguridad para todos, justicia revolucionaria, empleos.

Tuesday, November 22, 2016

Liberalismo, no neo, para México



“A PESAR DE QUE EL SIGLO XX SERÁ RECORDADO POR EL ESTATISMO Y LOS TOTALITARISMOS, DURANTE LOS ÚLTIMOS VEINTICINCO AÑOS EN MUCHAS PARTES DEL MUNDO SE OBSERVÓ UN RESURGIR DEL IDEARIO LIBERAL DEBIDO A VARIAS RAZONES. ”


RICARDO VALENZUELA
Image result for CATTLE RANCHES IN CANADA
Ante el ágil correr de los días que nos conducen por el pasillo de la confusión hacia el destino de la incertidumbre, los candidatos a la presidencia de la republica continúan enviando señales que ni el gran Maury Wills—quien estableciera record de bases robadas en 1962—fuera capaz de descifrar, siendo que su fama para ello era legendaria. ¿Qué es lo que proponen? La misma cantaleta sin fondo: lucha contra la pobreza, acabar con la corrupción, seguridad para todos, justicia revolucionaria, empleos.



Y mientras listan los interminables carruseles de sus nebulosas promesas, unos consultan la Biblia del Santa Ana venezolano producto de la deformada mente del uruguayo Eduardo Galeano: “Las venas abiertas de América Latina.” Otros “El Hombre Unidimensional” de Herbert Marcuse, o, los múltiples escritos del Papa León XIII.

A pesar de que el siglo XX será recordado por el Estatismo y los totalitarismos, de todos signos, que tanto sufrimiento han causado a la humanidad, durante los últimos veinticinco años en muchas partes del mundo se observó un resurgir del ideario liberal debido a varias razones. Primero, al rearme liberal protagonizado por un puñado de pensadores que, en su gran mayoría, pertenecieron a la Escuela Austriaca fundada en Viena cuando Carl Menger retomó, en 1871, la vieja tradición liberal subjetivista de los Escolásticos Españoles.

Entre ellos, destacan Mises y Hayek, quienes predijeron la avenida de la Gran Depresión de 1929, como resultado del intervencionismo monetario y fiscal de parte de los gobiernos durante los "efervescentes" años veinte. Después, al descubrir y exhibir la falacia del socialismo, entre otras cosas, por falta de información para establecer precios y, sobre todo, su confuso concepto de valor. Finalmente, el fracaso del keynesianismo que se hizo evidente con el surgimiento de la grave recesión inflacionaria (Stagflación) de los años setenta, hasta entonces desconocida.

Estos pensadores elaboraron un cuerpo perfeccionado de doctrina liberal, en el que han participado otras escuelas como la de Chicago encabezada por el legendario Milton Friedman, la de "economía social de mercado" alemana invento de Erhart, y la llamada "Escuela del Public Choice” de Buchanan. En segundo lugar, el triunfo de la revolución protagonizada por Ronald Reagan y Margaret Thatcher en Estados Unidos e Inglaterra en los años ochenta, para liberar casi el 50% de la economía mundial entrampada durante más de 50 años.

Reagan llevó a cabo una ambiciosa reforma fiscal para reducir agresivamente la carga impositiva de los estadounidenses, y pasaba luego a desmantelar la odiosas regulaciones de la economía, lo que generara un impresionante auge conocido como “Los siete años de vacas gordas,” traducido en la creación de 20 millones de empleos, y sobre todo, abría la puerta a la economía tecnológica que hoy priva en ese país, para llevarlo a un PIB de casi 13 trillones de dólares.

Margaret Thatcher impulsó el programa de privatizaciones de empresas públicas más ambicioso que, hasta hoy, se ha conocido en el mundo. Redujo un 40 por ciento el impuesto sobre la renta, acabó con los abusos de los sindicatos e inició un programa de regeneración moral que impulsó vigorosamente la economía inglesa la que, hasta hoy día, los gobiernos laboristas mantienen intacto y lo expanden bajo el mando de ese nuevo liberal, Tony Blair.

En tercer lugar, el hecho histórico más importante ha sido la caída del Muro de Berlín, el desmoronamiento del socialismo en Rusia y en los países del Este de Europa, los que hoy se esfuerzan por construir sus economías de mercado edificadas sobre un Estado de Derecho. A ellos se han sumado China y la India con resultados hasta hace sólo unos años impensables, lo que las lleva a situarse como las economías número 2 y 3 del mundo para desplazar a Japón y Alemania.

Estos hechos han demostrado que el liberalismo es el sistema político y económico más eficiente, moral y compatible con la naturaleza del ser humano. Así, Juan Pablo II, ante la pregunta si el capitalismo popular era la vía para el justo progreso de la humanidad, respondía: "Si por "capitalismo" se entiende un sistema que reconoce el papel fundamental de la empresa, en especial el mercado (la gente), el del respeto a la propiedad privada, y la responsabilidad para con medios de producción, la respuesta es ciertamente positiva aunque quizá sería más apropiado simplemente hablar de economía libre".

A pesar de nuestra triste historia, el pensamiento mexicano no ha permanecido ajeno a este resurgir mundial del liberalismo. Hombres como Luís Montes de Oca, Octavio Paz, Daniel Cosío Villegas supieron mantener viva la llama liberal durante los largos años del autoritarismo priísta. Ellos promovieron fructificara un importante esfuerzo de estudio y popularización del ideario liberal por parte de los profesores, intelectuales y empresarios, algunos de ellos, en estos momentos, heroicamente luchando desde sus solitarias trincheras de la libertad.

Dada la trágica avenida del socialismo a lo largo del pasado siglo, el liberalismo se identifica como el ideario económico—político con más mas armas para lograr ese bienestar social y justo. Y aun cuando el liberalismo en su pureza, es un concepto desconocido para la mayoría de la gente. Entendiendo la necesidad de asumir y aplicar el ideario liberal en base a consideraciones predominantemente éticas más que de simple eficacia, se establece y define como la doctrina más lógica y humanista.

Este pensamiento liberal puro, nada tiene que ver ni conjuga con la derecha o el conservatismo recalcitrante de otros tiempos. Su ideario es la libertad como base de la prosperidad al alcance de todos, igualdad, pero ante la ley. Un gran esfuerzo para que el Estado ceda a la sociedad civil los espacios arbitrariamente confiscados como responsable de la producción de bienes y servicios, para que el estado pase a cumplir su función como el protector de esa sociedad.

Si México es capaz de asumir como propio este humanismo liberal que fue la bandera de nuestra independencia, y de llevarlo a la práctica de forma firme, coherente y participativa, es seguro que experimentará, en el cercano futuro, un notable resurgir como sociedad dinámica y abierta que sin duda podrá ser calificado, ahora si con verdaderas bases, como "El nuevo milagro mexicano" que durante tanto tiempo hemos esperado.

Sres. Candidatos, ustedes tienen la palabra. Sociedad civil, nosotros tenemos la decisión.

Liberalismo, no neo, para México



“A PESAR DE QUE EL SIGLO XX SERÁ RECORDADO POR EL ESTATISMO Y LOS TOTALITARISMOS, DURANTE LOS ÚLTIMOS VEINTICINCO AÑOS EN MUCHAS PARTES DEL MUNDO SE OBSERVÓ UN RESURGIR DEL IDEARIO LIBERAL DEBIDO A VARIAS RAZONES. ”


RICARDO VALENZUELA
Image result for CATTLE RANCHES IN CANADA
Ante el ágil correr de los días que nos conducen por el pasillo de la confusión hacia el destino de la incertidumbre, los candidatos a la presidencia de la republica continúan enviando señales que ni el gran Maury Wills—quien estableciera record de bases robadas en 1962—fuera capaz de descifrar, siendo que su fama para ello era legendaria. ¿Qué es lo que proponen? La misma cantaleta sin fondo: lucha contra la pobreza, acabar con la corrupción, seguridad para todos, justicia revolucionaria, empleos.

Monday, October 31, 2016

El éxito del liberalismo

Hernán Bonilla resalta las importantes contribuciones de las Ilustración Escocesa al liberalismo clásico, que es contrario al racionalismo constructivista.

Hernán Bonilla es economista, Director Ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo, Académico de Número de la Academia Nacional de Economía de Uruguay y Profesor de Economía y Sociedad Uruguaya de la Universidad ORT.
Para comprender el funcionamiento de las sociedades modernas se debe partir de un reconocimiento que choca con la “fatal arrogancia” del racionalismo constructivista: hay aspectos fundamentales, como las normas morales, que no son producto de nuestra razón ni pueden ser moldeadas al antojo de la ingeniería social.



En este punto estriba una diferencia fundamental que divide las aguas del pensamiento desde el fondo de los tiempos y que, si tiene razón Hayek (como creo que la tiene) desnuda un error de base en todas las ideas derivadas o cercanas al socialismo.
Este tema estaba claro para varios autores de la Ilustración Escocesa, como David Hume, Francis Hutcheson y Adam Smith. Estos autores tenía claro que la moral no es una conclusión de nuestra razón (Hume), que la historia es producto de la acción pero no del designio (Hutcheson), y de que una sociedad compleja depende de instituciones que permitan que cada persona siguiendo su propio interés contribuya al general (Smith).
El liberalismo clásico, que se nutre decisivamente de esta tradición, parte de la observación de la realidad y no de la absurda pretensión rousseausiana de que se puede hacer “tábula rasa” y edificar las normas por las que se rige una sociedad sin tomar en cuenta la tradición y la naturaleza humana. De allí el éxito fenomenal de la economía de mercado y el fracaso de todas las experiencias de planificación centralizada.
Un punto clave, que muchas veces se soslaya pero no para criticar al liberalismo sino a una caricatura desfigurada del mismo, es que Smith no afirmó que la búsqueda del interés individual conducía al mejor resultado social en cualquier circunstancia, sino precisamente bajo las normas básicas de una economía de mercado. En lenguaje contemporáneo podríamos ponerlo en los siguientes términos: existencia y definición clara del derecho de propiedad, un sistema libre de precios que sirva de guía para la toma de decisiones, y la internalización de que los beneficios y pérdidas son generadas por las decisiones propias.
Bajo ese sistema es que la búsqueda del interés personal conduce al mejor resultado para la sociedad en su conjunto, guiada por la célebre “mano invisible” con la que Smith quiso graficar como las normas de conducta por las que se rigen las personas en una economía de mercado y que las definiciones precedentes originan la riqueza de las naciones.
La economía de mercado es un proceso exitoso porque utiliza la información de cada persona que interviene de su particular situación personal, su preferencias y sus recursos, a diferencia de la “pretensión de conocimiento” que despliegan burócratas que diseñan planes con menor información y menores probabilidades de tener resultados positivos.
Es cierto que el mercado no resuelve todos los problemas, nadie en su sano juicio jamás afirmó tal cosa, pero sí está sobradamente demostrado que a mayor libertad económica, mayor prosperidad, mejor calidad de vida y menor pobreza. No es casualidad que aunque resten enormes desafíos a resolver, la humanidad ha pasado de tener el 94% de la población en la pobreza al 9,6% en la actualidad (Our World in Data). Ese resultado es gracias a los defensores de las ideas de la libertad y a pesar de sus detractores.

El éxito del liberalismo

Hernán Bonilla resalta las importantes contribuciones de las Ilustración Escocesa al liberalismo clásico, que es contrario al racionalismo constructivista.

Hernán Bonilla es economista, Director Ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo, Académico de Número de la Academia Nacional de Economía de Uruguay y Profesor de Economía y Sociedad Uruguaya de la Universidad ORT.
Para comprender el funcionamiento de las sociedades modernas se debe partir de un reconocimiento que choca con la “fatal arrogancia” del racionalismo constructivista: hay aspectos fundamentales, como las normas morales, que no son producto de nuestra razón ni pueden ser moldeadas al antojo de la ingeniería social.


Wednesday, October 26, 2016

El éxito del liberalismo

Hernán Bonilla resalta las importantes contribuciones de las Ilustración Escocesa al liberalismo clásico, que es contrario al racionalismo constructivista.
Hernán Bonilla es economista, Director Ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo, Académico de Número de la Academia Nacional de Economía de Uruguay y Profesor de Economía y Sociedad Uruguaya de la Universidad ORT.
Para comprender el funcionamiento de las sociedades modernas se debe partir de un reconocimiento que choca con la “fatal arrogancia” del racionalismo constructivista: hay aspectos fundamentales, como las normas morales, que no son producto de nuestra razón ni pueden ser moldeadas al antojo de la ingeniería social.
En este punto estriba una diferencia fundamental que divide las aguas del pensamiento desde el fondo de los tiempos y que, si tiene razón Hayek (como creo que la tiene) desnuda un error de base en todas las ideas derivadas o cercanas al socialismo.



Este tema estaba claro para varios autores de la Ilustración Escocesa, como David Hume, Francis Hutcheson y Adam Smith. Estos autores tenía claro que la moral no es una conclusión de nuestra razón (Hume), que la historia es producto de la acción pero no del designio (Hutcheson), y de que una sociedad compleja depende de instituciones que permitan que cada persona siguiendo su propio interés contribuya al general (Smith).
El liberalismo clásico, que se nutre decisivamente de esta tradición, parte de la observación de la realidad y no de la absurda pretensión rousseausiana de que se puede hacer “tábula rasa” y edificar las normas por las que se rige una sociedad sin tomar en cuenta la tradición y la naturaleza humana. De allí el éxito fenomenal de la economía de mercado y el fracaso de todas las experiencias de planificación centralizada.
Un punto clave, que muchas veces se soslaya pero no para criticar al liberalismo sino a una caricatura desfigurada del mismo, es que Smith no afirmó que la búsqueda del interés individual conducía al mejor resultado social en cualquier circunstancia, sino precisamente bajo las normas básicas de una economía de mercado. En lenguaje contemporáneo podríamos ponerlo en los siguientes términos: existencia y definición clara del derecho de propiedad, un sistema libre de precios que sirva de guía para la toma de decisiones, y la internalización de que los beneficios y pérdidas son generadas por las decisiones propias.
Bajo ese sistema es que la búsqueda del interés personal conduce al mejor resultado para la sociedad en su conjunto, guiada por la célebre “mano invisible” con la que Smith quiso graficar como las normas de conducta por las que se rigen las personas en una economía de mercado y que las definiciones precedentes originan la riqueza de las naciones.
La economía de mercado es un proceso exitoso porque utiliza la información de cada persona que interviene de su particular situación personal, su preferencias y sus recursos, a diferencia de la “pretensión de conocimiento” que despliegan burócratas que diseñan planes con menor información y menores probabilidades de tener resultados positivos.
Es cierto que el mercado no resuelve todos los problemas, nadie en su sano juicio jamás afirmó tal cosa, pero sí está sobradamente demostrado que a mayor libertad económica, mayor prosperidad, mejor calidad de vida y menor pobreza. No es casualidad que aunque resten enormes desafíos a resolver, la humanidad ha pasado de tener el 94% de la población en la pobreza al 9,6% en la actualidad (Our World in Data). Ese resultado es gracias a los defensores de las ideas de la libertad y a pesar de sus detractores.

El éxito del liberalismo

Hernán Bonilla resalta las importantes contribuciones de las Ilustración Escocesa al liberalismo clásico, que es contrario al racionalismo constructivista.
Hernán Bonilla es economista, Director Ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo, Académico de Número de la Academia Nacional de Economía de Uruguay y Profesor de Economía y Sociedad Uruguaya de la Universidad ORT.
Para comprender el funcionamiento de las sociedades modernas se debe partir de un reconocimiento que choca con la “fatal arrogancia” del racionalismo constructivista: hay aspectos fundamentales, como las normas morales, que no son producto de nuestra razón ni pueden ser moldeadas al antojo de la ingeniería social.
En este punto estriba una diferencia fundamental que divide las aguas del pensamiento desde el fondo de los tiempos y que, si tiene razón Hayek (como creo que la tiene) desnuda un error de base en todas las ideas derivadas o cercanas al socialismo.


Monday, October 24, 2016

El verdadero liberalismo (II)





“La única organización en el mundo que tiene la base legal para intervenir en los sistemas económicos de la sociedad es el Estado. De esa forma interviene en contra de todos los principios de la ley natural que rigen los mercados provocando su desbalance. Totalmente distorsiona el escenario económico escogiendo ganadores y perdedores, cuando los ciudadanos lo permitimos. El liberalismo es la doctrina de la buena relación entre los miembros de la sociedad. Es la ideología de la libertad, de la responsabilidad del individuo.”

RICARDO VALENZUELA
Image result for cowgirls and horses
Los “neo intelectuales” ahora hablan de una tercera y mágica avenida ajena al neoliberalismo y socialismo. No hay una tercera avenida, el socialismo ha fracasado y lo que ellos llaman neoliberalismo es lo que el gran economista von Mises bautizó como intervencionismo. A lo que el mundo está regresando en estos momentos es intervencionismo Keynesiano. Clinton, Bush, Calderón, Brown, el FMI, el Banco Mundial, la OMC etc., son los grandes interventores y controladores de los mercados y sus resultados. La visible mano de los interventores del FMI inició la última debacle de Asia. Los interventores son los que promovieron la devaluación de México en 1994 con todas sus consecuencias. Los grandes interventores son los que no permiten que el sistema monetario mundial regrese a su sanidad, porque se les acaba la fuente de ganancias más importante e interesante, la especulación de monedas.

 
Los grandes interventores son los que nos heredaron el famoso problema del FOBAPROA, la quiebra de la banca, la ineficiencia del ejido y los ejidatarios sin tierra, los precios ridículos de la gasolina y sus derivados en el cuarto país en reservas petroleras del mundo, la inflación, la pobreza, el ingreso per cápita que apenas llega a 6 mil dólares. Nos regalaron la “guerrilla de Chiapas,” la corrupción de PEMEX, al subcomandante Marcos y comparsa de payasos, las devaluaciones constantes en los 80s, los que provocan que miles de mexicanos arriesguen sus vidas tratando de encontrar oportunidades en los EU. Son los interventores los que nos engañaron con las míticas bondades del desarrollo sostenido, los que nos han arrullado con el romanticismo de la revolución mexicana cuando ya nadie quiere saber de ella, son los que se acabaron el cuerno de la abundancia.

Los grandes interventores son los que recorren el mundo provocando “problemas de desbalance” para después enviar las hordas del FMI con sus recetas devaluatoriasy de ajuste, y de esa forma poder absorber a través de sus rescates la ridícula cantidad de dólares que el FED sigue emitiendo sin respaldo, al mismo tiempo que mantienen la inflación lejos de las costas americanas. Son los que después apuestan a esos resultados a través de los elegantes derivativos, pero en carreras arregladas, ah, si se equivocan, hay rescates elegantemente llamados bail outs. Son los interventores los inventores de la red social a nivel mundial para tener a la gente aprisionada con su propia dependencia prometiéndoles lograr su redención. Son los grandes interventores los que manejan los sistemas educativos de nuestros países para de esa forma seguir adoctrinando y domesticando a nuestros ciudadanos en la cultura de la dependencia.

Señores intelectuales, el neoliberalismo no existe, lo que tenemos es el control de la visible mano del grupo en el poder. Señores, no hay una tercera avenida, nos quedamos con lo que hemos tenido y tenemos; EL INTERVENCIONISMO, o empezamos nuestra lucha para establecer una sociedad verdaderamente libre, una sociedad basada en la “verdadera democracia” y los verdaderos “mercados libres”. La única organización en el mundo que tiene la base legal para intervenir en los sistemas económicos de la sociedad es el Estado. De esa forma interviene en contra de todos los principios de la ley natural que rigen los mercados provocando su desbalance, interviene en precios, salarios, emisión de dinero, intereses, importaciones, exportaciones, productos, áreas de siembra, cantidades de agua a recibir. Totalmente distorsiona el escenario económico escogiendo ganadores y perdedores, cuando los ciudadanos lo permitimos.

El liberalismo no es religión, no es una visión del mundo, no es partido político. No es religión porque no demanda fe o devoción, no tiene dogmas. No es la visión del mundo físico porque no trata de explicar el cosmos y otros fenómenos similares, no tiene nada que afirmar acerca del significado y propósito de la existencia humana. No es un partido porque no busca beneficiar a un grupo especial o algún individuo. Es una ideología, es la doctrina de la buena relación entre los miembros de la sociedad. Es la ideología de la libertad, de la responsabilidad del individuo.

El liberalismo busca el dar al ser humano una sola cosa, el desarrollo del bienestar material en un ambiente de paz y libertad. Los países que en un momento adoptaron las políticas liberales, principalmente el Siglo pasado, es en los cuales la parte superior de la pirámide social es ahora compuesta no por los que sólo por haber nacido eran ya individuos privilegiados, sino ahora también por aquellos que han trabajado en desarrollar y mejorar sus condiciones económicas y sociales. Las barreras que separaban a los “señores” y los siervos han caído bajo el peso del liberalismo de una manera natural, no por decreto del Estado o por mandato del Politburó. Ahora en esos países hay solo ciudadanos con los mismos derechos producto del liberalismo.

Siendo el liberalismo una doctrina que tiene su base en el mercado, al verdadero liberal le interesa el bienestar de muchos, el bienestar de las masas puesto que las masas son las que configuran el mercado. La revolución industrial del Siglo pasado fue una revolución liberal con el propósito de satisfacer las necesidades de las masas. El liberalismo del Siglo pasado fue también orientado hacia la abolición de la servidumbre y de la esclavitud en los EU. Hubo sin embargo cuestionamientos de tal propósito, especialmente de aquellos esclavizados. Es por lo mismo que a veces el liberalismo tiene que actuar aun ante la oposición las críticas y la agresión de los liberados. El liberalismo no promete que todos lleguemos a la meta al mismo tiempo, ni siquiera que todos lleguemos, promete que todos tengamos la misma salida. Tampoco promete darle un palo en la cabeza al que va de líder en la carrera, para que el resto lo alcance y sea una carrera “mas justa.”

No hay otra avenida, no perdamos tiempo ladrándole al reflejo de la luna en el agua, aquí no tenemos el otro sendero, aceptamos el intervencionismo que nos ahoga sin que sepamos qué es o cómo describirlo, o iniciamos nuestra lucha para establecer una sociedad libre, una sociedad regida por leyes, no privilegios, regida por el mercado, no por el Estado. Claudicamos ante los intervencionistas y sus pájaros de mal agüero, o buscamos a los verdaderos idealistas visionarios que conduzcan el país con seguridad, fe, esperanza y optimismo por el portal del tercer milenio. La decisión está en las manos de la sociedad civil… El mercado.

El verdadero liberalismo (II)





“La única organización en el mundo que tiene la base legal para intervenir en los sistemas económicos de la sociedad es el Estado. De esa forma interviene en contra de todos los principios de la ley natural que rigen los mercados provocando su desbalance. Totalmente distorsiona el escenario económico escogiendo ganadores y perdedores, cuando los ciudadanos lo permitimos. El liberalismo es la doctrina de la buena relación entre los miembros de la sociedad. Es la ideología de la libertad, de la responsabilidad del individuo.”

RICARDO VALENZUELA
Image result for cowgirls and horses
Los “neo intelectuales” ahora hablan de una tercera y mágica avenida ajena al neoliberalismo y socialismo. No hay una tercera avenida, el socialismo ha fracasado y lo que ellos llaman neoliberalismo es lo que el gran economista von Mises bautizó como intervencionismo. A lo que el mundo está regresando en estos momentos es intervencionismo Keynesiano. Clinton, Bush, Calderón, Brown, el FMI, el Banco Mundial, la OMC etc., son los grandes interventores y controladores de los mercados y sus resultados. La visible mano de los interventores del FMI inició la última debacle de Asia. Los interventores son los que promovieron la devaluación de México en 1994 con todas sus consecuencias. Los grandes interventores son los que no permiten que el sistema monetario mundial regrese a su sanidad, porque se les acaba la fuente de ganancias más importante e interesante, la especulación de monedas.

Friday, October 14, 2016

Muerte al Ogro

Cuando el Estado se retira como el principal agente económico, la sociedad civil debe tomar esa responsabilidad, por ello esa sociedad civil requiere de un entorno adecuado para florecer.”


Ricardo Valenzuela
Image result for el ogro cartoon
Hace unos días el Financial Times publicaba un artículo autoría de John Paul titulado; "Falta de estado de derecho socava las reformas en México", en el cual surge una advertencia: "Existe el peligro de que el desencanto público con la podredumbre de las instituciones pueda llevar a los mexicanos a sucumbir finalmente a las tradiciones latinoamericanas del populismo. Si bien Octavio Paz habló del ogro filantrópico describiendo las estructuras estatales que alimentan el populismo con recursos públicos, también es posible resaltar la existencia, en un entorno de claro desborde popular, del otro rostro estatal, la faz del “monstruo interventor”, especie de “Leviatán confiscatorio”. Éste, merced a un proceso de reingeniería institucional y bajo el paraguas de una transformación legal, se encarga de minar las bases de la seguridad jurídica colocando los fueros del Derecho a merced del intervencionismo político”.



Después de tres décadas de errores y aciertos tratando de ejecutar reformas que nos rescaten del subdesarrollo, México ha encontrado dos grandes obstáculos; el primero ha sido la reforma de su macroeconomía. Sin embargo, reformar la macroeconomía, aunque vital, no es suficiente para lograr la ansiada prosperidad. El segundo es contra esos elementos culturales que nos han tenido atrapados -la corrupción y sus derivados que no han permitido que el espíritu empresarial y una saludable sociedad civil se desarrollen.
Las reformas macroeconómicas pueden limpiar los escombros que han dejado los diabólicos sistemas populistas, pero ellas no pueden, por sí mismas, crear las nuevas estructuras para generar la inversión, el empleo y de esa forma sustituir los viejos esquemas. El espíritu empresarial y una robusta sociedad civil, deben ser responsables de catapultar la economía hacia esos estadios de prosperidad. Un país sin una clase empresarial libre de las ataduras gubernamentales y sin una robusta sociedad civil, por más que le construyan una hermosa macroeconomía, jamás podrá progresar.
México continúa atrapado en esa maraña de corrupción, procedimientos burocráticos, leyes, mandatos y regulaciones que solo sirven para oficializar la corrupción y establecer el entorno para los sobornos que chupan la vida de los pocos negocios emergentes. Así como los vampiros chupan sangre de una res a diario pero la mantienen viva flaca y enferma para seguir succionando, esa red de complicidades sabotea la actividad empresarial y no le permite emerja fuerte, competitiva y la sociedad civil se desarrolle autónoma e independiente.  
Colombia, Perú y de alguna forma México, medio limpiaron los escombros de lo viejo pero no le han dado vida a lo nuevo. Las empresas paraestatales han sido privatizadas, las economías se abrieron y miles de gentes han perdido sus trabajos. En una economía con espíritu empresarial, esos trabajadores estarían ya empleados en nuevos negocios compitiendo en el mercado mundial. En Inglaterra, por ejemplo, las privatizaciones de la Thatcher destruyeron miles de empleos, pero hoy día Inglaterra es más rica y próspera que nunca y los nuevos trabajos se han generado en números récord. Sin embargo, en América Latina no ha sucedido lo mismo.
Las reformas iniciales en México se han implementado. Sin embargo, la segunda batalla tal vez lleve décadas el ganarla y no es claro qué fuerzas puedan enfrentar tal reto. Cuando el Estado se retira como el principal agente económico, la sociedad civil debe tomar esa responsabilidad, por ello esa sociedad civil requiere de un entorno adecuado para florecer.
Dada la importancia de esta segunda tarea, vale la pena el considerar acciones radicales. Millones de mexicanos han logrado que sus talentos empresariales florezcan creando riqueza y empleos... en Estados Unidos. Es la misma gente, con los mismos talentos, la misma lengua que tenemos en México.
El ingreso de los treinta millones de mexicanos en EU, es el triple del ingreso de los ciento veinticinco millones que viven en México. Lo diferente es el entorno político y legal. Texas, Nuevo México, Arizona y California tienen grandes concentraciones de población de origen mexicano y la mayoría ha prosperado a niveles jamás imaginables. Sería interesante llevar a cabo algunos experimentos audaces para establecer qué elementos de su ambiente podrían ser duplicados en nuestro país, para el beneficio de todos los mexicanos. 
En Asia los países que se recuperaron con más agilidad de los eventos tan críticos de los últimos años -Hong Kong y Singapur- fueron colonias británicas cuyos sistemas legales, heredados de Inglaterra, sirvieron como líneas de protección contra el nepotismo y cronismo que abatió al resto de las economías en la región. En lugar de neo confusionismo, el sistema de estos dos países se le ha llamado anglo confusionismo -la mezcla de legislación inglesa con la ética de trabajo confuciana y el espíritu empresarial de una sociedad civil que ha florecido.
Algunos mexicanos están familiarizados con “common law” -la ley importada de Inglaterra que se adaptara a las condiciones americanas. La “ley común” pude ser una herramienta muy poderosa para combatir el cáncer mexicano; la corrupción, y establecer un verdadero estado de derecho. Sería interesante llevar a cabo un experimento a través del cual, uno o varios estados fronterizos pudieran adoptar un sistema legal a semejanza de la ley común anglo americana, en una zona establecida abarcando hasta 100 Km de la frontera. Es decir, una lengüeta fronteriza de aplicación del sistema de Common law que, si funciona, se pudiera ir estableciendo en el resto de la geografía estatal.
Los mexicanos conocen algunos conceptos de esta ley como el juicio con jurado, la presunción de inocencia, el requerimiento a la policía de presentar causa válida para retener a un prisionero antes del juicio. Esta reforma promovería de una forma muy importante la inversión al reducir la incertidumbre que promueve un sistema legal corrupto.
México es una república federal. Una de las grandes fortalezas del federalismo, es la habilidad que concede para experimentar estado por estado con alternativas. Tal vez los estados fronterizos con EU deberían de ser el campo experimental de reformas creativas, agresivas y valientes. Tal vez deberían ser nuestros Hong Kong y Singapur en donde se establecieran paraísos de libertad, legalidad y progreso.  No hay motivo por el cual el sistema federal de México no deba experimentar con un sistema que millones de mexicanos al otro lado de la frontera han usado para su beneficio y prosperidad, por más de un siglo y medio.
Law is the sister of freedom”, sostuvo en 1911 el gran historiador del Derecho Sir Frederic Pollock, durante un ciclo de conferencias sobre el genio del common law en la Columbia University de Nueva York. El tiempo, juez implacable, ha venido a confirmar la veracidad de dicha afirmación.

Muerte al Ogro

Cuando el Estado se retira como el principal agente económico, la sociedad civil debe tomar esa responsabilidad, por ello esa sociedad civil requiere de un entorno adecuado para florecer.”


Ricardo Valenzuela
Image result for el ogro cartoon
Hace unos días el Financial Times publicaba un artículo autoría de John Paul titulado; "Falta de estado de derecho socava las reformas en México", en el cual surge una advertencia: "Existe el peligro de que el desencanto público con la podredumbre de las instituciones pueda llevar a los mexicanos a sucumbir finalmente a las tradiciones latinoamericanas del populismo. Si bien Octavio Paz habló del ogro filantrópico describiendo las estructuras estatales que alimentan el populismo con recursos públicos, también es posible resaltar la existencia, en un entorno de claro desborde popular, del otro rostro estatal, la faz del “monstruo interventor”, especie de “Leviatán confiscatorio”. Éste, merced a un proceso de reingeniería institucional y bajo el paraguas de una transformación legal, se encarga de minar las bases de la seguridad jurídica colocando los fueros del Derecho a merced del intervencionismo político”.


Monday, October 3, 2016

Seis mitos sobre el liberalismo

Murray RothbardImage result for el liberalismo

Este artículo, publicado inicialmente en Modern Age, 24, 1 (Invierno 1980), como "Mito y verdad acerca del liberalismo", está basado en una ponencia presentada en abril de 1979 en el congreso nacional de la Philadephia Society de Chicago. Tomado de www.liberalismo.org. Traducido por Albert Esplugas Boter.
El liberalismo es la corriente política de más auge hoy en América. Antes de juzgarla y evaluarla, es de vital importancia dilucidar precisamente en qué consiste la doctrina y, más en concreto, en qué no consiste. Es especialmente relevante aclarar unos cuantos malentendidos que la mayoría de gente tiene acerca del liberalismo, en particular los conservadores. En este ensayo enumeraré y analizaré críticamente los mitos más comunes en relación con el liberalismo. Cuando nos hayamos deshecho de éstos, entonces la gente será capaz de discutir sobre el liberalismo sin fábulas, mitos y malentendidos, y tratar con éste tal y como corresponde: de acuerdo con sus verdaderos méritos y deméritos.



Mito nº 1: los liberales creen que cada individuo es un átomo aislado, herméticamente sellado, actuando en un vacío sin influenciarse con los demás
Ésta es una acusación habitual, pero harto curiosa. En toda una vida de lector de literatura liberal no me he topado con un solo teórico o autor que sostuviera algo parecido a esta posición. La única posible excepción es el fanático Max Stirner, un alemán individualista de mediados del siglo XIX quien, sin embargo, tuvo una repercusión mínima en el liberalismo de su tiempo y posterior. Además, la explícita filosofía "la fuerza hace el derecho" de Stirner y su rechazo de todo principio moral incluyendo los derechos individuales, tenidos por "fantasmas mentales", dudosamente le acreditan como liberal en cualquier sentido. Aparte de Stirner no hay nadie con una opinión siquiera remotamente similar a la que sugiere esta acusación.
Los liberales son metodológica y políticamente individualistas, desde luego. Ellos creen que sólo los individuos piensan, valoran y eligen. Creen que cada individuo tiene derecho a la propiedad sobre su cuerpo, libre de interferencias coercitivas. Pero ningún individualista niega que la gente se influencia mutuamente de forma constante en sus objetivos, en sus valores, en sus iniciativas y en sus ocupaciones. Como F.A. Hayek mencionó en su notable artículo "The Non-Sequitur of the’"Dependence Effect’", el asalto de John Kenneth Galbraith a la economía de libre mercado en su best-seller "The Affluent Society" se cimentaba en esta premisa: la economía asume que cada individuo llega a su escala de valores de un modo totalmente independiente, sin estar sujeto a la influencia de nadie más. Por el contrario, como responde Hayek, todos saben que la mayoría de gente no produce sus propios valores, sino que es instigada a adoptarlos de otras personas.[1] Ningún individualista o liberal niega que la gente se influencie mutuamente todo el tiempo, y por supuesto no hay nada de nocivo en este ineludible proceso. A lo que los liberales se oponen no es a la persuasión voluntaria, sino a la imposición coercitiva de valores mediante el uso de la fuerza y el poder policial. Los liberales no están en modo alguno en contra de la cooperación voluntaria y la colaboración entre individuos; sólo en contra de la obligatoria pseudo-cooperación impuesta por el Estado.
Mito nº 2: los liberales son libertinos: son hedonistas que anhelan estilos de vida alternativos
Este mito ha sido planteado recientemente por Irving Kristol, quien identifica la ética libertaria con el hedonismo y asevera que los liberales "veneran el catálogo de Sears Roebuck y todos los estilos de vida alternativa que la afluencia capitalista permite elegir al individuo".[2] El hecho es que el liberalismo no es ni pretende ser una completa guía moral o ascética, sino sólo una teoría política, esto es, el significado subconjunto de la teoría moral que versa sobre el uso legítimo de la violencia en la vida social. La teoría política se refiere a aquello que debe acometer o no un gobierno, y el gobierno es distinguido de cualquier otro grupo social y caracterizado como la institución de la violencia organizada. El liberalismo sostiene que el único papel legítimo de la violencia es la defensa de la persona y su propiedad contra la agresión, que cualquier uso de la violencia que vaya más allá de esta legítima defensa resulta agresiva en sí misma, injusta y criminal. El liberalismo, por tanto, es una teoría que afirma que cada individuo debe estar libre invasiones violentas, debe tener derecho para hacer lo que quiera excepto agredir a otra persona o la propiedad ajena. Lo que haga una persona con su vida es esencial y de suma importancia, pero es simplemente irrelevante para el liberalismo.
Luego no debe sorprender que haya liberales que sean de hecho hedonistas y devotos de estilos de vida alternativos, y que haya también liberales que sean firmes adherentes de la moralidad burguesa convencional o religiosa. Hay liberales libertinos y hay liberales vinculados firmemente a la disciplina de la ley natural o religiosa. Hay otros liberales que no tienen ninguna teoría moral en absoluto aparte del imperativo de la no-violación de derechos. Esto es así porque el liberalismo per se no pregona ninguna teoría moral general o personal. El liberalismo no ofrece un estilo de vida; ofrece libertad, para que cada persona sea libre de adoptar y actuar de acuerdo con sus propios valores y principios morales. Los liberales convienen con Lord Acton en que "la libertad es fin político más alto", pero no necesariamente el fin más alto en la escala de valores de cada uno.
No hay ninguna duda acerca del hecho, sin embargo, de que el subgrupo de liberales que son economistas pro-mercado tienden a mostrarse complacidos cuando el libre mercado dispensa más posibilidades de elección a los consumidores, elevando así su nivel de vida. Incuestionablemente, la idea de que la prosperidad es mejor que la miseria absoluta es una proposición moral, y nos conduce al ámbito de la teoría moral general, pero no es una proposición por la que crea que deba disculparme.
Mito nº 3: los liberales no creen en los principios morales; se limitan al análisis de costes-beneficios asumiendo que el hombre es siempre racional.
Este mito está desde luego relacionado con la precedente acusación de hedonismo, y en parte puede responderse en la misma línea. Hay liberales, particularmente los economistas de la escuela de Chicago, que rechazan la libertad y los derechos individuales como principios morales, y en su lugar intentan llegar a conclusiones de política pública sopesando presuntos costes y beneficios sociales.
En primer lugar, la mayoría de liberales son "subjetivistas" en economía, esto es, creen que las utilidades y los costes de los distintos individuos no pueden ser sumados o mesurados. Por tanto, el concepto mismo de costes y beneficios sociales es ilegítimo. Pero, más importante, la mayoría de liberales fundamentan su postura en principios morales, en la convicción en los derechos naturales de cada individuo sobre su persona o propiedad. Ellos creen entonces en la absoluta inmoralidad de la violencia agresiva, de la invasión de los derechos sobre la propia persona y propiedad, independientemente de qué individuo o grupo ejerce dicha violencia.
Lejos de ser inmorales, los liberales simplemente aplican una ética humana universal al gobierno del mismo modo que cualquier otro aplicaría esta ética a cada persona o institución social. En concreto, como he apuntado antes, el liberalismo en tanto que filosofía política que versa sobre el uso legítimo de la violencia, toma la ética universal a la que la mayoría de nosotros nos acogemos y la aplica llanamente al gobierno. Los liberales no hacen ninguna excepción a la regla de oro y no dejan ninguna laguna moral, no aplican ninguna vara de medir distinta al gobierno. Es decir, los liberales creen que un asesinato es un asesinato y que no deviene santificado por razones de estado si es perpetrado por el gobierno. Nosotros creemos que el robo es un robo y que no queda legitimado porque una organización de ladrones decida llamarlo "tributos". Nosotros creemos que la esclavitud es esclavitud incluso si la institución que la ejerce la denomina "servicio militar". En síntesis, la clave en la teoría liberal es que no concede excepción alguna al gobierno en su ética universal.
Por tanto, lejos de ser indiferentes u hostiles a los principios morales, los liberales los consuman siendo el único colectivo dispuesto a extender estos principios por todo el espectro hasta al gobierno mismo.[3]
Es cierto que los liberales permitirían a cada individuo elegir sus valores y actuar acorde con ellos, y reconocerían en suma a cada individuo el derecho a ser moral o inmoral según su juicio particular. El liberalismo se opone firmemente a la imposición de todo credo moral a cualquier persona o grupo mediante el uso de la violencia – excepto, por supuesto, la prohibición moral de la violencia agresiva en sí misma. Pero debemos percatarnos de que ninguna acción puede considerarse virtuosa a menos que sea emprendida en libertad, habiendo consentido voluntariamente la persona. Como dijera Frank Meyer:
"No puede forzarse a los hombres a ser libres, ni puede forzárseles a ser virtuosos. Hasta cierto punto, es verdad, pueden ser obligados a actuar como si fueran virtuosos. Pero la virtud es el fruto de la libertad bien empleada. Y ningún acto, en la medida en que sea coaccionado, puede implicar virtud – o vicio"[4].
Si una persona es obligada por la fuerza o la amenaza de la misma a llevar a cabo una determinada acción, entonces ésta ya no supone una elección moral por su parte. La moralidad de una acción sólo puede ser el resultado de una decisión libremente adoptada; una acción difícilmente puede tildarse de moral si uno la acomete a punta de pistola. Imponer las acciones morales o prohibir la acciones inmorales, por tanto, no fomenta la moral o la virtud. Por el contrario, la coerción atrofia la moralidad porque priva al individuo de la libertad para ser moral o inmoral, y entonces necesariamente despoja a la gente de la posibilidad de ser virtuosa. Paradójicamente, pues, la moral obligatoria nos sustrae la oportunidad misma de actuar moralmente.
Es además especialmente grotesco dejar la salvaguarda de la moralidad en manos del aparato estatal, es decir, ni más ni menos que la organización de policías, gendarmes y soldados. Poner al Estado a cargo de los principios morales equivale a poner al zorro al cuidado del gallinero. Prescindiendo de otras consideraciones, los responsables de la violencia organizada en la sociedad jamás se han distinguido por su superior estatura moral o por la rectitud con la que sostienen los principios morales.
Mito nº 4: el liberalismo es ateísta y materialista, y desdeña la dimensión espiritual de la vida
No hay ninguna conexión necesaria entre las adscripción al liberalismo y la posición religiosa de cada uno. Es verdad que muchos si no la mayoría de los liberales en la actualidad son ateos, pero esto tiene que ver con el hecho de que la mayoría de los intelectuales, de la mayoría de credos políticos, son ateos también. Hay muchos liberales que son ateos, judíos o cristianos. Entre los liberales clásicos precursores del liberalismo moderno en una época más religiosa que ésta encontramos una miríada de cristianos: desde John Lilburne, Roger Williams, Anne Hutchinson y John Locke en el siglo XVII hasta Cobden y Bright, Frederic Bastiat y los liberales franceses del laissez-faire y el gran Lord Acton.
Los liberales creen que la libertad es un derecho inserto en una ley natural sobre lo que es adecuado para la humanidad, en conformidad con la naturaleza del hombre. De dónde emanan este conjunto de leyes naturales, si son puramente naturales o fueron prescritas por un creador, es una cuestión ontológica importante pero irrelevante desde el punto de vista de la filosofía política o social. Como el padre Thomas Davitt señaló: "Si la palabra ‘natural’ significa algo en absoluto se refiere a la naturaleza del hombre, y en conjunción con la palabra ‘ley’, ‘natural’ remite al orden que es manifestado por las inclinaciones de la naturaleza humana y nada más. Por tanto, tomada en sí misma, no hay nada de religioso o teológico en la ‘Ley Natural’ de Aquinas"[5]. O, como d’Entrèves escribió en el siglo XVII aludiendo al jurista protestante holandés Hugo Grotius: "La definición de ley natural [de Grotius] no tiene nada de revolucionaria. Cuando mantiene que la ley natural es el cuerpo de normas que el hombre es capaz de descubrir mediante el uso de su razón, no hace otra cosa que reafirmar la noción escolástica de una fundamentación racional de la ética. De hecho, su intención es más bien la de restaurar esta noción debilitada por el augustianismo radical de ciertas corrientes protestantes de pensamiento. Cuando asevera que estas normas son válidas en sí mismas, independientemente de que Dios las dispusiera, repite el aserto que ya fue proclamado por algunos de los escolásticos..."[6]
El liberalismo ha sido acusado de ignorar la naturaleza espiritual del hombre. Pero uno fácilmente puede llegar al liberalismo desde posiciones religiosas o cristianas: enfatizando la importancia del individuo, de su libre voluntad, de sus derechos naturales y de su propiedad privada. Uno puede igualmente llegar al liberalismo mediante una aproximación secular a los derechos naturales, con la convicción de que el hombre puede alcanzar la comprensión racional de la ley natural.
Atendiendo a la historia, además, no está claro en absoluto que la religión sea un fundamento más sólido del liberalismo que la ley natural secular. Como Karl Wittfogel nos recuerda en su Oriental Despotism, la unión del trono y el altar ha sido una constante durante décadas que ha facilitado el imperio del despotismo en la sociedad[7]. Históricamente, la unión de la Iglesia y el Estado ha sido en muchos casos una coalición mutuamente alentadora de la tiranía. El Estado se servía de la Iglesia para santificar sus actos y llamar a la obediencia de su mando, presuntamente sancionado por Dios, y la Iglesia se servía del Estado para obtener ingresos y privilegios. Los Anabaptistas colectivizaron y tiranizaron Münster en nombre de la religión cristiana[8]. Y, más cerca de nuestro siglo, el socialismo cristiano y el evangelio social jugaron un importante papel en la marcha hacia el estatismo, y el proceder condescendiente de la Iglesia Ortodoxa en la Rusia soviética habla por sí mismo. Algunos obispos católicos en Latinoamérica han proclamado que la única vía hacía el reino de los cielos pasa por el marxismo, y si quisiera ser grosero diría que el reverendo Jim Jones, además de considerarse un leninista, se presentó a sí mismo como la reencarnación de Jesús.
Por otra parte, ahora que el socialismo ha fracasado de un modo manifiesto, política y económicamente, sus valedores han recurrido a la "moral" y a la "espiritualidad" como último argumento en pro de su causa. El socialista Robert Heilbroner, arguyendo que el socialismo debe ser coactivo y tiene que imponer una "moral colectiva" a la sociedad, opina que: "La cultura burguesa está centrada en los logros materiales del individuo. La cultura socialista debe centrarse en sus logros morales o espirituales". Lo curioso es que esta tesis de Heilbroner fue elogiada por el escritor conservador y religioso de National Review Dale Vree, que dijo:
"Heilbroner está... diciendo lo que muchos colaboradores del NR han dicho en el último cuarto de siglo: no puedes tener libertad y virtud al mismo tiempo. Tomad nota, tradicionalistas. A pesar de su terminología disonante, Heilbroner está interesado en lo mismo que vosotros: la virtud[9].
Vree también está fascinado con la visión de Heilbroner de que una cultura socialista "promueva la primacía de la colectividad" antes que la "primacía del individuo". Cita a Heilbroner con relación a los logros "morales y espirituales" bajo socialismo en oposición a los burgueses logros "materiales", y añade acertadamente: "contiene un timbre tradicionalista esta afirmación". Vree prosigue aplaudiendo el ataque de Heilbroner al capitalismo por no tener "ningún sentido de ‘lo correcto’" y permitir a los "adultos que consienten" hacer aquello que les plazca. En contraste con este retrato de la libertad y la diversidad tolerada, Vree escribe: "Heilbroner dice seductoramente que debido a que la sociedad socialista debe tener un sentido de ‘lo correcto’, no todo estará permitido". Para Vree, es imposible "tener colectivismo económico junto con individualismo cultural", y por tanto él está inclinado hacia un nueva fusión socialista-tradicionalista – hacia un colectivismo omnicompresivo.
Cabe apuntar aquí que el socialismo deviene especialmente despótico cuando reemplaza los incentivos "económicos" o "materiales" por los incentivos pretendidamente "morales" o "espirituales", cuando aparenta promover una indefinible "calidad de vida" antes que la prosperidad económica. Si las remuneraciones son ajustadas a la productividad hay considerablemente más libertad así como estándares de vida más altos. Pero si se fundamentan en la devoción altruista a la madre patria socialista, la devoción tiene que ser regularmente reforzada a golpe de látigo. Un creciente énfasis en los incentivos materiales del individuo suponen ineluctablemente un mayor acento en la propiedad privada y en la preservación de lo que uno gana, y trae consigo una libertad personal superior, como atestigua Yugoslavia en las últimas décadas en contraste con la Rusia soviética. El despotismo más horrible en la faz de la Tierra en los años recientes ha sido sin duda el de Pol Pot en Camboya, donde el "materialismo" fue hasta tal punto desterrado que el dinero fue abolido por el régimen. Habiendo suprimido el dinero y la propiedad privada, cada individuo era totalmente dependiente de las cartillas de racionamiento de subsistencia del Estado y la vida no era sino un completo infierno. Debemos ser prudentes, pues, antes de despreciar los objetivos o incentivos "meramente materiales".
El cargo de "materialismo" dirigido contra el libre mercado ignora el hecho de que cada acción envuelve la transformación de objetos materiales mediante el uso de la energía humana conforme a ideas y propósitos sostenidos por los actores. Es inaceptable separar lo "mental" o lo "espiritual" de lo "material". En todas las grandes obras de arte, extraordinarias emanaciones del espíritu humano, se han empleado objetos materiales: ya fueran lienzos, pinceles y pintura, papel e instrumentos musicales, o la construcción de bloques y materia primas para las iglesias. No hay ninguna escisión real entre lo "espiritual" y lo "material" y por tanto cualquier despotismo sobre aquello material sojuzgará también aquello espiritual.
Mito nº 5: los liberales son utópicos que creen que toda la gente es buena por naturaleza y que por tanto el control del Estado es innecesario
Los conservadores tienden a añadir que, puesto que el hombre es vil por naturaleza parcial o totalmente, se hace precisa una severa regulación estatal de la sociedad.
Esta es una opinión muy común acerca de los liberales, si bien es difícil identificar la fuente de semejante malentendido. Rosseau, el locus classicus de la idea de que el hombre es bueno pero es corrompido por sus instituciones no era precisamente liberal. Aparte de algunos escritos románticos de unos pocos anarco-comunistas, que en ningún caso consideraría liberales, no conozco a un solo autor liberal que haya defendido esta postura. Por el contrario, la mayoría de escritores liberales sostienen que el hombre es una mezcla de bondad y maldad y que lo importante para las instituciones sociales es fomentar lo primero y mitigar lo segundo. El Estado es la única institución social capaz de extraer sus ingresos y su riqueza mediante coerción; todos los demás deben obtener sus rentas o bien vendiendo un producto o servicio a sus clientes o bien recibiendo una donación voluntaria. Y el Estado es la única institución social que puede emplear sus ingresos provinentes del robo organizado para intentar controlar y regular la vida y la propiedad de la gente. Por tanto, la institución del Estado establece un canal socialmente legitimado y santificado para que las personas malvadas cometan sus fechorías, emprendan el robo organizado y manejen poderes dictatoriales. El estatismo, así pues, alienta la maldad, o como mínimo los aspectos criminales de la naturaleza humana. Como Frank H. Knight mordazmente resalta: "La probabilidad de que los titulares del poder sean individuos que detestan su posesión y su ejercicio es análoga a la probabilidad de que una persona de corazón extremadamente benévolo devenga el patrono de una plantación de esclavos"[10]. Una sociedad libre, por el hecho de no instituir una canal legitimado para el robo y la tiranía, desalienta las tendencias criminales de la naturaleza humana y aviva aquéllas que son pacíficas y voluntarias. La libertad y el libre mercado desincentivan la agresión y la compulsión y fomentan la armonía y el beneficio mutuo del intercambio voluntario, en la esfera económica, social y cultural.
Puesto que un sistema de libertad promovería la voluntariedad y desalentaría la criminalidad, además de deponer el único canal legitimado de crimen y agresión, cabe esperar que una sociedad libre padeciera de hecho menos violencia criminal y agresiones de las que padecemos actualmente, aunque no hay razón alguna para asumir que desaparecerían por completo. Esto no es utópico, sino una implicación de sentido común del cambio de lo que socialmente se tiene por legítimo y del cambio de la estructura de premio y castigo en la sociedad.
Podemos aproximarnos a nuestra tesis desde otro ángulo. Si todos los hombres fueran buenos y ninguna tuviera tendencias criminales, entonces no habría ninguna necesidad de un Estado, tal y como conceden los conservadores. Pero si por otro lado todos los hombres son malvados, entonces el caso a favor del Estado es igualmente débil, pues ¿por qué tiene uno que asumir que aquellos hombres que componen el gobierno y retienen todas las armas y el poder para coaccionar a los demás están mágicamente exentos de la maldad que afecta a todas las otras personas que se hallan fuera del gobierno? Tom Paine, un liberal clásico a menudo considerado ingenuamente optimista acerca de la naturaleza humana, rebate el argumento conservador de la maldad humana en pro del Estado fuerte como sigue: "si toda la naturaleza humana fuera corrupta, estaría infundado fortalecer la corrupción instituyendo una sucesión de reyes, a quienes debiera rendirse obediencia aun cuando fueran siempre tan viles..." Paine añadió que "ningún hombre desde el principio de los tiempos ha merecido que se le confiase el poder sobre todos los demás"[11]. Y como el liberal F.A. Harper escribió una vez:
"De acuerdo con el principio de que la autoridad política debe imponerse en proporción a la maldad del hombre, tendremos entonces una sociedad en la cual se demandará una autoridad política completa sobre todos los asuntos humanos... Un hombre gobernará a todos. ¿Pero quién ejercerá de dictador? Quienquiera que sea el elegido para el trono con seguridad será una persona enteramente malvada, puesto que todos los hombres lo son. Y esta sociedad será entonces regida por un dictador absolutamente malvado en posesión de todo el poder político. ¿Y cómo, en nombre de la lógica, puede emanar de ahí algo que no sea pura maldad? ¿Cómo puede ser esto mejor que el que no haya autoridad política alguna en la sociedad?"[12]
Por último, como hemos visto, puesto que los hombres son en realidad una mezcla de virtud y maldad, un régimen de libertad sirve para alentar la virtud y desalentar la maldad, al menos en el sentido de que la voluntariedad y lo mutuamente beneficioso es bueno y lo criminal es malo. En ninguna teoría de la naturaleza humana, por tanto, ya establezca que el hombre es bueno, malo, o una combinación de ambos, se justifica el estatismo. En el curso de negar que es un conservador, el liberal clásico Friedrich Hayek apuntó: "El principal mérito del individualismo [que Adam Smith y sus contemporáneos defendieron] es que es un sistema bajo el cual los hombres malvados pueden hacer menos daño. Es un sistema social que no depende para su funcionamiento de que encontremos hombres buenos que lo dirijan, o de que todos los hombres devengan más buenos de lo que son ahora, sino que toma al hombre en su variedad y complejidad dada..."[13]
Es importante señalar qué es lo que diferencia a los liberales de los utópicos en el sentido peyorativo. El liberalismo no se propone remodelar la naturaleza humana. Uno de los objetivos centrales del socialismo fue crear, lo cual en la práctica supone emplear métodos totalitarios, un Hombre Socialista Nuevo, un individuo cuyo primer fin fuera trabajar diligente y altruistamente por la colectividad. El liberalismo es una filosofía política que dice: dada cualquier naturaleza humana, la libertad es el único sistema político moral y el más efectivo. Obviamente, el liberalismo – como los demás sistemas sociales – funcionará mejor cuanto más pacíficos y menos agresivos sean los individuos y menos criminales haya. Y los liberales, como la mayoría de la otra gente, querrían alcanzar un mundo donde más personas fueran "buenas" y menos criminales hubiera. Pero esta no es la doctrina del liberalismo per se, que dice que cualesquiera sea la composición de la naturaleza humana en un momento dado, la libertad es lo más deseable.
Mito nº 6: los liberales creen que cada persona conoce mejor sus propios intereses
Del mismo modo que la acusación precedente sugería que los liberales creen que todos los hombres son perfectamente buenos, este mito les acusa de creer que todos son perfectamente sabios. Pero como esto no es cierto con respecto a mucha gente el Estado debe intervenir.
Pero los liberales no asumimos la perfecta sabiduría del hombre más de lo que asumimos su perfecta bondad. Hay algo de sentido común en la afirmación de que la mayoría de los hombres conoce mejor que cualquier otro sus propias necesidades e intereses. Pero no se asume en absoluto que todos siempre conocen mejor sus intereses. El liberalismo propugna que cada uno debe tener el derecho a perseguir sus propios fines como estime oportuno. Lo que se defiende es el derecho a actuar libremente, no la necesaria sensatez de dicha acción.
Es cierto también, no obstante, que el libre mercado – en contraste con el gobierno – ha articulado mecanismos que permiten a las personas acudir a expertos que pueden aconsejar sensatamente acerca de cómo alcanzar los fines propios de la mejor manera posible. Como hemos visto antes, los individuos libres no están separados los unos de los otros. En el libre mercado cualquier individuo, si tiene dudas sobre sus verdaderos intereses, es libre de contratar o consultar a un experto que le ofrezca consejo en base a su conocimiento presumiblemente superior. El individuo puede contratar a este experto y, en el libre mercado, testar continuamente su competencia y su utilidad. Las personas en el mercado, por tanto, pueden patrocinar aquellos expertos cuyos consejos estimen más provechosos. Los buenos doctores, abogados o arquitectos serán recompensados en el libre mercado, mientras que los malos tenderán a ser desplazados. Pero cuando el gobierno interviene, el experto del gobierno obtiene sus ingresos mediante la coacción sobre los contribuyentes. No hay ninguna fórmula de mercado para testar su éxito informando a la gene de sus verdaderos intereses. Sólo necesita tener habilidad para adquirir el apoyo político de la maquinaria coercitiva del Estado.
Por tanto, el experto privado tenderá a florecer en proporción a su habilidad, mientras que el experto del gobierno florecerá en proporción a su destreza en obtener prebendas políticas. Además, el experto del gobierno no será más virtuoso que el privado; su única superioridad radica en el arte de conseguir favores de aquellos que retienen el poder político. Pero una diferencia crucial entre ambos es que el experto privado tiene todos los incentivos para velar por sus clientes o pacientes, obrando del mejor modo posible. El experto del gobierno carece por completo de semejantes incentivos; él obtiene sus ingresos de todos modos. Luego el libre mercado tenderá a satisfacer mejor al consumidor.
Espero que este artículo haya contribuido a limpiar el liberalismo de mitos y malentendidos. Los conservadores y todos los demás deben ser educadamente advertidos de que los liberales no creemos que los hombres son buenos por naturaleza, ni que todos están perfectamente informados acerca de sus propios intereses, ni que cada individuo es un átomo aislado y herméticamente sellado. Los liberales no son necesariamente libertinos o hedonistas, ni son necesariamente ateos; y los liberales enfáticamente creen en principios morales. Dejemos ahora que cada uno de nosotros se disponga a examinar el liberalismo tal cual es, sin temor ni partidismos. Yo estoy seguro de que, allí donde este examen tenga lugar, el liberalismo gozará de un auge impresionante en el número de sus seguidores.