En Margarita, Venezuela, otrora paraíso turístico hoy en ruinas, Maduro intentará erigirse como líder de las no-democracias
En ella, Nicolás Maduro, asediado nacionalmente por el fantasma del referendo revocatorio e internacionalmente por la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, intentará lavarse la imagen ante el mundo y erigirse en una especie de líder del subdesarrollo no democrático.
El periodista Nelson Bocaranda ha señalado que el costo para Venezuela de realizar este encuentro se ubica en el monto de entre US$150 y US$200 millones.
El derroche es aún más grave si se considera que la cumbre se realizará en la Isla de Margarita, otrora paraíso turístico del país suramericano, pero hoy afectado por las fallas de servicios públicos, especialmente la del agua dulce, pues la tubería construida hace 30 años mediante un ingenioso sistema por gravedad ha quedado prácticamente inutilizada tras graves filtraciones.
Quizás con ese dinero se pudo haber reparado el ducto y volver a proveer del vital líquido a los 300.000 habitantes de Margarita, además de los turistas que la visitan; pero la isla tiene que ser abastecida por buques cisternas que en algunos lugares llega solo una vez al mes.
Pero todo eso no será problema para los representantes de los países que asistirán a la cita, pues el Gobierno se ha asegurado de surtir con 30 millones de litros de agua los hoteles en los que se hospedarán.
Venezuela sufre un control de cambios draconiano en el que nadie puede comprar ni vender dólares abiertamente, pero se hará una excepción con los hospedajes en Margarita. Será una buena experiencia de primera mano para los dignatarios ver cómo un billete de US$10 se convierte en una montaña de 100 billetes de 100 bolívares, el de más valor en la quebrada economía venezolana.
Para la antes floreciente Margarita, que era un puerto libre, esto se refleja en numerosos comercios cerrados y toda clase de privaciones para sus habitantes, quienes para abastecerse dependen de un monopolio estatal de transbordadores que la comunican con tierra firme.
Nunca fue Conferry un prodigio de eficiencia mientras fue privada, pero lo cierto es que la administración por parte del sector público de esta empresa ha logrado lo que parecía imposible: empeorarla.
Cumbre de No Alineados: un grupo poco selecto
Lo cierto es que Maduro se sentirá un primus inter pares en el selecto grupo de los No Alineados. Aunque ya no está el libio Moammar Gaddaffi (quien en 2009 instaló su carpa en las afueras del mismo hotel en el que hoy se realiza la cumbre), no habrá escasez de tiranos en la cumbre.El encuentro en Margarita se decidió en 2012 durante la cumbre en Irán a pedido de Hugo Chávez para coronarse con honores como líder máximo del Tercer Mundo. Solo la muerte impidió que lo lograra, pero Maduro, que en eso de reprimir parece haber aprendido la lección mejor que su predecesor, intentará recoger el testigo.
En general, habrá, según la investigación que hace la periodista Elizabeth Fuentes, 52 dictadores o representantes de regímenes no democráticos en la Cumbre de los No Alineados en Margarita, con el representante de Corea del Norte (país que acaba de detonar su quinta bomba atómica y que hace poco abrió relaciones diplomáticas con Venezuela) como estrella.
Tampoco faltará, seguramente, Raúl Castro (o más probablemente alguien en quien este delegue, ahora que está de carantoñas con Estados Unidos), porque Cuba es el miembro latinoamericano más antiguo de los No Alineados. Se inscribió en 1961 y su permanencia al grupo a lo largo de 55 años soportó, incluso, la época en que este “No Alineado” recibía un subsidio anual de US$5 mil millones de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, una de las superpotencias a las cuales los No Alineados, en teoría, no respondían.
Por supuesto, en su mayoría tenían un problema en los otolitos: se ubicaban a tres metros de la URSS y a tres kilómetros de Occidente y las libertades individuales.
Maduro puede tomar lecciones, por ejemplo, de Zimbabue, Somalia o Eritrea, todas dictaduras de dos décadas o más de longevidad; o de Bielorrusia, donde Aleksandr Lukashenko se ha convertido en una especie de paria en el viejo continente, y su nación, a la que gobierna desde 1994, en una isla de la que nada entra ni nada sale; o de la República Democrática del Congo, uno de los países más miserables de la Tierra — como Venezuela.
Lo cierto es que el mandatario venezolano, a pesar de ser el Paganini de la fiesta, no podrá impedir según parece que la Cumbre del Movimiento de los No Alineados se solidarice con Guyana en la disputa por el territorio Esequibo que mantiene con Venezuela. Así, la victoria de la cara visible de la corporación que en mala hora pasó a explotar el capital político del fallecido Chávez será la derrota de los intereses más altos de su nación.
El propio Chávez estará presente, aunque en imagen: el Gobierno ha erigido una estatua a las afueras de la zona donde se realizará la cumbre. Con los incidentes de la semana pasada en Villa Rosa, sin embargo, es posible que Maduro sufra un mal rato.
La oposición prevé nuevas manifestaciones la próxima semana y Margarita jamás ha sido un territorio en el que el “chavismo” haya ganado con tranquilidad.
Y, si tuviera un poco más de conocimiento de la historia, Maduro sabría que ese tipo de monumentos suelen convertirse en símbolos del final de régimenes personalistas…
Que se lo digan a las estatuas, por ejemplo, de Moammar Gaddaffi.