Hay tres razones por las cuales algunos países pueden crecer más rápido que su capital humano: Primero, esto pasa en países que dependen de productos primarios y experimentan una subida en los precios de éstos. Este es el caso de Latinoamérica en los años más recientes. Este crecimiento, sin embargo, no es sostenible porque eventualmente los precios de los productos primarios caen, y estos países crecen más lentamente que el promedio.
Segundo, esto pasa cuando un país sufre la destrucción de su capital físico pero conserva su capital humano, como Alemania y Japón después de la Segunda Guerra Mundial. Estos países pasaron muchas pobrezas porque su capital físico —las fábricas, la infraestructura en general— estaba destruido. Pero al final de la guerra crecieron a tasas muy rápidas porque tenían los científicos, los ingenieros, los hombres de negocios y los obreros especializados que necesitaban; sólo tenían que ocuparlos.
El tercer caso en el que puede crecerse a tasas más que las justificadas por el crecimiento del capital humano se da cuando la economía se libera después de haber funcionado por muchos años bajo un sistema que destruye valor. Este ha sido el caso de China. Este país vivió desde 1948 bajo un régimen económico comunista que destruía valor, reprimiendo su crecimiento muy por debajo del potencial que la educación de su población le hubiera permitido.
De pronto, a fines de los años ochenta, aunque el partido comunista siguió imponiendo su tiranía política, China empezó a liberalizar su economía hasta convertirla en una de las más libres en el mundo. China comenzó a crecer a tasas increíblemente altas, utilizando el potencial de su capital humano, que había estado reprimido por casi cuarenta años.
Consideren las trayectorias del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) por persona en términos reales (es decir, ajustado para eliminar la inflación) de China y otros dos países con poblaciones muy similares en términos raciales, culturales y de educación, pero que liberalizaron sus economías mucho antes que China: Hong Kong y Singapur. Verán cómo estos dos países crecieron mucho más rápido que China de 1960 a 1990, con el mismo capital humano inicial. Sólo fue a partir de 1990 que la liberalización económica destapó el potencial de China. Este país está alcanzando el nivel de ingresos que hubiera tenido hace muchos años si no hubiera sufrido el comunismo. A pesar de que después de su liberalización ha crecido más que los otros dos países, su ingreso todavía es sólo un 20% del de Hong Kong y el 25% del de Singapur (recuerde que estos le tomaron ventaja a China desde 1948).
Estas y similares experiencias muestran que la inversión en capital humano es necesaria pero no suficiente para el desarrollo económico y social. También es esencial situar el capital humano en un contexto de eficiencia que le permita desarrollar plenamente su potencial. La historia de todos los países que han crecido a tasas mucho más altas que el promedio mundial, incluyendo a China, Irlanda, India, Finlandia y otros países similares, demuestra que esta ganancia en eficiencia se logra liberalizando la economía. Es importante anotar esto en piedra porque en estos días abundan los que creen que lograrán el desarrollo sin tener que invertir en capital humano, sino a través de eliminar la libertad económica. Es al revés. Hay que invertir en capital humano y liberalizar aún más la economía.