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Sunday, August 28, 2016

Economía convencional

Por Manuel F. Ayau Cordón

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“Mainstream economics”,que podría traducirse como “economía convencional”, ha estado equivocada muchas veces, en distintas épocas, causando mucha pobreza. Como resultado, han perdido credibilidad los economistas “mainstrean”.
Recientemente, los Ph.D.’s “mainstream” de las prestigiosas universidades no anticiparon las consecuencias de la burbuja crediticia del mercado inmobiliario, producto de la política económica del gobierno de EE. UU., diseñada, por cierto, por economistas “mainstrean”.


Los “expertos” M.B.A.s de los bancos, casas de bolsa y agencias acreditadoras, cuya función es, irónicamente, evaluar riesgos, impulsaron con mágicas fórmulas financieras el fracaso en cadena de grandes bancos y empresas “demasiado grandes para fallar”. Quienes confiaron en los modelos sofisticados de los economistas “convencionales” perdieron considerable patrimonio. Solo los economistas “Austriacos” vieron venir la actual crisis financiera, pues ofrecen una teoría lógica, confirmada empíricamente por experiencia de siglos, La Teoría del Ciclo, que explica tanto la crisis actual como las anteriores.
En la segunda mitad del siglo pasado los errores “mainstream” fueron empobrecedores. Se creó el Fondo Monetario para mantener por decreto paridades fijas irreales y fracasó en su misión; pero como las burocracias nunca mueren, se inventaron nueva misión y se autotransformaron en banco de desarrollo. Hoy tambalea y pide más aportes. Otro error fue la teoría que la inflación era necesaria para mantener alto nivel de empleo (la curva de Phillips). Otro fue el modelo de sustitución de importaciones propiciada por los siete sabios de la Alianza Para El Progreso, (mercantilismo que había refutado Adam Smith).
Pero el más caro error, evidente en los textos de economía “convencional” (ej. texto de Paul Samuelson), fue el de presentar el sistema socialista y la economía planificada como una opción factible. Lamentablemente, el solo intento de implementarla costó más de cien millones de muertos (Ver The Black Book of Communism, S. Courtois, ed., Harvard).
Hoy goza de popularidad en la “economía convencional” la idea de que la redistribución de la riqueza ayuda a disminuir pobreza como si la riqueza de unos causara la pobreza de otros, lo cual es cierto en el mercantilismo pero no en la economía de mercado.
La única escuela económica que ha comprobado validez desde el siglo XV, la economía liberal, de mercado, tiene una prestigiosa genealogía. Entre sus precursores, basándose en el derecho natural de Tomás de Aquino, surgieron en Italia y Francia del siglo XIV teólogos Católicos, como Jean Burdan y Nicolás Oresme; en España, la Escuela de Salamanca del siglo XV al XVII con Jesuitas, Franciscanos, Dominicos y Benedictinos, como Francisco de Vitoria, Martin de Azpilcueta, Tomás de Mercado, Luis de Molina, Francisco Juárez, Juan de Mariana; seguidos en Holanda en el siglo XVIII por Leonardo Lessio; en Francia, Ricardo Cantillon, y en Escocia, Adam Smith. En Inglaterra, en el siglo XIX, David Ricardo, W. Stanley Jevons e Irving Fisher; y en Austria, Carl Menger y Eungen Boehm Bawerk. En el siglo XX la “economía de mercado” se conoce —con sus diferencias epistemológicas— como escuela Austriaca, personificada en L.von Mises y F.A. Hayek, y como escuela de Chicago personificada en Frank Knight y Milton Friedman.

Economía convencional

Por Manuel F. Ayau Cordón

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“Mainstream economics”,que podría traducirse como “economía convencional”, ha estado equivocada muchas veces, en distintas épocas, causando mucha pobreza. Como resultado, han perdido credibilidad los economistas “mainstrean”.
Recientemente, los Ph.D.’s “mainstream” de las prestigiosas universidades no anticiparon las consecuencias de la burbuja crediticia del mercado inmobiliario, producto de la política económica del gobierno de EE. UU., diseñada, por cierto, por economistas “mainstrean”.

Tuesday, August 2, 2016

La pobreza del país económicamente más pobre de la región

Karelys Abarca
Karelys Abarca es Economista, egresada de la Universidad Central de Venezuela, y Profesora-Investigadora en la Facultad de Economía de esta casa de estudios. Ha sido dos veces Premio Nacional Alberto Adriani, galardón otorgado por el Banco Central de Venezuela y la Fundación Alberto Adriani. Twitter: @karelitabarca
La pobreza es un problema mundial de enorme gravedad, de hecho erradicarla es el objetivo número uno en la agenda de objetivos para el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas con horizonte en el año 2030. La pobreza es un problema mundial porque crea barreras al desarrollo humano, generando un círculo vicioso difícil de romper, que termina afectando a todas las naciones a través de los flujos migratorios y crecimiento de hechos delictivos.



Según el premio Nóbel de Economía, Amartya Sen, existen dos tipos de pobreza, la pobreza de ingreso o pobreza de origen netamente económico y la pobreza estructural que deviene de la privación del desarrollo de capacidades y satisfacción sostenible de necesidades de naturaleza biológica y social. Ante una situación de crisis o recesión económica, cualquier país que vea desmejorar sus indicadores macroeconómicos se enfrentará al primer tipo de pobreza. La alerta se enciende cuando nos enfrentamos al segundo tipo de pobreza.
El caso venezolano comienza a mostrar una combinación nefasta de ambos tipos de pobreza. De acuerdo a los resultados del último Índice de Miseria 2015 del Instituto Cato de Estados Unidos, Venezuela tiene la economía más pobre de América y el mundo por tercer año consecutivo.
La pobreza, cuando se instaura en todos los ámbitos de la sociedad, puede definirse como una degradación generalizada de las condiciones que afectan el nivel de bienestar de los individuos, a nivel de alimentación, salud, educación, seguridad, que los afecta tan física como psicológicamente, privándolos del desarrollo de sus capacidades básicas e incapacitándolos para ejercer sus derechos civiles y mejorar su calidad de vida.
El caso venezolano comienza a mostrar una combinación nefasta de ambos tipos de pobreza. De acuerdo a los resultados del último Índice de Miseria 2015 del Instituto Cato de Estados Unidos, Venezuela tiene la economía más pobre de América y el mundo por tercer año consecutivo. El índice de Miseria se calcula con base a la tasa de desempleo formal, tasa de interés y tasa de inflación, además de la variación anual del PIB real per cápita. De acuerdo a este índice, Venezuela lidera el ranking por sus desorbitados niveles de inflación, que erosionan de manera dramática los ingresos de su población.
Lamentablemente, existen además importantes indicadores que revelan pobreza estructural en la sociedad venezolana. La escasez de alimentos, que priva a muchos del acceso a una nutrición de calidad, el estado crítico del sistema de salud y educación pública, los altos niveles de inseguridad, los altos niveles de desinformación económica y de la realidad, convierten al venezolano promedio en un individuo sujeto a un proceso progresivo de depauperización, con limitado acceso a la satisfacción de sus necesidades, y con cada vez más limitadas posibilidades de ejercer derechos y mejorar las condiciones de vida.
La ignorancia es el centro de la pobreza. Una de las condiciones que agravan la situación de pobreza es el tema de la educación. Pero más que el acceso a la educación pública, que se ha masificado en los últimos veinte años en Venezuela, el problema de fondo es la calidad de la educación pública y la situación de la institución familiar. La emergencia financiera de las universidades públicas autónomas es un reflejo muy real de la insuficiente inversión en educación que está haciendo el país, pero lo más preocupante es la deserción escolar en los primeros niveles y las carencias educativas en hogares cada vez más disfuncionales.
También es posible definir a la pobreza económica como ausencia de riqueza económica. Para algunas personas los países con muchos recursos naturales son países ricos, precisamente por su dotación de recursos. Pero desde la definición más estricta de riqueza económica, un país es rico cuando tiene la capacidad para producir bienes y servicios que mejoren la calidad de vida de la sociedad, haciendo un uso óptimo de los recursos disponibles. La pobreza económica sería entonces, la incapacidad de un país para producir esos bienes y servicios que satisfacen las distintas necesidades, que, aunado a las limitadas oportunidades de desarrollo de las capacidades individuales, hacen que los venezolanos estén cada vez más expuestos a ambos tipos de pobreza.
La pobreza y la exclusión están fuertemente correlacionadas, a tal punto que la pobreza genera exclusión y la exclusión agrava la situación de pobreza. En el mundo aproximadamente sólo el 15% de la población participa en la generación del 50% de la riqueza económica, lo que significa un inmenso grado de exclusión. Por otra parte, no debe confundirse pobreza y desigualdad, aunque la desigualdad sea causante de exclusión y por tanto, cause pobreza  en el largo plazo. Algunos ven en el coeficiente de Gini sobre la desigualdad un indicador de pobreza, pero la relación no es tan directa, pues hay países pobres económicamente con bajos niveles de desigualdad, y países con indicadores de riqueza económica y altos niveles de desigualdad y una situación potencial de pobreza.
Las políticas sociales de transferencia monetaria directa (aumentos del salario mínimo, pensiones, subsidios y ayudas) han resultado insuficientes en la erradicación de la pobreza económica y estructural en países como Venezuela, por efecto de una inflación galopante y crecimiento del desempleo formal. El desequilibrio macroeconómico que se ha ido profundizando desde el 2009 con la crisis mundial, ha tenido mayor influencia en los ingresos de los hogares que las transferencias que éstos han recibido de los entes gubernamentales.
Cuando comparamos el volumen de gasto social con los indicadores sociales, nos encontramos que las mejoras en el coeficiente de Gini y el porcentaje de hogares pobres y en pobreza extrema no es significativo, porque no se ha logrado erradicar la pobreza y la desigualdad, a pesar de todos los ingresos petroleros que Venezuela ha obtenido entre los años 2002 y 2014. La realidad macroeconómica venezolana refleja por otra parte, una profunda erosión del aparato productivo por desaparición y expropiación de empresas, un PIB real que no se ha recuperado suficientemente desde el año 2009, una inflación galopante que alcanzó un cifra oficial máxima de 142% a septiembre del 2015 (que publicó el Banco Central de Venezuela recientemente) y un porcentaje crítico de empleo formal. Sin duda, no existe posibilidad de superar la desigualdad, exclusión y erradicar la pobreza económica y estructural en Venezuela, si no se logra recuperar la economía de manera sostenible.

La pobreza del país económicamente más pobre de la región

Karelys Abarca
Karelys Abarca es Economista, egresada de la Universidad Central de Venezuela, y Profesora-Investigadora en la Facultad de Economía de esta casa de estudios. Ha sido dos veces Premio Nacional Alberto Adriani, galardón otorgado por el Banco Central de Venezuela y la Fundación Alberto Adriani. Twitter: @karelitabarca
La pobreza es un problema mundial de enorme gravedad, de hecho erradicarla es el objetivo número uno en la agenda de objetivos para el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas con horizonte en el año 2030. La pobreza es un problema mundial porque crea barreras al desarrollo humano, generando un círculo vicioso difícil de romper, que termina afectando a todas las naciones a través de los flujos migratorios y crecimiento de hechos delictivos.