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Thursday, October 20, 2016

Latinoamérica aprovecha el interés por la deuda emergente con los pies en el suelo

Latinoamérica aprovecha el interés por la deuda emergente con los pies en el suelo

Latin-Am Con los tipos de interés en mínimos históricos en Estados Unidos y negativos en Europa y Japón, la búsqueda de rentabilidad en el mercado de renta fija ha llevado a los inversores hasta los países emergentes, donde se pueden lograr retornos de doble dígito en los bonos corporativos. Esta tendencia se ha desarrollado con tal fuerza que las compras se han disparado en los últimos meses, lo que ha llevado a desatar algunas alarmas.
La deuda emitida en dólares por firmas consideras de riesgo en países en desarrollo ha sido el producto de inversión con una de las mejores evoluciones durante este año, con rentabilidades de más del 11%, según el índice de deuda corporativa de mercados emergentes de JP Morgan, el CEMBI Broad. Por su parte, la deuda de las empresas de Estados Unidos con calificación crediticia de grado de inversión ha ofrecido de media una rentabilidad de 3,3%. La rentabilidad de la deuda equivalente emitida en libras esterlinas ha sido de media del 1.8%, mientras que la denominada en euros el porcentaje es incluso más bajo.



Viendo estas cifras es fácil entender por qué los inversores han optado por sacar su dinero de los mercados de renta fija de las grandes economías del planeta para situarlo en deuda emergente. Sólo en los últimos seis meses se han invertido 18.000 millones de dólares en fondos de deuda emergente, según cifras de Bank of America Merrill Lynch. Y una parte muy significativa de este monto fue a parar a bonos corporativos.
John Bates, analista de deuda corporativa emergente de PineBridge Investments, que gestiona cerca de 81.000 millones de dólares, cree que muchos de los inversores que han acudido a países en desarrollo por sus atractivos intereses no son expertos en este tipo de productos y mercados, lo que considera un riesgo. “Son turistas con los bolsillos llenos. Normalmente, los mercados emergentes son un porcentaje muy pequeño en la cartera de inversiones de los grandes fondos de pensiones, por lo que si estos gigantes se lanza a esta piscina y después retiran su apuesta podríamos ver algunas duras repercusiones”, ha declarado recientemente a Reuters. Según su criterio, los mercados de deuda emergente podrían sufrir un “efecto de burbuja”.
Situación en América Latina
Para Juan Gabriel Fernández, director ejecutivo del Centro de Estudios Financieros ESE Business School de la Universidad de Los Andes, en Santiago de Chile, “cuando uno evalúa los riesgos de estas situaciones, siempre existe la posibilidad de una burbuja”. Sin embargo, con los datos disponibles hasta el momento, no cree que ese sea el caso en Latinoamérica. “No se ven megaproyectos de dudosa rentabilidad financiados por este flujo, tampoco hay evidencia de una gran descalce de monedas, ni en el sector financiero ni en el sector empresarial. Como tampoco se ve una actividad frenética del sector corporativo haciendo grandes emisiones de deuda para aprovechar las condiciones de endeudamiento (que eventualmente podrían tener además un riesgo de reenganche en el futuro). No parece existir una situación de burbuja en la actualidad”, opina.
Diego Fernando Palencia Silva, director de Posgrados en Finanzas de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia, cree que en el caso concreto de su país, sí que se ha observado que se están aprovechando los tipos de interés históricamente bajos para la fuerte emisión de deuda corporativa y gubernamental antes de que se produzcan aumentos adicionales de la tasas, producto de la política contractiva que se está ejerciendo desde septiembre de 2015 por parte del banco central.
A pesar de ello, manifiesta que no existe una situación peligrosa en el mercado de renta fija. “Los países emergentes han aprendido de la historia y no están en una burbuja de precios de deuda corporativa debido al estricto monitoreo que ejercen los bancos centrales a su política monetaria y los mensajes de confianza que actualmente vienen enviando con una política monetaria contractiva que busca supuestamente frenar la subida de la inflación”. En cualquier caso, apunta que estas inversiones extranjeras en mercados emergentes estarán sujetas a variaciones en los próximos meses, entre otros factores, “por el cambio de perspectiva negativa que han recibido algunos países como Colombia y México por calificadoras de riesgo por el deterioro de sus variables macro, lo cual probablemente traerán ajustes de capital y presiones a sus divisas”.
La agencia de calificación crediticia Moody’s alertó en un informe publicado el pasado 20 de julio sobre el creciente endeudamiento de los países emergentes. Según este estudio, el ratio de deuda externa respecto al Producto Interior Bruto (PIB) se situaba en Latinoamérica en el 48%, en línea con el 47% de la región Asia-Pacífico, aunque muy por debajo del 78% de los países de Europa del Este.
Moody’s explicó que las compañías de todo el mundo y los gobiernos de los mercados emergentes han incrementado sus emisiones de deuda en los últimos años por los bajos costes del crédito. Como resultado, la deuda externa se disparó hasta 8,2 billones de dólares en 2015, frente a los 3 billones de 2005.
“La vulnerabilidad externa se ha incrementado significativamente en aproximadamente un 75% de las economías emergentes a nivel mundial”, comentaron los autores del informe. El auge del endeudamiento se ha producido principalmente en el sector privado, cuya deuda externa aumentó un 14,3% desde 2005, frente al alza del 5,9% en el sector público.
La agencia calificadora destacó que el crecimiento de la deuda estuvo liderado en América Latina por Brasil y México. Según sus cifras, el ritmo de incremento de la deuda brasileña fue mayor que el de la región en su conjunto y llegó a un 38% del PIB en 2015, frente al 22% de una década antes.
Efectos y consecuencias
Fernández destaca que los últimos datos de deuda corporativa no muestran una actividad frenética y, en todo caso, cree que la situación es una buena noticia para las empresas sudamericanas porque permite acceder a financiación barata. “Si se cuidan los descalces no se deberían generar problemas. Pero no por ello deja de ser un factor de preocupación”, avisa.
Por el lado de la deuda soberana, Fernández tampoco observa señales de alerta aún, aunque puntualiza que en este caso el panorama podría ser más complejo. “Ello se debe más bien a una situación global y al fin del súper ciclo de las materias primas que permitió a países como Venezuela y Argentina (y en menor medida a Chile), tener una política de gasto público que claramente ya no es posible sostener. Si el mercado financia excesos de gasto fiscal vía deuda pública sin evaluar correctamente el riesgo de los países –como ya ha sucedido en el pasado-, el mercado de deuda se podría ver afectado”, advierte.
Por ello, este profesor mantiene que el mercado y en particular los reguladores deben ser cuidadosos en el seguimiento de todas las variables. “No sólo por el lado de la demanda de fondos, sino también por la oferta de estos: no es lo mismo inversión extranjera directa en un país, que inversión netamente financiera; como tampoco es lo mismo un fondo de pensiones internacional invirtiendo en deuda latinoamericana con cobertura cambiaria, que un hedge fund haciendo lo mismo”. En resumen, si bien no hay evidencia de estar frente a una situación desbordada, “la preocupación existe y está bien que así sea”, sostiene.
¿Invertir o salirse del mercado?
En la actual situación, son muchos los inversores que se preguntan si todavía merece la pena poner el dinero en renta fija latinoamericana, o si ha llegado el momento de que, quien haya apostado por ella deshaga posiciones y recoja beneficios.
La posición de Palencia Silva sobre invertir en el mercado de deuda corporativa en mercados emergentes es de prudencia. “Es vital tener periodos de inversión de muy corto plazo, lo cual implica invertir en productos de deuda de curva corta, con un monitoreo diario y unos niveles de volatilidad muy conservadores, lo cual puede generar inversiones especulativas. Aquí es donde se pueden presentar distorsiones que afecten el riesgo general de este tipo de mercados, afectando su tasa de cambio y generando presiones adicionales a la inflación de los países”, apunta.
Desde su punto de vista, “los países más atractivos para invertir son los miembros del MILA (Mercado Integrado Latinoamericano), es decir, Colombia, Chile, Perú y México”. Sostiene su opinión en el hecho de que “sus bancos centrales generan confianza, con una política monetaria que se ajusta a la actual volatilidad de los mercados internacionales”. A pesar de ello, advierte de que los mercados emergentes, especialmente el Colombiano, se han visto afectados en los últimos meses por los ajustes macroeconómicos que implica la posible alza de tasa de referencia de la Reserva Federal de Estados Unidos, por lo que habría que estar muy atentos a este factor.
Fernández, por su parte, comenta que si se está pensando en inversiones de más largo plazo, la macroeconomía y la política juegan un rol más relevante. Desde un punto de vista macro, dice, Latinoamérica es una región en que existe gran desigualdad del ingreso y la pobreza, con mucha gente cuyo poder adquisitivo es bajo y no está incorporada a la economía formal y al consumo. “Por ello, casi la totalidad de las industrias tienen un potencial de crecimiento muy grande en el largo plazo si esta gente se incorpora a la economía formal. Cualquier opción de inversión pensando en el largo plazo debiese, en promedio, rentar más en Latinoamérica que en otros países, pero ello depende de cómo evolucionen otros factores como la productividad y la estabilidad política”, argumenta. “Dicho eso, en el mediano plazo si bien se ve un cambio positivo hacia posiciones más liberales en lo económico y de responsabilidad fiscal en casi todo el continente, también hay señales difíciles de evaluar”, añade.
Respecto a Chile, Fernández cree que uno de los mayores retos a los que se enfrenta en lo económico es al control del gasto público, que afronta un gran desafío con la aprobación de la ley de presupuestos del 2017; todo ello en un escenario en el que las clasificadoras de riesgo están mirando con preocupación la trayectoria económica y el endeudamiento.
En cuanto a Argentina, destaca “que está implementando una serie de medidas que si resultan, lo habilitarían para volver a ser un actor relevante en el mercado internacional, aunque su presidente, Mauricio Macri, enfrenta desafíos mayores para reorganizar el sistema económico y el proceso de cortar subsidios no es fácil ni popular”. En Perú y Colombia, “todo parece indicar que el mercado los está castigando en exceso, sobre todo a Colombia, que si logra sacar adelante el proceso de paz con la FARC eliminaría un factor de riesgo relevante para un área geográfica que es casi un tercio del país”. Respecto a Brasil, opina que “está en una situación política de incertidumbre que hace difícil cualquier análisis financiero, algo parecido a lo que ocurre en Venezuela, “donde parece que la situación es insostenible, lo que genera oportunidades de crecimiento altísimas, pero a un riesgo altísimo también”.

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Latinoamérica aprovecha el interés por la deuda emergente con los pies en el suelo

Latin-Am Con los tipos de interés en mínimos históricos en Estados Unidos y negativos en Europa y Japón, la búsqueda de rentabilidad en el mercado de renta fija ha llevado a los inversores hasta los países emergentes, donde se pueden lograr retornos de doble dígito en los bonos corporativos. Esta tendencia se ha desarrollado con tal fuerza que las compras se han disparado en los últimos meses, lo que ha llevado a desatar algunas alarmas.
La deuda emitida en dólares por firmas consideras de riesgo en países en desarrollo ha sido el producto de inversión con una de las mejores evoluciones durante este año, con rentabilidades de más del 11%, según el índice de deuda corporativa de mercados emergentes de JP Morgan, el CEMBI Broad. Por su parte, la deuda de las empresas de Estados Unidos con calificación crediticia de grado de inversión ha ofrecido de media una rentabilidad de 3,3%. La rentabilidad de la deuda equivalente emitida en libras esterlinas ha sido de media del 1.8%, mientras que la denominada en euros el porcentaje es incluso más bajo.