Wikipedia

Search results

Showing posts with label PRI. Show all posts
Showing posts with label PRI. Show all posts

Monday, September 26, 2016

México: denuncian que secretario de Gobernación ya inició campaña presidencial por el PRI

By: Elena Toledo -

Miguel Osorio Chong
Miguel Osorio Chong lidera la preferencia para representar al PRI en las elecciones presidenciales del 2018. (Quorum Informativo)
El diario mexicano Sin Embargo señaló este domingo que el Secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, ha comenzado a hacer proselitismo político por medio de sus redes sociales.
Sin Embargo refiere que Osorio Chong “tiene tres tipos de mensajes: unos son oficiales, con el logo del Gobierno Federal; otros son promoción a su persona, y los terceros, una mezcla de los dos anteriores, se promociona él, y traen el logo de Gobernación”.
Los ejemplos que muestra el medio de comunicación dejan ver como efectivamente el político tiene un mensaje más allá del institucional en sus tuits.



Algunos de los mensajes que el funcionario ha compartido en su red social, se encuentran unos de abierta promoción personal sin el logo de la Secretaría a la que representa:
Mientras que otros son una mezcla de promoción personal e institucional:

Miguel Osorio Chong “la carta sólida” del PRI

Miguel Osorio Chong pertenece al oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI) y dentro de las encuestas, lidera la preferencia de sus partidarios para ostentar la candidatura por la Presidencia de México en el 2018.
Se cree que el político podría ser la “carta más sólida” del PRI para enfrentar a Andrés Manuel López Obrador ya que según señaló el periodista Ciro Gómez Leyva “los ciudadanos no le están cargando los costos de la inseguridad, ni episodios como Ayotzinapa o la fuga del Chapo Guzmán, o su cercanía con el presidente Enrique Peña Nieto”.

La renuncia de Luis Videgaray como Secretario de Hacienda, dejó el camino libre a Osorio Chong como único candidato fuerte del PRI para mantener el poder en el país azteca.
Fuentes: Sin Embargo, El Universal

México: denuncian que secretario de Gobernación ya inició campaña presidencial por el PRI

By: Elena Toledo -

Miguel Osorio Chong
Miguel Osorio Chong lidera la preferencia para representar al PRI en las elecciones presidenciales del 2018. (Quorum Informativo)
El diario mexicano Sin Embargo señaló este domingo que el Secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, ha comenzado a hacer proselitismo político por medio de sus redes sociales.
Sin Embargo refiere que Osorio Chong “tiene tres tipos de mensajes: unos son oficiales, con el logo del Gobierno Federal; otros son promoción a su persona, y los terceros, una mezcla de los dos anteriores, se promociona él, y traen el logo de Gobernación”.
Los ejemplos que muestra el medio de comunicación dejan ver como efectivamente el político tiene un mensaje más allá del institucional en sus tuits.


Monday, July 11, 2016

¿Por qué Enrique Ochoa?

En una reunión del gabinete ampliado, posterior a la elección del 5 de junio, el presidente Peña leyó la cartilla a su equipo de colaboradores y les dio un mensaje claro: no iba a rendir la plaza.
Es decir, no se iba a resignar a que el PRI perdiera las elecciones estatales en el 2017 y menos aún las presidenciales del 2018, o que se quisieran echar para abajo las reformas.

Y, para hacer realidad ese propósito tendrán que venir cambios, de personas y de estrategias. Todo parece indicar que en un principio se pensaba en un lapso un poco más prolongado para gestarlos. Como el propio presidente Peña lo refirió, quizás en el contexto del Cuarto Informe de Gobierno, poco antes o poco después.

Pero las cosas se precipitaron y el primer cambio estratégico vino la semana pasada: la designación de Enrique Ochoa al frente del PRI, que habrá de hacerse oficial mañana.

Las reacciones que suscitó la noticia entre la clase política priista y algunos de sus voceros dan las pistas del por qué Ochoa y por qué el momento.

Más allá de los errores de selección de candidatos que pueda haber cometido el propio presidente Peña en las elecciones de junio, lo cierto es que la clase política priista histórica con Manlio Fabio Beltrones al frente –y gobernadores diversos a los lados– definieron las campañas y fallaron.

Un cambio en el PRI implicaba de entrada un cambio en el perfil del dirigente.

Enrique Ochoa fue una carta inesperada, pero no distante por formación de otros personajes que alguna vez se mencionaron, como Aurelio Nuño.

Ochoa redactó buena parte de la iniciativa de la reforma educativa y desde la Secretaría de Energía fue clave en el diseño de la reforma energética. Tras la salida de Francisco Rojas de la CFE en febrero de 2014, fue el operador de los cambios en el sector eléctrico, los más exitosos hasta ahora en la reforma.

Pero quizás lo que lo catapultó como prospecto a la dirigencia del PRI fue la negociación de la reforma de pensiones de la CFE, frente a un sindicato, el SUTERM, que intentó doblarlo hasta el último momento.

Conocimiento técnico y una habilidad política inusual, además de la confianza del presidente Peña lo convirtieron en prospecto a encabezar el PRI. ¿Por qué el momento? Desconozco las razones específicas que propiciaron la definición de la fecha, pero la hipótesis plausible, observando las reacciones posteriores, es que integrantes de la clase política priista intentaban limitar el margen de maniobra de Peña para elegir al dirigente del partido.

No sé si iba a llegar al nivel de una rebelión o si iban a querer imponerle a Peña algún personaje, pero el hecho es que el presidente se adelantó.

Hay que entender la llegada de Ochoa como el arranque de un proceso. Habrá cambios en el PRI y supongo que posteriormente en el gabinete y en algunas de las políticas.

En esa reunión en la que Peña fue enfático con sus colaboradores en que no iba a “rendir la plaza”, les recordó que él tenía las renuncias de todos desde que llegaron y que no dudaría en usarlas.

En los meses que siguen veremos con certeza más capítulos de la estrategia del presidente, pero por lo pronto quien quiera minimizar la llegada de Ochoa al PRI, es que no lo conoce: vienen cambios profundos en el tricolor.

¿Por qué Enrique Ochoa?

En una reunión del gabinete ampliado, posterior a la elección del 5 de junio, el presidente Peña leyó la cartilla a su equipo de colaboradores y les dio un mensaje claro: no iba a rendir la plaza.
Es decir, no se iba a resignar a que el PRI perdiera las elecciones estatales en el 2017 y menos aún las presidenciales del 2018, o que se quisieran echar para abajo las reformas.

Y, para hacer realidad ese propósito tendrán que venir cambios, de personas y de estrategias. Todo parece indicar que en un principio se pensaba en un lapso un poco más prolongado para gestarlos. Como el propio presidente Peña lo refirió, quizás en el contexto del Cuarto Informe de Gobierno, poco antes o poco después.

Sunday, July 10, 2016

Enrique Peña Nieto y el PRI en picada

Leo Zuckermann
 
Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.
Malos números para el presidente Peña y el PRI en la última encuesta de Buendía&Laredo publicada esta semana en El Universal. A finales de junio, que es cuando se le preguntó a una muestra representativa de mexicanos, observamos la peor calificación al desempeño presidencial de todo el sexenio y la menor identificación partidista con el PRI. ¿No deberían preocuparse en Los Pinos e Insurgentes Norte? ¿Hasta cuándo van a aceptar que les está yendo mal? ¿Hasta que Peña Nieto le entregue la banda presidencial a López Obrador o Margarita Zavala?



Es cierto: las encuestas no están pasando por un buen momento. Pero también es cierto que, todas, absolutamente todas, coinciden en una caída en la popularidad de Peña. En la de Buendía&Laredo, que es la más recientemente publicada, sólo el 29% de la población aprueba el trabajo que está haciendo como Presidente de la República. El 63% lo reprueba. Son números muy bajos para el promedio de la aprobación presidencial desde que se empezaron a levantar encuestas serias en el sexenio de Carlos Salinas (1988-1994). Peña es, hoy por hoy, el Presidente más impopular desde entonces.
No sé si en Los Pinos y en el PRI estén conscientes de esto, les importe y vayan a reaccionar. Eso es cosa de ellos. Lo que sé es que, cuando una empresa ve que sus ventas y utilidades van en picada, hace algo al respecto para darle la vuelta al negocio; de lo contrario, corren el riesgo de terminar en la bancarrota.
En cuanto a la identidad partidista, en la serie de encuestas de Buendía&Laredo ya habíamos observado una caída en la cantidad de mexicanos que se identifica con algún partido político. En la más reciente, levantada en junio, sólo el 17% se mostró identificado con el PRI, 12% con el PAN, 6% con Morena y 4% con el PRD. El 57% de los mexicanos se autoidentificó como “independiente”. El 17% de priistas es la observación más baja que ha tenido este partido desde finales de los años ochenta. Compárese este porcentaje con un 37% que se autoidentificaba como priista en febrero de 2013. Es un hecho: el PRI está en los huesos.
Más aún, cuando se le pregunta a la gente “aunque todavía falta mucho tiempo para la fecha de la elección, si hoy fueran las elecciones para elegir Presidente de la República, ¿por cuál partido votaría usted?”, el PRI queda en segundo lugar con el 20% de las intenciones de voto. Lo sobrepasa el PAN con un 24%. Morena aparece en tercer lugar a tan sólo tres puntos del PRI con 17 por ciento.
Y el PRI es, además, el partido que concita más rechazo entre la población. El 40% de los mexicanos dice que nunca lo votaría (12% no lo haría por Morena y 11% por el PAN). Este número es particularmente dramático entre el electorado independiente que, valga la pena recordar, es el 57% de los mexicanos: el 43% de ellos nunca votaría por el PRI.
Regresemos, ahora, a la popularidad presidencial. Es sabido que la base de apoyo de los presidentes es la gente que se identifica con el partido de éste, es decir, los priistas son los que más apoyan a un Presidente emanado del PRI, igual que los panistas con uno del PAN. En febrero de 2013, el 37% de la población se identificaba con el PRI y, de éstos, el 87% aprobaba el trabajo de Peña como Presidente. En junio, sólo el 17% se identificaba con el PRI y, de éstos, sólo el 60% aprobaba a Peña. Terrible noticia para Los Pinos: cada vez hay menos gente que se identifica con el PRI y cada vez hay menos priistas que apoyan al Presidente.
Finalmente, más allá de los abismales números de junio, vale la pena resaltar la tendencia. Desde febrero de 2014, coincidentemente con la entrada en vigor de la reforma fiscal, comenzó una clara tendencia a la baja en la aprobación presidencial y en las preferencias en favor del PRI. Si no existe un punto de inflexión pronto, llegaremos al 2018 con un Presidente tremendamente impopular y un partido gobernante sin muchas posibilidades de ganar la elección presidencial.
No sé si en Los Pinos y en el PRI estén conscientes de esto, les importe y vayan a reaccionar. Eso es cosa de ellos. Lo que sé es que, cuando una empresa ve que sus ventas y utilidades van en picada, hace algo al respecto para darle la vuelta al negocio; de lo contrario, corren el riesgo de terminar en la bancarrota. Aquí el riesgo para el Presidente y el PRI es clarísimo: la quiebra política del peñanietismo y la entrega del poder a la oposición en 2018.

Enrique Peña Nieto y el PRI en picada

Leo Zuckermann
 
Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.
Malos números para el presidente Peña y el PRI en la última encuesta de Buendía&Laredo publicada esta semana en El Universal. A finales de junio, que es cuando se le preguntó a una muestra representativa de mexicanos, observamos la peor calificación al desempeño presidencial de todo el sexenio y la menor identificación partidista con el PRI. ¿No deberían preocuparse en Los Pinos e Insurgentes Norte? ¿Hasta cuándo van a aceptar que les está yendo mal? ¿Hasta que Peña Nieto le entregue la banda presidencial a López Obrador o Margarita Zavala?


Tuesday, June 14, 2016

La hora de la verdad del PAN y PRI sobre la corrupción mexicana

Leo Zuckermann
Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.
El PAN fue, indiscutiblemente, el partido ganador de las elecciones del domingo cinco de junio. Lo hizo, en buena medida, al haber capitalizado los votos de electores hartos de la corrupción de los gobiernos estatales. Pero ahora los panistas tendrán que enseñarnos si de verdad están dispuestos a construir instituciones para solucionar de raíz el problema de la corrupción gubernamental en México.



Hoy comienza el periodo extraordinario del Congreso para debatir y aprobar las leyes del Sistema Nacional Anticorrupción. Le recuerdo que los legisladores debieron haber aprobado dicha legislación a finales de mayo. No lo hicieron porque se les atravesaron las elecciones en 14 entidades federativas. Sin importarles que estaban incumpliendo nada menos que con la Constitución, retrasaron el proceso legislativo para después de los comicios.
En suma, frente a nosotros tenemos una semana importantísima para ver si PAN y PRI están, de verdad, comprometidos en resolver el terrible problema de la corrupción en México. Si entendieron el mensaje del electorado o están dispuestos a entregarle en charola de plata el poder al candidato que dice que los dos son lo mismo, pero que unos son ladrones y otros rateros.
La sociedad civil organizada ha presentado una iniciativa popular, firmada por más de 600 mil personas, para que todos los funcionarios del país -federales, estatales y municipales- hagan públicas sus declaraciones patrimoniales, impositivas y de conflictos de interés: la llamada “ley tres de tres”. Además, los expertos han sido muy claros que se requiere una fiscalía nacional anticorrupción autónoma y con los dientes necesarios (recursos legales, financieros, materiales y personales) para perseguir judicialmente a los funcionarios que se enriquecieron ilegalmente abusando de su poder. Ésos son los dos puntos torales de la legislación anticorrupción: tres de tres más fiscalía poderosa. Si el PAN de verdad quiere combatir la corrupción y diferenciarse del PRI, pues entonces sus legisladores tendrán que presionar todo lo que puedan para que así quede la ley que salga esta semana del Senado y pase a la Cámara de Diputados.
Basta ya, en este sentido, de simulaciones. Sabemos que algunos senadores panistas han estado en contra de los dos puntos centrales de la legislación anticorrupción. Es el momento que el dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya, muy fortalecido después de los resultados electorales del cinco de junio, muestre su liderazgo y presione para que los panistas construyan las instituciones necesarias para comenzar a erradicar el flagelo de la corrupción en México que tiene harta a la ciudadanía.
El PRI también tiene la oportunidad de enviar una señal poderosa de que entendió el mensaje del electorado. En días pasados dije que la única manera de los priistas de recuperarse del golpe electoral rumbo a los comicios presidenciales de 2018 era haciendo algo nuevo y audaz. Podrían comenzar aprobando la legislación anticorrupción con los dos puntos centrales antes mencionados. Sería una manera de honrar el reformismo que históricamente ha caracterizado a los priistas para mantenerse en el poder.
Difícilmente lo harán porque, en lugar de estar haciendo un auténtico ejercicio autocrítico de lo que sucedió el domingo cinco de junio, andan buscando explicaciones debajo de las piedras. Como que la derrota se debió al apoyo del presidente Peña Nieto a los matrimonios entre homosexuales o la descriminalización de la mariguana. Pamplinas. Nadie hablaba de estos temas en los estados donde hubo elecciones el domingo pasado. El asunto principal que movió al electorado fue los malos gobiernos -ineptos, autoritarios y/o corruptos- que tenían hasta la coronilla a los ciudadanos.
¿Quiere pasar Peña a la historia como un presidente reformador? Pues tiene que bregar, como lo hizo los dos primeros años de su sexenio, ejerciendo el liderazgo de su partido y convenciéndolo de que las leyes anticorrupción son condición necesaria para ganar en 2018. Peña tiene que dejar a un lado su cantaleta que la corrupción es cultural (a lo mejor porque es más cultural en el Estado de México que en el resto de la República) para convertirlo en un asunto institucional. Es la mejor manera de lavarse la cara por sus propios escándalos: evitando que haya más casas blancas en el futuro. La receta está en la construcción de instituciones.
En suma, frente a nosotros tenemos una semana importantísima para ver si PAN y PRI están, de verdad, comprometidos en resolver el terrible problema de la corrupción en México. Si entendieron el mensaje del electorado o están dispuestos a entregarle en charola de plata el poder al candidato que dice que los dos son lo mismo, pero que unos son ladrones y otros rateros.

La hora de la verdad del PAN y PRI sobre la corrupción mexicana

Leo Zuckermann
Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.
El PAN fue, indiscutiblemente, el partido ganador de las elecciones del domingo cinco de junio. Lo hizo, en buena medida, al haber capitalizado los votos de electores hartos de la corrupción de los gobiernos estatales. Pero ahora los panistas tendrán que enseñarnos si de verdad están dispuestos a construir instituciones para solucionar de raíz el problema de la corrupción gubernamental en México.


Monday, June 13, 2016

¿Perderá el PRI la presidencia en 2018?

Después de la jornada electoral del pasado 5 de junio la pregunta resulta ineludible. Son dos los principales pendientes que el PRI debe atender si quiere llegar a la contienda de 2018 con buenas posibilidades: la corrupción y la inseguridad. En esta columna me concentraré en el primer tema. En materia de combate a la corrupción el Ejecutivo federal ha perdido credibilidad. Las investigaciones que parecen simulación y el injustificable rechazo a la aprobación de la Ley 3de3 han consolidado la percepción de que el PRI es el partido de la corrupción. Para cambiar esta percepción es indispensable un viraje que contemple por lo menos una de dos posibles líneas de acción.


La primera, la de mayor impacto en el corto plazo, sería dejar de solapar a los 'peces gordos' como se hizo de forma vergonzosa en el caso de Humberto Moreira, e impulsar investigaciones serias al menos en los casos más emblemáticos. De lo contrario, el PAN y AMLO fácilmente capitalizarán el descontento ciudadano ante la impunidad y se consolidarán como alternativas justicieras.

La segunda línea de acción –menos vistosa en el corto plazo, pero más relevante– consiste en reducir los enormes márgenes de discrecionalidad para el ejercicio de recursos en las entidades federativas, donde actualmente ocurren los mayores dispendios y desvíos. Lo anterior sería posible si el PRI dejara del lado su reticencia a crear un Sistema Nacional Anticorrupción verdaderamente autónomo y con dientes.

Por supuesto, sería ingenuo pensar que combatir en serio la corrupción no implica riesgos para el PRI y para el gobierno de Peña Nieto. Dejemos de lado el tema de los escándalos que han empañado la imagen del presidente y de su círculo cercano, el problema es estructural. En México el poder económico y político todavía se concentra en pocas manos. En la práctica, un puñado de empresarios, líderes sindicales y caciques locales tienen capacidad para influir de forma determinante en las elecciones. Todos los partidos han recurrido a acuerdos con estos poderes fácticos en su intento por llegar al poder, bien sea el SNTE de Elba Esther Gordillo, Televisa o las contadas familias que mueven los hilos de la política local en varias entidades de la república. Estos grupos son también los grandes beneficiarios del dispendio público. Impulsar medidas que afecten sus intereses supone prescindir de un apoyo que puede resultar estratégico.

Tomar acciones contra los 'peces gordos' supone un riesgo adicional: desatar una guerra de lodo que salpique a toda la clase política. En tono de amenaza, el gobernador Javier Duarte anunció su intención de promulgar una reforma para retirar el fuero al gobernador de Veracruz. El mensaje es claro, está dispuesto a cualquier cosa con tal de frenar a quienes intenten llevarlo ante la justicia por los millonarios desvíos de recursos públicos que actualmente investiga la Auditoría Superior de la Federación. En primera instancia, la amenaza es claramente contra el gobernador electo, Miguel Ángel Yunes. Sin embargo, bien valdría la pena preguntarse quién más puede ser víctima de chantajes por parte de figuras como Javier Duarte (en particular si es cierto, como han señalado algunos comentaristas, que utilizó parte de los recursos de su estado para apoyar candidaturas en todo el país).

A pesar de lo anterior, los malos resultados del 5 de junio abren una coyuntura favorable para que el PRI cambie su relación con los grupos que se benefician de la corrupción. La lectura generalizada de la elección es que los votantes sí penalizan al partido en el poder cuando la percepción de corrupción es alta. Por ello, el gobierno de Peña Nieto tendrá un poderoso argumento para cambiar su enfoque: voltear para otro lado ante los escándalos, y dejar que el dinero y los 'operadores' hagan su magia, ya no garantiza la victoria. Ni siquiera en bastiones históricos como Veracruz.

El PAN fue el principal ganador de las pasadas elecciones. Para capitalizar esta victoria con miras a 2018 será indispensable que los gobernadores del blanquiazul –en particular en Tamaulipas y Veracruz– demuestren capacidades y probidad. Parte de la estrategia del PRI inevitablemente se enfocará en exhibir sus trapos sucios. Paradójicamente, la fortaleza que mostró el PAN en los recientes comicios también incrementa las posibilidades de López Obrador, el otro ganador de las pasadas elecciones. No hay que olvidar que en 2012 obtuvo 31.6 por ciento de los votos y que, aunque quedó relativamente lejos de Peña Nieto, la historia pudo haber sido distinta si el PAN hubiera presentado una candidatura con mayor solidez, que le disputara al PRI una mayor cantidad de votos. Por supuesto, parece difícil que López Obrador obtenga el mismo porcentaje de votos si el PRD y el gobierno de la Ciudad de México movilizan su maquinaria a favor de otro candidato (sobre todo si se trata de un candidato fresco, capaz de generar entusiasmo entre los sectores más modernos de la izquierda).

En conclusión, los electores cobraron facturas y la corrupción parece ser el común denominador en los estados en los que habrá alternancia. El mensaje es claro. El presidente y el PRI tendrán que decidir si toman decisiones difíciles hoy para poner coto a este mal tan extendido, o permiten que siga creciendo la magnitud de los escándalos.

¿Perderá el PRI la presidencia en 2018?

Después de la jornada electoral del pasado 5 de junio la pregunta resulta ineludible. Son dos los principales pendientes que el PRI debe atender si quiere llegar a la contienda de 2018 con buenas posibilidades: la corrupción y la inseguridad. En esta columna me concentraré en el primer tema. En materia de combate a la corrupción el Ejecutivo federal ha perdido credibilidad. Las investigaciones que parecen simulación y el injustificable rechazo a la aprobación de la Ley 3de3 han consolidado la percepción de que el PRI es el partido de la corrupción. Para cambiar esta percepción es indispensable un viraje que contemple por lo menos una de dos posibles líneas de acción.

Palos de ciego de un gobierno sin legitimidad

Salvador Camarena

  
Manlio Fabio Beltrones recuerda que de las 12 gubernaturas en juego, el PRI gobierna en nueve  y “no quisiéramos ganar en menos lugares”. (Archivo)
Tras la derrota priista, la primera acción gubernamental pública y relevante es un manazo. Para quienes se preguntaban cómo reaccionaría el gobierno federal luego del revés del 5 de junio, encerrándose o corrigiendo el rumbo, la duda ha quedado aclarada: el golpe dado este fin de semana en contra de la dirigencia de la Sección 22 confirma el peor escenario.

El día después de la derrota, el presidente nacional del tricolor Manlio Fabio Beltrones publicó en Twitter que: “El PRI asume con responsabilidad el mensaje de la ciudadanía al partido y a sus gobiernos. Hay cosas que reflexionar y cambiar”.

¿Reflexionar? ¿Cambiar? En vista del sabadazo aplicado al número uno y al número dos de la CNTE queda claro que Los Pinos opina, para variar, diferente de Beltrones.

Cuando resultaba más urgente esperar –como dice un experimentado priista–, cuando era menester reflexionar, el presidente Enrique Peña Nieto apretó el paso en una ruta que pone en riesgo la gobernabilidad.

No se trata de ponderar si la CNTE es un tigre de papel (yo diría que no), si la disidencia magisterial ha perdido apoyos (puede ser), si los líderes de la 22 son autores de presuntos ilícitos (a probarse)… Tan debatible todo eso como evidente la falta de recursos y la doble moral por parte de un gobierno que a los suyos les consiente todo mientras encarcela a los que le enfrentan.

Aquí la argumentación de la Procuraduría General de la República sobre la detención el sábado del número dos de la coordinadora, Francisco Villalobos, secretario de organización de la Sección 22 del SNTE:

“Los hechos que se le imputan, ocurridos en el año 2015, consisten en el robo de libros de texto gratuito propiedad de la Secretaría de Educación Pública, en los que además resultó lesionada una persona, dados los medios violentos empleados por el aprehendido y otras personas, contra las que también se ejercitó acción penal”. (http://bit.ly/1Pn1jk0)

El gobierno que mete a Villalobos a la cárcel por (presuntamente) robar libros de texto, perdonó a David Korenfeld por el uso de un helicóptero oficial para fines privados –aunque pagó una multa, ostenta gracias al favor presidencial el cargo de representante de México ante la UNESCO para temas de agua.

Si robas libros de texto el gobierno te mandará a un Cefereso, pero si fuiste acusado de tramitar de manera ilegal más de tres mil millones de pesos en deuda el gobierno no sólo no hará intento alguno por investigar, sino que incluso gestionará ante la justicia española que te liberen.

Villalobos a una cárcel de máxima seguridad por robar libros, pero quienes desde el SNTE y desde otras instancias (hola diputado Bernardo Quezada Salas) han esquilmado a los profesores con esquemas de usura, para ellos el gobierno crea el Profeproa, lluvia de recursos del erario para pagar a agiotistas.

El partido de un gobierno sin credibilidad fue derrotado en las urnas. El mensaje era evidente: no convencen sus políticas, no hay congruencia entre su decir y su actuar.

La CNTE puede haber incurrido en excesos y, concedido, alguno(s) de sus cuadros en más de un ilícito.

Pero si este gobierno quería mostrar que había entendido el mensaje de las urnas, podía haber metido en la cárcel a tantos y tantos propios antes que a unos adversarios.

Es la credibilidad, muchachos. Ustedes no la tenían. Y con las detenciones de este fin de semana, menos. ¿Ahora en contra de quién van, de Andrés Manuel López Obrador?

Que alguien les explique que México no es el estado del mismo nombre.

Palos de ciego de un gobierno sin legitimidad

Salvador Camarena

  
Manlio Fabio Beltrones recuerda que de las 12 gubernaturas en juego, el PRI gobierna en nueve  y “no quisiéramos ganar en menos lugares”. (Archivo)
Tras la derrota priista, la primera acción gubernamental pública y relevante es un manazo. Para quienes se preguntaban cómo reaccionaría el gobierno federal luego del revés del 5 de junio, encerrándose o corrigiendo el rumbo, la duda ha quedado aclarada: el golpe dado este fin de semana en contra de la dirigencia de la Sección 22 confirma el peor escenario.

El día después de la derrota, el presidente nacional del tricolor Manlio Fabio Beltrones publicó en Twitter que: “El PRI asume con responsabilidad el mensaje de la ciudadanía al partido y a sus gobiernos. Hay cosas que reflexionar y cambiar”.