Nudo gordiano
Yuriria Sierra“México va a pagar por el muro, sólo que ellos aún no lo saben”. Eso es lo que dijo Donald Trump ayer en la noche en un evento masivo en Arizona. Apenas unas horas después de reunirse con Enrique Peña Nieto. Era de preverse. Pero parece que en Los Pinos o no la vieron venir (lo cual es grave) o sí la vieron venir y decidieron hacerle el juego de antesala (lo cual sería gravísimo).
No negamos que la invitación que hizo EPN a los candidatos presidenciales de Estados Unidos corresponde a un trabajo diplomático necesario. La relación entre ambos países es evidente, los lazos entre ambos, todavía más. No es la primera vez que sucede, en 2008, Felipe Calderón se reunió con el entonces virtual candidato republicano, John McCain.
Desde luego que las condiciones hoy son otras. Jamás habíamos visto a un personaje que tan sistemáticamente hablara tan mal de nuestro país y sus ciudadanos. ¿Por qué entonces aceptó una invitación para reunirse con Peña Nieto? Aunque ésta también se le hizo a la demócrata Hillary Clinton, lo cierto es que Trump, oportunista como es, la tomó como su chance de oro para relanzar una campaña que claramente está en números rojos. Demasiados problemas cuando aún faltan dos meses para la elección, entre renuncias y escándalos, sus posibilidades de ganar en las urnas se han visto reducidas. Qué mejor para él que “reconciliarse” con la comunidad a la que ha tratado tan mal en los últimos meses. Esta reunión le puso en charola de plata ese relanzamiento. No ocurre lo mismo de este lado. Aunque para Donald Trump esto le resultará favorecedor, queda la duda de qué tanto se verá esto representado en la intención de voto, para Enrique Peña Nieto es casi un balazo en el pie. Desafortunado para EPN que Hillary Clinton no haya respondido a la invitación, y peor aún, que fuera ella la que debió recordarnos todos esos dichos que Trump ha pronunciado contra nuestro país. Molesta, sin duda (y cómo no, si parecía un “endorsment” a la lastimada campaña republicana). Todo mundo desprevenido, todos estábamos más bien expectantes (si acaso) por el informe presidencial. Pero las reacción rápida vino sólo de las filas del PAN. Margarita Zavala, Ricardo Anaya y Vicente Fox expresaron su molestia por la reunión y la descalificaron desde el instante en que se supo que se realizaría. Pero ni un sólo priista, salvo Emilio Gamboa, quien dijo que era algo atinado, se pronunció al respecto. Los tricolores calladitos, incluso los posibles presidenciables. Y es que fue una jugada riesgosa para EPN, porque sólo una disculpa pronunciada por Donald Trump habría podido abonar algo positivo a sus de por sí ya muy lastimados índices de popularidad... pero no hubo nada de eso. Y peor aún: lo dicho en Arizona hizo sentir que su visita a Los Pinos fue una puesta en escena con el telón de fondo de un relanzamiento para la campaña del republicano.
Atónitos nos quedamos todos: “Malentendidos” llamó Peña Nieto a las tantas frases que Trump ha dicho contra los mexicanos. Atónitos porque sólo hubo silencio del mandatario mexicano ante la insistencia de Trump aquí, en nuestra casa, de construir el famoso muro. Atónitos porque Trump tomó en charola de plata la foto que ya está recorriendo todo Estados Unidos, una imagen que pareciera darle aval a su discurso de odio. Y qué mejor que sea el presidente del país al que tanto has ofendido, para que parezca, incluso, que ya lo hemos perdonado de antemano.
Toda política exterior es política doméstica. Imagino que detrás de esta invitación hubo alguna discusión de sus pros y contras. Me imagino que el triunfo es haber orillado a Trump a decir que el TLCAN se va a revisar pero no a cancelar. Habrá que esperar a los próximos números de las encuestas para saber qué tanto se capitalizó esa histórica, por controvertida, visita. Desde luego, que el perdedor, desde el instante mismo en que se anunció el encuentro, es Enrique Peña Nieto, porque si al principio se le dio el beneficio de la duda, lo que vimos ayer en el mensaje que dieron juntos fue más que suficiente para enviar al sótano su índice de aprobación. Ciertamente, no entiendo cuál fue la intención de esta reunión, ni cuál sería el capital para el gobierno de México. Menos aún cuando le escuchamos a EPN una declaratoria tan tibia contra quien no dejará de insultarnos —o hacer lo que le plazca— en beneficio de su campaña. Y ahora, el problema de EPN ya no será qué hacer si gana Donald Trump, si no qué hacer cuando Hillary Clinton gane la Presidencia.