Juegos de poder
Leo ZuckermannPeña tuvo que salir horas después a aclarar, con un tuit, que sí le había dicho a Trump que nuestro país no pagaría semejante esperpento. Pero el daño ya estaba hecho por el enredo del Presidente de decir que nosotros también sufrimos por la frontera tan porosa con Estados Unidos.
Ayer, antes del encuentro, platicaba con una amiga columnista, que conoce bien la política estadunidense, de por qué Peña había invitado a Donald Trump a Los Pinos. Ella, contundente, pensaba que se trataba de “un suicidio” por parte del Presidente mexicano. Yo me mostraba más dubitativo y la conminaba a esperar el resultado final de la reunión. Argumentaba que, por lo pronto, estábamos frente a una jugada arriesgadísima por parte de Peña y que, a mayor riesgo, más posibles ganancias o pérdidas.
Peña es un Presidente muy impopular y cada vez más débil. A dos años de dejar el gobierno, se está muriendo de una hemorragia persistente. Si no hace nada, si sigue como hasta ahora, este sexenio acabará muy mal. Algo tenía que hacer para cambiar el rumbo. Entre más audaz la acción, más podía darle la vuelta a la tendencia negativa para tratar de terminar lo mejor posible.
Pongo un ejemplo para entenderlo. Es como si estuviera sentado jugando a la ruleta perdiendo y perdiendo por mucho tiempo. De seguir así, con toda seguridad acabaría quebrado por agotamiento de sus fichas. ¿Qué hacer para no terminar en la bancarrota? Apostar todo su capital restante a un solo número. Tiene 1/37 de posibilidad de ganar, un momio muy bajo. Pero, si le pega al número, gana una fortuna: 36 fichas por cada una de las apostadas.
Mi amiga pensaba que lo de Peña era un suicidio porque no había manera de ganar nada con el encuentro con Trump. Yo, en cambio, pensaba en este ejemplo de la ruleta: que sí había un escenario donde el Presidente podía ganar, y mucho. ¿Cómo? No estaba nada sencillo. De hecho, estaba dificilísimo: un momio efectivamente muy bajo. Quizá demostrando, con fuerza, pero también con elegancia, que él está para defender los intereses de los mexicanos dentro y fuera de sus fronteras. Mostrándose, en lo económico, en favor del libre comercio y, en materia de migración, de los derechos humanos de los indocumentados.
Me temo que no hizo ni lo uno ni lo otro.
Lo que más me desconcertó de la conferencia conjunta de Peña y Trump fue el acuerdo de ambos de revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Es cierto que se trata de un instrumento viejo que no toma en cuenta las realidades de la nueva economía digital. Pero, precisamente para eso, este gobierno, el de Peña, negoció el Acuerdo Transpacífico (TPP) que, en palabras textuales del secretario de Economía “actualizará de forma automática el TLCAN”. ¿No le explicó Ildefonso Guajardo esto a Peña? ¿No lo entendió?
Es escandaloso que el Presidente concuerde con Trump en la necesidad de revisar el TLCAN cuando éste —y, por cierto, también Hillary Clinton— está en contra del TPP. Con este acuerdo entre Peña y el candidato republicano ayer se abrió un enorme espacio de incertidumbre para la economía mexicana y su gran motor de crecimiento basado en el libre comercio.
Y luego está el asunto de la posible deportación masiva de millones de mexicanos de territorio estadunidense y la construcción de un muro fronterizo. De lo primero, ayer no se dijo nada de manera directa y contundente. El Presidente, si acaso, hizo algunas insinuaciones veladas sobre los mexicanos indocumentados, quizá porque, en su papel de jefe de Estado no podía ser más claro o quizá por el formalismo discursivo que tanto les gusta a los priistas mexiquenses.
Lo del muro fue, simplemente, un desastre. Tan desastroso que Peña tuvo que salir horas después a aclarar, con un tuit, que sí le había dicho a Trump que nuestro país no pagaría semejante esperpento. Pero el daño ya estaba hecho por el enredo del Presidente de decir que nosotros también sufrimos por la frontera tan porosa con Estados Unidos. Por los centro y sudamericanos que vienen aquí para pasarse a Estados Unidos y por el contrabando de armas que nos llega desde el vecino del norte. Ergo, muchos de los simpatizantes de Trump entendieron que Peña le estaba dando el visto bueno al maldito muro. En la mesa de análisis de FoxNews, inmediatamente después de la conferencia de prensa en Los Pinos, algunos panelistas argumentaron que el presidente mexicano había dicho que también nos convenía el muro. Desde luego que Peña no dijo esto pero, ante la falta de una declaración contundente sobre el muro, el spin de los trumpistas es que Trump logró un gran deal con el vecino del sur para erigir una fortaleza fronteriza.
Ya veremos en los próximos días cómo reacciona la opinión pública y publicada sobre este encuentro. Peña apostó duro en una jugada muy arriesgada. En lo personal, creo que perdió. Y aunque muchos se regocijarán de que el Presidente siga debilitándose, a mí me preocupa mucho que todavía faltan dos años de un sexenio que puede acabar muy mal no
sólo para el gobierno sino para el país entero.