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En dicho proyecto constitucional, en su mayor parte un auténtico aborto republicano, una abierta traición a los principios históricos del liberalismo mexicano del siglo XIX, un abyecto atentado en contra de nuestra Carta Magna redactada a sangre y fuego, un engendro legaloide propuesto por Mancera, otro comunista camuflado que desea lucrar con la esperanza de los marginados, se propone veladamente, entre otras monstruosidades, la desaparición de la propiedad privada en lo que fue conocida como “la muy noble y leal Ciudad de México”.
La historia nos ha demostrado la catástrofe económica y social padecida por los países que impusieron la desaparición de la propiedad privada por la vía de las armas. A simple vista podemos constatar el desastre económico y social ocurrido en la Cuba de Castroquebrada de punta a punta, en razón de las tesis marxistas-leninistas-stalinistas y brejnevistas (uuuufff) que el tirano, ya próximo a cumplir 60 años como dictador, instaló en la isla más grande las Antillas. Los famosos balseros que se lanzan desesperados al mar prefieren ahogarse o morir devorados por los tiburones del Caribe, antes que resistir los horrores el comunismo cubano. A propósito:Nunca nadie votó libremente por el comunismo, éste siempre se impuso por medio de las bayonetas.
¿Más? Comparemos el crecimiento y el bienestar de la Alemania Occidental, con el de la Alemania Oriental, en donde se imponía a la felicidad con las pistolas soviéticas sin poder huir del “paraíso” comunista por la existencia del muro de la vergüenza. Ahí está el caso de la República Popular China, el de Corea del Norte, también comparable con la del Sur, y el de la hoy extinta Unión Soviética, entre otros ejemplos, para demostrar las consecuencias de la desaparición de la propiedad privada, que, por lo general, viene acompañada de la pérdida de todo género de libertades y de garantías individuales.
El proyecto comunista del DF sólo “reconoce la función “social” del suelo y de la propiedad”. Social, sí, social… Las actividades económicas privadas existirán sólo para lograr “el bienestar, la redistribución de la riqueza y la sostenibilidad social y ambiental”. ¿Y la propiedad privada, por qué no se reconoce?
La barra de abogados, las facultades y escuelas de Derecho, las organizaciones empresariales y profesionales, los medios de difusión masiva, los integrantes del Congreso de la Unión, los mexicanos liberales tenemos que poner nuestra mejor atención en lo que ocurre en ese aquelarre llamado Asamblea Constituyente que pretende pasar por encima de lo dispuesto por la Constitución vigente, sepultar con amparos al Poder Judicial hasta asfixiarlo y, acto, seguido, por la vía democrática, en un país de reprobados, tratar de reformar en el mismo sentido nuestra Constitución de 1917… ¡Cuidado: el fantasma de Hugo Chávez habita en buena parte de los asambleístas del DF…! Continuará