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Tuesday, October 4, 2016

¿Por qué NO va a ganar Trump?

Donald Trump todavía no es oficialmente el candidato presidencial del Partido Republicano, pero todo parece indicar que es un hecho que lo va a ser. En la columna titulada “Liberalismo y política en EU, ¿doble moral o incongruencia ideológica?” (3 de marzo, 2016) comenté que probablemente los debates ideológicos no iban a ser tan relevantes en esta elección. Desafortunadamente creo que no me equivoqué. Pero más que lamentarme por la falta de debates de alto nivel sobre políticas públicas en el país más importante del mundo, en esta ocasión quiero argumentar por qué creo que Donald Trump NO va a ser el próximo presidente de los Estados Unidos de América (EU).


No soy un analista político, pero como economista me gusta analizar variables que guardan una relación histórica consistente con otras variables, en este caso con el resultado de las pasadas elecciones presidenciales en EU, máxime cuando dicha relación entre variables encuentra fundamento en una teoría lógica sobre la causalidad de los eventos y no por simple casualidad. En este sentido, quiero destacar tres temas sobre asuntos electorales recientes:

(1) En los últimos años las encuestas de intención de voto han sido cada vez menos precisas para pronosticar el resultado de las elecciones. En mi opinión, esto se debe a dos cosas: (a) Creciente tendencia global antipolítica (i.e. movimiento antiestablishment). En la medida en que la población está más informada sobre las acciones de los políticos –principalmente debido al acceso a internet de manera móvil y a las redes sociales–, así como el interminable círculo vicioso en el que los candidatos han prometido mucho –concentrándose en los qués y no en los cómos–, y cuando ganan el puesto de elección popular han hecho poco por cumplir sus promesas de campaña (y no se diga si se encuentran envueltos en escándalos de corrupción), la población a nivel global ha perdido la confianza en la democracia como la conocemos hoy; y (b) una gran parte de la población miente en las encuestas, sobre todo cuando se trata de un candidato políticamente incorrecto.

(2) Considero que el movimiento antiestablishment y el deseo de aparentar ser políticamente correcto, han tenido consecuencias importantes en el grado de predictibilidad de las encuestas de intención de voto con respecto al resultado electoral, en particular dos consecuencias: Por un lado, que el porcentaje de 'indecisos' sea muy alto y se mantenga así a lo largo del periodo en el que se publican encuestas, y por otro, que el resultado de las encuestas de intención de voto se encuentren sesgadas, provocando un mucho menor grado de predictibilidad de este tipo de instrumento; y por lo tanto...

(3) en mi opinión, una forma de 'darle la vuelta' a la problemática en cuestión es enfocándonos en el porcentaje de opiniones negativas sobre los candidatos. Al final del día, en muchos casos se trata de elegir 'al menos malo'. Me queda claro que no estoy descubriendo el hilo negro. Desde hace tiempo los expertos en encuestas incorporan la pregunta sobre opinión negativa en los cuestionarios que aplican. En este sentido, considero que si bien los resultados de este tipo de encuestas no nos ofrecen información fidedigna sobre el diferencial de votos con el que un candidato puede ganar al otro en una elección, ni sobre la posibilidad de que tenga mayoría en el Poder Legislativo, creo que pueden ser más precisas que las de intención de voto para pronosticar el ganador de una elección.

Examinemos cómo estuvieron los resultados de las encuestas de opinión negativa en las últimas seis elecciones en EU. Por consistencia, en todos los casos utilicé datos de las encuestas que condujo NBC News polling. En la elección de 1992, George H. W. Bush (R, de republicano) contaba con la opinión negativa de 46 por ciento de los votantes registrados, mientras que Bill Clinton (D, de demócrata) con 37 por ciento. ¿Quién ganó? Todos sabemos que Bill Clinton ganó la elección presidencial, quien tenía un porcentaje menor de opiniones negativas. De la misma manera, en la elección de 1996, Bob Dole (R) obtuvo un porcentaje de opiniones negativas de 38 por ciento, mayor que el del ganador, Bill Clinton (D), con 33 por ciento. Asimismo, en el 2000, George W. Bush (R) ganó la elección presidencial teniendo un 30 por ciento de votantes con opinión negativa vs. 37 por ciento de Al Gore (D). La elección de 2004 estuvo más compleja de pronosticar por este tipo de encuestas debido a que observaron un 'empate técnico' entre ambos contendientes. El ganador, George W. Bush (R), obtuvo 44 por ciento de opiniones negativas, mientras que John Kerry (D) tenía 43 por ciento. En 2008, Barack Obama (D) ganó la elección, teniendo 34 por ciento de opiniones negativas, mientras que John McCain (R) 39 por ciento. En la elección de 2012 de nuevo las encuestas observaron otro 'empate técnico'. Barack Obama (D) pudo reelegirse teniendo 43 por ciento de opiniones negativas entre los votantes registrados, mientras que Mitt Romney (R) tenía 44 por ciento.

¿Cómo se encuentran los resultados de estas encuestas hoy? Hillary Clinton (D) tiene 56 por ciento de los votantes registrados encuestados con una opinión negativa y Donald Trump (R) con 65 por ciento. Es por esto que en la medida en que estos porcentajes se mantengan, considero que Donald Trump NO va a ganar la elección presidencial en EU.

¿Por qué NO va a ganar Trump?

Donald Trump todavía no es oficialmente el candidato presidencial del Partido Republicano, pero todo parece indicar que es un hecho que lo va a ser. En la columna titulada “Liberalismo y política en EU, ¿doble moral o incongruencia ideológica?” (3 de marzo, 2016) comenté que probablemente los debates ideológicos no iban a ser tan relevantes en esta elección. Desafortunadamente creo que no me equivoqué. Pero más que lamentarme por la falta de debates de alto nivel sobre políticas públicas en el país más importante del mundo, en esta ocasión quiero argumentar por qué creo que Donald Trump NO va a ser el próximo presidente de los Estados Unidos de América (EU).

¿Y si ganara Trump?

Yo creo que es más factible que Hillary Clinton gane la elección presidencial en Estados Unidos debido a tres factores: (1) Voto electoral. Ahora que nos encontramos más cerca de la elección, las encuestas muestran un número significativamente mayor de estados con un mayor número de votos electorales a favor de Hillary (205), que a favor de Trump (165), en donde se necesitan 270 votos para ganar la elección presidencial; (2) opinión negativa. Como comenté en este mismo espacio con anterioridad, considero que este es uno de los factores por los cuáles ganará Hillary al tener un menor porcentaje de los votantes registrados que guardan una opinión negativa de ella (43.3 por ciento) vs. Trump (53.9 por ciento) (“¿Por qué no va a ganar Trump?”, 17 de mayo); y (3) dinero. En la mayoría de las elecciones presidenciales en Estados Unidos desde los setenta, ha ganado el candidato que ha podido reunir mayor dinero para su campaña. En esta ocasión, los reportes más actualizados registran que Hillary ha podido reunir más de tres veces lo que ha podido juntar Trump para gastos de campaña.

No obstante lo anterior, quiero compartir mi visión sobre qué considero que ocurriría si Donald Trump llegara a ganar la elección. La mente humana tiende a bloquear pensamientos que tienen que ver con resultados catastróficos. Existe una gran cantidad de estudios neuropsicológicos en los que hay amplia evidencia que demuestra que el ser humano prefiere evitar pensamientos relacionados con eventos que tienen un resultado muy negativo y una baja probabilidad de ocurrencia (e.g. caída de un aerolito o un rayo, terremotos). Sin embargo, por el lado positivo considero que una victoria de Trump no sería tan catastrófica como podría parecer a la luz de los comentarios que hace en su campaña, sobre todo los relacionados con nuestro país y por el lado no tan positivo creo que la probabilidad de que gane no es baja. En el espacio que resta, me gustaría comentar lo que creo que puede ocurrir –particularmente en lo relacionado con México–, en tres episodios de tiempo: (1) De aquí al día de la elección (martes 8 de noviembre); (2) del día en el que sepamos el resultado de la elección
–si ganara Trump– al día en el que tome protesta como presidente (20 de enero); y (3) del día que tome protesta en adelante.

(1) Los próximos 35 días. Independientemente del resultado de la elección, considero que viviremos 'al filo de nuestros asientos' debido a que es muy probable que las encuestas de intención de voto (popular, no electoral) favorezcan un triunfo de Donald Trump o al menos que la ventaja de Hillary Clinton sobre Trump sea muy pequeña. Considero que en este periodo serán las variables financieras, principalmente el tipo de cambio peso-dólar, quienes absorban el impacto.

(2) Del 8 de noviembre al 20 de enero. En mi opinión, este es el peor momento para México (y tal vez para el mundo), bajo el supuesto de que Trump gane la elección. En este periodo, Donald Trump podrá continuar haciendo comentarios sobre las políticas irracionales que desea instrumentar, sin llevarlas a cabo, pero con la gran diferencia de que ahora sí tienen gran potencial de materializarse. En este sentido, considero que es muy probable que los empresarios pospongan decisiones de inversión e inclusive los consumidores retrasen decisiones de compra, particularmente de bienes duraderos (e.g. coches, línea blanca, casas). En este caso ya no serían solamente el tipo de cambio y otras variables financieras quienes absorban el impacto, sino el sector real. Estimo que esto puede restarle cerca de 0.3 puntos porcentuales al PIB de México de 2016, por lo que de acuerdo a mi estimación de crecimiento, este año la economía mexicana sólo crecería 2.0 por ciento.

(3) Del 20 de enero en adelante. Es probable que 'suene' contraintuitivo, pero considero que una vez que Trump tome protesta como presidente –claramente en caso de haber ganado–, tendría un efecto menos negativo para México, que el del periodo (2). Como he expresado con anterioridad, es probable que Trump no lleve a cabo ni el uno por ciento de las políticas que ha dicho que instrumentará y no porque sea perjudicial para México, sino porque considero que serían muy negativas para Estados Unidos. De hecho, no creo que ninguna de las tres políticas que planea particularmente para México tienen sentido para mejorar la economía de EU (“¿Trump en contra de México o también en contra de su propio país?”, 15 de marzo). Así, en mi opinión, en lugar de cancelar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) o imponer barreras arancelarias temporales en los bienes de exportación más importantes para nosotros (e.g. industria automotriz, aeroespacial y línea blanca), terminaría por imponer algunas cuotas o barreras en productos agrícolas, al aliarse con los productores de naranja de Florida o de jitomate y aguacate en California. Asimismo, en lugar de deportar a todos los hispanos de origen mexicano sin documentos, continuarían con la alta tasa de deportación de Obama, pero haría eventos mediáticos cada vez que deportan mexicanos a nuestro país asistiendo para despedirse diciendo Good bye rapists, por ejemplo. Finalmente, en lugar de construir un muro a lo largo de los tres mil 185 kilómetros de frontera que tiene nuestro país con Estados Unidos, haría una pequeña ampliación del muro que ya existe (~10-20 por ciento más), lo inauguraría con 'bombo y platillo' y 'se le olvidaría' para tratar asuntos mucho más importantes, como la manera de contener al Estado Islámico (IS). En resumen, esta elección presidencial en Estados Unidos ha sido muy negativa para el mundo y más para México, pero considero que si el resultado beneficiara a Trump no sería tan catastrófico como puede llegar a parecer.

¿Y si ganara Trump?

Yo creo que es más factible que Hillary Clinton gane la elección presidencial en Estados Unidos debido a tres factores: (1) Voto electoral. Ahora que nos encontramos más cerca de la elección, las encuestas muestran un número significativamente mayor de estados con un mayor número de votos electorales a favor de Hillary (205), que a favor de Trump (165), en donde se necesitan 270 votos para ganar la elección presidencial; (2) opinión negativa. Como comenté en este mismo espacio con anterioridad, considero que este es uno de los factores por los cuáles ganará Hillary al tener un menor porcentaje de los votantes registrados que guardan una opinión negativa de ella (43.3 por ciento) vs. Trump (53.9 por ciento) (“¿Por qué no va a ganar Trump?”, 17 de mayo); y (3) dinero. En la mayoría de las elecciones presidenciales en Estados Unidos desde los setenta, ha ganado el candidato que ha podido reunir mayor dinero para su campaña. En esta ocasión, los reportes más actualizados registran que Hillary ha podido reunir más de tres veces lo que ha podido juntar Trump para gastos de campaña.