Gabriela Calderón de Burgos señala que Suiza es, y ha sido por mucho tiempo, una de las economías más libres del mundo con impuestos bajos, apertura comercial, entre otros aspectos de un modelo liberal.
Acaba de regresar al país el ex vicepresidente —y ahora candidato presidencial oficialista— Lenin Moreno. Vuelve luego de vivir en Suiza por más de un año, financiado por el Estado ecuatoriano sin haber sido funcionario público. Ginebra, es el hogar de burócratas internacionales, muchos de ellos obtienen ingresos libres de impuestos y se dedican a tratar de incrementar la carga tributaria de otros. Pero algo poco conocido es que Suiza es la cuarta economía más libre del mundo y lo ha sido desde hace décadas.
El índice de Libertad Económica en el Mundo del Instituto Fraser mide hasta qué grado los ciudadanos de un país gozan de libertad para realizar intercambios voluntarios y las instituciones de mercado asignan los recursos en la economía. El índice utiliza datos cuantitativos para medir (1) el tamaño del Estado, (2) la seguridad de los derechos de propiedad privada, (3) la calidad de la moneda, (4) la libertad de comerciar a través de las fronteras, y (5) las regulaciones. Los países mejor calificados en este índice tienen un modelo liberal que permite un mayor grado de libertad a los ciudadanos al momento de tomar decisiones acerca de qué hacer en el ámbito económico. Hay quienes menosprecian las libertades económicas, pero vale señalar que estas están fuertemente correlacionadas con las libertades civiles y políticas y con menores niveles de corrupción.
Según este índice, desde 1970 Suiza se ha encontrado constantemente entre las siete economías más libres del mundo. A muchos socialistas les sorprendería ver que en este índice también figuran entre las economías más libres del mundo países como Dinamarca (21 de 159), Países Bajos (25), Bélgica (32), Noruega (32) y Suecia (38). Y les sorprendería porque normalmente lo que desean copiarles a algunos de estos países no es su modelo general, sino solamente su nivel de carga tributaria y de gasto público.
Pero Suiza es un caso particular. Allí no hay, como en Noruega o Suecia, ni impuestos o gastos altos. De hecho, se destaca por ser una de las jurisdicciones con impuestos más bajos y fáciles de pagar. Algunos la denominarían un “paraíso fiscal”. Según el Índice de Competitividad Tributaria de la Tax Foundation, Suiza es la economía con el cuarto régimen tributario más competitivo entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En su informe, explican: “Suiza tiene un impuesto corporativo relativamente bajo (21,2 por ciento), un impuesto de consumo bajo y de amplia base, y un impuesto relativamente uniforme sobre la renta que exonera a las ganancias de capitales de tributación”.
También es interesante que Suiza es una de las economías más competitivas del mundo, a pesar de haber tenido por mucho tiempo una moneda fuerte, el franco suizo. Según el índice Haciendo Negocios del Banco Mundial, Suiza es la octava economía en el mundo donde es más amigable el ambiente a las empresas. El economista Steve Hanke señala que en los últimos 100 años el franco suizo se ha apreciado un 1% anual en relación al dólar y, no obstante, tiene un sector exportador inmenso.
Lamentablemente, parece que el señor Moreno, a pesar de haber vivido allá más de un año, regresó a predicar más del mismo socialismo.
El índice de Libertad Económica en el Mundo del Instituto Fraser mide hasta qué grado los ciudadanos de un país gozan de libertad para realizar intercambios voluntarios y las instituciones de mercado asignan los recursos en la economía. El índice utiliza datos cuantitativos para medir (1) el tamaño del Estado, (2) la seguridad de los derechos de propiedad privada, (3) la calidad de la moneda, (4) la libertad de comerciar a través de las fronteras, y (5) las regulaciones. Los países mejor calificados en este índice tienen un modelo liberal que permite un mayor grado de libertad a los ciudadanos al momento de tomar decisiones acerca de qué hacer en el ámbito económico. Hay quienes menosprecian las libertades económicas, pero vale señalar que estas están fuertemente correlacionadas con las libertades civiles y políticas y con menores niveles de corrupción.
Según este índice, desde 1970 Suiza se ha encontrado constantemente entre las siete economías más libres del mundo. A muchos socialistas les sorprendería ver que en este índice también figuran entre las economías más libres del mundo países como Dinamarca (21 de 159), Países Bajos (25), Bélgica (32), Noruega (32) y Suecia (38). Y les sorprendería porque normalmente lo que desean copiarles a algunos de estos países no es su modelo general, sino solamente su nivel de carga tributaria y de gasto público.
Pero Suiza es un caso particular. Allí no hay, como en Noruega o Suecia, ni impuestos o gastos altos. De hecho, se destaca por ser una de las jurisdicciones con impuestos más bajos y fáciles de pagar. Algunos la denominarían un “paraíso fiscal”. Según el Índice de Competitividad Tributaria de la Tax Foundation, Suiza es la economía con el cuarto régimen tributario más competitivo entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En su informe, explican: “Suiza tiene un impuesto corporativo relativamente bajo (21,2 por ciento), un impuesto de consumo bajo y de amplia base, y un impuesto relativamente uniforme sobre la renta que exonera a las ganancias de capitales de tributación”.
También es interesante que Suiza es una de las economías más competitivas del mundo, a pesar de haber tenido por mucho tiempo una moneda fuerte, el franco suizo. Según el índice Haciendo Negocios del Banco Mundial, Suiza es la octava economía en el mundo donde es más amigable el ambiente a las empresas. El economista Steve Hanke señala que en los últimos 100 años el franco suizo se ha apreciado un 1% anual en relación al dólar y, no obstante, tiene un sector exportador inmenso.
Lamentablemente, parece que el señor Moreno, a pesar de haber vivido allá más de un año, regresó a predicar más del mismo socialismo.